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TÚ NOMBRE por 691396

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Cap. IV

 

 

Tsunade

 

 

Las ansias lo carcomían; miró el cuerpo en su cama, aún era de noche y no podía hacer más que suspirar, se acercó a la ventana, la nieve hace meses que se había derretido, miró de nuevo la figura cubierta en sabanas, con largo cabello rubio y grandes atributos, se notaba la diferencia de edad entre ambos, más, ella lograba darle cierta calidez, Tsunade, el ama de llaves de la casa, quien renunció a lo que fuera que hacía antes para criarle, su nana, quien se había convertido en una buena sustituta de Naruto –volvió a suspirar –más no era igual, nadie podía reemplazar al rubio ni aunque él mismo tratara de convencerse de lo contrario.

 

Naruto le tenía fuera de sí, le amaba con tal locura que planeaba lo que sabía, iba a matarle, recordando el lugar donde guardaba cosas importantes –cerró los ojos –tenía todo preparado, dos horas eran suficientes, se vistió en silencio, de igual forma se escabulló por los pasadizos y llegó a la habitación, paró frente a las puertas –temblaba - ¿Qué era lo que sentía? ¿Era miedo? ¿O excitación? Los nervios le hicieron errar la contraseña dos veces, pudo volver a respirar cuando escuchó la puerta abrirse, se horrorizó ante la imagen, rogó porque no le viera, cerró la puerta, tembloroso y corrió de vuelta a los brazos de la que podría ser su abuela, le despertó entre besos, como un poseso se apoderó del otro cuerpo que se abría de forma dulce a él.

 

La piel sensible, los labios dulces, el interior húmedo y caliente, se enfrascó en darle placer a la mujer, olvidando –o al menos tratar –lo que había visto; para esos momentos ya tendría un hermano, se hundió aún más en el placer, se dejó llevar por los gemidos contrarios; lo había visto, su amado, su “Madre” tenía la cabeza de Sasuke en medio de las piernas, y no, no era una sesión de sexo como le era costumbre ver, de hecho ¡Deseaba que fuera eso! Más no importaba cuanto lo deseara, los gritos le sacaban de su fantasía, recordó el rostro de verdadero dolor de Naruto, la suave voz de su padre, su rubio daba a luz, más lo que le era doloroso era que, por obvias razones, ese bebe no era suyo, una ola de rabia le invadió, se descargó en una embestida brutal, unas uñas se le enterraron en la espalda, se sorprendió de sí mismo por esos pensamientos ¿Él quería un hijo? No, no quería, los niños y él no van en la misma oración, a menos claro, que se vaya a sentido sexual; estaba confundido, su rubio hacia que no se reconociera ¿Por qué la idea de tener un niño con Naruto no le era repugnante?

 

Ahora entendía un poco más a Sasuke, y se odiaba por eso, quería poner a su adoración en cinta, así le pertenecería para siempre.

 

Una nueva embestida fue dada con toda su rabia ¡Sasuke se le había adelantado! Un grito retumbó por toda la habitación, el cuello de la mujer se volvía más pequeño entre sus manos, los iris miel reflejaban temor, su interior le apretaba delicioso.

 

-U… un Bebé –La escuchó murmurar mientras luchaba por vivir, necesitaba decirle al jovencito sobre ella lo que en su vientre había, fruto de días, noches y años juntos, volvió a intentarlo, pero esos ojos que siempre eran cálidos ahora eran fríos, tan fríos como los del patriarca, estaba asustada –V-Vientre, bebé, tuyo.

 

Las palabras le costaron el aire que tenía, salieron en susurros rasposos, más el otro escuchó, apartó las manos dez inmediato, ella tosió en un ataque, sus pulmones exigían con fuerza oxígeno.

 

-Mío –Escuchó en su casi inconciencia, podría jurar un tono jovial, le sintió salirse de su interior para sentarse a un lado y tocarle el vientre –Naruto no es, eres tú –la voz era neutra ¿Quién era Naruto? Tenía conciencia de que no era la única en la cama del atractivo jovencito, más el nombre “Naruto” no lo había escuchado ¿Un nuevo amante tal vez? No importaba, ella tenía a su futuro hijo y aunque le llevara 34 años al joven amo, esperaba que éste la reconociera como su esposa principal.

 

En la familia Uchiha no existía la monogamia, así que se conformaba con regir sobre las que vinieran después, era una ley universal que la primera esposa era la que daba el primer hijo.

 

Aunque no había visto a Sasuke traer a alguna mujer u hombre a casa, de un momento a otro un nuevo niño era añadido y ella junto a dos sirvientas se encargaban de cuidarles, tal vez, el nombre de uno de los nuevos niños era Naruto, tal vez por haber ya estado alejada por dos años del sótano, no conocía al nuevo pequeño y tal vez Reiji lo vio, eran muchos “Tal vez” más ninguna respuesta en concreto, trató de ignorar el tono de amor en el que su joven amo pronunció ese nombre, ella tenía ventaja, sonrió ante el abrazo en su vientre, si Naruto era un amante, que Reiji lo desposara después, no importaba, ella era primero, ella tenía derecho a más fortuna.

 

La alarma en su celular le hizo virar con urgencia, el trabajo podía esperar, debía ir a casa de inmediato, era hora, le importaba un comino manejar como poseso, o arrollar a unos cuantos inútiles, no tenía tiempo de saludos, ni para ser detectado, se escabulló, abrió la puerta encontrándolo ya en posición, se lavó e inició el procedimiento, de nuevo traería a uno de sus hijos al mundo, Naruto era encantador cuando daba a luz, el dolor que sentía era algo que él deseaba con desespero ocasionarle, aunque, si lo miraba de forma objetiva, él puso al niño allí, es decir, él era el causante de su dolor indirectamente, por eso, le encantaba estar allí, justo frente al rubio cuando alumbraba, le daba placeres a su psiquis que su cuerpo no lograba, claro, además de la oportunidad de follarse al rubio apenas extraída la placenta –a veces no esperaba - allí sabía que el dolor era real, uno que no lograba convertirse en placer; el rostro compungido de su hermanito le llenaba aún más de sensaciones desconocidas, otra de sus razones para preñarlo cada que podía.

 

El llanto de su 16avo hijo se escuchó con fuerza, le sorprendió el aspecto, lanas plateadas como cabello y una piel tan blanca como un papel costoso, le lavó con maestría para que su esposo pudiera alimentarle, más Naruto gritó con fuerza al verlo acercarse.

 

-Viene otro.

 

Le miró incrédulo, le había examinado, el ultrasonido daba la imagen de solo un producto, más Naruto tenía experiencia, mucha, para ser precisos, le creía, se puso en posición, sus ojos brillaron aún más al recibirle, el chillido fue una melodía para él, una sonrisa en sus labios, el rubio nunca le había visto una con tal brillo.

 

-Una niña.

 

El tono eufórico se notaba, una hermosa niña, le lavó, le envolvió en franelas juntándola a su cuerpo, no pudo resistir besar a su hermanito, una, otra, y otra vez, en ese momento, parecían una verdadera familia.

 

Naruto juntó a los recién nacidos a sus pezones, disfrutando de las suaves muestras de cariño, se sentía pleno, no le importó tener una niña, no mientras pudiera sentirse como ahora, mientras pudiera sentir ese calorcillo en su pecho.

 

Sasuke estaba luminoso, feliz, contento, eufórico y cualquier otro sinónimo, lo sabía y por extraño que pareciera se lo contagiaba ¿Quién lo creería? Un Uchiha contagiando felicidad, sonrió entre beso y beso ante el pensamiento, su hermano junto sus frentes como rara vez lo hacía “Te amo” esa palabra jamás hubiera sonado tan verídica como en ese momento y si volvemos a los “Tal vez” tal vez las hormonas, el cariño extraño, el momento, el parto o cualquier otro factor, lo que se escuchó como respuesta fue un “Yo también”.

 

Tsunade se vestía, ya era hora de regresar a sus labores, el sol salía y el joven amo la había dejado sola hace tiempo, se sintió mal, más ya era una rutina. Una sorpresa fue verle entrar con una charola, no pudo contener la sonrisa, Reiji le había preparado el desayuno, con gusto consumió los alimentos, el joven la miraba atentamente como no queriendo perderse ni un segundo de sus expresiones, se sonrojó, él la hacía sentir como una jovencita en su primera relación, al terminar, le ordenó quedarse en cama, la recostó con suavidad como si de una princesa se tratara, sonrió aún más, no importaba que por algún motivo el sueño la invadiera, el confort pensó, lo que importaba es que pronto seria Tsunade de Uchiha ¡Oh! Que maravilloso pensamiento antes de caer dormida.

 

Dolor, sentía su cuerpo entumecido y aun así el dolor se acrecentaba con los segundos, escuchó a alguien gritar en agonía, no dudo en abrir los ojos al darse cuenta que era su voz, el rostro del jovencito fue lo primero que vio, su amado le sonreía con la cara embarrada de rojo, de su sangre, tembló, no por el temor casi superado a la sangre, si no por el conocimiento de una muerte cercana, de esos ojos carmesí y esa sonrisa que señalaba diversión ¿Dónde estaba el muchacho cálido? ¿Dónde estaba el niño amoroso? ¿Dónde estaba el adolescente incomprendido? No supo si reír o llorar al entenderlo, esos desde el principio nunca existieron. 

 

-Decías la verdad –escucharlo le era difícil, no entendía lo que decía –tal vez unos cuatro o cinco meses, que cruel eres Tsunade –su voz sonó con pesar –tanto tiempo engañándome –quería hablar, pero se ahogaba con su sangre, su cuerpo no se movía - ¡Mira! –sus ojos se abrieron como nunca; como si fuera una rana muerta Reiji sostenía a su esperanza, a su bebé, sonriendo como un niño que ha atrapado una buena presa, las lágrimas se deslizaron sin quererlo, no tenía fuerzas para mirar su vientre, para confirmar que estaba abierto, abierto como sus piernas cuando el joven amo lo quería, quiso llorar, gritar, arrebatarle a su bebé ¡Matar a ese mocoso! Escuchó la risa sardónica y el sonido de su hijo chocar contra el suelo, desechado como basura –ibas a darme un niño –se podía escuchar la alegría en su voz, en sus expresiones - ¡Que felicidad! –levantó los brazos como agradeciendo al cielo -…si fuera otro el que me lo diera –la sonrisa desapareció –mi Naruto –otra vez ese nombre –no pongas esa cara Tsunade –se burló –si te quisiera como mi esposa te lo habría dicho –se levantó –lo siento –se escuchó el metal –el único para mí… –susurró con dulzura, acariciándole el rostro con suavidad, las lágrimas se incrementaron, sabía qué pasaría, quería cerrar los ojos, más el miedo la tenía paralizada, el brillo del bisturí la cegó por un momento, el filo se mofaba de ella.

 

Reiji tocaba varias partes, como decidiendo donde incrustar el filo, tanteaba en suaves caricias recordando las noches en que esa piel lo envolvía, hasta llegar a la frente, siempre le había gustado ese rombo, por el permitió que aquella rubia se metiera en su cama, lo tomaría como recuerdo.

 

-El único, el que será mi esposo, el que me dará un hijo, será Naruto –sonrió enterrando el bisturí en la piel, el cuerpo de Tsunade se arqueó, sintiendo el pedazo ser extraído con cuidado, sentía la sangre resbalar por su rostro al igual que el filo, lo sintió llegar hasta su pecho, su corazón latió con más violencia para detenerse, el metal lo atravesó con simpleza, más ella solo pudo sonreír con ironía, así que así se sentía tener el corazón roto ¿Eh? Qué bueno que está sería la última vez que lo sentiría –lastima –habló sabiendo que ya nadie le oía –era bastante linda –acarició el rostro, tocó el cristalino de los ojos –supongo que también me quedaré con estos –suspiró –tendré que buscar más espacio para mi colección –miró la masa de carne en el piso –te llamaré Yuna por ser el décimo –levantó al feto –tu frasco tendrá unas lindas letras doradas ¿No es genial? Acompañarás a tus hermanos en el estante –rio, como dijo, si tenía un hijo, Naruto tenía que dárselo, y ¿Cómo no? ¡El nunca sería como su padre! Sería peor…

 

 

Notas finales:

Jajajajaja! me estoy imaginando tu cara y dejame decirte que me mata de risa ¿Qué te pareció? ¿Sigues amando a Reiji?


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