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RDragón por MiRoApril

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—Seung Hyun.

 

—¿No debería tratarme con más respeto?

 

—¿Hm?. —La mujer levanto ambas cejas ante la pregunta. — ¿Por?

 

—¿No es claro? Soy mayor que usted.

 

—Oh, es eso. —La mujer sonrió con delicadeza.

 

En el silencio se reacomodo en su asiento, la oficina a esas horas era mucho más misteriosa que la primera vez que ingreso a ella.

 

—Si desea que lo trate educadamente no tengo problema, pero soy mayor que usted, no me referiré a mi edad directamente, lo dejaré así y a su decisión si lo desea o no.

 

¿Mayor? ¿Realmente esa mujer era mayor?

 

No sabía si era incomodidad o simplemente estaba aún más curioso de saber sobre esa academia, pero era claro que si no se dedicaba a buscar entre los papeles personales de Min Ah no encontraría nada. Todo ese misterio no iba con la revisión anual del instituto, era ya algo más personal.

 

—Bien…Ya que no dice nada. — La mujer tomo aire reincorporándose con sus manos sobre el escritorio. — Ya no se hará cargo de la clase nocturna, no es algo que usted pueda manejar.

 

—¿Cómo? No he visto problema que me impida seguir.

 

—Lo sé. —Hablo la mujer con una voz seca. — Es mi decisión. Cuando llegue el momento retomará su trabajo, por ahora solo encárguese de los diurnos.

 

 

Nunca en todo el tiempo de trabajo se había sentido tan inútil como se sentía en ese momento, para peor no podía dejar de pensar en la conversación con la mujer y en lo idiota que fue de no desenmascararla a preguntas. ¿Por qué no podía encargarse de los otros estudiantes? ¿Por qué gran parte de los maestros diurnos trabajaban también por las noches? ¿Eso no era explotación? Había visto a varios maestros durante el día que sin problema trabajan de noche, incluso mantenían las energías en comparación a él, sin duda estaban acostumbrados a mantener ese ritmo.

 

Al igual que la directora existía otra persona fría e inexpresiva, era mucho peor, intimidante, aunque no había tenido conversación con él, durante el día traía gafas oscuras donde parecía que se aprovechaba del oscuro lente para mirar donde se le antojaba. En sus conclusiones el hombre debía ver con descaro a sus alumnas, los senos, las faldas, las piernas…¡Por qué ese era otro maldito detalle que nadie había encontrado! ¿No conocían los uniformes de Black Rose? Ese instituto debía cerrar, no estaba capacitado para tener alumnos y menos para educar, aunque no había ingresado a ninguna clase se iniciaba por la presentación, mal.

 

Volviendo a ese hombre, Hero, como se hacía llamar. Dudaba que ese nombre fuera el original, más no había preguntado en absoluto por él. Por otra parte, el par de veces, porque no había sido más que eso, de encontrarlo en las noches no lograba ver su rostro, intentaba enfocar su mirada en él pero siempre terminaba desviando la mirada, moviendo su cabeza y no le permitía ver lo que ocultaba de esos ojos durante el día. Sino era bastante obvio a que se dedicaba, su propia conclusión.

 

Como todo día, se ducho por la mañana y se preparó para recibir a los alumnos. No existió mucha diferencia de los otros días, solo era la motivación de quedarse de todas formas esa noche a realizar su trabajo, con esto se refería a violar las palabras de la directora. Tenía su carácter aunque no lo mostrará, era serio, poco expresivo lo había aprendido justamente para eso y después de todo era un adulto, no debían pedirle mucho, conocía todo lo que la vida le traía, todo era dinero, trabajo, gastar, felicidades momentáneas, solo le quedaba alimentar su curiosidad.

 

—Deberías dejar de quejarte. — Pronuncio seco.

Estaba apoyado contra la pared del penúltimo piso, justamente en aquel pasillo que daba a su oficina.

 

—Ya limpie dos escaleras.

 

—Y te dije que eran tres.

 

—Oh vamos, no es tan malo. —Reclamo la mujer. — Al menos puedo pasar tiempo con usted.

 

—¿Seguirás coqueteándome?

 

—¿Qué otro castigo tiene en mente? Puedo limpiar su oficina si lo desea…

 

—¿Quieres hacerte cargo de la entrada principal.

 

—Eh.. No, gracias. Yo solo… Decía. —Dijo la mujer volviendo al trabajo.

 

El sol se había perdido hace un par de horas, no le quitaba la mirada a su reloj desde ese momento, no dejaría que la mujer estuviera ahí para romper una de las reglas estipuladas por la directora. Ningún contacto de diurnos con nocturnos.

 

—Bien, guarda todo, puedes irte. Y si no llegas al castillo antes del toque de queda te dejare la entrada principal especialmente a ti.

 

—N-No hace falta. —Pronunció la mujer. — Me voy corriendo…

 

Al sonar las diez era cuando su turno acababa. Debía irse hasta su habitación y seguir con sus planes, más no quería obedecer esa noche, quería demostrar que no era un inútil, podía encargarse de ambas clases, ¿Por qué se lo impedían? ¿Qué había hecho mal?

 

Bajo las escaleras, camino con tranquilidad por el pasillo hasta la entrada principal y finamente  abrió las puertas, como lo había hecho en las últimas semanas.  Los estudiantes ya caminaban en esa dirección, por ende se quedó a un lado observando el ingreso como cualquier inspector. Muchas caras inexpresivas, ojos fijos en él y una vez más sintió ese escalofríos en su cuerpo, ¿Qué había con la clase nocturna? ¿Eran genios? ¿Eruditos? ¿Cómo era que le hacían sentir tan extraño?

 

El contacto de una mano contra su hombro lo altero, le obligo a salir no solo de sus pensamientos, sino que se vio obligado a moverse de su lugar para ver al culpable del maldito susto como si fuera un juego de niños.

 

—¿Qué haces aquí? —Pregunto Joon.

 

—Mierda. —Se quejó. — Disculpa la expresión. —Aclaro su garganta. — ¿No es obvio? Trabajo…

 

—Esto no es un juego de niños, deberías dejarlo.

 

—No dejaré mi trabajo.

 

—No te digo que dejes tu trabajo, deja este puesto. Hazte cargo de los alumnos que te corresponden.

 

—¿Qué tiene de complicado que no pueda ser capaz de soportar como tú?

 

—Es sencillo, este es mi territorio y tú tienes el tuyo. No me meto en tus cosas y tu no te metes en las mías, ¿Quedo claro?

 

—¿Es una amenaza?

 

No estaba dispuesto a pelear, ninguno parecía estar interesado en la lucha cuerpo a cuerpo o una discusión de palabras, pero sabía dónde terminaría todo.

 

—Seung Hyun.

 

Esa voz…

 

—Creí ser clara, ¿Necesita que lo repita?

 

—No, pero quiero seguir en mi puesto.

 

—Min Ah. — Joon se volteó a la mujer y se inclinó ante  esta, otro gesto de formalidad.

 

—Seung Hyun. —Hablo con calma la mujer. — Le presento a Joon, es el inspector encargado de la clase nocturna mucho antes de usted y lo seguirá siendo incluso después de su estadía aquí. —Tomo una pausa. — Ambos sabemos que la clase nocturna es muy diferente a la diurna, no necesita explicación y dejo a estos alumnos en el cargo de Joon, el sabe como trabajar con ellos…

 

—¿Quiere decir que podría cometer un error?

 

—Quiero decir que ellos pueden cometer un error con usted.

 

 

Siempre creyó que al tener una mujer en su cabeza dando vueltas una y otra vez seria por estar enamorado o algo parecido, quizás deseo sexual como mucho, pero jamás pensó que fuera nada más por trabajo y el hecho se sentirse frustrado en ese lugar.

Black Rose no dejaba de sorprender, era una academia extraña en todo sentido, ambiente, alumnado, maestros, inspectores, aunque solo había conocido al inspector de la clase nocturna, no había tenido contacto con quien compartía su trabajo, si era una persona como Joon no estaba interesado en conocer a nadie más. Tal y como lo había dicho ese hombre, se encargó de su territorio los siguientes días, sin insistir.

 

Gracias a su trabajo tenía una alta tecnología que instalo en su oficina, conectado directamente a la red de la academia, por ende podía hacer cumplir las reglas básicas como los sitios de internet que eran visitados, aunque jamás se dedicaba cien por ciento a realizar una revisión.

 

Después de la jornada de la tarde, lo vacía que se encontraba la academia le aburrió lo suficiente como para realizar un chequeo de las redes. Se sentó en su escritorio luego de abrir su computadora, escribir su contraseña y códigos correspondientes para el análisis a realizar. Tomo un libro y se dedicó a esperar. A diferencia de la oficina de Min Ah, la suya era más pequeña, más no lograba llegar a su concepto de “pequeño” en cuanto a las oficinas que había tenido, ese lugar era igual de grande, como la sala de estar que tenía Min Ah en la dirección. No tenía balcón pero si una gran ventana con alfeizar donde disfrutaba se sentarse a leer o escribir.

 

Estaba tan relajado que había olvidado el análisis, de no ser por el sonido de alerta es que salió de sus pensamientos hasta observar la pantalla. Había sido abierta una página de porno en el castillo del sol. Tecleo un par de veces más y obtuvo la posición del ordenador que estaba siendo ocupado en ese instante. Por la lectura que había tenido de los mil papeles que entrego la mujer el primer día, entendía perfectamente que esa área del castillo era para hombres, y por la ubicación que daba el mapa lineal, sabía dónde debía llegar.

 

Aun se encontraba en su horario de trabajo, no tenía nada que temer y estaba cumpliendo con todos los reglamentos, ya no tenía como avergonzarlo esa mujer, que estaba odiando de meterse tantas veces a su cabeza a repetir una y mil frases que le recordaban lo diferente que era cumplir las reglas de un lugar ¡Extraño! ¡Misterioso! Ningún instituto había sido tan difícil de llevar que ese.

 

 

Toc-Toc…

 

—Kwon Jiyong. Abra la puerta inmediatamente.

 

El ruido en el interior era bastante obvio, sabía que el muchacho buscaba ocultar la evidencia.

 

—Inspector, ¿Qué hace aquí? —Pregunto con inocencia el menor.

 

—¿No es obvio? —Se tomó la molestia de abrir por completo la puerta e ingresar. — Confiscaré tu computadora.

 

—¿Eh? No, no, no.

 

Fue la lista de las habitaciones que le brindo el nombre del muchacho, no busco antecedentes de él, aun así problemas no había tenido hasta el momento, y vaya que busco una mala forma de meterse en problemas.

 

—¿Por qué? —Jiyong se ubicó frente al escritorio evitando su acercamiento hasta la computadora.

 

—Sabes perfectamente porque.. —Estiro su brazo por sobre el más bajo buscando tomar esta.

 

—N-No sé a qué se refiere.

 

—Está prohibido el ingreso a paginas como la que acabas de visitar…

 

—¿Y-Yo? ¿Cómo esta tan seguro?

 

—La tecnología no se equivoca. —Pronunció tomando al muchacho de la cintura para sacarlo de ese lugar.

 

La acción se le facilito ya que Jiyong se encontraba con los brazos extendidos evitando que alcanzara la computadora, cosa que la tomo luego de alejarlo, más no espero que este se aferrara a su cuerpo para alcanzarla de vuelta.

 

—No dejaré que se la lleve, ¡Es mía!

 

—Tendrás un castigo  y me la llevaré. —Pronunció sin soltar el aparato.

 

—Es mía. —Volvió a insistir. — ¿Es que usted no se da una paja de vez en cuando? ¿Eh?

 

—No hables así. —Le regaño. — ¿Por qué siempre buscan más problemas? ¿No deberías ser un poco más maduro y aceptar las consecuencias?

 

—¿Qué iba a saber yo que no podía entrar en esas páginas? Creí que era bastante obvio, ¿No cree? No podemos tener sexo, no podemos ir hasta las habitaciones femeninas, ver un par de videos es lo más sano que existe, ¿Qué prefiere? ¿Eh? ¿Qué me coja a una estudiante o que vea porno? Es clara la respuesta.

 

—Eres todo un niño insolente.

 

—No señor, le estoy respondiendo formalmente, ni siquiera he ocupado alguna “mala” palabra. —Pronunció realizando las comillas en mala.

 

—Deberías saber que todas las instituciones tienen las mismas reglas, ¿O es que en otro instituto les permiten ingresar a estas páginas?

 

—No, pero tenemos sexo. ¿Ve la diferencia?

 

Bufo, no tenía gracia seguir discutiendo con un estudiante.

 

—Yo hago respetar las reglas, soy la autoridad y tu debes acatar las consecuencias, es así de sencillo. ¿No te crees tan maduro?

 

—Yo creo que es injusto. Apuesto que soy el único que ha descubierto.

 

—Para tu mala suerte, si. Seguro eres nuevo aquí.

 

—Eish… ¡No se la llevara! —Volvió a lanzarse en su contra.

 

Ambos forcejearon, podía dar un paso lejos pero el menor volvía a aferrarse a su cuerpo evitando otro movimiento. Retrocedió volteándose decidido. Sus cálculos fallaron, la cama se encontraba tras él y con Jiyong pegado a su cuerpo, no tuvo otro final que caer sobre su cuerpo por tan torpe movimiento de su parte. Tal cual novela romántica ambos cayeron a la cama, el cuidando de no estampar la computadora contra el cuerpo ajeno y claro que sus rostros no tuvieran un acercamiento que no debían.

 

Lo consideraba un simple error de su parte, fue un mal cálculo, por lo que no demoro en apoyarse en su codo para ver el rostro del contrario, bajo su cuerpo.

 

—¿Estas bien? —Pregunto tranquilo.

 

Observo a su lado y aun sostenía el aparato lejos de él. Sentía la mirada del menor sobre él, sin habla ni gesto alguno, una perfecta oportunidad para tomar lo que necesitaba y alejarse de él.

 

—Lo siento, no quise caer sobre ti. —Se excusó mientras arreglaba su ropa.

 

—N-No se preocupe…

 

—Bien, te confiscaré esto, luego puedes ir por él. —Pronunció en el mismo tono de voz con el cual apareció esa noche.

 

El muchacho no hablo de más solo se dedicó a verlo desde la cama y asentir después de sus palabras.

 

Salió como si nada, cerró la puerta tras su cuerpo y camino con tranquilidad hasta la salida, estaba a minutos del toque de queda, lo que era para él el fin de su turno. Llevo consigo el aparato hasta su habitación, luego se encargaría de dejarla en su oficina, necesitaba descansar un poco del largo día que había tenido, aunque solo había trabajado con la clase diurna desde el ultimo desacuerdo con la directora.

 

 

Con el maldito y extraño baile de bienvenida, las clases diurnas estaban por completo alocadas, surgían rumores que igualmente le causaban curiosidad. Si no podían juntar a ambas clases, ¿Cómo es que harían una fiesta de bienvenida? ¿Era solo de la clase diurna o ambas?  La gran parte del alumnado estaba con esa incertidumbre, el rumor sobre los estudiantes de la luna en el baile había crecido a un par de días de este, mientras que él solo buscaba la solución para no encontrar a alumnos alborotados esa noche.

 

¿Realmente Min Ah permitía el alcohol?

 

Cierto, en otros bailes era permitido, pero existían diferencias, había más supervisión, incluso de padres en  bailes como esos, en ese lugar solo eran maestros, él y la directora quienes podían mantener el control de…¿Cuántos estudiantes eran? Era claro que no podían con la gran masa.

 

A un día del baile y en su última revisión del castillo asegurándose que no se encontrara ningún alumno del sol en él, subió tranquilamente hasta el tercer piso. Se tomó el tiempo de realizar en el segundo piso una nueva revisión, miro por las ventanas, los alumnos del uniforme blanco ya comenzaban a llegar a la academia y el seguía ahí, en cualquier momento aparecería Joon, no quería problemas, otro tema que lo tenía curioso, ese hombre no tenía una oficina como él, ¿Dónde se supone que trabajaba?  Pero no quería meter su nariz en un tema que lo había tenido con un humor de mierda.

 

Poco antes de subir al tercer piso, fue que vio a una mujer subiendo las escaleras antes que él. Supuso que podría estar buscando al inspector, quizás a él o a Min Ah, por lo que la siguió con tranquilidad, al mismo paso que los tacones femeninos resonaban contra el suelo. La mujer desapareció en el último escalón doblando a la izquierda. No fue sino hasta que llego al piso que noto que también desapareció del pasillo.

 

Miro a ambos lados buscando la figura femenina pero no se encontraba, entonces el sonido de los tacones le llevo hasta ella… Había subido al cuarto piso.

 

¿Cómo se supone que debía seguir llevando la fiesta en calma con la directora y los otros tipos si le ocurrían cosas como esa?

 

Maldijo todo lo existente mientras se contenía a subir, no era asunto suyo, debía quedarse ahí, irse a su habitación y dejar que Joon se encargará de la mujer, pero era una estudiante, el uniforme lo conocía, eso era peor. El que se respetaran las reglas lo obligo a subir los escalones, pero no a un ritmo acelerado, todo lo contrario, parecía temeroso de ser el descubierto que descubrir a la mujer. De vez en cuando llevo la mirada a su espalda asegurándose de no escuchar los pasos de Joon, dudaba que este notara desde el primer piso que se encontraba ahí, por ende luego de pensarlo un poco más, continuo su camino.

 

La mujer se encontraba tranquilamente sentada en el alfeizar de una ventana observando a la nada, jugando con su mano en diferentes movimientos, como si esta danzara.

 

—Tu. —Pronunció llamando la atención de la mujer.

 

—¿Qué hace aquí? —Dijo sorprendida la mujer.

 

—Eso es lo que debería preguntarte a ti.

 

—Yo… —Apretó los labios.

 

—No necesito excusas, sabes las reglas…

 

—U-Usted también.

 

—¿Por qué insisten con atacar? —Bufó. — Vamos, te llevaré con Joon.

 

La mujer abrió sus ojos.

 

—No pongas resistencias, ¿Si? Solo camina.

 

Un sonido a su espalda lo alerto llevando su mirada inmediatamente tras él, seguía sintiéndose perseguido en ese maldito castillo, como si alguien le observará, para peor creía que se trataba de Joon que lo había encontrado, pero el ruido había venido de la nada, lo cual le alivió.

 

Tomo aire llevando una mano hasta su pecho, se sentía viejo por esos miedos que le llevaban el alma.

 

—Bien… Vam…os…

 

Su mirada había vuelto hasta la mujer, la que anteriormente se encontraba en ese lugar. La muchacha había desaparecido.

 

Busco por los pasillos, no podía escalar, pero cuando estuvo dispuesto a recorrer esos pasillos recordó los tacones de la chica, ¿Cómo pudo escapar sin hacer ruido? Y si corrió por los pasillos, ¿Por qué no alcanzo a observarla? Era un enorme lugar, claramente no tendría tiempo de ocultarse sin meter ruido en ese desierto lugar, incluso sus pisadas y respiración se escuchaban con claridad.

 

Cabello largo, una adolescente bastante hermosa, mejillas coloradas, tacones y medias hasta los muslos. La encontraría… No olvidaría ese rostro. Aunque todo se le dificultaría, era una estudiante de la clase nocturna, un área en la cual el ya no trabajaba.

 

Cansado de los juegos infantiles de los estudiantes, retomo su camino a su habitación, quería bajar cuanto antes esas escaleras para no tener otra discusión con esa mujer que le hiciera pensar mil estupideces de cómo debí realizar su trabajo en una extraña academia donde las reglas no eran reglas sino que parecían advertencias.

 

Un extraño brillo le incomodaba la mirada, la ventana daba directamente con la luna, y el brillo de esta se reflejaba en una piocha tirada en el suelo. No lo pensó dos veces para recogerla, ese sonido metálico debió ser la distracción que utilizo la muchacha y para mala suerte de ella, la piocha contenía su nombre.

 

—Shin Yoo Bin….

 

 


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