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RDragón por MiRoApril

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El carnaval. Aun cuando no había esperado ese día con ansias, estaba nervioso, más que nervioso, algo temeroso. ¿Qué pasaría después de lo que tenía en mente para esa noche? No era la gran cosa de todos modos, simplemente era aprovecharse de la soledad de la academia para investigar qué era lo que realmente estaba pasando.

 

Como era parte del personal de la academia, el día no era libre, tenía que trabajar y los estudiantes no pasaban ese día solo encerrados en sus habitaciones, la academia era como su centro comercial, pasearse por el lugar, pasar el tiempo en los clubes escolares, recorre el gran jardín y como todos sabían, tentarse con el ingreso al bosque prohibido. Eran niños, ponerles un letrero que dijese “prohibido el ingreso” solo los tentaba aún más, era como ponerles un cartel de bienvenida, aun así, debía obedecer las reglas de ese instituto, el solo era un trabajador más, siquiera trabajaba directamente para la academia.

 

Para su sorpresa, la gran mayoría de los estudiantes había dejado esa mañana la academia. A la misma hora en la que debió el levantarse para iniciar su rutina diaria, se quedó pegado a la ventana con estilo medieval. Deseo por un momento tener una cafetera en su habitación, prepararse un buen café, un expreso o algo que lo mantuviera con el funcionamiento de su cerebro mayor a lo que sentía en ese momento. No había estado descansando bien, tal cual las lecturas en libros, los humanos no descansaban cuando soñaban, porque mantenían el cebrero ocupado desarrollando los sueños, en cambio cuando se tenia el famoso sueño en negro era cuando mejor descansaba su cabeza. ¿Cómo dejar de soñar cuando había tenido la charla más complicada de su vida con esa directora? Esa mujer se burlaba en su cara.

Estaba decidido a dejar ese lugar para comenzar finalmente su rutina, aunque tras bajar de la cama había iniciado, se había desviado de ella por mantener más tiempo en esa ventana observando a los estudiantes salir, como le era de costumbre, pero esa mañana estaba a la espera de un estudiante en específico que apareciera por esa puerta. Aun cuando creía que todos salieron, jamás encontró entre esa masa de alumnos a Jiyong, mucho menos a su noviecita. Tampoco sería tan hijo de puta para creer que eran los únicos alumnos que se habían quedado en ese edificio, la cantidad de personas que salieron no se acercaba al número que realmente tenía esa academia. 

 

 

El resto de la mañana fue igual de tedioso, tener que hacer revisión de varios papeles, organizar carpetas, vigilar algunos salones, esa caminata lo llevo incluso a la salida al otro lado del edificio, aquella por la cual ingresaba la mayoría de los estudiantes del castillo de la luna. ¿Ellos también tenían la invitación al carnaval? Siquiera se había interesado en averiguar algo como eso, sentía que entre más información le agregaba a su cabeza, empeoraría su pensamiento, su descanso y terminaría influyendo en su salud. No planeaba enfermarse en un lugar como ese, alejado de la ciudad, no sabía que tipo de asistencia tenían en ese lugar para atender a un inspector enfermo, ¿Quién haría su trabajo? No dejaría que alguien como Joon tomara su puesto, con el desastre que tenía como inspector de la clase nocturna, mucho menos.

 

Con el sol escondiéndose, volvió hasta su habitación, como todos los maestros lo estaban haciendo, en poco llegaría el vehículo a buscar aquellos que asistirían al carnaval, más él no se sumaría al grupo. Tranquilizo su cabeza con un baño de tina caliente, mantuvo unos largos segundos su cabeza bajo el agua, necesitaba pensar, esa noche sería difícil pero esperaba que fuera la última en la que calentara tanto su cerebro, descubrir más allá para luego solo hilar lo necesario y dar por terminado su trabajo en esa academia.

 

¿Sería que la lejanía del mundo normal lo estaba afectando? Cualquiera le recomendaría salir una noche, encontrar una buena mujer y olvidarse de sus problemas, probablemente solo fuera estrés del trabajo, cualquiera lo tenía, pero, ¿Por qué el creía que calentaba más su cabeza de lo normal? Se había desviado del trabajo por encontrar extraños baches en el funcionamiento del instituto, ¿Cómo dejarlo así? ¿Dónde estaba el futuro de la educación en manos de una academia como esa? Pero claro, ese lugar tenía un prestigio enorme, era justo lo que dejaba ciegos a los demás para notar más allá de lo que Black Rose mostraba.

 

Como de costumbre, salió del baño con nada más que una toalla atada a la cintura de su cuerpo, permitiendo la vista a sus oblicuos bien marcados, más nadie en  ese lugar sería capaz de ver. La figura humana de un alumno saliendo del castillo tomo su atención cuando paso cerca de la ventana. Ahí estaba, finalmente saliendo en la oscuridad Jiyong, ese chico era diferente a los demás, o parecía atraerle lo común, siquiera había preguntado por qué estuvo observándolo esos días, aun cuando sus miradas se conectaban, el simplemente continuaba con lo suyo, la gran parte del tiempo siendo el menor en acabar con esa conexión. Parecía una obsesión por él… ¿No lo era?

Perdió el rastro de Jiyong cuando su ventana le impidió seguir observándolo, había ingresado a la academia para salir por la puerta de enfrente, su destino lo conocía, no esperaba menos del chico, dudaba que no asistiera a un carnaval donde todo adolescente parecía interesarse en ir, ¿Qué había? Probablemente mujeres, alcohol, baile, además de lo que comúnmente se veía en esas salidas familiares con algodón de azúcar, centros de entretención, música y desfiles.

 

Se tomó su tiempo para cambiar su ropa, más ponerse algo. No muy elegante ni tampoco un estilo de estar en casa, busco algo cómodo igualmente, esa noche seria como todo alumno curioso, si necesitaba ocultarse y correr, debería hacerlo, pero su estilo seguía mostrando ese título de inspector. Bajar las escaleras hasta el primer piso fue un resonar de sus zapatos en cada una de ellas, el silencio aumentaba el eco del gran edificio, además de tener techos como si en algún momento ingresara un gigante. Para su sorpresa, el lugar estaba con unos cuantos alumnos de la luna paseándose. Entendía que debían tener el sueño cambiado por sus estudios nocturnos, más no comprendía del todo, ¿Por qué parecer vampiros? Como si su vida nocturna realmente fuera vida y por otro lado, el uniforme, aun lo traían puesto.

 

Daba por seguro que todos notaron su presencia, él no había asistido al carnaval, claramente llamaría la atención por sobre los cuidadores que debía tener esa academia, los cuales jamás vio en persona pero si en expedientes. Sus pasos fueron seguros, jamás dudaría de lo que estaba haciendo, era normal de una persona ir por un libro a la biblioteca, eso era exactamente lo que estaba haciendo, no levantaría grandes sospechas. Era difícil de creer incluso el mismo lo que estaba haciendo, pero arrepentirse era lo último que haría.

 

Fue en una de las paredes que encontró un afiche del carnaval, no contenía fotografías, era una ilustración de un dragón rojo más una mujer que aprecia tener colas y orejas. Bastante creativo para un cuento de niños pequeños o al menos eso creyó mientras se detuvo a observarlo, después de días escuchando del carnaval por primera vez se encontró con uno de esos afiches, parecía una broma, pero todo ese tiempo había estado peor que caballo de carrera, con su mirada siempre al frente, con cubre ojos para solo mirar su camino.

 

 

—Ese dragón debió hacer pedazos este lugar cuando tuvo la oportunidad…—Escuchó la voz de uno de los alumnos.

 

Podría verse sospechoso escuchando la conversación, pero la pareja se encontraba lejos de él, era el eco del desolado lugar que le permitía tener una mejor audición.

 

—Si lo hubiera hecho no estarías acá, ¿No crees? —Dijo la mujer en defensa. — Pero no entiendo como perdió si era tan poderoso.

 

—Nadie puede ganarle a esa vieja. ¿Por qué crees que el consejo la quiere? Es impresionante el tiempo que sigue viva. — Volvió a quejarse. — Está salvando razas pero acabo con una. ¿Quién la entiende?

 

—Hm… En realidad no tiene sentido. Pero, ¿Crees que el Dragón estaría a su merced? —Tomo una pausa. — No, claro que debía matarlo.

 

¿Qué clase de historia era esa? ¿El dragón rojo? ¿La mujer seguía viva? Los alumnos hablaban como si esa historia fuese real, pero claro, eran adolescentes que amaban las historias de amor sobrenaturales, claramente debió pasar eso primero por su cabeza para entender que estaban absorbidos por la historia hablando de los personajes. Lo que siguió dándole vuelta era el “Este lugar” ¿La ciudad?

 

—Debe ser genial transformarte en un dragón enorme…—Pronunció con deseos de poder el hombre.

 

—Yo me quedo así, no me gustaría ser una especie de animal.

 

—Pero eres una. — Dijo este riendo.

 

Sería demasiado obvio si se quedaba más tiempo ahí, la conversación se volvió un juego de esos dos, entre halagos al Dragón y comentarios en contra de la mujer, que el creía debía ser al de la ilustración, aquella con colas y orejas extrañas. ¿El dragón rojo era el protagonista de la historia? ¿El bueno? Para llamarlo de la forma más concreta en lo que era.

 

Termino dirigiendo su camino hasta la biblioteca, ¿Por qué estaba ahí? Justamente para revisar unos cuantos libros. Todo instituto tenía una sección donde hablaba del prestigio de la institución, logros, la evolución, la historia. La sección no debía ser difícil de encontrar, comúnmente la mayoría tenía un estante prácticamente en la entrada, donde dejaban los trofeos de deporte, aumentándole medallas, fotografías de debates y fotografías de anteriores directores.

 

Conocía bibliotecas de varios lugares, varios institutos, en algún momento debió ir a investigar un poco, a tomar un libro por diversión, no siempre se tenía la gran aventura como la estaba teniendo en ese lugar, pero era exagerado, un poco pedía, no que lo incluyeran en un libro de fantasía, drama y comedia, le faltaba el romanticismo para hacerlo el mejor libro adolescente, sobretodo la parte natural, con eso el escritor en definitiva obtendría sus buenas ganancias. Pero como siempre, esa academia no dejaba de sorprenderlo, ya debería dejar de abrir sus ojos, soltar un suspiro en asombro, lo volvía completamente común.

 

¡El lugar era enorme! ¿Cuantos pisos tenía esa cosa? Pudo calcular dos, más no quería preguntar si existía otro, sobre todo los estantes, todos indicados con el género del cual se deseaba investigar, desde logros científicos, hasta novelas románticas, existía un pasillo del terror, y otros lugares donde las indicaciones iban en letras, ¿Seria para los autores? Antes de ir por lo que realmente estaba ahí, termino recorriendo los pasillos no solo admirando la arquitectura, aunque cualquier arquitecto, diseñador o ingeniero estaría espantado con todo el revoltijo que existía en épocas. La academia completa era una unión de siglos pasados, remodelaciones por diferentes años, como si la estructura se fuera deteriorando con el tiempo y solo se encargaran de esos detalles en cuanto a los arreglos.

 

Termino parado en medio de la biblioteca mirando el techo, incluso eso lo transportaba a la época medieval, parecía castillo real. Pero fue eso lo que le llevo a recordar que estaba en ese lugar por otra razón, tenía que investigar sobre la academia. Se movió rápidamente entre los pasillos de una vez por todas, más el destino tenia para el  preparado algo completamente diferente.

 

—Mierda…—Escucho un quejido.

 

 Un libro cayo frente a sus pies de lo más alto, una estantería seguramente, aquellas median cerca de dos metros y medio, quizás más altas, llevas de libros, por ende no sabía quién podía encontrarse recordado sobre una de ellas. Peor, ¿Qué hacia un estudiante ahí? Escucho unos cuantos sollozos antes de ver el cuerpo sentado en la estantería. Vio como secaba sus lágrimas,  más el tipo estaba de espaldas a él.

 

Se tomó el tiempo de tomar el libro frente a sus pies. El libro tenía una cubierta antigua, como si fuera traída de aquellos tiempos en los que seguía existiendo el manuscrito. Su curiosidad lo llevo a hojear este, pero para su sorpresa el libro no era solo palabras, era un libro ilustrado en tinta, hojas de roneo, aquellas cafés que parecían darle a todo un toque más antiguo.  Pero lo que más le sorprendió fueron las ilustraciones del dragón que se suponía debía ser rojo, pero gracias a la tinta todo era negro.

 

—Perfecto. Eres tú…—Se quejó el hombre sobre el estante.

 

—¿Qué haces ahí? Baja de inmediato. —Ahí salió su voz autoritaria de inspector.

 

—Si, si. Ya bajo…—Volvió a quejarse este mientras soltaba un suspiro agotado.

 

Lo vio limpiar sus ojos de nueva cuenta, aclarar su garganta y mirar una vez más abajo.

 

¡Espera! ¿Cómo había subido hasta ahí? ¿Dónde estaba la escalera de la estantería? Pero aun buscándolo con la vista no dio con esta, y ya era tarde para cuando el menor bajo de un solo salto, aterrizando con normalidad, pero inclinando su cuerpo sobre una de sus rodillas. Tras levantarse, sin palabra alguna solo extendió la mano.

 

—Eso es mío…—Pronunció con la clara intención de obtener el libro de vuelta.

—Esto le pertenece a la biblioteca.

 

—Si, si. —Lo vio rodar los ojos soltando un suspiro pesado. — No me hagas explicar porque es mío, ¿Si? Yo lo deje aquí.

 

—Necesitaras una prueba para llevártelo.

 

—Lee el autor. —Ordeno.

 

Su mirada inmediatamente busco el nombre del autor del libro, abrió la portada para hacerlo, ahí estaba en un manuscrito como si se tratara de la tinta de una pluma escrito el nombre del menor.

 

—Park Seungho. —Lo leyó en voz alta elevando su mirada a este.

 

¿Cómo era que tenía un libro? A su nombre.

 

—Ya no necesitas pruebas, ¿No?... —Dijo tomando el libro de sus manos. — Permiso…

 

Un estudiante con esa edad difícilmente podría sacar un libro, aunque no tuvo la oportunidad de ver la editorial que pudo producir esa creación, por otro lado parecía ser una antigüedad escrita a mano, ¿Podía conseguir un libro en blanco para escribirlo? Pero la escritura era a máquina, eso cualquiera lo distinguía, las ilustraciones parecían impresas, incluso la forma, aunque tenía cierto parecido a ser escrito con tinta a mano, pero no había otro lugar donde estuviera el nombre de este, ¿Lo había robado?

 

—No. —Dijo sin más posicionando el libro bajo su brazo mientras despeinaba sus propios cabellos. — Mira… No quiero problemas hoy, ¿Si? Por si no lo notaste no estoy en mi mejor momento, solo quiero estar en paz.

 

—No estoy interrumpiendo nada, estoy haciendo mi trabajo. — Aclaro. Por cosas como esas él debía interferir. ¿Qué hacia un estudiante arriba de una estantería, recostado y con un libro? Peor aún… ¿Cómo mierda bajo?

 

Sería que su cabeza estaba demasiado llena de pensamientos que no quería procesar el cómo este bajo de tan alto estante sin romperse un solo hueso. La forma en la que cayo seguramente resonó en todo su cuerpo, la costumbre de saltar tan alto era rodar por el suelo al caer, para que el impacto no se lo llevara con todo los ligamentos. Pero ese tipo dejo que todo su peso reventara en sus piernas y aun así parecía no tener problema con ello.

 

—No eres inspector de esta clase. Te recuerdo.

 

—¿No podrías tener un poco de respeto a tu superior? —Dijo molesto frunciendo el ceño. Alumnos como esos los odiaba.

 

—Si tan solo supieras…—Soltó frustrado el menor esta vez llevando su mano a su rostro. —Bien…—Tomo aire y soltó un suspiro suave. — Te lo dije… Disculpe. — Tomo una pausa. — Se lo dije señor inspector. ¿Está bien así?

 

—Te estas burlando. —Dijo seco.

 

—Usted lo dijo, no yo.

 

Mantuvo la mirada fija en él.

 

—Lo dije con respeto.

 

Estaba odiando como ese alumno se estaba burlando de él en su propia cara. Esos estudiantes para el no servían, creerse mucho y ser tan poco. Los conocía como la palma de su mano.

 

—Realmente no quiero discutir. No estoy bien. — Volvió a interrumpir el silencio. — Dejémoslo así, ¿Le parece?

 

—¿Por qué lo dejaría así?

 

—Porque no eres el inspector de esta jornada y puedo ayudarte…— Esta vez respondió a lo último fastidiado. — Lo que buscas no está aquí. ¿Por qué no buscas en el último piso?

 

—Ese piso está prohibido. — Volvió a hablar con ese tono autoritario.

 

—Ahí tienes tu respuesta. —El menor se acercó a tocar su hombro con una cínica sonrisa en sus labios. — Nos vemos…

 

¿Cómo no  lo había pensado? Era obvio, ese era el único lugar donde podía estar todo lo que necesitaba. Pero que hacia un alumno, en realidad ese tipo aconsejándole donde ir, ¿Cómo sabía lo que buscaba?

 

—Espera…—Le llamo con normalidad mientras caminaba en dirección a la salida.

 

Seungho al girar en una estantería, había desaparecido.

 

—¿Te ocultas?.. —Pregunto a la nada sin recibir respuesta.

 

No tenía tiempo para estar buscando al menor, menos para subir al segundo piso y asegurarse que este no estuviera en alguna de las estanterías. Tenía razón, al menos por una vez este le era de utilidad, lo cual le ponía en peligro de todas formas, ¿Cómo sabía que este no estaba jugando? ¿Qué tal si revelaba lo que estaba haciendo? No tenía mucho sentido que ayudara a destruir la academia, aunque conociendo a cualquiera alumno, todos podrían odiarla por el simple hecho de estudiar.

 

Su caminata le llevo una vez más a los pasillos, esta vez existían más alumnos del castillo de la luna, todos estaban reunidos en grupos, parejas, hablando como si nada, incluso existían quienes estaban sentados en lugares indebidos, pero el menor tenía razón, abrir la boca en un área en el que no tenía derecho a nada solo le traería consecuencias, tenía que dejar al correspondiente inspector hacer lo suyo. Gracioso, pues a lo lejos se encontraba ingresando como si nada, Joon camino con las manos en sus bolsillos, mientras uno que otro alumno se giraba a verlo, poner su mano en su pecho e inclinarse. ¿Tanto respeto le tenían a ese tipo? Si bien su cultura de por si los obligaba a realizar venias en cuanto a los saludos, todo por respeto, un saludo como ese parecía ser dirigido a un rey, un presidente, parte del gobierno, ¿Por qué a un inspector? Tampoco tenía sentido el llevar su mano a su pecho, ¿Qué le debían? ¿La vida? Más el hombre siquiera respondía los saludos.

 

No fue por miedo, el simplemente siguió su camino hasta el segundo piso, pero se detuvo al girar para la siguiente escalera. ¿Por qué esa noche sentía que su curiosidad aumentaba? Podía escucharlos hablar y no se permitía perderse la conversación.

 

—¿Es buen líder? —Pregunto un alumno.

 

—¿En comparación a Hero?. —Se escuchó un silencio. — Si. Él se ha dedicado a entrenarnos. Aunque lo básico, después te deja por las tuyas.

 

—¿Por qué todos piensan lo mismo? No podemos hacer esto solos.

 

—En parte lo entiendo. — Se escuchó un suspiro. — La fuerza llega cuando se descubre por si sola…

 

—¿Lo experimentaste?

 

—Si. Se siente demasiado bien.

 

¿Líder? ¿Entrenamientos? ¿Por qué sentía que algo se estaba perdiendo? Lo único que tenía claro era que ambos hablaban de los maestros, Joon y Hero. El ultimo con suerte había logrado verlo, incluso había buscado la etiqueta de presentación de estos, odiaba el hecho de que se paseara con esas gafas oscuras, jamás mostro sus ojos, nadie conocía su verdadero rostro, por tenerlo siempre cubierto. Alumnos de la clase diurna se habían quejado por sentirse observados, mujeres y hombres, el tipo parecía un acosador, más luego cambiaban de opinión, y halagaban al tipo, ¿Solo buscaban ver sus ojos?

 

¿Qué estaba haciendo? No podía perder el tiempo. Subió las escaleras hasta el tercer piso, ahí comenzó su disputa. ¿Subir o no? ¿Qué tal si lo arruinaba todo? Pero no había nadie viendo, la directora seguramente acompaño al resto a ese carnaval, tampoco sabía la hora de finalización para huir cuanto antes de lo que sea que fuera a encontrar ahí arriba.

 

—Ahora o nunca…—Se dijo a sí mismo.

 

Sin esperar más subió poco a poco, cuando debió de subir aún más rápido para no ser descubierto, pero el sonar de sus zapatos contra las escaleras lo delataban de todas formas. El riesgo lo seguía corriendo, esperaba que nadie escuchara las pisadas de los pisos más arriba, si todos se encontraban en la planta baja.

 

Era un piso más, el último piso para ser exacto. No tenía mucha diferencia en adornos de los otros pisos, tenía el mismo estilo que todos ellos, más no tenía indicaciones en ningún lugar. Parecían ser salones más las ventanas no le permitían ver nada al interior, estas estaban completamente negras. En otros lugares, solo existían puertas, paredes con cuadros ilustrados, pinturas antiguas, ninguna era una fotografía. Ninguna llamo su atención hasta que vio girando un pasillo, un enorme cuadro que cubría la pared, de principio a fin, dándole el espacio necesario para el marco de madera.

 

Una corriente corrió su espalda, el escalofrió de ver la pintura le erizo la piel. Era demasiado real, ¿Real? Siquiera sabía si esa criatura existió en algún momento en la historia de la tierra, no quería decir que creyera en cuentos sobrenaturales, pero podían asimilar ese enorme cuerpo a un dinosaurio, que si probaron su existencia, nadie sabía aun si los dragones eran o fueron reales. En comparación a la ilustración del libro de Seungho, esta pintura si tenía color. Los grandes ojos, las grandes garras. ¿Cómo explicar lo que estaba viendo?

 

La pared era aproximadamente de unos dos metros y medio de alto, si es que no le erraba y eran tres, a eso se le sumaba la extensión por todo ese pasillo, que de pasillo no tenía nada porque alcanzaban cerca de dos vehículos a lo ancho, el largo, era de una esquina a otra del edificio. ¿De qué tamaño era ese dragón? No podría calcularlo, podía sentir en esa pintura como esa bestia cobraba vida, como si en cualquier momento salía de ese lugar para devorarlo.

 

Con esos nervios en su cuerpo, ese ligero temor, aun sabiendo que era un objeto inerte, parecía tener vida, era horrible a esa edad sentirse asustado por nada más que una pintura, pero se movió, siguió caminando en el sentido contrario a donde este se encontraba. Ahí estaba la otra parte de la ilustración, una hermosa mujer, cabello blanco completamente largo, orejas y ocho colas. Los detalles de sus manos también llamaron su atención, podía verse sin problema alguno las garras de esta. ¿Era una especie de lobo? Existían cuentos de mujeres lobo con ocho colas, las llamaban Gumiho, pues seducían a los hombres para luego acabar con ellos. Aun cuando conocía esa leyenda la mujer no parecía en nada a lo descrito en esos libros. Por otro lado…

 

—¿MinAh?... —Dijo para sí mismo en un susurro.

 

Ese rostro lo conocía muy bien, pero a diferencia de la mujer castaña que veía a diario en la oficina, esta tenía el pelo blanco. ¿Un familiar? ¿Simple coincidencia?

 

Su cabeza comenzó a doler con fuerza, todo empezó a dar vueltas, era demasiada información. Necesito apoyarse contra el mismo cuadro hasta caer al suelo. Su cuerpo se deslizo quedando sentado, ambas manos sostenían su cabeza, no era un dolor que pudiera matarlo, pero aumentaba entre más comenzaba a pensar. Necesitaba un descanso, ya lo pensaba y aun no terminaba de investigar esos pasillos. ¿Tendría otra oportunidad para hacerlo?

 

—A la mierda…—Se quejó poniéndose de pie para volver a su trabajo. Necesitaba dormir en paz, dejar de pensar, volver a estar tranquilo.

 

De la nada había pasado de una simple academia que no sabía controlar a sus estudiantes a lo sobrenatural. ¿Por qué tenía tantas historias de criaturas?

 

Entre tantas puertas, ¿Cómo encontrar la correcta? Simplemente vio una e intento abrirla, estaba cerrada, dejo de intentarlo y continuo. Conforme iba caminando, alejándose de esa ilustración para variar, reviso unas cuantas puertas más, algunas parecían estar cerradas, otras con escritorios acumulados, no parecía tener nada extraño, ¿Por qué ese piso estaba prohibido? Pero al abrir de suerte una siguiente puerta, encontró un nuevo salón, grande y espacioso. Las estanterías de libros se encontraban a ras de las paredes, por lo que quedaba en medio un gran espacio con mesas, en diferentes lugares. Pero no estaban vacías, estas tenían recipientes con otro tipo de contenidos. ¿Qué eran?

 

Estaba decidido a seguir su camino, cuando un sonido burbujeante le hizo girar con temor, ¿Qué era ese sonido? Pero no era nada más que otro mesón, ¿Piedras? Eran recipientes de piedra, de estos salía vapor, no era el único en ese lugar, habían otros realizando la misma acción, aunque el color era diferente, ¿Podía hacerse algo como eso? Más parecía un laboratorio que una biblioteca personal. Otro sonido casi le saca el alma, fue similar a un grito y sonoros ruidos en contra de la madera. ¡Era un libro! ¡Un libro se estaba estremeciendo en el estante!

 

Debía estar loco, ¿Había visto bien? No podía ser cierto, ¿Cómo se movería un libro? Quizás era su imaginación, estaba asustado, ese maldito dragón lo había dejado con los pelos de punta, temeroso, podía jurar que sus ojos se movían. Debió tomar aire y soltar un suspiro pesado. ¿Qué hacía ahí? ¿Qué esperaba encontrar? ¿Por qué unas rocas parecían un laboratorio de química?

 

—Hero tenía razón…

 

Una voz trajo de vuelta esa sensación de su piel erizarse. La voz la conocía, había discutido con ella en más de una ocasión. Como si fuera un tipo de ultratumba, giro su cabeza con lentitud hasta dar con el cuerpo de la mujer. A diferencia de él, esta estaba tranquilamente sentada en el alfeizar de la ventana, el cual vio vacío al ingresar, la posición solo le recordó a esa chica, la última vez que le vio en ese piso, YooBin.

 

—No muestras tu curiosidad pero la sigues teniendo. —Dijo sin quitarle la mirada al exterior. — Eres inteligente, no entiendo porque no concluyes tu investigación, ya lo sabes y no quieres decirlo…

 

—¿A que se refiere?

 

Su cuerpo estaba duro como una roca, Minah había pasado de ser la “hermosa” directora, joven que llamaba su atención por los logros que vio en ella, a ser una mujer escalofriante y misteriosa. ¿A qué se debe tanto misterio?

 

—No es misterio. — Respondió sin más.

 

¿Leyó su mente? ¿Cómo se enteró de lo que pensaba?

 

—Ustedes creen que es misterio, simplemente es un secreto. ¿Por qué creen que es misterio? Su curiosidad se lo dice así, por el deseo que tienen de saber más… —MinAh giro su mirada a él esta vez, sus ojos parecían brillar con la luz de la luna sobre ellos, además de ser lo único que iluminaba ese lugar. — ¿Vas a quedarte ahí sin decir nada?

 

Una vez más esa actitud de superioridad. ¿Es que todos así la tenían? Algunos maestros, algunos alumnos de la clase nocturna, la directora, parecían todos la misma persona, eso lo tenía harto, al menos esa ira le sirvió para dejar de tener el cuerpo tan tenso.

 

—¿Qué esperas que diga? —La miro frunciendo el ceño. — Oh, me descubriste. — Sobreactuó. — ¿Y?

 

—Vaya que eres divertido. — Esta vez sonrió. — Pero sabes a que me refiero, deberías decirlo.

 

—No sé a qué te refieres. —Volvió a soltar en seco.

 

—Ya lo dijiste una vez…

 

—¿Qué? ¿Qué esta academia es extraña? ¿Qué tienes alumnos que luego desaparecen? ¿Qué cambian cada día cerca de cinco a seis a la clase nocturna? Envían a otros de vuelta a la ciudad, desaparecen cada año alumnos que deberían graduarse y nadie sabe de eso. La clase nocturna pasa más tiempo fuera de los salones de clase que estudiando. Aun cuando son personas normales tienen el sueño cambiado, pareciera que duermen de día y pasan toda la noche despiertos, pero no son alumnos que trabajan en la ciudad, sino que viven aquí, ¿Por qué tener clases nocturnas? Tienen líderes, los entrenan, ¿Para qué? Esta academia está lejos de ser normal, tiene relación con la supuesta historia infantil del dragón rojo y aun así hablan de él como si existió hace poco. Algunos lo halagan, otros le temen y.. La mujer de cabello blanco con figura de lobo… Se parece a ti.

 

Había soltado todo de una vez por todas subiendo y bajando el tono de voz, entre lo molesto que estaba y lo dudoso con sus preguntas, necesitaba información. Le falto el aire por un momento, podía sentir el pulso más acelerado, su boca seca por falta de agua, y su respiración intentando regularse. ¿Qué pasaría ahora? ¿Por qué MinAh lo miraba con una sonrisa de orgullo? ¡Estaba harto! ¡Por dios! Odiaba el maldito suspenso de todo.

 

—¿Lo ves? Lo sabes todo. — La mujer volvió su vista a la ventana, tomo aire y soltó un suspiro suave. — Hero tenía razón, te nos adelantarías. Eres más inteligente de lo que pensé, pero tu única debilidad es no creerle a tus ojos.

 

—¿Eh?... Podrías dejar de hablar en clave y decirlo todo de una vez. Me estoy hartando de todo el suspenso que le das a la charla, buscas que me entere de las respuestas por mi cuenta, entendí, pero me canse. ¿Podrías cooperar y darme la información que necesito?

 

—Es a eso justamente a lo que me refiero. — MinAh acaricio sus propias manos. — No le crees a tus ojos. Vamos Seungho, deja de pensar de una vez por todas y cree en lo que ves. —Esta vez la mujer se puso de pie.

 

MinAh traía unos jeans, zapatos de tacón y una camisa blanca, no como si se tratase de una secretaria, pero tampoco tenía un estilo de mujer tan adulta, podía ver su pronunciado escote y parte de la piel de sus hombros.

 

—Lo viste todo, ¿Y aun así no te crees a ti mismo? Tienes todas las pruebas. Deja de pensar.

 

¿Tenía todo? ¿A que se refería? Con cada paso de esta se veía tentado a retroceder, pero no lo hacía por simple orgullo, era aún hombre, no se mostraría débil ante una mujer.

 

—¿Necesitas una prueba más, no? —La miro a los ojos.

 

Quería creer que estaba loco, pero esos se iluminaron sin necesidad de la luz lunar.  Fue entonces cuando creyó estar en un sueño. ¿Y si se había desmayado en el pasillo?

 

Minah junto dos de sus dedos y realizo un ligero movimiento como si estuviera empujando algo, pero solo sintió como su cuerpo fue succionado hasta ser obligadamente sentado a una silla, que luego lo llevo frente a una mesa completamente negra. Dejo de preguntarse la vida, no podía creer lo que estaba pasando, lo que estaba sintiendo. La mujer le sonrió y se deshizo de ese cabello castaño, desde raíz a puntas se blanqueó por completo, alargándose un poco más tras llegar a su cintura. Paso su mano por sus cabellos y dejo que aparecieran esas orejas blancas cual lobo. Sus ojos eran de un azul, más parecido a un color cian, era increíble como brillaban, estaba seguro que podían iluminar todo el salón.

 

—Ni creas que te mostraré toda mi forma lobuna, con esto deberás confórmate. De todos modos sabes que soy yo.

 

Trago en seco. Después de ver las ilustraciones, el afiche, podía pensar que era nada más la creatividad de un diseñador, pero se había equivocado, la realidad estaba frente a él. ¿Cuánto tiempo tenía la historia? ¿Cuántos años tenía esa mujer? ¿Era una mujer lobo? ¿Qué clase de criatura? Existían… Las criaturas existían. Entonces… ¿El dragón rojo…?

 

—Lo maté. —Respondió a su pregunta.

 

—Espera. — Si bien estaba en una montaña de emociones, era más maduro, un adulto, para otros un anciano pero el temor que sentía era controlable, pues no tenía la sensación de “muerte”, en cuanto a la curiosidad, seguía ahí. — Si vamos a hablar. ¿Podrías dejar de leer mis pensamientos? . — Ya daba por hecho que así era, no fue la primera vez que lo hizo. Tampoco pensaría en lo que pudo pasar por la mente de la contraria con todas y cada una de las maldiciones que tiro en su contra cuando hablaban en su oficina.

 

—Claro, lo siento. Es la costumbre. — Dijo esta vez con una grata sonrisa y una suave risa. — Es diferente tratar con humanos como tú. La mayoría sale espantada… Pero puedo entender. Aunque es agradable que muestres interés, aunque sea con el fin de destruir este lugar.

 

—Lo sabias…—Soltó sin más.

 

—Desde un principio supe que pasaría. No como un presentimiento. Hero puede ver el futuro, aunque no es exacto, ve diferentes caminos, y conforme te vas acercando va cayendo el más probable futuro. —Explicó.

 

Entonces, Hero también era una criatura. Si ese tipo era una criatura… Seungho, Joon, Rain… Y así comenzó a nombrar en su cabeza los posibles candidatos de los tantos que estuvo encontrándose en la academia. Jiyong, YooBin. Clase nocturna, diurna… ¡Ahora entendía todo! Por eso los separaba, aun cuando era completamente peligroso la mujer se preocupaba por el bien de los humanos, pero, ¿Qué la hacía tomar una decisión como esa? Crear una academia para… ¿¡Eran alimento!?

 

 

—¿Cómo funciona esta academia? —Pregunto inmediatamente, sus pensamientos le estaban generando un fuerte dolor de cabeza.

 

—Ya estás aquí, responderé todo, deja de pensar, ¿Quieres?. — Dijo acercándose por sobre la mesa para tocar finalmente su cabello. — Puedo evitar leer tus pensamientos, pero estas creando tantos que mi naturaleza me pide escucharlos.

 

Apenas su mano toco su cabello la relajación llego a él. Como si todo se hubiera ordenado finalmente, más las preguntas seguían ahí. La mano de la mujer actuó mucho mejor que una pastilla para el dolor.

 

—Lo siento. — Si, se estaba disculpando. — Es difícil para un humano no hacerse tantas preguntas, no es normal.

 

—Siempre les comentaron de nuestra existencia…

 

—Pero aclaraban que eran cuentos de fantasía, nadie  ha probado  que son reales. —Dijo en su defensa. Se reacomodo en la silla.

 

—Porque solo los más inteligentes pueden encontrarnos. —Hizo una pausa. — Aquí te tengo, ¿No?

 

—Hm… ¿Puedes responder mi pregunta?

 

—Claro, me encargaré de responder todo de una sola vez. Pero.. —MinAh ubico su mano con la palma hacia arriba para reunir energía con la luz de la luna. — Te advierto que no podré decirte detalles, las razas de criaturas son reservadas para cada uno, no podemos andar por ahí hablando de lo que podemos y no podemos hacer, nos pondríamos en riesgo, ¿No crees?

 

Solo asintió, no tenía para que abrir la boca, solo necesitaba ser oídos y comprender de una vez por todas lo que estaba pasando en ese lugar.  

 

—Hace muchos años…—MinAh comenzó su relato luego de esparcir la luz de luna sobre la mesa como si de polvo se tratara, más este no quedo en el lugar como si fuera tierra arrojada, apenas toco la mesa esta luz blanca azulada tomo forma para seguir el relato de la mujer. — Las criaturas sufrimos una gran guerra. Todos estaban en busca de poder. Somos como animales, pero todos buscan ser alfas. La cantidad de razas para ese entonces los humanos no las entenderían, tal cual existen nacionalidades, en ese tiempo la diferencia estaba en las diferentes razas. Pero poco a poco se fueron extinguiendo, la guerra acabo con gran parte de la población, en todo tipo de criaturas. No tocaré mi historia personal, solo te diré que tuve una razón para crear esta academia. Tome el edificio y así lo hice. Donde los humanos podían pasar tiempo mientras nosotros los estudiamos. Todos creen que es algo tan simple como, un vampiro me muerde y puedo transformarme, pero no es así. Se necesita más para hacerlo, y no es tan sencillo, los humanos deben estar preparados para tomar una raza.

 

La atención se la llevaron las figuras, como se movían, tomaban una forma similar a la humana, en otras existían lobos casi del mismo tamaño, algunos se mantenían en el aire, figuras con cuernos, algunos alados, era una gran variedad de la cual no podía distinguir el nombre de cada criatura. Las figuras se movieron atacándose entre sí, era tal cual ver una película, podía ver las habilidades entre ellos para atacarse y así yacían muchos cuerpos tirados por la derrota.

 

—Nosotros creamos a los humanos…—Ante el comentario esta vez vio los ojos de la mujer. — Existen razas que no deben juntarse por naturaleza, sus hijos pueden nacer, pero nunca se sabe en qué forma. Si la raza del padre, la raza de la madre, híbridos, humanos… Muertos. Entre razas enemigas por naturaleza, lo más común es que mueran o sean humanos. De lo prohibido nacieron ustedes. Son nuestra creación.

 

—Pero.. Los superamos en número, ¿Cómo es posible?

 

—Su gen es más dominante. No quiero decir que con esto sean más fuertes, sino que son tan débiles que sus cuerpos no aguantan una transformación en un vientre.

 

—Entonces…

 

—Si, aun con la cruza en un humano, la cría seria humana. —Explicó.

 

—Dios…—Soltó un suspiro suave. Estaba impresionado. —Hiciste esta academia para…

 

—Restaurar las razas.

 

—¿Cómo es que los transforman? ¿Todos los de la clase nocturna son criaturas? —Llevo su mano a sus propios cabellos.

 

—Ese tema no puedo tocarlo, cada raza tiene su ritual. Y si, estas en lo correcto.

 

MinAh paso su palma por toda la mesa recolectando ese polvo lunar que volvió a su mano, la cerro en un puño y desapareció todo de ella.  

 

Estaba loco, así se sentía.

 

—Quiere decir que, ¿También soy parte de esto? ¿Me transformaras en algún tipo de criatura?

 

La mujer sonrió. Volvió en sus pasos hasta la ventana donde retomo su asiento. La vio cerrar sus ojos para luego abrirlos, volvieron a estar normales y con eso su cabello una vez más de raíz a puntas tomo el cabello castaño, acortando incluso el largo de este, hasta las orejas habían desaparecido.

 

—Tenía pensado algo tan simple como hipnotizarse. Así volverías con tu reporte y nos dejarías en paz. —Pronunció sincera. — Pero demostraste ser más inteligente que los otros humanos. Incluso para tu edad. — Volvió su vista hasta él. — Claro que te haré una criatura, pero te lo dije, te adelantaste a mis planes… Al menos me ahorras la próxima explicación.

 

—¿Cómo que próxima explicación?

 

—Ya nos veremos pronto. Agradéceme que podrás descansar.

 

MinAh giro su mano realizando un circulo con esta, seguido beso sus dedos y le mostro sus labios tal cual la acción de lanzar un beso. Esta envió un extraño humo blanco a él. Así la figura de la mujer se fue desvaneciendo poco a poco, sus ojos comenzaron a pesar, como si todo el cansancio llegara a él.

 

 

Descanso… Descanso… Su respiración era lenta, tranquila, su cuerpo estaba relajado. Nada podía ser mejor que un momento como ese. Abrir sus ojos lentamente porque su cuerpo había reunido todas las fuerzas posibles, tenía energía. Solo necesitaba eso, una ducha caliente e ir a la cama, ¿En qué momento paso por su cabeza salir esa noche? Seguro era por el silencio que existía, aunque siempre estuvo el silencio, siendo consciente que nadie se encontraba en la academia por ese carnaval, había logrado descansar. Después de todo, el trabajo estaba hecho, tenía un domingo libre.

 

Se levantó por simple necesidad humana, tenía que ir al baño a refrescarse un poco para volver a tomar ese sueño tan relajado. Había tenido una semana tan pesada que su cuerpo entendió lo que necesitaba, dormir, claramente dormir mucho. Era tal cual lo había leído, soñar en negro demostraba el estar descansando, pudo sentirlo. Camino hasta la ventana tras salir del baño, observo por un momento el castillo del sol, ¿Se llamaría así por ser el primero al que el sol tocaba? Siquiera se había levantado tan temprano para asegurarse de ello.

 

Una silueta fue la que llamo su atención, esa joven podía distinguirla perfectamente a esa distancia, era YooBin, pero a diferencia de las novelas románticas, no se trataba de Jiyong como el príncipe azul, era la menor quien cargaba en sus brazos al hombre. Cuando esta se detuvo, su mirada se conectó con él. ¿Cómo supo que lo estaba mirando? Debía de exaltarse, hacerse mil preguntas, pero su cuerpo estaba demasiado relajado para pensar en algo diferente. Solo llevo sus manos a sus ojos procurando limpiarlos bien por si era nada más una mancha en su globo ocular. Al fijar una vez más su mirada en ese camino, la mujer no estaba. Podía asumir que era  cosa de su imaginación.

 

 

Los siguientes días fueron igual de relajantes, ya no entendía porque había pasado por tanto estrés. Aun cuando la lista de alumnos no fuera exacta, existieran cerca de cinco cambios por días, nuevos estudiantes, todo parecía importarle una mierda, solo debía seguir su trabajo. Era tanta la relajación que asustaba, mientras tenía los papeles en su mano, revisaba los nombres, algo en el gritaba que debía hacer al respecto, pero no se movía, más solo se quedaba en el lugar esperando sentir esa emoción más fuerte y terminaba disipándose poco a poco. ¿Estaba enfermo? ¿Qué era lo que le pasaba? Hasta hace unos días solo deseaba buscar información en contra de la academia, ahora estaba ahí sentado, sin sensación alguna en su cuerpo. No tenía sentido. ¿Por qué se sentía tan extraño?

 

Volvió a su trabajo. La hoja de asistencia de cada clase, cada día debía echarle un vistazo, si bien para los no era problema faltar a clases, podía dejar pasar que estos llegaran tarde, la flojera siempre existía en ellos, pero faltar era imposible, a menos que estuvieran enfermos, de ser así, debían ser trasladados a la enfermería o bien llevar a la enfermera hasta la habitación correspondiente. Algunos nombres no le preocuparon, pero llevaba toda la semana ausente Jiyong. Tenía ciertos recuerdos de esa noche relajante, su imaginación solo pudo ver a la pareja involucrada en todos sus problemas. ¿Podía YooBin cargar con el cuerpo del chico?

 

Ante los cinco días pasados, no tuvo otra opción que hacer revisión del chico, fue directamente hasta el castillo del sol, era la primera vez que debió hacer chequeo de un estudiante, por lo que tenía la mente en blanco para no llamar a los problemas. Poco antes de tocar, el silencio del castillo le permitió oír su voz, más no estaba hablando solo, la voz que se escuchaba era la de una mujer, esa mujer solo podía ser una persona.

 

—Jiyong, abre la puerta inmediatamente. —Toco la puerta con su mano en un puño.

 

No fue una, ni dos veces la llamada, necesito repetirla una tercera para que este ejecutara su acción. La cara de idiota no se la veía nadie, el ruido que se escuchó en el interior era el típico de cualquier adolescente buscando un escondite, si planeaban pasar desapercibidos al menos debieron notar el eco que tenía ese castillo a esas horas, se podía escuchar prácticamente todo. Esta vez no dejaría pasar algo como eso. Esa parejita lo había tenido gran parte del tiempo en problemas, tenía preguntas sin respuestas, aunque fue gracias a ellos que encontró ese bache en las actividades de la academia. Y ahí estaba, una vez más dejando a un lado esa sensación de relajación.

 

La puerta finalmente se escuchó rechinar cuando fue abierta. El rostro de Jiyong se asomó con una expresión más que conocida para él.

 

—Inspector.. ¿Qué hace aquí?. — La voz del menor se escuchó tras abrir la puerta.

 

No espero otro segundo, el mismo tomo la madera y la empujo para permitirse la entrada.

 

—¿Dónde está? —Su voz salió seca  y amenazante.

 

—¿Quién? Estoy solo aquí.

 

—Sabes que mentir te meterá en problemas, ¿No?

 

El menor solo soltó un suspiro.

 

Estudio por unos segundos su vestimenta, no traía el uniforme, pero no tenía señales de haber tenido esas prendas lejos de su cuerpo poco antes de su llegada. Lo primero que paso por su cabeza al escuchar la voz femenina, fue el típico problema hormonal masculino, más cuando se tenía una novia. Si estaban solos en el castillo, nada les impedía tener un encuentro sexual. Otro tema que le molesto bastante, se suponía que en ese castillo debía existir una figura de autoridad evitando que ingresaran alumnos a las torres equivocadas.

 

—Sé que está aquí. — Volvió a decir mientras se acercaba al armario.

 

—¿Quién? —Volvió a preguntar él. — ¿Por qué esta aquí?

 

—Has faltado mucho a clases Jiyong, y no pareces enfermo.

 

Se dio el tiempo de acercarse al menor, no era enfermero, pero habían síntomas simples que cualquier humano podía detectar, como la fiebre. Tomo su rostro con ambas manos, su mano la dejo en su frente, luego en su mejilla, incluso aprovecho el momento de ver los ojos ajenos. ¿Por qué parecía tan inocente cuando no lo era? Además de eso, la piel del chico era suave.

 

—No estas enfermo. — Dijo ante la cercanía de sus cuerpos. — ¿Por qué mientes?

 

—No estoy mintiendo. — Jiyong quito sus manos de su rostro para finalmente retroceder a su presencia. — Si me siento mal… No lo entenderías..

 

—¡Ah!...

 

Las mejillas del menor se tiñeron de rojo cuando la mujer dio un grito de la puerta más cercana. Así que… Ahí estaba. No pudo evitar sonreír victorioso para luego acercarse a ella, pero el menor intento detenerlo tomando su brazo. ¿Para que evitar lo inevitable? Por otro lado, tenía más fuerza que él, así que evitarlo era imposible.

 

Abrió la puerta de ese baño, encontrando tal cual sus sospechas, a la joven YooBin, en paños menores. Así es… La mujer estaba semidesnuda intentando cubrir su cuerpo con una toalla que seguramente había tomado de ese lugar.

 

—Esta estrictamente prohibido tener encuentros sexuales. Lo sabes, ¿No? 


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