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Anti tú por Sirius-Severus

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Lo último que quería era volver a verle la cara a Snape aquella mañana. Había pasado una noche horrible, con pesadillas nuevamente. Y cómo no, todos notaron su mal humor más que nunca, sus amigos, los de la sala común de Gryffindor y los del gran comedor durante el desayuno.


Algunos lo miraban disimuladamente cuando daba algún golpe en la mesa al dejar el tenedor o la cuchara, el vaso o el plato. Por no hablar de que no paraba de maldecir en voz baja por todo. Porque las gachas de avena estaban muy secas, porque el zumo de naranja estaba muy dulce, porque todo llevaba chocolate. Por todo.


-Sirius, ¿nos vas a decir ya qué te pasa? ¿con quién te viste ayer para que te dejara así?- le preguntó James dejando de desayunar y llamando su atención.


-Otra vez... no pasó nada- tiró la cuchara sobre las gachas haciendo que estas salpicaran un poco fuera del plato. Apenas las había probado, bueno, en general apenas había desayunado nada. No tenía hambre.


-Al menos disimula un poco para que sea mas creíble, no sé- le respondió James frunciendo el ceño -hasta Mccgonagall se ha dado cuenta de que estás de mala hostia.


-No estoy de mala hostia, es que el desayuno está de puta pena.


-Sirius baja un poco la voz, nos están mirando- le pidió Remus agachando un poco la cabeza avergonzado, al ver que cada vez mas gente los miraban sorprendidos por la actitud del mayor de los Black.


-Sí, hasta los de Ravenclaw están empezando a mirarte- la voz de Peter se hizo presente por primera vez en todo el desayuno.


-¡¿Qué coño miráis?! ¡¿Eh?!- dijo levantándose y gritando, mientras miraba las mesas de las otras casas, logrando que todos los que lo miraban volvieran a su desayuno algo sorprendidos y asustados al verlo así. Tanto James como Remus y Peter se sorprendieron también, jamás lo habían visto tan susceptible y de tan mal humor. Jamás. Una mano se posó sobre su hombro izquierdo, logrando que alzara la mirada con el ceño fruncido.


-Sirius, será mejor que vengas conmigo a mi despacho- Dumbledore le hablaba en un tono bajo y tranquilo -no os preocupéis, en unos minutos estará con vosotros- el anciano le sonrío a los otros tres chicos presentes para que no se preocuparan -¿un caramelo de limón?


-No, no gracias, señor- susurró Remus medio sonriendo más por compromiso que por sinceridad.


Sirius siguió a Dumbledore hasta su despacho. Sabía que él mismo se había buscado lo que sería la charla del año. Le caía bien Dumbledore, pero sabía que ir a su despacho implicaba una serie de preguntas que no le apetecía responder, aunque estaba seguro que el anciano ya sabía las respuestas de esas preguntas porque siempre sabía todo.


La gárgola se abrió dando vía libre a ambos para que subieran a las escaleras que conectaban con el despacho. Una vez dentro de este Dumbledore le hizo una señal para que se sentara frente a su escritorio mientras él se sentaba tras el.


Antes de decirle nada el anciano acarició al ave fénix que había allí.


-Bien, Sirius, ya sabes que te tengo que preguntar el por qué de tu comportamiento durante el desayuno-mientras decía aquello entrelazaba sus huesudas manos ya arrugadas por el paso del tiempo.


-Una mala mañana, tan solo es eso.


-¿Estás seguro?- lo miraba fijamente. ¿Para qué le preguntaba si ya sabía que no era una simple mala mañana? Era como si estuviera jugando con él, esperando que le contara sus cosas aunque realmente ya sabía todo -imagino que tiene que ser dura la situación con tu familia pero...


-Prefiero no hablar de eso- ya estaba tardando en sacar el dichoso tema de su familia, el cuál prefería evitar -además, no es tan duro.


-Es normal que aún te cueste estar lejos de la que fue tu vida, de tu familia- tragó saliva ante las palabra del mayor -pero puedes hablar con tus amigos, con Minerva o conmigo si así lo deseas.


-No lo necesito, estoy bien- desvío la mirada al sentirse incómodo con aquellos ojos azules mirándolo fijamente -mi familia no me importa, yo decidí alejarme de ellos.


-¿Y el joven Regulus tampoco te importa?- eso era un golpe bajo. ¿Qué podía responder a eso? El anciano había llevado la conversación hacia donde había querido desde un principio y él había caído.


-Él decidió quedarse con ellos- desvío la mirada al fénix, viendo como este cerraba los ojos poco a poco, quedándose dormido.


-No por eso significa que sea malo o bueno. Recuerda que aún no tiene dieciséis años, y tú a su edad aún vivías con tu familia.


-No he dicho que sea malo, es solo que...- los ojos azules le seguían mirando fijamente, haciéndolo sentir como si estuviera desarmado en medio de un combate. Jamás había pensado que Regulus fuera malo. Jamás. Quizá no lo conocía tanto como le gustaría, pero definitivamente no era malo. Se hundió un poco en la silla y susurró - no quiero que lo sea. Es mi hermano.


-Sirius- nuevamente le estaba sonriendo para hacerlo sentir mejor -la comprensión es el primer paso para la aceptación, y sólo aceptando puede recuperarse.


Era difícil comprender a alguien con pensamientos contrarios a los suyos. Tan contrarios a los suyos. Aunque ese alguien fuera su propio hermano pequeño. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? ¿No podía ser tan sencillo como que Regulus se le acercara diciendo que odiaba los ideales de su familia? Tampoco es como si estuviera pidiendo ser el mago más poderoso de todos los tiempos. Solo quería tener a su hermano a salvo aunque los demás no pensaran que quería eso. Solo Remus parecía saberlo y en más de una ocasión le había dicho que debía hablar con Regulus, que no perdería nada por hacerlo, y quizá era cierto.


-Ahora vuelve a tu cuarto e intenta descansar unas horas.


-Pero, ¿y las clases?


-Todos nos enfermamos, ¿no?- el anciano le guiñó un ojo y se acercó hasta la puerta del despacho con las manos unidas por la espalda.


-Gracias señor- se acercó hasta la puerta y la huesuda mano de Dumbledore abrió la misma y lo despidió con una sonrisa.


Le había dado la oportunidad de saltarse las clases que quisiera ese día para descansar y no se iba a negar porque no era estúpido. Intentaría conciliar el sueño porque su cara delataba que seguía teniendo problemas para dormir. Seguía viéndose bien, la genética estaba de su parte, pero eso no impedía que las ojeras se marcaran oscuras bajo sus ojos. Llevaban tanto tiempo ahí que hasta se había acostumbrado a ellas. Necesitaba una sesión de tres días de sueño seguidos para que dejaran de marcarse.


******************


El picotazo de una lechuza en la ventana lo despertó. Había conseguido dormir más de cuatro horas. Gruñó mientras se levantaba y abría la ventana. Cogió la nota, acarició la lechuza y esta se marchó.


"A las 22:00 en la biblioteca. No llegues tarde.


S.S."


¿Mandar una lechuza para esa simple nota? Podría haber hecho como el día anterior, una seña a la hora de cenar y listo. Pero no. Slytherin tenía que ser.


Se guardó la nota rápidamente cuando la puerta se abrió dando paso a sus tres amigos.


-Hey, ¿qué ha pasado con Dumbledore?- James se medio tumbó en su cama, apoyándose en los codos.


-Nada, me ha preguntado que qué me ha pasado y esas cosas- se encogió de hombros mientras se sentaba junto a Peter en su cama- y al final me ha dicho que volviera al cuarto para descansar.


-¿Te ha dejado saltarte las clases así como así?


-Así como así no, Peter- giró la cabeza para quedar cara a cara y se señaló los ojos -ha visto estas ojeras y supongo que le he dado pena.


-¿Entonces no nos vas a decir el por qué estabas como estabas esta mañana?- preguntó Remus cruzándose de brazos.


Sirius suspiró pensando en si debía contarles sobre la discusión con Snape obviando algunos detalles importantes como el de trabajar para él, o no hacerlo.


-¿Sirius?


-Anoche me encontré a Snape y entre unas cosas y otras terminamos discutiendo y dijo algunas cosas que me jodieron el humor.


-Snivellus de mierda...- la voz de James se escuchó rápidamente -¿qué te dijo? Porque pocas veces te he visto tan susceptible y enfadado. Si tengo que meterle de hostias lo hago. Y si tengo que lanzarle un cruciatus también, aunque acabe en Azkaban.


Sirius sonrío cuando su amigo lo defendió de aquella manera.


-Me dijo que Regulus lo ha pasado mal pero que no me he dado cuenta porque soy un egoísta y una mierda como hermano. Básicamente eso.


Remus y él se miraron y pudo ver en su mirada un ápice de pena. Sirius le medio sonrío para que no se sintiera mal por él.


-¿Y qué coño sabe él? Yo lo mato, cuando lo vea lo mato- susurró James.


-Da igual, de todas formas... creo que voy a hablar con Regulus- Remus lo miró sorprendido pero rápidamente su expresión cambió a una de felicidad.


-A peor no puede ir la relación- comentó James sentándose bien en el borde de la cama.


-James tiene razón, Sirius, no pierdes nada por intentarlo. Si necesitas algo, aquí estamos.


Sentir el apoyo de sus amigos era algo que necesitaba. Hacía tanto que no hablaba con Regulus que incluso igual cuando lo hiciera no reconocería su voz. Quién sabía si hasta le había cambiado. No sería raro, en los últimos meses había notado que estaba mas alto.


**************


Buscó a Severus durante la cena, pero no lo encontró en la mesa de los Slytherin. Tal vez por eso le había mandado la nota, porque no estaría en el gran comedor.


Dejó a los otros tres volver a la sala común de Gryffindor mientras que se suponía que él iba al baño. Solo esperaba que aquella noche no le tocara volver tarde a su cuarto.


Cuando llegó al pasillo de la biblioteca se escondió al ver a Severus allí, junto a otro chico, un Gryffindor. No, no uno cualquiera, no. Era el Gryffindor de aquella noche en el baño. El que había golpeado a Snape. Y ahora parecían hablar de algo. Bueno, más bien el que hablaba era ese chico y Snape lo escuchaba con cara de pocos amigos.


Aún quedaban quince minutos para las diez, y pensó seriamente en irse y volver justo a la hora que habían quedado, pero cuando comenzó a ver que el de su propia casa elevaba la voz y gesticulaba más de la cuenta decidió que no, que no se iría. No lograba distinguir lo que le decía a Snape pero sí veía que este último miraba alrededor suyo como queriendo no llamar la atención, algo muy típico en él. La situación fue a más y el Gryffindor acabó empujando a Snape, logrando que este casi se tropezara.


No lo pensó dos veces y se acercó hasta los dos. Tranquilamente se situó al lado de Snape, logrando que el Gryffindor lo mirase sorprendido y dejara de hablar.


-¿Pasa algo aquí?- preguntó mirando con desdén al tipo que tenía delante.


-No, ¿por qué tendría que pasar algo?- respondió el chico buscando a Snape con la mirada -solo estábamos hablando.


-¿Tú hablabas con él?- volvió a preguntar Sirius, pero esta vez a Snape mientras señalaba al otro Gryffindor con un dedo.


Snape se encogió ligeramente de hombros, con cara de pocos amigos.


-Eso es un no- le afirmó al otro chico -lárgate- le hizo un gesto con la mano indicando que se fuera.


-¿Perdona?- dió un paso al frente, acercándose al chico.


-Que te largues- cuánto mas se alargara aquello, más tarde volvería a su cuarto y aquello no le hacía ninguna gracia -ya estás tardando en desaparecer.


Lo vió dudar unos segundos antes de comenzar a andar por el pasillo echo una furia y desaparecer en una esquina. El silencio se hizo presente entre ambos.


-Si estás esperando a que te dé las gracias será mejor que esperes sentado porque no lo pienso hacer.


-Que sí- Snape lo miró por unos segundos. -De nada- dijo siguiendo a Snape por los pasillos de la biblioteca.


Llegaron hasta un pasillo del fondo, de los que estaban poco iluminados. Entonces se sacó un papel doblado de la túnica y se lo pasó. En él venía una lista de libros de todo tipo.


-Búscalos y tráelos- ordenó el menor mientras se sentaba a la mesa.


A él le tocaba buscar los libros mientras el otro se quedaba sentado escribiendo no sabía qué en el cuaderno negro del día anterior. Aunque si se ponía a pensarlo tampoco era tan raro, estaba haciendo las cosas por él, mejor dicho, para él. Eso justamente era el trato y al pensar en aquello una mueca de disgusto se instaló en su cara. Y ahí se quedó durante todo el tiempo que estuvo yendo y viniendo a la mesa para ir dejando los libros mientras Snape comenzaba a buscar algo en ellos.


Se recorrió gran parte de la biblioteca por culpa de aquellos dichosos libros, de los cuáles apenas conocía la mitad por el título, no porque le resultaran interesantes. Definitivamente sus gustos eran muy diferentes a los del Slytherin.


Volvió a la mesa con los dos últimos libros en manos y se sentó en frente de Snape, lo más alejado posible de él. Este ya estaba absorto en lo que leía, apuntando algunas cosas que llamaban su atención en el cuaderno negro. Y así pasaron media hora en la que Snape leía y apuntaba y él se desesperaba por no hacer nada. ¿Para eso le hacía venir? ¿Para buscarle unos malditos libros y tenerlo allí sin hacer nada?


-Tú...- susurró inclinándose un poco sobre la mesa pero Snape no lo había escuchado, o hacía como que no lo escuchaba -eh, tú.


-¿Qué?- aquellos oscuros ojos parecían querer matarlo por haberlo desconcentrar.


-Me aburro- volvió a susurrar -¿puedo irme ya?


-No.


-Pero, ¿tengo que hacer algo más?


-No.


Espera espera espera. Se sentó bien en la silla otra vez con la mirada clavada en el menor, ¿no le iba a mandar a hacer nada más pero tampoco le dejaba irse?


Frunció el ceño cabreado. Lo estaba haciendo por joder. Por joderlo. Y encima justo después de haberlo ayudado a deshacerse del Gryffindor ese.


Pues si él no podía hacer nada, Snape tampoco lo haría, o al menos no tan cómodamente. Se levantó y se volvió a sentar, solo que esta vez a su lado. Quería incomodarlo y no dejarlo hacer lo que estuviera haciendo porque así seguro que lo mandaba a la mierda y lo dejaba irse.


-¿Qué haces?- le preguntó Snape sin apartar la vista del libro.


-Aburrirme- se encogió de hombros y se acercó un poco para mirar qué le parecía tan interesante de aquél libro. La letra era diminuta y apenas se entendía. Lo escuchó gruñir por lo bajo.


-Siéntate donde estabas antes, Black- sí, estaba consiguiendo ponerlo nervioso -me vas a pegar la estupidez si te acercas tanto.


Sonrió satisfecho al notar la molestia del otro pero no se alejó. Si él sufría, el otro también lo haría.


-Tú...- Snape cerró los ojos irritado al oírlo otra vez y más porque había poca distancia entre ambos.


-...


-Tú...


-Black...


-Snape...- no pudo evitar reírse cuando el Slytherin cerró el libro y le dió con él en la cabeza -eso duele- dijo tocándose donde había recibido el golpe.


-Genial.


No pasaron ni dos minutos hasta que otra vez decidió empezar con el juego.


-Snape...


-...


-Snape...


-¡¿Te quieres callar?!- había conseguido que el menor se alterara. Se escucharon unos cuantos "shh" molestos.


-No grites, estamos en la biblioteca, Snape- dijo sonriéndole con sorna. Cómo disfrutaba picarlo.


La bibliotecaria se dejó asomar en ese momento por aquel pasillo.


-Un grito más en mi biblioteca, jovencitos, y os saco a escobazos- se colocó bien las redondas gafas y se marchó.


-¿Entonces me puedo ir ya?


-No.


Se dejó caer sobre la mesa resoplando. Estiró los brazos sobre la misma, apartando los libros y los brazos de Snape. Este lo empujó también para volver a poner bien sus cosas y de un momento a otro, ambos estaban empujándose. Snape estaba cabreado, pero él sonreía, no estaba utilizando casi nada de fuerza, pues si lo hacía, el otro acabaría en el suelo. Aunque esa idea tampoco le resultaba desagradable.


-¡Para!- gritó en un susurro el más bajo.


-¡Para tú!- le replicó igualmente y un libro se cayó al suelo provocando un ruido sordo. Ambos se miraron.


-¡Fuera!- la voz de la bibliotecaria se abrió paso otra vez. Los miraba molesta. Algunas cabezas se asomaban por el pasillo para ver quién estaba armando tanto jaleo.


Snape recogió sus cosas algo avergonzado, ya que no le gustaba llamar la atención y salió de allí disculpándose con la mujer. Él le siguió el paso con las manos en los bolsillos.


Una vez fuera, Snape se paró tan de golpe que chocó levemente contra su espalda.


-Por tu culpa no he podido terminar, estúpido.


-Has sido tú quien ha gritado primero- contestó mirando como unos Ravenclaw salían de la biblioteca.


-No habría gritado si te hubieras estado callado.


-Me aburría por TU culpa- comenzó a reírse en su cara -querías joderme y al final te has jodido tú, pringao.


Snape sacó su varita de entre la capa y lo apuntó en el cuello.


-Sé lo que pretendes, pero no lo vas a conseguir. No voy a decirte que se acabó el trato por mucho que lo intentes. Ni lo sueñes.


Vale. Lo había pillado. Pensaba que si lo molestaba podría llegar a conseguirlo pero se le olvidó que Snape no era tonto precisamente. Lo vió darse la vuelta y dirigirse a las escaleras. Al menos aquella noche no había tardado tanto como pensó en un principio. 


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