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MEPHISTO por WooHo Shin

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Notas del capitulo:

 

MEPHISTO

○Fandom: Marvel MCU
○Autora: WooHo Shin
○Pareja: Stony principalmente junto a un leve Winteriron.
○Derechos: De Marvel y su hermosa y perfecta franquicia. Son los mejores, sin duda. Y por supuesto, esto es sin fines de lucro.
○Advertencias: Slash, Angst leve.

Gracias por leer.

 

 

El verano se hacía presente de una forma muy tormentosa.

 

Para Tony Stark era abrumante sentir el calorcillo bochornoso sobre su piel bajo la ropa.  Aunque si lo meditaba más a fondo quizá también presentaba su lado positivo, al ver a múltiples mujeres con mínimas prendas cada vez menos existentes, mas Tony no era un hombre necesitado. Él podría solo mostrar una de sus bellas sonrisas marca Stark y tendría un espectáculo más que suficiente en su pent-house.

 

Es un hecho, el verano era la peor estación del año con muy pocos beneficios a la vista de Tony; más cuando no se encontraba en el recién estrenado complejo Vengadores; sino, en vez de eso, se mantenía parado observando una arcana construcción de tres pisos con un peculiar círculo como ventana en el último.

 

Tony relajó sus músculos mientras un hondo suspiro escapaba de sus labios.

 

Era la dirección correcta, y ese era el lugar que buscaba.

 

Sin pensar en nada más, Tony cruzó la acera junto con el asfalto hasta llegar frente la puerta de madera tratada con dos columnas de vidrio esmerilado del cual ni con el mayor esfuerzo podía ver nada dentro. Acomodó sus lentes de sol con uno de sus dedos de la mano derecha y con esa misma mano, esta vez en forma de puño, tocó dos veces. No hubo respuesta ni ningún tipo de sonido dentro de la edificación, al menos no uno que Tony pudiera escuchar.

 

—Soy Tony Stark.

 

El mencionado sonrió con autosuficiencia, sin embargo las comisuras de sus labios antes levantadas cayeron al notar que el tiempo seguía corriendo y aún no había ningún tipo de respuesta.

 

—Que extraño, eso siempre funciona. O perdí el toque, lo cual no creo; o no dije las palabras mágicas correctas. —Tony volvió a sonreír al momento de elevar sus dos manos para luego apoyarlas sobre el vidrio ejerciendo cierta presión— ¡Abracadabra Alakazam!

 

Una mueca de disgusto apoderó sus facciones. Si los habitantes de ese recinto no lo querían ahí, pues podrían salir y decírselo de frente. Y no ignorarlo de esa forma tan poco madura. Tony sonrió otra vez.

 

Solo un intento más y se iría.

 

—Soy un vengador. Ya saben, los héroes que…

 

La puerta crujió al abrirse de forma estrepitosa, generando un sonido que al castaño no le incomodó; es más, le agradó saber que ahora si era bienvenido dentro de ese extraño lugar. Dio unos pocos pasos dentro antes de notar que detrás de la puerta no existía nadie como para abrirla. Tony exhalo con desgano. Viejos trucos de magia para impresionar. No le tomo importancia y continúo caminando hasta que sus ojos miel captaron a un hombre de rasgos chinos e imponente figura al pie de una escalera amplia en el centro de la estancia.

 

—Hola —Tony intentó con mucho esfuerzo una sonrisa, a pesar de la situación incómoda que le  causa aquella mirada profunda de ese hombre a su dirección —Soy Tony Stark y…

 

—Sé quién eres —El castaño notó disgusto bien disimulado de ese hombre hacia él.

 

—Wow, ¿así tratan a todos los invitados? Ya me imagino como…

 

—Tú no eres un invitado aquí, Vengador. ¿Qué es lo que te trae a este lugar?

 

El castaño no pudo evitar transformar su mueca al verse interrumpido otra vez. Sin embargo, antes de mover sus labios para hablar otro hombre, más joven que el anterior y con rasgos más suaves, apareció.

 

—Wong, ya hablamos de esto. Un vengador siempre será bienvenido.

 

Wong, como el otro lo llamó, decidió darse la vuelta y caminar lejos de ellos sin decir nada más. Tony alejó su mirada del hombre que recientemente desapareció tras una puerta de madera para fijarla en el otro hombre que seguía parado cerca de él con un sonrisa que elevaba sus comisuras casi imperceptiblemente. Tony decidió sacarse los lentes de sol para engancharlo en su camiseta y disfrutar de esa manera la vista sin el color opaco de los lentes.

 

— ¿Qué es lo que te trae por acá? —Dijo el hombre de forma más calmada, pero aun así Tony no tenía una respuesta razonable para aquella pregunta.

 

—Curiosidad.

 

Tony entendió, con disgusto, que aquel hombre de profundos ojos verdes quería más que una simple palabra como explicación gracias a la mirada de advertencia que le dirigió. Y en el mismo momento se dio cuenta que muy bien podía dar una vuelta y salir del lugar, olvidarse de que alguna vez intentó cambiar de rutina y después, solo dejarse hundir en alcohol como lo llevaba haciendo desde las primeras semanas de hace dos años atrás. Volver a lo de antes, suponía. Tony negó suavemente. Le prometió a Rhodey que ya no lo haría, que ya no volvería a derrumbarse. Si no cumplía, sería una promesa vacía más que agregar a su ya larga lista. Ya no más.

 

—Quizá un poco más que curiosidad —continuó con la voz un poco más baja —la magia no es algo del que quiera ser muy participe, solo… planeaba saber más. ¿Sabes? Hacer lo mismo siempre, se me ha vuelto extremadamente aburrido. Una solución puede estar en encontrar opciones nuevas para realizar. Opciones interesantes serían una muy buena idea.

 

— ¡Esto no es un parque de diversiones, Stark! —Gritó el hombre con el rostro encendido, de repente, como si hubiera dicho una frase realmente cruel— Pensé que tu presencia aquí se debía a una guerra inevitable o un problema universal del cual sea necesario la ayuda del Hechicero Supremo, no que venías a satisfacer tus ganas de divertir…

 

—Entonces sí es verdad —dijo el castaño sin incomodarse ni siquiera un poco por el disgusto que le causaba al otro.

 

— ¿Qué cosa es verdad? —Tony sonrió aún más de ser posible, sin importarle el ceño fruncido del hombre gracias a ese gesto.

 

—Que eres el Hechicero Supremo. Es… es muy difícil encontrar información verídica sobre este tipo de temas. Casi le da un colapso a Viernes por tratar de averiguar más sobre ti. Te diré la verdad, al principio pensé que eras un farsante cuando me hablaste al entrar, pero al decir que eras… esto —el castaño lo señalo sonriente con sus dos manos—, pues todo esto es más que increíble. Encontré al Houdini de New York; más poderoso, claro, por si te ofende.

 

— ¿Qué es lo que quieres exactamente?

 

—Ya te lo dije, saber más cosas. ¿Con tus poderes de Hechicero Supremo no puedes leer mi mente? Es que me es un problema exteriorizar mi razones justo ahora, Hechicero Supremo.

 

—Stephen Strange.

 

— ¿Qué?

 

—Mi nombre es Stephen Strange, no Hechicero Supremo. Eso es como un… título. No es necesario que me llames de esa forma —Strange dio dos pasos, acercándose a Tony —. Solo dime Strange.

 

—Y tú, Tony a mí, ¿ya ves? Ahora nos conocemos mejor, así que… ¿Por dónde comenzamos? —dijo el castaño mientras avanzaba ciertos pasos en dirección a la escalera, ignorando olímpicamente la mirada de advertencia de Strange.

 

—Tony —el mencionado giró su cuerpo cuando ya se encontraba a la mitad de la escalera que apenas y le dejaba ver a esa altura lo que había en el segundo piso. —Supongo tienes muchas preguntas. Ven. Ponte cómodo. —Strange señaló un sillón antiguo, pero a la vista bastante acogedor, a un lado de la escalera.

 

Tony bajó los escalones con una queja en sus labios que no llegó a pronunciar. Al posarse a la altura de Strange observó dos sillones casi iguales, uno frente al otro, divididos por una mesita de centro.

 

—La verdad no tengo muchas. Vine a escuchar lo que me podrías contar, me parece que algunos conocimientos deben estar ocultos para personas comunes y corrientes como yo —el castaño viró los ojos tan rápido como terminó de decir lo último, mientras los dos se acomodaban rápidamente—. Eso sonó mal. Pero sí, continúa.

 

Strange lo miró sin estar convencido, tamborileando sus dedos en el apoyo lateral de su respectivo sillón.

 

—Hay mucho que contar si lo planteas de esa forma —el Hechicero de improviso paró el movimiento de sus dedos—. Sin embargo, te vuelvo a recordar que tus razones no me son lo suficiente para tu presencia aquí, muy bien pudiste investigar en tu torre y conformarte con lo que encontraras.

 

Tony intentó no fulminarlo con la mirada.

 

—Pero ya estoy aquí, y saber que existes me hace una persona que difícilmente se despegará de este lindo sillón —una sonrisa socarrona apareció en el rostro de Tony como quien se cree triunfante—. Primero, ¿Por qué tienen una ventana tan llamativa en el último piso? Es bastante… peculiar.

 

Strange suspiró suavemente, sabía a qué ventana se refería. De estar en el lugar de Stark, él también habría comenzado con esa pregunta. El Hechicero parpadeó dos veces antes de observar con detenimiento las muecas efímeras en el rostro del Vengador, junto a esos ojos castaños brillosos que se le hacían demasiado expresivos.

 

Tony gozaba de una transparencia inigualable que no le agradó.

 

—Es la Ventana de Vishanti. Las líneas que habrás observado de lejos en conjunto forman el Sello de Vishanti que protege el Santuario de Nueva York; este santuario.

 

Tony desvió la mirada. — ¿Qué eres exactamente?, ¿un elegido, un extraterrestre o…?

 

—Soy humano, igual que tú. El anterior Hechicero Supremo fue mi guía —Strange suspiró con angustia, aun recordaba la sonrisa de dientes completos y el dolor que le provocó el perderla—. Ancestral me enseñó todo lo que ahora sé. Si no fuera por ella y el Templo de Kamar-Taj, hoy sería… —para Tony no pasó desapercibido las dos manos enguantadas de Strange, en forma de puño, que temblaban suavemente— un simple neurocirujano.

 

Tony sabía que no. Y le entendía. Si no fuera por Ho Yinsen y su apoyo incondicional, que por orgullo a pesar de la situación, no pidió; Tony nunca hubiera podido llegar a ser Ironman y menos un Vengador, su final habría sido una deteriorada lápida que todos olvidarían con el pasar del tiempo. Y quiso reír, porque en ese momento su camino iba en la misma dirección.

 

— ¿Y es lo mejor del mundo ser el Hechicero Supremo, defender el planeta, el universo?  Siempre hay algo que defender —el castaño enmudeció por un breve momento—, ¿y bien?

 

—Imagino que debe ser lo mismo que ser un Vengador. Debe ser increíble serlo.  Dime, ¿acaso no es para ti lo mejor la compañía de tus compañeros vengadores al pelear?

 

No.

 

Tony apretó sus labios y sus puños, los últimos con mayor fuerza. ¿A dónde quería llegar este Hechicero? El castaño dejando su incomodidad de lado, miró casi penetrante los orbes verdes de Stephen, mas las emociones que expresaban esos ojos se alejaban mucho de tener la intención de un comentario de mala leche. Duda, tal vez. Y luego nada más. ¿Acaso no lo sabía?

 

—Eres el Gran Hechicero Supremo, tu falta de cultura general me sorprende y no sabes cuánto —un murmullo bajo parecido a una palabrota brotó de entre los labios de Tony—. Sí, era increíble pelear con ellos. Era. Y de eso, debo decirte, ya ha pasado más de un año.

 

— ¿Qué fue lo que pasó?

 

Muchas cosas, se respondió mentalmente el castaño.

 

Y todas ellas de forma exageradamente rápida.

 

Tony movió su mano velozmente hasta chocar sus temblorosos dedos de la mano izquierda contra su pecho. Más de un año, y aún parecía tan reciente para el castaño. Un escudo penetrando su reactor, amenazando con partirlo en dos. Ese mismo escudo cayendo en seco sobre el frío piso de algún lugar en Siberia.

 

Nunca hubo una batalla por la neutralización del equipo contrario en son de paz, solo odio en su más alto punto que nubló el pensamiento de ambos. Tony ya se había rendido. Tanto dolor, tan poca confianza de parte de Steve hacía él, a pesar de que intentó dar todo de sí. Nada sirvió. Porque al final, Rogers no se detuvo; el rubio quiso dejarle en claro quién era más importante, quien se merecía la ayuda y el apoyo de todos. Se lo demostró al clavar ese escudo de infinitos recuerdos en su ya débil corazón. Steve lo odiaba, lo despreciaba. Y dolía. Mucho. Porque todo era su culpa. De haber pensado más profundo en sus acciones, de no haber confiado tan ciegamente.

 

Error tras error.

 

Aunque ya no tenía sentido pensar en ello. Los fugitivos de la Balsa se encontraban en la fortaleza de Wakanda, donde deberían de estar y con quienes querían estar, protegidos; y él igual, muy lejos de ese calor familiar del cual ya no pertenecía.

 

—Si te soy muy sincero, esto me sorprende aun más. Es difícil de asombrar a un genio; sin embargo, tú rompes records, Gran Houdini. ¿Guerra Civil te suena? Fue por largo tiempo el alimento de una inmensa cantidad de esos asquerosos periódicos amarillistas.

 

Strange rió quedo, casi imperceptible por si a Stark le incomodaba.

 

—La verdad no. Aunque supongo… no quieres hablar de ello.

 

—Uh. Persona inteligente —Tony al observar su mano y percatarse de que su reciente tic aún no lo abandonaba, la bajo tan rápido como en algún momento la subió. Creyendo ingenuamente que Strange no notaba sus acciones—. Pero si quizá tienes pensado un préstamo-regalo de tus artilugios mágicos para mí, podría reconsiderar el darte todos los detalles.

 

—No.

 

—Al menos nadie podrá ser capaz de decir que no lo intenté.

 

—Tony —el mencionado no lo miró, pero aun de esa manera Strange sabía que escuchaba—, ¿quieres visitar el Sanctum Sanctorum?

 

Strange vaciló un momento, pensando primero por qué había preguntado semejante estupidez y luego en cómo podría retirar lo ya dicho, fingir que no lo hizo y cambiar rápidamente de tema. Un saltó inesperado arrancó al Hechicero de sus pensamientos, así que fijó su mirada observando que Tony ya se encontraba de pie junto con una radiante sonrisa que le hizo cambiar de decisión.

 

Un breve recorrido no parecía de lejos algo tan malo.

 

— ¿Y para dónde me muevo?

 

Strange se irguió, avanzando hacia el pie de la escalera para luego subir esperando que Stark lo siguiera de igual manera. Al término de la misma Tony notó con gran aprecio una arquitectura interesante que prometía un espacio más grande de lo que se podría observar desde afuera. Hechizos, se dijo mentalmente Tony.

 

Los dos castaños caminaban casi a la par, de no ser por el curioseo innato de Tony que lo hacía volverse cada que veía algo extraño, peculiar como aquellos cuadros pegados a la pared del pasillo, o como los jarrones sobre una diminuta cómoda al lado de puertas de —seguro— más habitaciones.

 

El Hechicero giraba por breves segundos su rostro sobre su hombro, viendo las muecas de Tony y ese brillo en sus ojos, antes de enfocar su vista nuevamente al frente.

 

—El segundo piso es el de habitaciones. Uno de estos ocupo yo, otro lo ocupa Wong. También hay otras para invitados y algunas más… con contenido diferente.

 

Siguieron caminando por el pasillo hasta llegar a una escalera estrecha que los dirigía a un tercer piso. Tony sonrió emocionado. Ese ere el piso que más esperaba explorar.

 

—Este —señaló Strange con sus dos manos elevadas— es el Sanctum Sanctorum.

 

Tony contempló con detenimiento la majestuosa Ventana de Vishanti.  Era mucho más grande de lo que pudo imaginar al verla desde afuera.  El castaño se aproximó con premura, casi tropezando con el único escalón a mitad de la estancia, hasta que estuvo a un metro de ella. Era realmente preciosa.

 

Dos líneas curvas y gruesas se cruzaban con otras dos más formando un tipo de extraño símbolo michi. Sin embargo la ventana peculiar no se formaba de solo esos cuatro trazos, sino que además poseía varios círculos de líneas delgadas que encerraban a otros círculos más pequeños de forma concéntrica.

 

—Tony, —la voz de Strange lo sacó de sus pensamientos de si sería correcto tocar aquellas líneas—… hay más.

 

Strange señaló las reliquias y trofeos místicos tras de él, que Tony no notó al subir de forma apurada. Sin ningún tipo de disimulo el castaño dejó que su rostro mostrara una genuina sorpresa. Había más de lo que pudo esperar, aunque en ese lugar siempre parecía haber más. El Hechicero sonrió con autosuficiencia, esa era la reacción que estaba esperando.

 

Tony rodeó a Strange, avanzando entre las reliquias; cada una de ellas tenía un lugar específico en el que relucían, algunas sobre podios de madera antigua, otras encerradas en vitrinas con un marco igual de madera  y, unas pocas más, pegadas a la pared como si de un cuadro se tratase.

 

— ¿Tienen nombres?

 

—Sí —el Hechicero suspiró sin ganas—, pero son un  tanto ostentosos. La gran idea de colocar el nombre de individuos importantes y poderosos se luce en estos objetos —Stark no pudo evitar soltar una risa corta—. Además  las reliquias son caprichosas, el contener magia poderosa los convierte en algo parecido a un individuo con juicio, por ello un objeto es el que elige al ser que será poseedora de aquella misma.

 

Tony desvió un momento la mirada de aquellos objetos que, en gran mayoría, tenían formas conocidas y a primera vista un tanto inofensivas. El castaño decidió no tocar ninguno, podría ser curioso pero aún gozaba de sentido común.

 

— ¿Cuáles son los que tú posees?

 

El Hechicero sonrió.

 

—Por ahora, tengo dos. La Capa de Levitación —Strange indicó con su dedo índice una capa roja con cuello alto, dentro de una vitrina,  que parecía comprender que lo señalaban, ya que de pronto simuló un baile con pequeños saltos. Tony miró por el rabillo del ojo a Stephen quien viró los ojos al ver aquel extraño espectáculo— además del Ojo de Agamotto.

 

— ¿Y dónde está ese?

 

Strange no lo miró.

 

—En el Templo de Kamar-Taj.

 

— ¿Y eso significa que…?

 

—Acompáñame —el Hechicero caminó a la parte trasera del recinto con Tony pisándole los talones.

 

Los dos avanzaron de pronto por un pasillo corto y angosto hasta llegar a una puerta doble de madera oscura con el mismo símbolo de cuatro líneas gruesas, que se cortan entre sí, en el medio. Strange empujó con fuerza sus dos manos, una a cada lado, dejando ver un salón a oscuras que se iluminó tan pronto como abrieron la puerta.

 

Strange dio un paso dentro, asombrando a Tony cuando un destello amarillo lo rodeó desapareciendo tan rápido como apareció. El Hechicero estiró un brazo hacia Tony esperando que lo tomara, sin embargo el castaño solo miró su mano elevada para luego ignorarla y avanzar, sintiendo vértigo al presenciar el mismo efecto de aquel destello.

 

Un suspiro escapó de los labios de Strange, quien se adelantó hasta llegar a un podio que mantenía sobre él un collar.

 

—Este es el Ojo de Agamotto —señaló.

 

—Oh. ¿Y qué es lo que hace?

 

Strange dudó un momento. —Esta reliquia tiene el poder de controlar el tiempo a merced del dueño que lo posea. Pero para usarla, primero tienes que abrirlo, dentro de él se encuentra ese poder.

 

— ¿La podrías abrir ahora?

 

Strange torció su gesto de una forma no tan agradable.

 

—Tony, no. No pienso hacerlo, el Tiempo no es algo con lo que se deba jugar. Está bien que sea una de mis reliquias pero eso no significa que yo lo pueda usar cuando se me ocurra. Es más, justo ahora no tengo el entrenamiento suficiente como para usar tal poder, por ello no la llevo conmigo.

 

Para sorpresa de Strange, Tony se rió.

 

—Nunca dije que la usaras, Criss Angel. Solo quería verla. Además tú fuiste el que me trajo aquí, no me vengas a decir ahora que solo vinimos para que me enseñes un collar con un ojo como dije. Merezco que me enseñes lo que hay dentro, por lo menos.

 

Strange lo fulminó con la mirada. Sin embargo aceptaba que Stark tenía razón. Así que tomó entre sus manos el collar para luego colocárselo en el cuello.

 

—Está bien.

 

El Hechicero con la mirada de Stark sobre sus acciones comenzó a formar con sus dedos medio y anular un ojo, para después cruzar sus dos manos sin desaparecer la forma ya obtenida. Las líneas gruesas se apartaron dejando que una especie de párpado se abriera mostrando una piedra verde que brillaba en todo su esplendor.

 

—Eso es… —Tony no daba crédito a lo que sus ojos veían— una Gema del Infinito. Esta debe de ser la Gema del Tiempo si lo que me dices que hace es cierto.

 

Los verdes ojos del Hechicero se sorprendieron, mientras la comisura de su labio se elevaba en una sonrisa llena de vergüenza. Había olvidado ese detalle.

 

—Ah, eso era. Una vez Wong lo mencionó, mas no le tomé mucha importancia —se excusó, en voz baja.

 

—Uno de los integrantes de los Vengadores lleva en su frente una, se llama Vision. Él tiene la Gema de la Mente —hizo una pausa corta— El Tesseract supongo está en Asgard ahora. De las otras tres desconozco su ubicación o quien podría tenerlas.

 

— ¿Cómo es que sabes de ellas?

 

Tony ignoró su pregunta por un momento mientras se dirigía con pasos lentos al Sanctum Sanctorum. No lo diría jamás en voz alta, pero ver aquel artefacto y el poder que escondía le hizo recordar algunos momentos que detestaba. Escenas en su vida que lo cambiaron todo para mal, de donde no podía regresar. Loki. Un mundo atacado por una raza alienígena. Una Gema. Una razón de unir a los Vengadores. Un gran poder para destruir un mundo. Su mundo. Ultrón. Sokovia. Un equipo. Un Capitán. Y un escudo. Una y otra vez, sus pensamientos siempre terminaban en lo mismo. Odió aquello desde el primer momento que se dio cuenta que nunca terminaría. Era parte de su condena, lo sabía.

 

Lo que no se esperó lo atacó por un costado. La mano de Strange tomó fuertemente la muñeca izquierda de Tony antes de que este cruzara la frágil línea mágica que los separaba del Templo de Kamar-Taj al santuario de Nueva York.

 

—Ahora soy yo quien se encuentra curioso.

 

Tony se soltó del agarre con brusquedad. Su brazo izquierdo y tembloroso lo ocultó tras su espalda antes de voltear a verlo con una sonrisa de dientes completos que desconcertó por breves segundos al Hechicero. Strange en ningún momento espero ese drástico e inesperado cambio de emociones en tan corto tiempo. No tomar la debida importancia ahora le parecía demasiado inapropiado; y aun así, no dijo nada.

 

Tony, por otro lado, torció imperceptiblemente su gesto.

 

—Loki llegó a invadir la Tierra hace seis años con la Gema de la Men… Me sigues, ¿verdad? Porque por tu mirada tengo la ligera sospecha de que no sabes quién es cuernitos.

 

Strange sabía quién era Loki, mas su mirada se debía a otro problema. Una batalla atormentaba su mente y Tony la provocaba. Sus ojos la provocaban.

 

—Yo… sí, tal vez no, es un dios que invadió este mundo acompañado de una raza alienígena, ¿importa?

 

— ¡Claro que sí! Estoy tratando de explicarte. Ah, bueno. Loki es el hermano adoptivo de Thor, uno más de los miembros de los Vengadores que maneja un martillo y hace caer rayos por todos lados. Como ya te dije, el tal Loki intentó conquistar este mundo y casi lo logra si no fuera porque… —Strange lo notó una vez más, de a pocos se daba cuenta que para Tony le era muy difícil ocultarlo— eso sí que no importa. Loki solo es un dios problemático que desea mucha atención. Y un gran peligro en su momento, al ser poseedor de la Gema de la Mente, además…

 

— ¿Una gema, dijiste?

 

—Ahora llega Strange, señoras y señores, a demostrar que no me está prestando la debida atención. —gruñó Tony con su mirada profundamente puesta sobre el Hechicero.

 

Stephen no se molestó en replicarle, esa actitud era tan parecida a la suya que sabía solo tenía que ignorarlo momentáneamente.

 

—Vamos adentro. Aun quiero escuchar más.

 

Strange le sonrió. Tony no correspondió.

 

—Me sorprendes, enserio. Aunque, —el castaño dejó que sus comisuras se elevaran antes de continuar, y comenzar a caminar a la par de Strange— si te doy un buen consejo, deberías de tener en tu preciada posesión una lista de villanos y seres de otros reinos que podrían amenazar nuestro mundo. Y, además, debes de colocar a cuernitos, o sea Loki, como una primera opción. Ya nos atacó una vez. El que no haya logrado vencernos no quita que volverá a intentarlo.

 

—Correcto, ya lo tengo. Loki, amenaza perenne. Ahora, señor Stark, permítame seguir mostrándole las maravillas de este lugar, porque verá tenemos el tiempo suficiente para hablar de las Gemas después.

 

Con un gesto suave, Strange le regaló una sonrisa, era justo ahora que su decisión había quedado clara entre sus pensamientos. Tony necesitaba algo, lo veía a través de esos ojos tan peculiares; y él, como el protector del mundo espiritual, le ayudaría a conseguirlo. Además, borraría con sus actos y palabras ese gesto de dolor impreso en su rostro, ese que no se mostraba ante el mundo ni ante nadie; pero que él, con su don especial, era capaz de ver y percibir.

 

—No me negaré. Eso es exactamente lo que quería escuchar desde que llegué.

 

—Bien. De todas formas, a partir de ahora, aún queda mucho por hablar, y mucho por hacer. —pronunció, mirándolo.

 

Strange volvió a sonreír, y por alguna extraña razón Tony le correspondió, por esta vez, el gesto.

 

 

Notas finales:

 

Gracias por leer.

Nos vemos en el siguiente capítulo. ♥


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