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Anti tú por Sirius-Severus

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Notas del capitulo:

Hay algo diferente en este capítulo, y es que está escrito en primera persona. Narra Sirius y espero que os guste. Y a mi me gustaría que me digáis si os gusta así también
De nuevo gracias por la espera y por todo. Espero que disfrutéis leyendo y nos leeremos muy muy pronto.

 

Apenas vi los primeros rayos de sol asomarse por la ventana me levanté de la cama. Sí, decir que había dormido unas pocas horas ya era resultaba excesivo. Para qué negarlo, estaba nervioso ante lo que me deparaba aquella mañana.

Bajando las escaleras pude verlo en el vestíbulo, vestido de negro como de costumbre y con aquella larga capa que casi llegaba al suelo. ¿Por qué se veía tan bien yendo como siempre iba? Joder, que no era normal que cada vez me resultara más y más atractivo. Eso me causaba cierta fatiga.

Me acerqué hasta donde este estaba y nuestras miradas se conectaron al isntante. Por un segundo sentí ganas de besarlo, o mejor aún, de que él me besara a mi. Eso sí que sería empezar bien el día.

La tensión entre ambos era palpable y estaba seguro que cualquiera que pasara por allí podría notarlo. Vamos, debían de notarlo hasta los muggles. 

-Llegas temprano- le dije sonriendo sinceramente -y yo pensando que me dejarías plantado y tendría que ir sólo. Me hubiera visto muy patético durante horas esperándote.

-Ahora me arrepiento de haber venido- afirmó comenzando a caminar para salir del Castillo rumbo a Hogsmeade.

-Normalmente los demás esperan por mi y no yo por ello- me situé a su derecha colocándome bien la bufanda para cubrirme la boca y orejas del frío -pero por ser tú haría una excepción, ya sabes.

La mirada que me dedicó en ese momento, alzando las cejas irónicamente sabía que era por lo primero que dije. Pero era cierto, jamás tuve que esperar por nadie, siempre fue al contrario.

-¿Qué? Es cierto, de hecho, habíamos quedado a las diez, he llegado cinco minutos antes y tú ya estabas allí esperándome- le sonreí alzando los hombros orgullosamente y ante su chasquido de lengua no pude evitar sonreír aún más -pero bueno, cambiando de tema, ¿tienes que comprar algo?

-No- cuando me miró al decir aquello pude darme cuenta de que tenía la punta de la nariz y sobre todo los labios rojos a causa del frío y sentí unas ganas terribles de abrazarlo.

-Eres un desastre, ¿lo sabías?- me quité la bufanda rápidamente sintiendo como la brisa helada hacía contacto directo de nuevo contra mi cara -Deberías abrigarte más, no estaré siempre para dejarte mi capa o bufanda.

-No necesito la bufanda, estoy perfectamente- intentó apartar mis manos cuando me acerqué para colocársela.

-Perfectamente muerto de frío, querrás decir.

-¡Black, para! Si hubiera querido una bufanda habría cogido la mía.

-¿No puedes simplemente aceptar la bufanda en silencio y como las personas normales?- lo vi fruncir el ceño y me fijé más detenidamente en el contraste de colores que presentaba. Labios casi rojos, piel blanca y cabello negro.

-No, no puedo porque- no lo dejé terminar. De hecho no estoy seguro de lo que dijo porque no pude evitar el impulso de besarlo. Aquellos labios me llevaban gritando que los besara desde que lo vi y había llegado un punto que me daba igual si había alguien por allí o no.

Era un beso tranquilo, tierno, sin más que el contacto de nuestros labios. Mientras lo besaba le puse con cuidado la bufanda alrededor del cuello y me separé. 

-Ahora sí son buenos días- le acomodé del todo la bufanda de tal manera que esta le cubriera el cuello y la boca y comencé a caminar de nuevo.

-¿Eres estúpido o te lo haces? ¡No hagas eso aquí en medio!

-¿El qué? ¿besarte?

-¡Sí!

-Bueno, era para que te quedaras quieto y pudiera ponerte la bufanda- le sonreí coquetamente.

-No lo vuelvas a hacer.

-Lo que tú digas- al ver que le dije aquello sin prestarle atención a lo que me exigía se paró en medio del camino. Yo hice lo mismo y me giré para verlo.

-Te lo estoy diciendo en serio, Black- suspiré levantando las manos demostrando rendición y me acerqué a él de nuevo.

-Está bien, no te besaré más- acorté un poco más la distancia entre nuestras caras, le bajé la bufanda y susurré -la próxima vez que suceda será porque me habrás besado tú.

Le volví a cubrir la boca con la bufanda y comencé a caminar de nuevo. Snape no tardó más que unos segundos en recomponerse ante la afirmación que le acababa de hacer y se situó a mi lado en total silencio.

Cuando llegamos al pueblo, llevé lo guié a la tienda de capas y una vez dentro el vendedor no tardó en darse cuenta de quién era.

-Buenos días, joven Black, me alegra tenerlo de nuevo por aquí- le sonreí cortésmente -¿qué desea esta vez?

-Verá, necesito una buena capa que no sea demasiado elegante pero a la vez que sea... diferente. Para un chico un poco más bajo que yo.

-Perfecto, voy a ver que puedo hacer- con una sonrisa el hombre se escabulló en busca de la capa perfecta.

-¿Y para quién es?

-Para Remus, es su regalo de Navidad- nos miramos fijamente y sabía que estaba esperando la explicación -por las transformaciones siempre termina destrozando las que sus padres le compran y sé que no le gusta utilizar las nuestras, ya sabes, es Remus, siente que es una molestia para nosotros aunque no es así para nada y siempre se lo decimos. Si le compro una capa como regalo por Navidad no me puede decir nada, tiene que aceptarla porque es un regalo. Quiero que tenga algo que le pueda gustar y como sé que siempre ha querido tener una buena capa y no una de segunda mano... era lo ideal. 

-Ya veo- lo vi pensativo durante una segundo y sabía que ahora vendría la curiosidad -¿sus transformaciones son muy... fuertes?

-Tú mismo lo pudiste comprobar- por un segundo me arrepentí de recordarle aquello, uno de mis mayores errores en la vida -cuando se transforma pierde tanto el control que al no encontrar humanos a los que morder se autolesiona para liberar esa frustración y necesidad. Resultó duro al principio, incluso ahora que estamos más acostumbrados lo sigue siendo, pero encontramos formas de estar con él y controlarlo lo máximo posible.

-¿Alguna vez os ha...?

-No no, por suerte no. Alguna vez sí nos ha dejado en la enfermería, las uñas de los hombres lobo están jodidamente afiladas, en serio y si te pilla como mínimo te llevarás heridas que tardarán semanas en curarse. Pero no nos ha mordido- lo noté pensativo y la curiosidad me mataba por dentro -¿por qué quieres saber todo eso? ¿te interesa Remus?

-¿Cómo que si me interesa...?- se detuvo un segundo al entender en qué sentido le había preguntado aquello -Espera, ¡no! ¡no me interesa de ese modo!

-¿Seguro?- y aunque no le preguntaba aquello molesto, si no más bien cauteloso por si su contestación fuera la que yo no quería, sí lo hacía por necesidad.

-¿Tú que crees?- nos miramos unos segundos y finalmente me explicó -quiero saberlo porque ya sabes que ahora hablamos.

-¿Estás preocupado por él?- su cara de sorpresa me hizo cierta gracia -oye, también es tu amigo, es normal que te preocupes. Pero está bien, en serio, Remus es bastante fuerte aunque no lo parezca.

En ese momento apareció el hombre mayor con unas cuantas capas, en su mayoría negras interrumpiendo nuestra conversación.

-La granate no- vi a Snape medio sonreír cuando dije aquello -no reniego de mis colores, pero tengo un poco de sentido común- aquello último se lo susurré.

-¿Y esta qué le parece?- la capa era negra con unos adornos en dorado en la parte inferior. Para nada era algo que le pudiera gustar a Remus.

-Es... demasiado- dije señalando la parte dorada y en seguida cogió otra gris oscura -demasiado poco, no tiene nada especial.

-Veamos- el anciano sacó una de las últimas, estirándola para que pudiera verla.

-Es...- aquella capa era negra, y aunque podía parecer totalmente sencilla cuando la sujeté pude apreciar unos sutiles bordados también en negro en los bajos y en las solapas -perfecta, me gusta y, ¿a ti?

Busqué a Severus con la mirada y este se acercó para apreciarla bien. Tocó la tela y por su cara pude saber que le había gustado.

-No está mal.

-Bien, pues nos llevamos esta- la sonrisa del anciano se ensanchó ante mi afirmación y sabía por qué. La capa era cara, lo tenía claro, al saber que era el primogénito de los Black sabía que me sacaría las más caras.

Si supiera que Walburga, mi adorada y amorosa madre me repudiaba como a una sucia rata no estaría tan contento de tenerme allí. Suerte que había algún que otro familiar digno en la estirpe de los Black como mi tío Alphard, al cuál mi madre dejó de hablar al descubrir que este me ayudaba. Llegué a sentirme mal por eso, al saberme el culpable de que ambos hermanos se dejaran de hablar, pero con el tiempo y varias charlas con él entendí que aquello terminaría sucediendo de todas formas tarde o temprano.

-Bueno, ahora me faltan Peter y James- el gruñido de Severus al escuchar el nombre del que era mi mejor amigo fue hasta cómico -lo voy a tener jodido si mi mejor amigo y la persona que me gusta se odian.

-¿Que qué?

-Que estoy jodido porque me gustas, tú odias a James y él es mi mejor amigo. Lo veo todo muy oscuro, ¿eh?

-Tú...

-¿Yo...?

-¿Te gusto?

-Está claro que sí, ¿no? Y que yo también te gustó.

-¿Qué dices? ¿cuándo he dicho yo eso?

-No hace falta que lo digas, se te nota, ¿sabes? Normalmente cuando alguien no te gusta no te dejas besar y menos correspondes cuando esa persona te besa, pero en ningún momento me has alejado. Es más, te recuerdo que anoche tú me mordiste- dije señalándome el labio y haciendo especial énfasis en el "Tú" para dejar claro que quién lo hizo fue él por propia voluntad y no yo, aunque me gustaría hacérselo de todas maneras -no es nada malo. Raro sí, porque siempre nos hemos llevado mal, pero eso ha cambiado y lo sabemos los dos, para qué negarlo. Sería estúpido hacerlo, Severus.

Me miró y pude notar que no sabía que contestar ante aquello que acababa de decir porque era verdad. El momento de negar que había "algo" entre nosotros quedó atrás. Estaba más que claro que los dos sentíamos algo, ¿por qué negarlo?

-Te odio- sonreí triunfante al saber que me estaba dando la razón, que era totalmente cierto que él también lo sentía -y no me llames por mi nombre. Snape está bien para ti.

-¿Puedo besarte pero no llamarte por tu nombre?

-¡Cállate Black!

-Sirius- le coloqué bien un mechón de cabello que con la brisa no me dejaba verle bien la cara -llámame Sirius. Además, Remus te llama por tu nombre.

-Eso es diferente.

-¿Diferente? ¿Seguro que no te gusta Remus?

-¡Que no!

-Dame un beso para demostrarme que quién te gusta soy yo.

-¡JÁ!

-Tenía que intentarlo- me encogí de hombros sonriéndole y mordiéndome el labio inferior para no reír al ver como me asesinaba de mil maneras diferentes con la mirada.

Estuvimos en Honeydukes, donde le compré todo tipo de dulces a Peter, sabiendo que le encantaban los de allí especialmente, y en la Casa de Plumas, en la cuál le compré una pluma negra con toques dorados que James ya había visto anteriormente y la cuál quería comprarse.

Para la hora de la comida ya estábamos en el castillo de nuevo. Aquella mañana creo que fue de las pocas en las que pudimos hablar de discutir o sin que alguno se fuera por algún motivo. Y ahora me encontraba en mi cama, tumbado y con unas gana terribles de ir a verlo y darle el regalo que tenía para él.

Aquella tarde fue de lo más aburrida. ¿Qué podía hacer allí yo solo? ¿qué hacía antes de que sólo quisiera estar con Severus? Ah sí, estar con James, Remus y Peter. Que deprimente era no tenerlos en el cuarto.

Joder, me estaba planteando seriamente ir a hablar con Dumbledore y que me dejara quedarme a dormir en el cuarto de Severus, así por lo menos no me aburriría tanto como lo estaba en ese momento. Tampoco sería un cambio permanente, sólo durante las vacaciones.

¿No eran días de estar con los seres queridos? Pues eso.

Suspiré cansado de pensar qué podía hacer hasta la hora de la cena. Aquella cena de Nochebuena que sabía que sería aburrida y quizá Dumbledore daría otro discurso. Por Merlín, ¿y si no iba?

Rápidamente descarté esa opción porque entonces no vería a Severus. Y otra vez volvía a ser el centro de mis pensamientos. Si James supiera sobre todo aquello no estaba seguro si se reiría al pensar que era una broma o me mataría por ser tan estúpido de pillarme por Severus. Y no sabía cuál de las dos me parecía peor.

Estaba tan pillado por Severus que... joder, aún me asombraba al ver hasta que punto lo estaba. Y más al saber que yo también le gustaba. Era una sensación tan... extraña. No sabría describirla, pero me encantaba.

Cuando llegué al gran comedor aún faltaban algunos de los pocos alumnos que allí nos encontrábamos, pero Severus ya estaba sentado, con la cabeza gacha y aburrido. Sonreí al llegar a su lado y sentarme junto a él. Este me miró y supe que aunque no lo admitiría jamás, me estaba esperando.

-¿Me has echado de menos?- le pregunté sonriendo.

-No- no pude evitar reír suavemente cuando me dijo aquello.

-Pues yo sí- y aunque lo dije en plan broma, realmente era verdad, por muy estúpido que sonora era así. Joder, ¿qué me estaba pasando? ¿por qué me estaba volviendo tan cursi? -por cierto, después de la cena quiero que vengas conmigo al baño de prefectos.

-¿Eh?- frunció el ceño y acto seguido negó con la cabeza.

-Vamos, quiero darte algo- me miró sorprendido -sé que te gustará, además quiero ver como van tus cicatrices.

-Estás loco si te piensas que iré para que me veas las cicatrices. Muy loco, Black.

-Podría ver más si me dejaras- me fulminó con la mirada y no pude evitar sonreír -¿por qué te avergüenza tanto?

Todos se callaron al ver como Dumbledore entraba por la pequeña puerta de los profesores y se situaba junto a ellos.

No sabía cómo mierda lo hacía pero siempre aparecía en el momento justo. Chasqueé la lengua un tanto irritado porque sabía que ya no podría sacar el tema de nuevo, al menos no durante la cena.

Creo que pocas veces en mi vida había cenado tan rápido como lo hice esa noche. Hasta dos veces me atraganté.

-Voy a ir a mi cuarto para coger unas cosas, te espero fuera para que vayamos juntos.

-No voy a ir- esta vez fui yo el que frunció el ceño.

-¿Por qué?

-Porque no.

-Pues "porque sí" te espero fuera- fui el primero en levantarme de la mesa y aunque Dumbledore me dijo que me quedara un poco más, no lo hice caso.

No tardé más de quince minutos en ir a mi cuarto, coger el regalo y la esencia de díctamo, ir al baño de prefectos, dejarlo todo allí, llenar la enorme bañera y bajar al gran comedor.

Quería que por una noche no fuéramos a la Sala de Menesteres y pudiéramos relajarnos, sobretodo él, ya que siempre que íbamos allí era para estar entre pociones e ingredientes.

Cuando lo vi aparecer por la puerta me sitúe delante suya, haciendo que se detuviese en seco.

-¿Listo?- sonreí un tanto emocionado.

-No.

-Perfecto- dije empujándole suavemente para que caminara hacia las escaleras.

-¿Sabes lo que es un "no"?- me preguntó.

-No mucho, la verdad.

-Me lo imaginaba.

-Y, ¿tú sabes lo que es un "sí"?- contraataqué -alguna vez podrías usarlo. Te lo digo como sugerencia.

-Cuando quiera una sugerencia tuya, te aviso- reí al escucharlo.

En lo que hubo de trayecto no volvimos a hablar. Fueron unos minutos en los que sé que no paraba de pensar que no le agradaba vernos allí, pero ¿qué más daba? Nuestro primer encuentro que lo cambió todo, en el que lo ayudé a no ser descubierto por Minerva estábamos en un baño y con apenas distancia entre ambos. Por no hablar de cuando nos encontramos en el mismo baño al que íbamos. En el de prefectos él se metió en la bañera cuando yo ya estaba allí, aunque apenas le vi la espalda y sé que lo hizo por orgullo. Quería saber el por qué se sentía tan avergonzado de mostrar su cuerpo. Por Merlín, yo estaba deseando verlo y tocarlo.

Cuando dije la contraseña y la puerta se abrió tuve que darle un suave empujón para que entrara primero.

-¿Primero el regalo o las cicatrices?

-¿Tu muerte no es una opción?- reí ante su comentario mordaz.

-Solo si follarte es otra- reí aún más fuerte cuando se atragantó con su propia saliva.

Cogí la esencia y me acerqué a él. Primero debía ver cómo estaban las cicatrices después de tanto tiempo.

-Si no te subes la camisa poco puedo ver- desvío la mirada incómodo -mira, no sé por qué mierda tienes tanto complejo pero te puedo asegurar que son sólo cicatrices. Sigues siendo igual de atractivo.

Dejé el tarro en el suelo y me desabroché la camisa, dejando al descubierto algunas cicatrices que tenía.

-¿Qué ves?- al ver que no me contestaba volví a insistir en un tono más suave -Severus, ¿qué ves?

-Que haces deporte- sonreí al escucharlo hablar bajito.

Le cogí una de las manos y me la puse sobre el pecho, concretamente sobre la cicatriz que una noche de luna llena Remus me hizo al jugar conmigo siendo Padfoot. Podía ser muy bruto cuando se transformaba.

-¿Ves? Es una cicatriz, se ve y se siente- dije arrastrando sus dedos sobre la cicatriz -es lo mismo y no me avergüenzo.

-No es lo mismo.

-Sí lo es.

-No lo es- volvió a repetir estavez en un tono más contundente.

-¿Por qué?

-Porque tú tienes un cuerpo atlético- afirmó sin mirarme a los ojos -yo no.

-Eres delgado, ¿y? No hace falta tener un cuerpo atlético para que sea atractivo, Severus.

-Es muy fácil decirlo siendo Sirius el chico más atractivo de Hogwarts Black. Todos van detrás tuya, no sabes lo que siento yo.

-No, no lo sé porque nunca he tenido problemas con mi cuerpo. Me gusta, sin que suene demasiado egocéntrico- su risa irónica renosó en todo el baño -pero me gusta más el tuyo y sólo te he visto la espalda. Pero joder, te puedo asegurar que de sólo imaginarte desnudo me pongo duro.

Pensé que después de decirle aquello no me respondería, pero cuando lo hizo me sorprendió más lo que dijo que el hecho de que me respondiera.

-¿No te das cuenta de que es sólo un capricho? No te hago caso y me buscas. Es muy simple.

-Perdona, no me pongo duro por un capricho, eso te lo aseguro. Y jamás me he masturbado pensando en un mero capricho, ¿tú sí?

-¿Qué tú qué? ¡Black, por Merlín!

-¿Qué? Vamos, ¿tampoco te masturbas?

-¡Cállate!

Hubo unos segundos de silencio sepulcral en el baño tras mis intentos de aguantar la risa al verlo tan incómodo con el tema del sexo. No sé si quería abrazarlo y cortar el tema ahí o seguir picándolo porque me resultaba de lo más divertido. Finalmente, opté por la primera.

-Severus- lo llamé y cuando me miró coloqué mis manos en sus mejillas y las acaricié suavemente -me gustas, todo tú me gustas. Y quiero que te gustes a ti mismo mil veces más de lo que me gustas a mi, ¿vale? No puedes ocultarte para toda la vida. Tienes que asimilar que esto -me señalé la marca que había recorrido con sus dedos minutos antes -son sólo eso, marcas. No son nada que deba avergonzarte. Ni el no tener un cuerpo atlético.

Ambos nos miramos fijamente y me acerqué a su boca, aunque no lo besé. Quería hacerlo pero me contuve.

-Tienes que besarme tú- le recordé lo que le dije aquella mañana y susurré -no sabes lo que es tenerte así y no poder besarte.

Me pasé la lengua humedeciéndome el labio inferior y me lo mordí. Quería besarlo, joder que si quería, pero quería aún más que fuera él el que diera el primer paso y demostrara algo de seguridad. Y cuando lo hizo, cuando me besó se sentió tan malditamente bien...

El beso empezó lento y suave, y cuando su lengua rozó mis labios sentí estar en el paraíso. Moví mi cabeza ligeramente a un lado y nuestras lenguas se encontraron al fin. Otra vez ese maravilloso sabor que me volvía cada vez más loco y adicto a él.

Lo empujé con cuidado hasta que su espalda baja chocó con el lavabo. Apoyé las manos en este y Severus puso las suyas en mi cuello. Aquello se estaba volviendo jodidamente caliente y cuando puse una mano en la parte baja de su espalda, justo dónde empezaba el lavabo y lo pegué a mi cuerpo, supe que ambos estábamos excitados, que no era sólo yo.

Un leve gemido salió de su boca y fue acallado por la mía. Y con un movimiento de cadera me rocé contra él. Me separé de sus labios apenas unos milímetros y pude sentir como trataba de recuperar el aliento.

-Esto- sujeté una de sus manos, la cuál se encontraba en mi cuello y la llevé a mi entrepierna -no es por un capricho, es porque me gustas como no tienes idea y esto- esta vez llevé mi otra mano a su erección -es porque te gusto.





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