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RDragón por MiRoApril

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Tener tiempo para hermosas mujeres no era lo suyo, si bien el sexo iba por deseo no era algo que a su edad tuviera importancia, si necesitaba una buena noche buscaría con quien pasarla, más no se preocupaba si no tenía sexo todas las noches, no era un adolescente, además de no tener el tiempo necesario para todo, su trabajo no lo permitía.

 

Choi Seung Hyun, encargado del departamento de educación. Su trabajo era precisamente eso, comprobar que los institutos realizaran bien su trabajo como tal. Había ingresado hace nada más un par de años al área, estaba bajo las órdenes del ministerio de educación, su rango no era tan alto, por ende debía hacer el trabajo más pesado, tomar un puesto en diversas academias para comprobar y actualizar planillas del lugar. El trabajo en si era sencillo, lo complicado era tomar un nuevo puesto en cada instituto al cual asistía, aunque se tratara nada más de un semestre y no el año completo debía tomar el puesto con responsabilidad, maestro, inspector, secretario, había probado todos ellos hasta que le tomo el mejor gusto a ser inspector.

 

Un hombre inexpresivo, serio  y aunque la gran parte de los estudiantes le llamaba viejo, era bastante joven y esa cantidad de estudiantes era en su mayoría hombres. ¿Por qué? Porque cada vez que llegaba tomaba la atención de todo el alumnado femenino, incluso masculino, llegaba a sorprenderse como le dejaban cartas sin temor alguno, pequeños secretos que se guardaba no por su reputación, sino por cuidado a los alumnos, él no tenía la culpa de nada, eran fantasías que todo adolescente tenía. Podía comprender, más el si buscará pareja sería una que se acercara a su edad.

 

Un mes antes del comienzo las clases llego finalmente su siguiente “misión”, después de todo se acercaba el inicio del año académico, y más de un instituto se caracterizaba de rumores y malos entendidos ocurridos en los semestres anteriores. No categorizaban las academias, pero la que más llamaba la atención ese año era la famosa academia de Black Rose. La famosa rosa negra en los últimos años había conseguido menos graduados de los cuales ingresaron, ¿Qué era lo que ocurría con el resto de los alumnos? Si bien no debían mezclar la vida personal de cada familia con los estudios que podían pagar, era bastante extraño que así fuera.

 

Black Rose se destacaba por ser una academia extraña y misteriosa. ¿Por qué? Esta después de tanto tiempo había sido una vez más reabierta.

 

Se encargó de buscar información de la academia tras ser asignado a ella. En comparación a sus anteriores institutos este era el más complicado de encontrarle la información necesaria, ni siquiera por vía internet existía la información que necesitaba para comenzar su papelerío a evaluar, lo único que tenía era los mismos detalles que le fueron entregados el primer día.

 

“Black Rose School, más conocida como la academia de la rosa negra, la famosa academia donde los alumnos desaparecen.”

 

No creía en ninguna de esas palabras, todos sabían que con desaparecer se referían a que no todos terminaban sus estudios y aquellos que lo hacían tenían una excelencia academia, por ende entraba dentro de las categorías de academia educativa. Pero, ¿Dónde se encontraba toda la información?

 

Si esa academia existió en algún momento, ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Y por qué volvió?

 

El día había llegado, finalmente debía hacer ingreso a la academia, antes que los alumnos para organizarse y acostumbrarse al lugar. ¿Por qué acostumbrarse? Porque era la primera vez que debía quedarse a vivir en un establecimiento, para peor, debía estar ahí un año. Con todos los misterios que ocultaban un semestre no sería suficiente para obtener todo lo que deseaba.

 

Realizó el viaje en su correspondiente vehículo, tenía en su mano la tarjeta de presentación de la misteriosa directora. Un pequeño pedazo de couche mate con un gramaje de unos trescientos cincuenta gramos, un soporte bastante rígido en un color negro, una rosa del mismo color pero a diferencia del mate en el fondo, este parecía un adhesivo que resaltaba la forma de la rosa. Debajo, letras doradas, sin dirección, red social, web. Solo el nombre de la directora y un número telefónico que parecía ser de red fija, no un móvil.

 

—Solo sal de la ciudad, sigue la carretera por el bosque y encontrarás la academia.

 

—¿Cómo? ¿No tiene una dirección?

 

—Nadie conoce su ubicación, solo estudiantes, maestros y su directora.

 

Recordaba la conversación con sus superior mientras mantenía su mirada fija en la ruta, estaba seguro que se trataba de una mala broma, de no ser porque lo único que encontró por internet fue que la academia se encontraba perdida en el bosque con una imagen satelital con una calidad bastante baja que llegaba a ser imperceptible.

 

Un viaje aproximadamente de una hora  y media que le tenía de un mal genio. Además de decirse que tenía paciencia quería dejar de creer que todo era una broma, ¿Por qué tanto misterio en una maldita academia? Se suponía que los estudiantes debían aprender, estudiar, sin valer la redundancia al llamarlos estudiantes, de eso se trataba, era tan sencillo hacer una academia en la ciudad, los creadores de Black Rose habían tomado el camino largo.

 

Cuando finalmente diviso el edición suspiro tranquilizándose. Entonces, si existía. Pero entre más se acercaba menos podía creerlo. Ahora entendía por qué esas imágenes eran de tan mala calidad, ¿En que época tomaron las fotografías? ¿Antes de cristo?

 

Bajarse del vehículo tras estacionarlo solo le obligo a sorprenderse a un más  y darse el tiempo de apreciar tan fina estructura, ese lugar podía ser fácilmente un edificio patrimonial del país, así como en su opinión podría ser una de las maravillas del mundo. La arquitectura aplicada en él tenía una combinación de diferentes épocas, no existía una en específico, de hecho era impresionante ver como estaban tan bien combinadas, quien lo diseñara debía ser todo un artista.

 

Ingresar fue otra sorpresa. Las puertas se abrieron por arte de magia, un mecanismo que seguramente estaba conectado a una cámara de seguridad, al verlo le permitieron el paso, no era tan difícil pensar con las tecnologías que existían en la actualidad.

 

—Señor…

 

Se volteó rápidamente y completamente sorprendido de la voz a su espalda.

 

—Oh, disculpe, me tomo por sorpresa.

 

—No hay problema. — El hombre se inclinó en un saludo. — La directora le espera en su oficina.

 

—Claro. Y no necesita usar formalidad conmigo, por favor. —Agregó.

 

El hombre asintió y movió su diestra con sus dedos unidos abriendo el paso para él. Seguía la formalidad aun cuando le había pedido que no lo hiciera, pero él no insistiría, odiaba repetir las cosas.

 

Subió las escaleras luego de escuchar el piso indicado por el hombre. La estructura era aún más impresionante en el interior, otra mezcla de épocas que aun siendo bastante diferentes como la medieval y la actual no se notaba  el gran cambio o la aplicación de la actualidad en tales estructuras antiguas. Así comenzaba a formular preguntas que alimentaban su curiosidad con respecto al artista que había creado tal obra.

 

—Aquí es señor.

 

—Muchas gracias. — Pronuncio al hombre que se inclinó una vez más.

 

—Señor, su equipaje…

 

—Oh, disculpe, lo he dejado en el vehículo y…

 

—No se preocupe señor, me encargaré de él.

 

—Gracias. Eh.. Aquí tiene. — Busco en su bolsillo la llave correspondiente y la facilito para el hombre.

 

Tras una corta despedida toco un par de veces la gran puerta de madera, la mujer en el interior no demoro en hablar con un seco y frio “Adelante”. Y es mucho menos demoro en ingresar.

 

Como toda oficina esperaba encontrarse con un escritorio y la mujer tras este. Así fue, había un escritorio y estaba la mujer, pero también había un sofá, una estantería llena de libros, una mesa en el centro. ¿Cómo explicarlo? Esa oficina era enorme, parecía más la planta baja de una casa que una oficina de dirección común. Existía una sala antes de una entrada en arco hasta el escritorio de la mujer y tras esta las puertas de la gran ventana abiertas a un gran balcón. Si lo pensaba bien, el espacio del tercer piso daba perfectamente para una oficina como esa, pero no llego a esa conclusión sino hasta que al vio.

 

—Choi Seung Hyun. — Le llamo la mujer poniéndose finalmente de pie.

 

—Buen día. —Respondió tranquilo, intentando que no se notara en su voz lo sorprendido y mucho menos en su expresión.

 

—Lo estaba esperando.

 

—Si eh… El hombre que me recibió me hablo de la directora, ¿Le ocurrió algo? —Pregunto con naturalidad.

 

—Es por ello que dije lo estaba esperando. — Corrigió.

 

—Oh… Disculpe. Creí que era su secretaria o algo parecido. —Pestañeo un par de veces. — Shin Min Ah ¿No?

 

—Así es.

 

Las mujer volvió a sentarse indicándole que tomara asiento en los sitiales de en frente.

 

—Muy bien. —Min Ah tomo aire y se encargó de buscar entre los papeles. — Se encargara de nuestra inspección.  Primero las reglas…  —Tomo una pausa en la que elevo su mirada. — El bosque esta completamente prohibido tanto para los alumnos como para usted.

 

La vista de la mujer era suave pero escalofriante mientras hablaba, pues estaba seria sin contar que hasta el momento seguía sin creer que ella fuera la directora, era demasiado joven para un puesto como ese. ¿Cuánto tenía? ¿Veintitrés? ¿Veinticinco? Como mucho eran veinticinco, no podía imaginar que tuviera más.

 

—¿Por qué el énfasis en lo prohibido? ¿No existe una protección o algo?

 

—No. —Negó. — Tenemos conexión directa con el bosque, por lo que siempre lo recalco.

 

—¿No debería hacer alguna protección?

 

—Si lo piensa bien solo incentivaremos más la curiosidad humana, romperían más las reglas que manteniendo la conexión abierta.

 

La mujer, era muy inteligente.

 

—Muy bien pensado…

 

—Así es…—Hablo la mujer en una leve sonrisa esta vez. — El cuarto piso también está prohibido, lo mismo para usted.

 

—¿Qué se supone que hay? ¿Y porque tanto misterio?

 

—Digamos que el cuarto piso es mi hogar.

 

—Bien, entiendo. Prosiga…

 

—Tenemos dos castillos en los que viven los alumnos. El castillo del sol y el de la luna. Por sus nombres entenderá que son de diferente tipo de alumnado. Tenemos estudiantes diurnos y nocturnos. Los diurnos son su trabajo…

 

—Si me disculpa, debo trabajar con ambos.

 

—En realidad no, su trabajo solo va con la clase diurna, fueron las reglas que estipularon cuando decidieron enviarlo. — La mujer tomo rápidamente un papel que mantenía separado entre sus dedos y lo entrego. —Si lee ahí, está incluso destacado.

 

—Estaba preparada.

 

Min Ah asintió.

 

Cierta parte de él estaba sorprendida de la mujer como tenia cierto odio de ser corregido cada vez que abría la boca.

 

—Si me lo permite, quiero hacer la revisión de la clase nocturna también.

 

—No me molesta en realidad. —Pronuncio la mujer con tranquilidad. — Es usted quien no va a dormir.

 

—¿Cómo dice?

 

—La clase nocturna es como se llama, nocturna. Una clase diurna de noche. Sus clases inician a las once de la noche y acaban a las seis de la mañana, con una diferencia de dos horas para el ingreso nuevamente de los estudiantes diurnos.

 

Una vez más se sorprendió. ¿Cómo era que no manejaban esa información? ¿Quiénes estudiarían por la madrugada? Si se dedicaba a analizar ambos turnos de alumnado no tendría tiempo para descansar y su trabajo se haría aún más complicado.

 

—Le daré las primeras tres horas de la clase nocturna. ¿Le parece?

 

—Por ahora estaría bien, con el tiempo me acostumbraré.

 

—Todo ser humano necesita descansar bien. No querrá que esa belleza se le vaya por dormir poco. —Agrego la mujer.

 

¿Le estaba coqueteando? ¿Tan descaradamente?

 

—Muchas gracias. —Rio con suavidad. —Pero mi trabajo va primero

 

—Típico humano. —Volvió a hablar como si tuviera la información de todo el mundo. —No deberían poner el trabajo antes que su vida… Solo se vive una vez, ¿No?

 

—Disfruto de lo que hago.

 

—Puedo ver que es así. —La mujer sonrió de nueva cuenta. Tomo unos nuevos papeles y los entrego. — Bien inspector. Esta es una copia de las reglas del castillo. Su habitación se encuentra por el pasillo derecho, sigue hasta el final y luego a la izquierda, sus cosas ya deben estar ahí. —Dicho aquello la mujer tomo unas llaves del escritorio y las acerco.

 

—Muchas gracias. ¿Algo más que deba saber?

 

—Hm.. —Tomo una pausa. —Existe otro inspector que se encarga del castillo del sol, por lo que usted solo esta a cargo de la academia. ¿Si?

 

—Entendido.

 

—Oh.. Lo olvidaba. —MinAh volvió a buscar entre los cajones del escritorio hasta escuchar un sonido metálico, volvió a entregarle otras llaves. — Gran parte de su trabajo va en terreno, pero también le daré una oficina, de la escalera, dos puertas al fondo, dice claramente inspectoría. —Hablo con tranquilidad.

 

—Perfecto.

 

Con tranquilidad tomo todo lo correspondiente a él y se marchó del lugar no sin antes despedirse de la mujer. Tal y como Min Ah lo había dicho, sus cosas ya estaban en su habitación, otra razón para preguntarse cómo fue que ingresaron sus cosas al lugar cuando él tenía la llave, dudaba que fuera una llave comunitaria ni mucho menos que ese hombre tuviera una copia de todas las puertas, de ser así, ¿Qué seguridad existía en el lugar?

 

Comenzó su trabajo escribiendo todas las noches los análisis que realizaba durante el día. Desde los alumnos hasta los maestros. Tal y como esperaba del instituto, desde que fue presentado en esa ceremonia es que las alumnas comenzaron a lloverle, así como llegaban cartas “ de amor” a su oficina, compraban una que otra cosa en la cafetería para él y llegaba a su escritorio, básicamente la mayoría de las alumnas joven realizaba ese tipo de gesto, si hablaba de aquellas de último año, ya tenía un par castigadas por insinuación sexual.

 

No era como si antes no le había ocurrido.

 

Con el tiempo finalmente asumió que la mujer era la directora, aun así no la veía tan seguido como él creía que sería y a diferencia de otras instituciones esta no tenía una secretaria a la cual dirigirse antes de encontrarse con la superior, era directamente tocar e ingresar.

 

Existía una gran diferencia entre las clases diurnas y nocturnas, la forma en la que se sentía era diferente. Mientras se encontraba trabajando durante el día, su única preocupación era el que respetaran las reglas, durante la noche era diferente, sentía cierto escalofríos recorrer su espalda, como si alguien lo estuviera siguiendo. Además, el ruido era completamente diferente. ¿Sería el silencio de la noche?

 

Pasear por los pasillos con esa poca iluminación que existía era tenebroso, era un hombre, no le temía a lo paranormal, de hecho cierta parte era relajante, los alumnos nocturnos no realizaban el mismo escándalo que los diurnos, su comportamiento no se comparaba, estos no corrían por los pasillos, muchos se quedaban en silencio apoyados contra la pared, otros en los salones y esa frialdad que existía en más de uno, era molesta, como si se tratara de una moda el mirarlo fijamente mientras caminaba por los pasillos.

 

—Te dije que te quedaras en el castillo. —Gruño uno de los alumnos.

 

—Callate.

 

—Vamos, ahora, tienes que salir de aquí.

 

A simple vista parecía una buena acción, un alumno se encargaba de otro para llevarlo hasta la comodidad del castillo de la luna, al parecer el chico no se sentía bien. No iba a interrumpir, después de todo solo lo veía apoyado contra la mesa sosteniendo su cabeza con sus manos, signo de que este podría estar sufriendo de alguna jaqueca o migraña.

 

—¡Eres un idiota! ¡Te dije que me sueltes! —El muchacho termino tomando al otro del cuello, signo de pelea

 

No demoró en interferir, aun cuando quedaban cerca de cinco minutos para que su turno acabara.

 

—Hey, suficiente. —Se interpuso tomando la mano del chico con el fin de que soltara a su compañero. No le molesto ejercer presión, pero no parecía inmutarse ante el dolor.

 

—¿Qué haces aquí? —Le hablo con insolencia. — ¡JA! ¿Qué intentas? ¿Qué me duela? —El tipo rió.

 

—Suéltalo, ahora. —Ordeno.

 

— Grr…—Gruño.

 

—¿Qué fue eso? ¿Eh? Te llevaras un castigo. —Amenazo.

 

—Si logras ponerlo.

 

—Tu, cachorro. — Hablo un hombre desde la entrada del salón. — Suficiente.

 

—Rain…—El muchacho soltó de inmediato a su compañero quien cayó al suelo sin quejarse ni toser, ningún signo de haber sigo ahorcado.

 

—¿Estas bien? ¿Necesitas ir a la enfermería?

 

El chico negó.

 

—Tu. —Pronunció con rabia tomando de la muñeca al culpable. — Te llevaras un castigo.

 

—¿Eres nuevo, no? —Pronunció con naturalidad. — Tsk, no debería preguntar.

 

—Sigo aquí. — Hablo Rain.

 

—Lo siento.

 

—¿Tu turno no termino? ¿Seung Hyun?

 

—Si, pero…

 

—No te preocupes, yo me encargo de ellos. —El hombre giro su rostro hacia el pasillo y realizo un gesto con sus manos. — Joon. El cachorro es todo tuyo.

 

—No. Esperé… —El chico volvió a gruñir y a tomar su cabeza entre sus manos.

 

—Te dije donde debías estar hoy. Joon…

 

—Yo me encargo. Seung Hyun, puedes ir a descansar. —Hablo Joon.

 

 

Se quedó de observador en el pasillo hasta que los tres cuerpos desaparecieron en el último pasillo. Iba a objetar en cuanto a lo que podrían o no hacer con el muchacho, si era un castigo debía estar a su nombre, pero justo antes de moverse, su mano fue atrapada por una más fría y delicada.

 

—Directora…—Hablo bajo.

 

—Tenemos que hablar Seung Hyun. 


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