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Anti tú por Sirius-Severus

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Ver a Remus sonreír de esa manera solo podía indicar algo bueno. Y si encima ocurría después de la clase de pociones, en la que el profesor había decidido ponerlos por parejas y puso a Remus junto a Snape, aún era mas bueno todavía. No pudo evitar sonreír al ver la felicidad reflejada en el rostro de su amigo. Definitivamente, había merecido la pena el trato. Y pensar en eso le hizo recordar que su parte duraría aún cuatro meses, a partir de ese momento, por que sí, sabía y estaba seguro de que esa felicidad se debía al trato que hizo con Snape. Pudo comprobarlo cuando Remus les contó lo ocurrido en clase.


-No destroces la hoja, córtala con cuidado- Snape le arrebató el cuchillo de las manos al castaño y le enseñó cómo hacerlo.


-Pero pone que se debe picar- susurró señalando el párrafo en el grueso libro de pociones en el que se explicaba los pasos que debían seguirse para hacer la poción correctamente. Snape gruñó ante su comentario.


-Picándola se pierde gran parte de su poder sanador, pero si la cortas en trozos iguales con cuidado no- dijo mirándolo unos segundos y pasándole el cuchillo para que lo hiciera él de nuevo.


-¿Cómo lo sabes? Es la primera vez que hacemos esta poción.


-Es tu primera vez, no la mía- al decir aquello Snape vió que una sutil sonrisa se dibujaba en la cara del castaño. Volvió a fruncir el ceño algo intrigado -¿de qué te ríes?


-No, nada, lo que has dicho ha sonado algo... ya sabes... bueno, da igual, olvídalo- dijo rascándose la nuca y desviando la mira. Comenzó a cortar las hojas como le había indicado Snape que lo hiciera. Con cuidado. Con sutileza. Se fiaba de Snape porque siempre fue el mejor en pociones.


-¿Solo pensáis en eso vuestro grupito o qué?- susurró más para sí mismo que para el otro, pero aún así el castaño lo escuchó y rápidamente contestó.


-No no, es solo... no importa, lo siento- puso las hojas dentro del caldero y vió como un hilo de humo verde salía de él, justo como indicaba el libro que debía suceder. Era cierto lo que decía Snape sobre las hojas, ya que los otros compañeros lo hicieron como decía el libro y ninguno consiguió que saliera de sus calderos el humo verde. Lo miró por unos segundos y volvió a murmurar -lo siento...


-¿Por qué lo sientes?- le preguntó Snape algo intrigado al verlo como jugaba con sus manos algo nervioso e incómodo.


-Bueno... por lo de... ya sabes, no me hagas decirlo- susurró ocultando aún más su rostro.


-¿Por qué?- volvió a preguntar sabiendo a qué se refería, pero quería escucharlo salir de su boca. No por hacerlo sentir mal, si no porque para él no era algo tan dramático. Era parte del pasado.


-Por lo de aquella noche en la casa de los gritos... lo siento- se mantuvo en silencio unos segundos con la mirada del Slytherin clavada en él.


-Qué estupidez Lupin- le dijo desviando la mirada al caldero para ver cómo ahora de él salía un humo casi amarillo. Sí, la poción iba de maravilla y se sentía orgulloso -¿aún piensas en eso?


-Habrías muerto de no ser por James...- un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar que de no ser por su amigo en esos momentos sería un asesino y estaría en Azkaban -te dejé en la enfermería, inconsciente durante casi tres días. Con heridas bastante graves...


-Pero ese estúpido de Potter apareció e hizo algo bien por una vez en su vida. No es como si hubieras intentado matarme a propósito, ¿no?


-No, claro que no, pero... casi lo hice.


-Casi, tú lo has dicho. Además, no eras consciente- se apartó unos mechones de cabello y los situó detrás de la oreja, dejando su cara completamente a la vista del merodeador -olvídalo, sigue con tu vida, no es para tanto.


-Pensé que... me odiabas- ambos se miraron a los ojos por unas milésimas de segundos, pero Remus apartó la mirada cuando le susurró lo siguiente -... y que me tenías miedo.


-No me hagas reír, Lupin- dijo con una sonrisa irónica en la cara -al principio sí te odié, aunque no tanto como al idiota de Black, pero ¿tenerte miedo? ni en tus mejores sueños. No soy un cobarde, no te temo, jamás lo he hecho y jamás lo haré. No me subestimes.


Remus lo miró con un brillo especial en los ojos. Escuchar aquello lo había sorprendido a la par que emocionado. Se había martirizado todo ese tiempo pensando que era el culpable de algo que realmente no lo era, y escuchar a Snape, el cuál había sufrido en sus propias carnes uno de sus ataques decirle que jamás le había tenido miedo era algo inexplicable. Sin duda un escalofrío recorrió todo su cuerpo y por primera vez en mucho tiempo no se sintió un monstruo.


Sí, cuando Lupin les contó aquello los tres le sonrieron. Por fin había llegado la confirmación de algo que siempre le aseguraban.


-¿Ves? Te lo dijimos Moony- le dijo James abrazándolo por el cuello con un brazo.


-Ya bueno...- respondió algo avergonzado pero sin borrar la sonrisa de la cara. Sirius lo miraba y se sentía orgulloso. Sí, el trato merecía la pena si Remus se sentía tan bien como parecía en ese momento.


********************


A las pocas horas estaban en el gran comedor cenando. El buen humor de Remus se reflejaba en su forma de comer. Incluso algunos de su propia casa se habían percatado de ello.


-Creo que jamás te he visto comer tanto- le comentó Peter sorprendido por la cantidad de comida que su amigo estaba engullendo.


-Y aún le queda el postre- dijo Sirius, ganándose una sonrisa de Remus.


Él ya había terminado de comer hacía rato. Fue el más rápido de los cuatro en terminar. Se encontraba ensimismado cuando algo llamó su atención. Snape lo estaba mirando fijamente. Frunció el ceño al notarlo. ¿Por qué lo miraba de esa forma? No pensaba apartar la mirada ni loco. Que la apartara el otro, que era el que lo comenzó a mirar desde un principio.


A los segundos se dió cuenta de que le hizo una ligera señal con la cabeza para que saliera fuera del gran comedor. Snape salió justo después de aquella señal. Lo tenía claro, ahora le tocaba pagar su parte del trato, cosa que no le hacía ni pizca de gracia. ¿Qué le haría hacer? Bueno, el Slytherin ya le dijo que sería como su elfo doméstico, es decir, un criado. Solo pensar en aquello hacía que todo su buen humor se fuera al trate. Que le diera rabia ser el futuro puto esclavo de su enemigo. De un Slytherin. De Severus Snape. No, no podía ser peor y sí, sí sentía ganas de arrancarle la cabeza. Sabía que antes de salir de allí tenía que hacerse a la idea, hacer de tripas corazón y concienciarse de que le tocaba hacer todo lo que el otro le pidiera. Respiró hondo y aún sonriendo para que ninguno notara su creciente molestar, dijo.


-Tíos, me voy a ir a dar una vuelta mientras vosotros termináis de cenar. Nos vemos luego en el cuarto.


-Yo casi he terminado, espérame y me voy contigo- James sonó tan contento que negarse le daba reparo, pero debía hacerlo. Últimamente no pasaba tanto tiempo con él y ahora que su mejor amigo le decía de ir juntos a dar una vuelta, él le tenía que decir que no. Maldijo a Snape para sus adentros.


- Es que... he quedado con alguien.


-Ah bueno, amigo, eso es otra cosa- respondió James sonriéndole mientras alzaba una ceja. Le devolvió la sonrisa intentando disimular.


Salió de allí con las manos en los bolsillos y una parsimonia que podría desquiciar al propio Dumbledore. No quería ir con Snape, quería hacer cualquier otra cosa antes que ir con él. Quería estar con sus amigos, irse a dormir aunque aún no fueran ni las diez, incluso hacer los trabajos de algunas asignaturas, pero lo que no quería era ir a hacer de criado. Es que no quería.


Y fue peor cuando vió a Snape esperándolo en una esquina apartado. No había vuelta atrás. Aguantó la respiración unos segundos y la soltó de golpe, acercándose al Slytherin.


-Sígueme, Black, tenemos cosas que hacer- lo siguió a un metro de distancia. Los pasillos estaban prácticamente vacíos, ya que todos se encontraban cenando o en sus cuatros. Lo guió hasta salir fuera del castillo y se adentraron con cuidado de no ser visto al bosque prohibido.


-¿Vas a matarme y hacer desaparecer mi cuerpo?- preguntó medio en broma medio en serio. Sabía que Snape sería capaz de hacer eso y nadie se enteraría.


-No me des ideas- la voz de Snape se escuchó algo baja pero con claridad, debido al silencio que reinaba en el bosque. Gracias a sus varitas podían ver con mas claridad por dónde andaban.


Siguieron adentrándose en el mismo unos diez minutos mas, hasta que Snape se paró en seco. Estaban ante un enorme árbol negro que media alrededor de unos cuarenta metros y con un tronco que era cinco veces lo que uno normal.


-Aquí es- sacó una especie de estuche con diversos utensilios. Se la pasó y él lo cogió mirando lo que llevaba dentro. También sacó un libro con ingredientes para pociones que habría sacado de la biblioteca porque no era ninguno de los que habían usado hasta el momento -En las raíces de este árbol está la esencia de Rue, utiliza esa especie de pinza porque si lo haces con las manos te contarás, son cristales diminutos mas afilados que la hoja de un cuchillo.


-¿No terminaría antes utilizando magia?- si de verdad le tocaba sacar aquellos cristales con las pinzas se desesperaría. Si de por sí era impaciente por naturaleza, no imaginaba cómo se sería hacer aquello sin querer meterle aquellas pinzas en el ojo a Snape.


-No, estúpido, no se pueden sacar con magia, los cristales se desintegran, son demasiado frágiles para tolerarla.


Vió como Snape se apoyaba en otro árbol que estaba a no mas de dos metros con otro libro en las manos. Dirigió la mirada a las pinzas para recoger los cristales y suspiró. Aquello le llevaría su tiempo, y más cuando se agachó y observó que los cristales eran mas pequeños de lo que pensaba y costaría lo suyo sacarlos.


Pasados unos veinticinco minutos su voz se abrió paso rompiendo el silencio del bosque, causando un ligero eco. Esperaba que los centauros no lo hubieran escuchado o les tocaría correr. Había intentado sacarlos con las manos ya por la desesperación que le suponía hacerlo con las pinzas y solo había logrado hacerse bastantes cortes en los dedos.


-Putos cristales de mierda- dijo cabreado y viendo como algunas gotas de sangre caían de los dedos de ambas manos a la húmeda tierra. Snape lo miró con un brillo en los ojos. Sabía que ver qué no le resultaba nada fácil obtener los cristales le hacía feliz. Le gustaba ver cómo Sirius se sentía frustrado, ver que se desesperaba porque era un bruto sin paciencia que había intentado sacarlos con las manos a sabiendas de que se cortaría.


-Mas inútil y no naces- comentó cerrando el libro y acercándosele. Le cogió las muñecas, levantando ambas manos, poniéndolas entre ambos. Con un hechizo sanador los cortes comenzaron a cerrarse rápidamente ante su atenta mirada. 


Él mismo lo habría hecho de no ser porque los cortes no le habrían dejado casi ni sujetar la varita. Comprobó que ya no le dolían y continuó sacando cristales, aunque esta vez con las pinzas. No le iba a dar las gracias, porque se habría cortado por la culpa de Snape. Fue él quién le hizo sacar aquellos dichosos cristales de la manera mas desesperante posible. No le iba a dar las gracias, no lo sentía. No lo haría.


Cuando terminó con eso, Snape lo llevó un poco más profundo en el bosque, para coger otros tres ingredientes mas. Al final, entre encontrar y conseguir todos los ingredientes perdió poco más de dos horas. Y si hubiera acabado ahí su noche, no habría sido tan mala, pero ahora caminaban por los pasillos del castillo en dirección a la sala de los menesteres. Pocos sabían de su existencia y menos de cómo se lograba entrar en ella.


Snape se paró en el pasillo correcto, y a los segundos la puerta apareció. Él nunca había entrado hasta ese momento porque no lo había necesitado, pero sí conocía de su existencia y sabía que Remus había entrado en alguna ocasión.


Snape abrió la puerta y ambos entraron. No había nada especial allí, en realidad era parecida a la clase de pociones, solo que con muchas más estanterías llenas de botes con ingredientes de todo tipo. Un caldero se encontraba en medio de la sala, sobre una enorme mesa.


-Veritaserum...- dijo cuando se acercó al caldero y se asomó para ver qué había.


-Ajá- susurró Snape más por inercia que por haberle escuchado -mete los ingredientes en aquellos botes de allí, ponles los nombres a cada uno y luego déjalos en la estantería, por orden alfabético.


-Por orden alfabético, que quisquilloso.


-¿Has dicho algo?


-Que eres un quisquilloso- le repitió esta vez alzando la voz -y un rarito de cojones- sonrío notando la mirada acusadora de Snape en su nuca. Sí, lo hizo para picarle porque si no podía decirle cosas en público, lo haría en privado. Le insultaría, molestaría y haría rabiar cuando estuvieran solos. Era algo que tenía muy claro. Así al menos no sería tan desesperante estar juntos.


-Te recuerdo que tenemos un trato, Black.


-No puedo insultarte ni molestarte en público, pero no dijiste nada de que no pudiera hacerlo en privado.


-No hacía falta especificarlo porque es algo que se sobreentiende- notaba como Snape se estaba empezando a cabrear. Sonrío al ver como el otro no estaba nada contento.


-¿Lo dijiste? No, ¿verdad? Pues eso, ya sabes, no esperes que te trate de usted ni ninguna gilipollez así, porque esas cosas no me van- se encogió de hombros sonriendo aún más.


Al menos él ya había dejado en claro que no sería la clase de elfo doméstico que esperaría cualquiera. Haría lo que le pidiera porque el trato era ese, pero se quejaría lo que le diera la gana y lo insultaría si le apetecía. No todo iba a ser de en sueño para Snape. Al menos algo bueno tendría que haber para él. Un pequeño desahogo, por así decirlo.


Terminó con lo que Snape le había mandado. Se sacudió las manos y lo miró mientras el otro escribía algo en una especie de cuaderno negro.


-Ya está, ¿algo más o me puedo ir ya?


-Shh- le hizo un gente con la mano para que se mantuviera en silencio mientras seguía escribiendo como si su vida dependiera de ello.


Suspiró y se puso a pasear por la enorme sala, comprobando que una estantería estaba repleta de frascos con pociones dentro, pociones que en su gran medida eran de una complejidad muy superior a la que ellos daban en las clases. Si todas ellas las había realizado Snape, lo cuál confirmó al ver su letra en los frascos, entendía que fuera él mejor de la clase en pociones. O mejor dicho, posiblemente el mejor de todo el colegio. Snape era un flipado de las pociones, justo lo contrario a él, ya que le daban igual por completo.


Se dirigió a otra estantería en la que hacían libros. Sacó uno sobre la magia oscura. Frunció el ceño sabiendo que aquellos libros no estaban permitidos en Hogwarts, solo sé encontraban en la sección prohibida de la biblioteca. Entonces desvío la mirada hacia Snape.


Un pensamiento lo invadió. ¿Su hermano habría estado con él haciendo aquellas pociones? ¿Habrían salido juntos al bosque prohibido en busca de ingredientes como hicieron ellos aquella noche? ¿Cuando los vió lanzando hechizos en el bosque eran de magia oscura? Muchas más preguntas se amontonaban en su cabeza.


Dejó el libro donde estaba y se acercó al Slytherin. Se situó a su lado, a no mas de un metro de distancia, logrando que el otro dejara de escribir y lo mirara intrigado. Necesitaba respuesta.


-¿Por qué Regulus y tú pasáis mas tiempo juntos?


-¿Qué? ¿A qué viene esa pregunta?- cerró el cuaderno y lo guardó dentro de un cajón del armario tras su espalda. Aquello no pasó desapercibido para él.


-A que quiero saber qué tramas con mi hermano.


-Lo que sea que haya, es cosa nuestra, Black. Métete en tus asuntos.


-Estabais practicando hechizos y me apuesto lo que sea a que era magia oscura. Si el ministerio se entera se meterá en un buen lio, y no importará que sea un Black.


-Métete en tus asuntos.


-¿Eres estúpido o te lo haces? Es mi hermano y por tanto, también es asunto mío.


-No me hagas reír con el rollo de "es mi hermano" porque siempre te ha dado igual y lo sabes, Black. Nunca lo has defendido a sabiendas de que lo ha pasado mal. No te hagas el hermano mayor valiente y protector porque no cuela. No es creíble.


Sintió que le hervía la sangre, ¿que Regulus lo había pasado mal? Pero si era el ojito derecho de su madre, de su padre, de los Black en general. De todo el mundo. Regulus no era el que lo había pasado mal. No. Ese era él, Sirius. El desterrado de la familia. El borrado del árbol genealógico como muestra de ello. Él sí que lo había pasado mal, no Regulus.


-¿De qué mierda estás hablando?- dio un pasó al frente, acercándose a Snape, sintiendo como le invadía la rabia.


-Ah, ya entiendo. Ya veo- Snape suspiró sonriendo y negando con la cabeza, mientras se cruzaba de brazos y lo miraba fijamente -eres tan egocéntrico que no ves mas allá de tu propia mierda. Tan preocupado me quieres dar a entender que estás por Regulus pero, ¿no sabes nada de él?


Se quedó en silencio escuchando atentamente al mas bajo. Este dió un paso hacia él, haciendo mas notoria la diferencia de altura entre ambos.


-¿Te das cuenta de que no eres tan buen hermano mayor como crees? ¿de verdad te importa tanto Regulus como dices o intentas engañarte a tí mismo y a los demás para no sentirte como lo que eres, el peor hermano del mundo?


Nada mas escuchar aquello algo en su cabeza hizo "click" y cogió a Snape por la camisa, arrugándola entre sus puños y levantándolo del suelo unos centímetros. Dió dos pasos hasta estrellarlo contra el enorme armario en el que había guardado el cuaderno minutos atrás. Vio la mueca de dolor en la cara de Snape y sintió algo de alivio. Lo soltó sin dejarle espacio entre su cuerpo y el armario. Sus ojos estaban clavados en los del mas bajo. Y este se estremeció cuando un puñetazo fue a parar al armario, a escasos centímetros de la cara de Snape, rompiendo una de las puertas de la fuerza que empleo. Si le hubiera dado al Slytherin aquello habría acabado muy mal.


-No tienes ni puta idea de cómo son las cosas. No me conoces. No sabes nada. La próxima vez que te atrevas a cuestionarme como hermano te juro que te reviento.


Se alejó de Snape aún conteniendo la rabia que sentía y salió de allí, dando un portazo que hizo que Snape soltara todo el aire que se había quedado atascado en su garganta. Él no era nadie para juzgarlo, no sabía cómo habían sido las cosas en su casa. Cómo fue vivir allí, cómo fue su relación con su hermano. Pero a la vez, no pudo evitar pensar en lo que le había dicho. ¿Realmente Regulus no había pasado mal? ¿en qué sentido? No, no podía ser, Regulus era el consentido. El futuro heredero de los Black por voluntad propia.


Eran mas de las doce cuando entró en su cuarto, se puso el pijama y se metió en la cama. Solo quería dormir, olvidarse de aquello, de lo que sintió cuando Snape le dijo todo aquello. ¿Cómo era posible que cada vez que hablaban de Regulus la situación acabara tan mal? Solo había querido saber qué hacían en el bosque y había acabado desquiciado completamente. 


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