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Anti tú por Sirius-Severus

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Se despertó con la voz de James resonando por toda la habitación. Tarareaba alguna canción que no lograba distinguir y que le resultaba molesta. Aún no había caído en el por qué estaba tan feliz.


-Venga tíos, que esta mañana es la MAÑANA de las mañanas- hizo un gesto con las manos que solo vio Peter.


-¿Creéis que los profesores lo notarán?- preguntó Remus sentándose en la cama aún medio dormido. Ser prefecto lo había vuelto mas cuidadoso de lo que era de por sí.


-Supongo, no son estúpidos, pero para cuando se den cuenta muchos ya serán naranjas andantes- sonrió con ganas. ¿Qué la broma podría ser mucho mejor? Sí, pero tampoco era cuestión de que los expulsaran de Hogwarts ni nada por el estilo y menos en el último año.


Cuando bajaron a la sala común muchos notaron que los cuatro estaban demasiado felices. Y más sabiendo que él no era de buen despertar. Que nunca nadie le hablaba hasta después del desayuno porque su cara gritaba a los cuatro vientos "peligro, perro de caza", pero siempre había algún iluso que se la jugaba y salía corriendo.


Viéndolo así, parecía que era alguien antipático y desagradable pero de verdad que no lo era. Simplemente no era persona hasta que desayunaba y se hacía a la idea de que tenía que ir a clases.


Una vez en el gran comedor, fueron  de los primeros en llegar ya que no querían perderse el espectáculo. James lo miró con complicidad. Sí, lo iban a disfrutar tanto como cuando James hizo volar a Snape en calzoncillos. Eso sí que fue gracioso.


Cuando se hubo llenado el gran comedor, Dumbledore hizo aparecer el gran banquete de cada mañana y dio comienzo el desayuno. 


Vio a Snape en la mesa de los Slytherin y este le devolvió la mirada. ¿Esas miradas siempre eran tan intensas? Parecía que saltaban chispas entre ambos. Como si estuvieran manteniendo un duelo en silencio y quién apartara la mirada primero sería el perdedor. Cuando justo iba a beber del zumo él le negó con la cabeza. Snape frunció el ceño sin entender muy bien a qué se refería y cuando fue a volver a beber, hizo el gesto otra vez.


Tampoco era tan difícil entender que NO debía beberlo. Se podía haber mantenido al margen y dejar que lo bebiera ya que técnicamente no era una broma para él, era para todos, pero fue un impulso lo que lo llevó a advertirle a su manera.


A los minutos se escuchó el primer grito. Ya está, ya había comenzado. Los cuatro se giraron y vieron a una chica de Ravenclaw totalmente naranja y que se hinchaba cada vez más, hasta volverse redonda. Todos los alumnos miraban sorprendidos sin entender nada, y algunas risas se hicieron presentes.


Todo el comedor se fue llenando de alumnos que gritaban al verse de esa forma y de risas de otros que contemplaban divertidos la escena. Minerva iba de un lado para otro tratando de tranquilizar a unas Slytherin y Ravenclaw que gritaban cosas sin sentido, Hagrid miraba sin saber muy bien qué hacer y Dumbledore sonreía ante lo que estaba sucediendo. El director lo estaba disfrutando también, estaba claro.


Casi medio comedor estaba convertido en enormes naranjas que tuvieron que ser sacadas de allí rodando.


Si les hubieran dicho que por una broma los cuatro llorarían de la risa jamás se lo creerían. Lloraban a lágrima viva. Estaba claro que todos sabían que había sido cosa de ellos. No eran nada disimulados y obviamente estaba claro también que estaban castigados, pero había merecido la pena.


-Tú, tú, tú y tú- Minerva se paró ante ellos y los señaló -los cuatro están castigados.


-Pero- Mcgonagall no dejó que James le replicase nada.


-Pero nada, señor Potter, están castigados esta noche limpiando todos los baños del colegio. Sin magia.


La profesora se llevó a otro chico de primero de Gryffindor y cada vez eran menos los presentes allí. La primera hora de clase se suspendió para suerte de ellos y de otros tantos.


Que gusto daba tener la primera hora de clase libre, y más si esa hora era la de pociones. Solo por eso había merecido la pena el castigo. Además, tampoco era para tanto, limpiar los baños no eran tan asqueroso ya que todos los días estaban limpios.


*****************


-La última vez- dijo Remus tapándose la boca mientras limpiaba un retrete. Le había dado alguna que otra arcada.


-Que sí, lo has dicho ya cuatro veces- susurró James exasperado. Estaba claro que tampoco le hacía gracia limpiar los baños de los Slytherin, y más porque estos al enterarse los habían dejado asquerosos solo por molestarlos. Pocas veces podían vengarse de los merodeadores y por eso mismo habían aprovechado la ocasión para hacerlo.


Pero que no se relajaran mucho que ellos se la devolverían y mucho peor. Tiempo al tiempo.


-Vamos, no es para tanto- los tres lo fulminaron con la mirada -lo que quiero decir es que podría ser peor.


Y otra vez los tres lo volvieron a mirar. Sabía que callado estaba más guapo.


-¿Peor?- Remus lo apuntó con el trapo -¿Peor que limpiar los retretes de Slytherin? ¿Ves y hueles eso?


Señaló los tres retretes que aún quedaban por limpiar. Sí, era asqueroso pero había visto cosas peores.


-Podría ser mierda de verdad, no sé...- susurró y recibió un golpe en la nuca por parte de Remus -tío, que eso duele...


-Me alegro- el castaño se dio la vuelta y siguió limpiando lo más rápido posible y tratando de respirar lo menos que podía hasta el punto de ponerse rojo.


Seguía pensando que había merecido la pena, para qué decir que no si era lo que pensaba. Se lo había pasado bien y punto. Muchos se habían reído, hasta el propio Dumbledore había sonreído ante la imagen caótica que se había formado en el gran comedor.


-Pues bien que te has reído Moony- apostilló James mientras tiraba el agua sucia al retrete.


-Lo mejor ha sido ver a Minerva correr de un lado para otro- le sonrió a James recordando la escena -la pobre no sabía qué hacer para calmar a la chica de Ravenclaw.


-Es que gritaba más que una mandrágora. Qué pulmones.


**************


Cuando llegaron al cuarto no tardaron ni cinco minutos en ponerse el pijama y meterse en la cama. Vale, limpiar los baños de todo el colegio era mucho más agotador de lo que podía parecer en un principio. Y habían tenido suerte ya que los baños de los despachos de los profesores no los tuvieron que limpiar, que si no habrían muerto.


Como última broma oficial no había estado tan mal. Quizá si hicieran otra tampoco pasaría nada, pero obviamente ya no podían contar con Remus y sin él ya no era lo mismo. Por lo cuál, las bromas se quedaban apartadas por el momento.


****************


Jamás se había levantado en medio de la noche tan sobresaltado y sudado. Se pasó una mano por el cabello empapado de sudor aún sin entender qué había sido aquel sueño. No, sueño no, aquello había sido una jodida pesadilla. La peor de todas. Una que jamás pensó que tendría y que le perseguiría toda la vida.


-No... nonononono- susurró al mirarse los pantalones y ver que su cuerpo había reaccionado de aquella manera.


¿Qué cojones tenía en la cabeza? ¿Cómo podía su cuerpo traicionarle de una forma tan ruin y sucia? Ya ni de su cuerpo podía fiarse.


Se dio unos cuantos puñetazos en las piernas maldiciendo a Snape y a todos sus antepasados. Es que no podía ser, si la vida se estaba vengando de él lo estaba haciendo a lo grande. Pero no tan a lo grande como lo que se le marcaba a través de los pantalones.


Suspiró queriéndose morir en ese momento. Quería insultar a todo pulmón a todo el mundo pero no podía, despertaría a todos y ni habría manera de justificar un arranque de ira o rabia a esas horas de la madrugada. Lo tacharían de loco y raro como mínimo. Se dejó caer de espaldas otra vez sobre el colchón y cerró los ojos, recordando aquella pesadilla y deseando que la.sangre le volviera a la cabeza.


Se encontraban en el bosque prohibido recogiendo los ingredientes que Snape necesitaba para sus pociones. Llevaban allí más de dos horas en las que Snape se dedicaba a ir guardando minuciosamente los ingredientes que él, con sus propias manos recogía porque no, no podía utilizar magia. Al parecer la magia siempre debilita los ingredientes y no se recomienda utilizarla para su extracción.


-Yo creo que ya está, ¿no?- exasperado miró a Snape mientras se levantaba del suelo y se sacudía las manos.


-No.


Odiaba cuando le alguien le daba ese tipo de contestaciones estoicas y secas. Encima que lo estaba ayudando o mejor dicho, estaba trabajando para él gratis, qué menos que darle un descanso o hablarle bien. Tampoco estaba exigiendo nada del otro mundo.


-No te quedan tarros, ¿para qué quieres que siga con esto?- respondió señalando el hoyo que había cabado para sacar no se qué ingrediente. Porque eso era otra, ni siquiera conocía muchos de los ingredientes que sacaba ni sabía para qué los utilizaba.


-Para de quejarte, cualquiera diría que eres el primogénito de los Black. Un Black no se queja por todo.


Y otra vez empezaba a picarlo con el tema de los Black. Nada, que no le dejaría en paz. Le gustaba verlo enfadado o algo.


-No soy primogénito de nadie- se le acercó hasta quedar a menos de un metro de distancia -no hables como si fuesen mi familia.


-Lo son.


-No lo son.


-Lo son- la sonrisa socarrona de Snape le estaba dando ganas de partirle la cara. Lo hacía a propósito, sabiendo que su paciencia era muuuuy corta.


-¡Que te calles!- se le acercó aún más bastante irritado -¿A ti qué coño te pasa? ¿Te gusta tocarme los cojones o qué? ¡¿Eh?!


-La verdad es que sí, para qué negarlo- Snape se encogió de hombros.


Y ahora le estaba admitiendo en su propia cara que lo hacía por joder, porque le gustaba verlo rabiar, verlo fuera de sus casillas, muerto de la rabia al ser incluído como un Black más.


Con que le gustaba tocarle los cojones ¿Eh? Snape no sabía con quién se estaba metiendo. Nunca te enfrentes, retes o intentes joder a Sirius Black porque seguro que tú acabas más jodido. Ley de vida.


Se acercó aún más, dándole pequeños empujones hasta que la espalda del Slytherin chocó contra un enorme árbol, tambaleándose un poco.


Se pegó tanto al menor que podía hasta oler el aroma a flores que ester03; desprendía. Olía bien, muy bien. Jodidamente bien.


-¿Qué pasa? ¿Te ha comido la lengua el gato?- sus ojos estaban conectados, se podía notar la tensión en el ambiente. Vio como Snape tragaba saliva pero no desviaba la mirada. El jodido tenía orgullo.


Apoyó un brazo en el árbol, acortando aun más la distancia. Agachó un poco la cabeza para poder verlo mejor.


La verdad es que Snape tenía una mirada intensa, de esas que queman, que intimidan. Pero siempre se ocultaba detrás de esas cortinas oscuras de cabello que no dejaban ver bien su cara.


Con la otra mano retiró el cabello poniéndolo detrás de la oreja. Deslizó la mano rozándole el pómulo y la mejilla. Definitivamente tenía la piel más suave que jamás había tocado. Era como adictiva.


¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué su cabeza no le gritaba que dejara de tocarlo? Tendría que dejar de tocarlo pero no quería.


-¿Black...?


Cuando vio como los labios de Snape lo llamaban algo en su cabeza se desconectó por completo. Esa pequeña esperanza de encontrar lucidez en sus pensamientos desapareció. Pasó el pulgar por el labio inferior del menor imnotizado. Joder, ¿desde cuándo Snape tenía unos labios tan apetitosos? O mejor dicho, ¿Por qué sentía una ganas terribles de comerle la boca?


-Joder...- susurró pasando la lengua por sus propios labios. Lo iba a hacer. Lo iba a hacer aunque el otro le lanzara un cruciatus.


Lo besó con tantas ganas que hasta él se sorprendió. Pasó la punta de la lengua por los labios de Snape y joder que si se sintió bien. Cuando vio que no era correspondido le mordió el labio inferior, consiguiendo que abriera la boca para quejarse y metió su lengua lo suficiente para rozar la contraria. Vale, el sabor del menor iba a ser su sabor favorito a partir de aquel momento.


Cuando sintió unos brazos dándole golpes en los hombros y pecho los sujetó rápidamente, juntando aún más ambos cuerpos.


-Para o te juro que te mato- como si aquella amenaza le fuera a hacer parar... Snape había despertado a la bestia y ahora debía hacerse cargo. No le puedes dar un hueso a un perro y quitárselo sin más.


-Ajá- susurró rozando con sus labios los otros. Se relamió los propios saboreando a Snape.


Le soltó una mano para llevar la suya a la espalda baja del Slytherin, pegándose más y metiendo una de sus piernas entre las del otro.


Lo volvió a besar con ganas. Y se sorprendió al notar que estaba vez era ligeramente correspondido a los segundos. Sí, ahora sí que sí. Se sentía tan bien que bajó la mano hasta tocarle el culo a Snape. Lo apretó juntándolo más aún si podía y con ello notó que estaba igual de excitado que él. Joder. Sí. Menos mal que no era cosa solo de él. Snape también lo estaba disfrutando tanto como él aunque no quisiera mostrarlo, pero su cuerpo era la prueba del delito. Con un movimiento de cadera se rozó contra el otro.


-Umm...- el gemido de Snape se ahogó en su boca. Vale, aquello había sido tan jodidamente sensual que sintió un tirón en la entrepierna. Sabía que si seguían así no habría vuelta atrás y le daría totalmente igual follárselo allí en medio. Aunque una manada entera de centauros los observara.


Pero en ese momento todo se comenzó a volver negro y la imagen de Snape frente a él se desvaneció.


Y así fue como despertó con una erección por culpa del protagonista. De Severus Snape. Del jodido Snivellus. Es que mandaba huevos que teniendo a medio colegio detrás suyo hubiera tenido un sueño húmedo con ese enclenque. Que tenía a los tíos y tías más buenos de todas las casas colados por él, a la espera de que les hablara aunque solo fuera para pedirles algo. Pero no, él va y sueña con... Snape.


Se negaba a sí mismo a creerse aquello. Quizá era lo típico de que la mente te traiciona y cambia un sentimiento por su contrario. Él no sentía deseo sexual por Snape, por más que sus pantalones mostraran lo contrario, no, él sentía asco. Bueno, asco no, pero tampoco deseo sexual. Que no. Que todos los tíos a esa edad tenían esa clase de sueños hasta con la persona menos atractiva del mundo y no pasaba nada. Era algo normal, ¿no?


Seguro que alguien muy puto enfermo había tenido algún sueño húmedo con Slughorn y nadie decía nada. Y eso sí que sería preocupante. Lo suyo a su lado no era para tanto aunque tampoco iría alardeando de ello. No era como:


"Hola, soy Sirius Black y me he puesto palote con Severus Snape. Sí, con Snivellus, sí. Encantado".


No. No es lo primero que a uno se le ocurre decir cuando conoce a alguien. O cuando quieres presumir de algo. Es que no. No.


Y después de aquello a ver quién conseguía volver a dormir porque él seguro que no podría. Ni aunque lo intentara con todas sus ganas. 


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