PRÓLOGO
-Toma, una vez tengas los resultados de los exámenes médicos, estarás apto para ingresar a nuestra empresa.-
-Pero no tengo dinero para pagar los estudios.-
-Tranquilo muchacho, es un convenio con nuestra empresa, no te cobrará nada. Ve tranquilo, aquí en el papel está la dirección de su consultorio y su número. Pide un turno, dile que vas de nuestra parte, y ya luego nos traes los resultados.-
-De acuerdo. Muchísimas gracias señor Park.-
Contestó el muchacho un poco más aliviado, mientras se ponía de pie tomaba el papel, y hacía una reverencia de casi 90° a aquel hombre detrás del escritorio, quien le respondió de manera calmada con un asentimiento y luego de eso, finalmente el muchacho se retiró.
Era hora que pudiera finalmente colaborar con la cuota del departamento que compartía con su mejor amigo. Necesitaba el trabajo, y no descansaría hasta lograrlo. Ser piloto de avión era uno de sus grandes sueños. Y finalmente había logrado recibirse luego de muchos años de sacrificio. A sus 27 años, Kim NamJoon era piloto. Ahora solo faltaba entrar a trabajar en la empresa de Korean AirLines.
Él había vuelto de su comisión a la Antártida, no podía creer que después de 6 meses en aquella base, en aquel contenedor encerrado, por fin, era capaz de volver a sentir el cálido sol de Seúl, ese cálido y hasta húmedo, podría decirse, aire de verano. Inhaló exageradamente, cerrando sus ojos y mostrando una leve sonrisa.
Podría disfrutar de su casa, y de su familia durante seis meses, hasta que nuevamente tuviera que partir rumbo a la Antártida nuevamente y llevar a su escuadrón a la base. Eso era lo único malo de su trabajo, estar cada 6 meses aislado de su hogar, pero la paga en verdad era buena y no podía quejarse, después de todo, tenía sus ventajas, sentía que aquel trabajo iba mucho con su personalidad. Debido a que varias veces se habían referido a él cómo una persona fría, y sí, lo admitía, lo era, pero no porque realmente disfrutara de serlo, simplemente porque era bastante tímido, y le costaba demasiado expresar sus emociones de manera positiva. Le apenaba demasiado. Min YoonGi, era tímido, no frío, pero aún a sus 29 años, seguía sin saber cómo expresarse correctamente.
Realmente no sabía qué hacía exactamente en ese lugar, no era lo que tenía pensado para su futuro, pero debido a que por más que se esforzó en estudiar y querer aprobar los exámenes de ingreso a la universidad, no lo logró. Había mucha competencia, y muchas mentes más capaces, que al parecer, él.
Estaba decepcionado, sí, claro que lo estaba, pero no estaba triste, porque a pesar de haber fallado, sus padres por muy increíble que pareciese, no se enojaron, sino todo lo contrario. Le habían dicho que no se sintiera mal, que él había puesto todo su esfuerzo, incluso quizás más que otros, y que a pesar de no haber sido suficiente, se sintiera orgullosos de su esfuerzo. Y en efecto, aquellas palabras realmente le ayudaron bastante, por lo que ahora por sugerencia de su papá, Jeon JungKook con 19 años, casi 20, había logrado ingresar a la academia de policías. Donde de seguro, aprendería muchas cosas.
Quizás más de las que pueda imaginar...
Finalmente había logrado independizarse, finalmente pudo abrir su propio 'estudio', aquella pelea con sus compañeros en sociedad había sido realmente fuerte. Ya venían hace tiempo teniendo constantes confortaciones entre él y el equipo completo casi.
Se sentía frustrado, se estaba haciendo realmente difícil hacer su trabajo de manera eficiente por culpa de aquel ambiente de trabajo, por lo que ya no pudo aguantar más, tenía planeado esperar más, pero aquella pelea, fue realmente el detonante, por lo que terminó renunciando. Sus compañeros se quedaron por unos momentos sorprendidos, pero él sabía que en el fondo eso era lo que querían, que renunciara, que se vaya, debido a que sus métodos no eran iguales a los de ellos, por ende siempre había diferentes resultados.
Utilizando el dinero que su hermano le enviaba mensualmente para ayudar a mantener aquel departamento, logró finalmente abrir su propio estudio, en su propia casa. Sí, quizás no fuera lo más inteligente siendo investigador privado, dónde el anonimato era primordial, pero la verdad que ninguno de los lugares por los que fue a averiguar le terminaban de convencer, algunos por el precio, otros por el estado del lugar, etc. Por lo que terminó decidiendo reacondicionar una de las salas del departamento, para hacerlo su espacio.
Su hermano de seguro pondría el grito en el cielo, pero a él no le importaba, porque sabía que su hermano lo iba a entender luego que su ira se desvaneciese, después de todo, Kim TaeHyung alias 'V' investigador privado, había logrado finalmente independizarse, y si eso era posible, es porque confiaba en sus clientes. Después de todo, no cualquiera es investigador privado a los 23 años. Y si lo era, por algo lo era.
Estaba en su oficina casi tapado en papeles, estaba harto de ello, él no había estudiado para eso, pero allí es dónde lo habían asignado una vez logró ingresar allí. Muchas veces tuvo el impulso de querer pedir la renuncia, muchas veces tuvo las intenciones de ir al director y quejarse, pero siempre su pequeño amigo le decía que se calmase, que tuviera paciencia, que cuando menos lo esperase podría pasar algo increíble, hasta que al parecer aquel momento sucedió, y fue justamente que se enteró por labios de su amigo.
-¡Hyung, próximamente quizás nos crucemos en tu trabajo!-
El aludido quedó realmente impactado y asombrado ante aquellas palabras, tanto que cómo pudo cuestionó a qué se debía aquello a lo que el menor respondió
-¡Es una sorpresa!-
Y cortó la llamada, el mayor suspiró y al parecer su amigo tenía razón, las cosas parecían querer cambiar, pero no por aquella extraña noticia, sino porque un colega golpeó e ingresó a su oficina con intención de comunicarle que el director lo había mandado a llamar.
Éste realmente no supo si aquella citación a la oficina era algo bueno o malo, por lo que asintiendo y dejando aquel informe de forma descuidada sobre la pequeña mesa que tenía, se dirigió a la oficina del director, para luego de unos tortuosos minutos y palabras que parecían no querer ir nunca al grano, escuchó aquellas maravillosas palabras.
-Has sido ascendido, te asignaremos finalmente a tu área. Bienvenido al equipo forense de nuestra estación.-
Aquel hombre ya levemente canoso, le extendió la mano y sonrío divertido al ver la cara de total asombro del castaño.
-¿E-es esto en serio?-
-Por supuesto, de lo contrario no te hubiera mandado a llamar. Felicidades Park JiMin, nuevo forense de nuestra estación de policías.-
-¡Mu-muchas gracias! ¡No lo decepcionaré, haré que se sienta orgulloso de haberme dado esta oportunidad Director Song!-
-No quiero que prometas nada, sólo haz tu trabajo.-
El menor ahora, luego de tomar aquella mano con ambas suyas y prácticamente besarlas de la emoción, asintió y reverenciando al mayor se retiró, y salió de allí con una sonrisa de oreja a oreja.
Finalmente Park JiMin, a sus 24 años, podía ejercer su verdadera profesión, luego de pasar casi 2 años, cómo 'aprendiz' en aquella pequeña oficina de 2 x 2 metros cuadrados.
Su pequeño amigo, había tenido razón, al parecer, ese verano sería tiempo de cambios, finalmente.
Terminó de ajustar sus mangas, se colocó sus guantes y recibió el casco.
Estaba nervioso, excitado, de todo un poco, luego de una pequeña temporada fuera del juego, se sentía nuevamente cómo un aprendiz, un novato en su debut. Relamió sus labios, se colocó el casco, levantó aquel vidrio que se encargaba de proteger su vista e ingresando al coche seguidamente, comenzó a sentir cómo una adrenalina le recorría el cuerpo, cómo tanto la piel de sus piernas como de sus brazos se erizaban debajo de aquel traje anti flamas.
Finalmente le entregaron el volante del coche.
-Gracias.-
Pronunció y sonrió ampliamente una vez sintió aquel 'clic' al haber encajado a la perfección aquella última pieza.
-Recuerda. No es una competencia, es una carrera amistosa, seas el primero o el último no afectará tus resultados o reputación. Disfrútalo y sobre todo recuerda que existe el freno.-
El castaño sonrió ante aquellas palabras de advertencia y asintiendo en silencio bajó el plástico de su casco y puso en contacto el coche, el ruido del motor rugiendo, despertó en él una oleada de euforia que le hizo gritar más que excitado.
Su mánager, por así decirlo, se alejó del coche y se fue detrás de la barrera, para permitirle a su muchacho tomar su lugar en la pista. Se persignó inconscientemente y suspirando cerró sus ojos para volverlos a abrir.
La aceleración de los coches comenzó a escucharse más y más seguido y finalmente la bandera fue agitada. El corazón del director se aceleró, pero obligándose a pensar en positivo observó aquella carrera. Su 'protegido' no había tardado en tomar la delantera, eso le hacía sentir orgulloso y a la vez tenso, a su parecer estaba yendo más rápido de lo habitual. Sabía que al menor la velocidad realmente le gustaba, lo excitaba, pero aquello se estaba tornando algo incómodo y peligroso, tenía un mal presentimiento, pero una vez más, se obligó a confiar en su 'protegido', él era realmente bueno, tenía realmente un buen control del coche, no tenía por qué suceder nada malo, pero aun así no podía evitar pensarlo, hasta que el sonido de un chirrido de neumáticos se oyó y elevó la vista de inmediato a las pantallas.
Un accidente. La parte de atrás del coche del menor había dado contra aquellos neumáticos que se encuentran en la pista, justamente para prevenir daños mayores. De inmediato saltó aquella baranda y fue corriendo hacia el menor junto a su equipo. Estaba descalificado.
Jung HoSeok, alias J-Hope, había 'fracasado' en su regreso. J-Hope a sus 28 años, creía que su carrera estaba perdida.
Él, era uno de los pocos médicos que quedaban, que ejercían aquella profesión por vocación y no por dinero. Él realmente disfrutaba de cuidar a quienes más lo necesitaban, él realmente disfrutaba de ver esos rostros de alivio cuando le recetaba los medicamentos y cuando les decía que una vez terminados los mismos, fueran nuevamente a verlo para un control.
Él disfrutaba de traerles alivios a las personas, y sí aunque no siempre todo resultaba con final feliz, él siempre a pesar del resultado, tenía su consciencia limpia que al menos intentó totalmente todo a su alcance o lo que sus conocimientos le permitiesen.
No hacía mucho que había logrado poner su pequeño consultorio, y la verdad es que le estaba yendo mejor de lo que esperaba, incluso habían llegado a él nuevos pacientes, gracias al boca a boca, y no lo decía él, sino sus propios pacientes, "-Vine porque mi amiga me dijo./ Usted atendió a mi mamá y me dijo que usted era bueno así que por eso vine./ Mi abuela me lo recomendó-."
Sí, efectivamente, esas eran las frases más escuchadas, y las que más alegría le producían, ya que después de todo, aquello quería decir que realmente estaba haciendo bien su trabajo.
Incluso aparte de sus pacientes individuales, tenía también de diferentes obras sociales, debido a que había logrado llegar a un acuerdo con ellos.
El teléfono de su consultorio sonó una vez más de tantas, atendió encantado.
-Buenos días, Consultorio de Kim SeokJin.-
-Bu-buenos días, yo-yo quisiera pedir un turno, me han mandado de Korean AirLines...-
-Oh por supuesto, en estos momentos estoy algo ocupado, pero, puedo hacerle un lugar si es urgente.-
-No-no, no se preocupe, cuando a usted le quede mejor.-
Esa voz tímida y a la vez masculina causaba mucha ternura en Jin.
-Hmm, déjeme ver, ¿Qué le parece mañana cómo a las 9:30 de la mañana?-
-Perfecto, no tengo nada que hacer.-
-Entonces perfecto, lo espero. ¿Su nombre?-
-¿Qu-qué? ¿Mi nombre?-
-Sí, necesito los datos, para saber a quién voy a atender.-
Contestó Jin con una sonrisa casi imposible de disimular en sus labios.
-Oh... Ki-Kim NamJoon.-
-Perfecto, mañana 9:30 a.m lo espero y terminaremos de completar los datos.-
-O-Ok, muchas gracias.-
-A usted, tenga buenos días.-
-S-sí.-
Aquello último prácticamente ni se escuchó y Jin miró su teléfono algo extrañado, y colocó el tuvo en su oído nuevamente, pero la llamada ya había sido cortada.
A Kim SeokJin, a sus 29 años, algo lo desconcertaba nuevamente.