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Anti tú por Sirius-Severus

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A la mañana siguiente decidió no bajar al gran comedor hasta la hora de la comida. Sí, había preferido morirse de hambre a encontrarse con Severus. Estaba claro que maduro, lo que se dice maduro, no era.

Bastante que había podido dormir tres horas después de tirarse toda la noche pensando en lo sucedido. Y no sabía que era peor, si no dormir como llevaba días y días porque no sabía qué le estaba pasando con Snape o no dormir porque al fin se había dado cuenta de lo que le estaba pasando.

Oficialmente le atraía Snape, y darse cuenta de ello no había resultado para nada sencillo. Llevaba tres meses trabajando para el menor y ahora sentía algo por él.
No era amor. Ni siquiera le gustaba como tal, pero se conocía a sí mismo y estaba lo suficientemente interesado en él como para saber que podía llegar a gustarle y mucho. Y le resultaba curioso a la vez que acojonante.

Y, ¿Snape qué sentía? Porque no sólo se había dejado besar por él, no, es que también había correspondido el beso y eso debía significar algo. Joder, que se besaron de forma tan caliente que de sólo recordarlo quería volver a hacerlo. ¿Qué narices estaba haciendo Snape con su razonamiento?

No lo pensó más y decidió bajar a quitarse las dudas. Porque sí, ultimamente pasaba de tomar una decisión a toda la contraria en cuestión de minutos. Había tirado la toalla consigo mismo porque no se entendía.

Cuando llegó al Gran Comedor lo primero que hizo fue buscarlo con la mirada. Allí estaba, como no, en la mesa de Slytherin junto a otros escasas siete personas de esa casa de Hogwarts.

Le dio totalmente igual no sólo el que no fuera su mesa, sino además el que fuera la mesa de los Slytherin, y se sentó junto a Snape, con este sorprendido de verlo allí.

-¿Qué haces?

-Tenemos que hablar- la cara que puso Snape de no entender nada le hizo hasta gracia.

-¿De qué?- no estaba para tonterías. El tema era lo suficientemente serio como para llegar a darle igual el que lo vieran sentado allí, hablando como si nada con Severus. 

-¿En serio me lo estás preguntando?- que el menor no era precisamente tonto, sabía de sobra a qué se estaba refiriendo, sólo que quería evitar el tema, estaba claro.

-No hace falta hablar de eso- nada más decir aquello continuó comiendo, haciendo como si estuviera sólo en aquella mesa. Como le jodía. Encima que le había echado huevos al asunto va Snape y hace como si el beso hubiera sido tan insignificante como beber agua. Pues no.

-Sí hace falta- ¿es que cómo que no hacía falta? Se habían besado. Los dos. Fue algo mutuo. Tenían que hablar del tema sí o sí -Tú también me besaste.

-Fue un acto reflejo, Black- el menor dejó el tenedor sobre la mesa y suspiró -No me lo recuerdes o vomitaré la comida.

-¿Acto reflejo?- se acercó hasta quedar a un palmo de su cara -yo no beso a mi peor enemigo por un "acto reflejo". Y menos todavía con lengua, no sé tú.

-¿A dónde quieres llegar con eso? Porque es la segunda vez que TÚ me besas ¿entonces qué?

Touché. Era cierto. Él mismo acababa de dejar claro que si lo besó fue por algo. Que había alguna intención. La misma intención que estaba intentando que saliera de la boca de Severus pero que no le estaba resultando nada fácil.

-No le des la vuelta a la situación y contéstame- le quitó el tenedor de la mano y lo dejó en la mesa sin ningún cuidado.

-¿Qué quieres? ¿qué te diga que me encantó o algo por el estilo? ¿qué me gustas? ¿o qué esperaré por ti toda la vida?

Quizá no esperaba tanto pero tendría sentido, sí. Al menos más que el decir que fue por un acto reflejo. Venga ya. ¿Un acto reflejo? ¿Esa era la mejor excusa que se le había ocurrido? Porque si era así sonaba de lo más estúpido e ilógico. Y más viniendo de Severus.

-Es una opción, sí.

-Pues no- soltó aquello de manera tan tajante que se quedó observándolo unos segundos mientras Snape volvía a coger el tenedor. A los dos segundos volvió a quitárselo y sin más le soltó.

-Pues a mi sí que me gustó- se sintió hasta liberado al decirlo. Era raro, no sabía explicar lo bien que se sintió al dejar salir aquel pensamiento de forma tan impulsiva.

Y fue suficiente como para que Snape lo mirara realmente sorprendido. Y lo entendía. Acababa de decirle que le gustó el beso, se lo acababa de confirmar. En su cara. Así, tal cuál. Sin rodeos. Sin ningún tipo de miramientos.

-Te repito, ¿a dónde quieres llegar con esto?- Snape lo miró de repente de forma tan seria que hasta le sorprendió. Estaba claro que sabía que había algo más detrás de aquella conversación. Y sabía también que estaba flipando con lo de que le gustó el beso.

-A que quiero saber si te gustó a ti también- Snape lo miró con los ojos muy abiertos nada más escucharlo decir aquello. Tampoco era tan raro que quiera saberlo, él mismo acababa de decirle que le había gustado, qué mínimo que recibir una respuesta del otro. 

-Estás loco, Black- Pues igual un poco más de lo normal sí que lo estaba, sí. Debía de estarlo porque si no no tendría explicación para todo lo que se le estaba ocurriendo decir. ¿Dónde estaba la voz de la razón cuando se la necesitaba? Ah sí, celebrando la Navidad junto a sus padres. Maldito Remus.

-¿Eso es un sí?

-¿Qué? ¡No!- casi todos los presentes se giraron ante el medio grito de Snape. Se notaba que todos estaban desesperados por saber qué diablos estaban hablando.

-Pero tampoco es un no- vamos, se apostaría un beso de dementor a que a Snape también le había encantado. Esas cosas se saben, se notan, y la complicidad que hubo durante el beso pudo notarse hasta en la mansión de sus padres.

-Vete antes de que me gane un sitio en Azkaban por matar inútiles.

Se rió ganándose que varios alumnos lo mirasen de nuevo sorprendidos de verlos juntos sin estar a punto de batirse en duelo. Sí, era raro verlos así pero era lo que había. Al menos los profesores no le castigarían como solía pasarle cada vez que lo veían cerca de Snape. Era lo que tenía haberse tirado años gastándole bromas pesadas, que al final hasta los profesores sabían cuando tenía planeado humillarlo y cuando no.

-Vamos, pasado mañana es Navidad, deberías relajarte un poco.

-Si estás tan cerca resulta imposible- vaya, al parecer había notado que cada vez el espacio que los separaba era menor.

-¿Te pongo nervioso?- le sonrió pícaro. Sí, estaba tonteando con él. Y lo estaba haciendo de forma tan natural que hasta le costó darse cuenta de que lo estaba haciendo.

-De los nervios, más bien- si es que cuando le cortaba el rollo le atraía más. Debía ser cierto eso de que nos gusta lo inalcanzable o nos atraen las personas que pasan de nuestra cara porque no era normal.

-Merlín- soltó cuando lo vio morderse el labio inferior mientras miraba por si alguien los estaba mirando. ¿Por qué hacía aquello?

-¿Ahora qué pasa?

-Que quiero comerte la boca y no puedo- se pasó las manos por la cara para despejarse. De verdad que no podía evitar verlo y no sentir unas ganas inmensas de acercarse y dejarlo sin aliento. ¿Qué mierda le estaba sucediendo?

Lo miró sin saber bien qué decir ante lo que acababa de soltarle. Normal. Él tampoco sabría que decir. Si es que parecía un perro en celo.

-¿No me vas a responder?- quería volver al tema importante porque como siguiera así lo volvería a besar.

-¿A qué?

-A si te gustó el beso o no- por sus huevos que recibiría una respuesta clara. Vamos, no era tan difícil. Él lo había dicho y seguía vivo.

-¿Otra vez?- Snape cogió la Copa y bebió incómodo ante la situación.

-¡No me has respondido!

-¡Si lo he hecho!

-¡No fue un acto reflejo!- por su madre que se estaba empezando a alterar. No era tan difícil decir "sí" o "sí". No había opción al "no" porque tenía claro que le había gustado el beso, es sólo que quería confirmarlo del todo.

-¿Y tú qué sabes?

-Sé que te gustó- se acercó un poco a su cara y le miró los labios. Si lo suyo no era tener autocontrol no sabía qué podía serlo -tanto como a mi. No puedes negarlo. Si te besara aquí y ahora tú también me besarías y lo sabes.

Se mordió el labio inferior y sonriendo se alejó del menor. Cuando Snape le iba a contestar no le dejó, ya que llegó el correo y dos cartas fueron a parar a sus manos.

Una era de Remus y la otra de James. Sólo había pasado un día y ya tenía dos cartas. Presentía que terminaría recibiendo segurísimo más de dos a la semana de cada uno.

-¿Nos vemos esta noche a la misma hora y lugar de siempre?- le preguntó al menor guardándose los dos sobres en el bolsillo trasero del pantalón.

Sólo recibió una afirmación con la cabeza y salió de allí a toda prisa porque aunque se quejara de que serían demasiadas cartas, en el fondo le gustaba sentirse importante para ellos.

No tardó ni cinco minutos en llegar a los cuartos de lo rápido que iba. ¿Que si era impaciente? Para nada.

Primero abrió la de James.

"¡Te necesito! ¡Traidor! ¡Esta no te la perdono en la vida!

En serio, no sabes lo que es estar con mis primos, y sólo llevo un día con ellos. Cada año están másinsoportables. Sólo hablan de lo buenas que son sus notas, de lo maravillosoque fue su viaje de estudios a Francia (al parecer eso es un viaje que los de último curso hacen en las escuelas de los muggles, ¿te imaginas cómo sería ir de viaje con los Slytherin?) y de quetío Collins le ha regalado una moto a mi primo.
No sabes lo pesado que está con la moto. ¡Y encima es horrible! La tuya es mucho mejor, la suya ni siquiera vuela y va presumiendo.
Me he planteado seriamente el callarlo con magia, pero luego recuerdo que me expulsarían de Hogwarts y se me pasa.

Y tú, ¿qué tal por allí? ¿hay mucha gente? ¿cómo vas con tu secreto andante? ¿has hablado ya con ella? ¿sigue enfadada contigo?

PD: estás a tiempo de venir. En serio, mamá no para de decir que podemos ir a recogerte si quieres. Te ha comprado regalos y todo.

Atte: Prongs."

No pudo evitar sonreír al leer el final de la carta. Los padres de James eran como los que él nunca tuvo, lo trataban como a uno más de la familia.

La primera vez que le contó la relación que tenía con sus padres, sobretodo con su madre, se enfadó tanto que entre James y él tuvieron que retenerla para que no fuera a la mansión de los Black y le dijera de todo a su madre.

Alguna vez, cuando lo pensaba, sentía un deje de arrepentimiento por no haberla dejado ir a su antigua casa y que por una vez alguien le dijera a su madre lo que él mismo le decía día tras día. Pero sabía que eso no era lo idóneo. No era bueno crear esas disputas entre familias en el mundo mágico. Él mejor que nadie lo sabía y no quería que los Potter sufrieran el rechazo por parte de muchas familias como le había sucedido a él. Que sí, que a los Potter siempre les había dado igual lo que pensaran unos u otros, pero aún así no quería meterlos en sus disputas familiares.

Recordó que aún le quedaba la carta de Remus por leer y la abrió rápidamente. Cómo no, lo primero que resaltaba era la letra del castaño, la cuál siempre había recibido numerosos halagos por parte de los profesores.

Sí, era elegante. Y sí, si se comparaba con la de James lo era aún más. Pero bueno, tampoco era muy difícil porque la letra de James era horrible. Peor que la de un niño de ocho años.

"Para mi querido y amargado Sirius.

En casa aún no hemos preparado nada especial, supongo que pasado mañana será mucho más interesante con el tema del día de Navidad. Mamá dice quecenaremos toda la familia sin ninguna preocupación, ya sabes, por lo de la luna llena. Hace ya dos o tres años, no lo recuerdo bien, que mi transformación cae en esta fecha. Aunque eso ya lo sabes.

Estoy contento por eso. Y otra cosa, aunque mamá ha intentado esconder bien los regalos, los he encontrado. Papá dice que me haga el tonto, que a ella le hace ilusión darme esa sorpresa, por lo del dinero. Esta vez han podido conseguir algo a pesar de las deudas y quería darme la sorpresa. En verdad me hace un poco de ilusión a mi también

¿Y tú qué tal? Espero que lo estés llevando lo mejor posible, aunque conociéndote debes estar más que aburrido.
Al menospuedespensar no sólo en loque harás con esa persona, sino también en todo el tema de tu hermano, ¿al final hablarás con él? Deberías hacerlo.

En fin. Esperaré tu respuesta y más te vale que llegue pronto.

Atte: Moony."

Vale. Definitivamente Remus lo veía más que como a un amigo, como a un hijo. No era normal. Era peor que el típico padre controlador que no deja hacer nada a su hijo. Bueno, aquello era exagerar pero cierto era que tenía complejo de padre.

Pero, ¿podía quererlos más? Quizá podía sonar exagerado pero de verdad que aunque fueran sólo cartas el significado que éstas tenían detrás era mucho mayor. El ver que ellos estaban preocupados por él y que a la vez necesitaban saber que estaba bien le hacía sentir querido. Le hacía sentir como que era importante para alguien y joder, no era cursi, pero le gustaba sentirse así. A todo el mundo le gusta.

No es que él, Sirius Black, fuera malditamente extraño ni egocéntrico. Bueno, quizá eso último sí que lo era, pero extraño no. De verdad que no lo era.

Cuando fue a guardar las cartas en el baúl para contestarle más tarde se dio cuenta de algo que haría sus días allí más llevaderos.

"Que cabrón" susurró sonriendo mientras cogía la capa de invisibilidad entre sus manos. James era un pedazo de cabrón de los grandes. Menos mal que había abierto bien el baúl porque de no ser así no la habría visto.

Le había dejado la capa de invisibilidad. Su capa. La de su familia. La que llevaba generación tras generación en los Potter. Y ahora la tenía él. Obviamente no se la había regalado, pero se la había dejado solamente para él durante esas dos semanas. Es que parecía una tontería pero aquello le ofrecía un abanico de cosas que podía hacer que sin la capa no eran posibles.

James lo conocía demasiado bien. No se podía tener un mejor amigo, era imposible.

***************

-Hey- se sentó junto a Snape nuevamente durante la cena. Este suspiró cansado cuando supo la que le esperaba. ¿Qué iba a hacer? ¿sentarse con los enanos de primero de su casa? Pues no, estando Severus allí no iba a soportar a los críos pequeños detrás suyo porque era Sirius Black, el más atractivo e inteligente del colegio y blablabla. Que no lo decía él, lo decían los demás.

-Slytherin- el menor señaló la mesa en la que estaba sentado y acto seguido señaló la que tenía en frente -Gryffindor.

-Hufflepuff- señaló la tercera mesa, la cuál estaba prácticamente vacía y por último, la que estaba al otro lado de la sala, la única que parecía tener más alumnos -Ravenclaw.

Si las miradas mataran, podía jurar por Merlín que en ese momento caería al suelo redondo. Muerto no, lo siguiente.

-Que poco sentido del humor- susurró poniendo todo tipo de comida en su plato, aunque se vio interrumpido por el director Dumbledore.

-No dudo que la conversación sea de lo más entretenida, por eso lamento la interrupción- ambos lo miraron intigrados al verlo allí- pero el joven Severus y yo tenemos una conversación pendiente en mi despacho. Aunque me gustaría que estuvieras presente, si no te importa.

Aquello último se le dijo a él, mirándolo con aquellos penetrantes ojos azules y una sonrisa que escondía algo.

Podía jurar y perjurar que había algo en Dumbledore extraño, algo que no sabía el qué pero que se hacía notar demasiado. Quizá era el hecho de parecer saberlo todo de todos. Parecía imposible tener un secreto porque el anciano se enteraba de una u otra manera de todo lo que sucedía.

¿Podría ser eso una de las causas por las que era considerado el mejor de los magos? Hombre, cierto es que siempre viene bien saber todo de tus enemigos, por ejemplo.

Tardaron más de lo esperado en llegar a la gárgola que conectaba con el despacho debido a la tranquilidad y parsimonia con la que Dumbledore caminaba por los pasillos. Y encima a Severus parecía darle igual porque lo estaba ignorando por completo. Durante el trayecto no lo miró ni una sola vez.

Una vez dentro del despacho se sentaron frente al escritorio y esperaron a que el anciano se sentara tras él. ¿Qué pintaba allí si lo que Dumbledore quería era hablar con Severus? Y el menor pareció pensar exactamente lo mismo.

-Señor- casi ni empezó la frase cuando el director ya estaba hablando por encima suya, no dejándole terminar lo que iba a decir.

-Severus, no siempre podemos evitar lo inevitable- el anciano hizo una pausa para acomodarse la espesa y larga barba y colocó sus manos tras la espalda- las consecuencias de nuestras acciones son siempre tan complicadas, tan diversas, que predecir el futuro resulta ser un negocio muy difícil en sí.

Definitivamente estaba tan perdido en aquella conversación de la cuál le estaban haciendo partícipe que no sabía si quería saber de qué iba todo aquello. ¿Consecuencias de qué? ¿había hecho algo? ¿de qué diablos estaban hablando? Vamos, Snape nunca se saltaba las normas.

-El joven Black sería un magnífico ejemplo de ello- lo miró frunciendo el ceño. Si iban a meterlo en la conversación entonces sí que quería saber qué estaba sucediendo -y ahora que parece que han resuelto sus diferencias podría serte de ayuda, Severus.

-¿A qué se refiere?- le preguntó al anciano ya impaciente por enterarse de algo. Encima le daba más curiosidad al ver a Snape tan incómodo. Al parecer era algo importante para el menor.

-A nada- afirmó Snape molesto por el hecho de que Dumbledore le hiciera partícipe de algo que debiera ser privado. Y para qué negarlo, si tuviera que ayudarlo lo haría. Sí, lo haría aunque pudiera parecer mentira ya que jamás se habían llevado bien. Pero eso había cambiado, ya hasta podían bromear juntos, aunque de una manera un tanto... peculiar. No era la típica relación de colegas ni nada por el estilo, simplemente... No parecían querer matarse cada vez que se veían.

-Bien, eres tú quien debe tener la última palabra y no seré yo el que decida tus acciones- miró a Snape cuando Dumbledore le dijo aquello.

-¿Puedo retirarme ya, señor?- volvió a mirar a Snape cuando la voz de este resonó en todo el despacho. Sí, claramente se notaba molesto.

-Los jóvenes sois tan impacientes... aunque entre vosotros y yo, a vuestra edad yo era igual, rogaba por unos minutos con las personas que eran importantes para mi- suspiró el director sonriendo mientras se levantaba y acercaba a la puerta -nos veremos mañana en la cena, jóvenes.

Snape salió tan rápido del despecho que incluso tuvo que dar unas buenas zancadas para alcanzarlo. Definitivamente algo le había molestado.

-¿Qué pasa?- preguntó mientras se desanudaba un poco más la corbata de lo que ya de por sí la llevaba.

-Nada- y una mierda. Al menos que disimulara un poco porque decirle "nada" mientras tenía una cara de querer asesinar a alguien no resultaba muy creíble, la verdad.

-Claro y voy yo y me lo creo. Si Dumbledore dice que puedo ayudarte quiero saber de qué se trata.

-Black, sea lo que sea, no tiene nada que ver contigo- cuando dijo aquello el menor se paró delante suya y lo miró fijamente -ademas, serías la última persona a la que le contaría algo.

-Tranquilo, no saques las garras tan rápido, gatito- le sonrió para cortar un poco la tensión y a cambio recibió un bufido molesto.

-Cállate.

-Cállame- volvió a sonreír cuando lo vio frunció el ceño. ¿Qué culpa tenía si se picaba tan rápido por todo? Si no fuera así, no lo provocaría pero como sabía que saltaba a la mínima le hacía gracia.

Y aún le quedaba pasar la noche juntos trabajando en algo. Lo que tenía claro es que intentaría volver a sacar el tema de Regulus. Necesitaba saber más. 


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