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Fiebre por Dtzo

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Notas del capitulo:

que mejor inspiración que te cancelen el examen final <3

El alma puede arder sin deseo, se consume en dolor y tristeza al ser profanada sin delicadeza o compasión.

En el caso de Yugi era el alma y sobre todo el cuerpo a causa de la intensidad que proyectaba Kaiba sobre él al encarnarse en las noches que el pequeño podía pasar enclaustrado en la mansión Kaiba, sin darle tiempo a resentir la fatiga que los azotaba tras cada orgasmo, al mismo tiempo le daba por escarbar en la piel de Yugi cual tierra mojada o arena, como un gato haciendo sus fechorías con los muebles y cortinas para afilar sus garras o por mero aburrimiento para causa de dolor en su pareja.

Le gustaba la carne, no lo iba a negar, probarla pero sobre todo sentir que la poseía por completo cual niño caprichoso que luego podía llegar a ser.

 

 

 

No era algo que sólo hiciera durante el acto de tomarse y entregarse, fue algo que había comenzado con el más delicado beso iniciando la marca de su territorio en la nuca de Yugi, que era de donde lo tomaba y donde el mencionado tenía uno de sus puntos erógenos por lo cual el gesto, lejos de desagradarle, fue un detonante para tomar confianza y dejar profundizar el beso.

Para Kaiba la piel bajo sus dedos y uñas era delirante el significado de posesión que representaba, algo que como líder nato se regocijaba en el dominio ejercido. Sus hombros, costados, piernas y cuello resultaban ser las zonas afectadas, un rincón demente en Seto Kaiba buscaba desenterrar de ese cuerpo que se tornaba Atem al verdadero Atem.

Yugi, no lo iba a negar, hacía un espléndido trabajo al usar sus frases y en parte moldear su cabello e incluso cambiarse de atuendo antes de verse desnudo y abierto de piernas con el trasero en alto para lo que compendia el acto sexual.

 

 

 

Tal vez su parte favorita era cuando la mañana los encontraba en el mismo cuarto, tal vez no pegados como muéganos pero si a unos centímetros de distancia; ver las zonas intactas de su espalda y glúteos – ya que parecía que la postura favorita de su rival al dormir era boca abajo – le dejaba irritado en algún sentido:

 

 

 

 

“Creí haber clavado las uñas en su trasero cuando lo posicione para introducirme”

 

 

 


Pensó.

A veces la fuerza con que lo trataba no era la suficiente para dejar atisbos de su dominio, así que por las mañanas su estímulo “mañanero” pasó de ser un humeante expresso a un pequeño espacio para despertar a Yugi con un par de pellizcos y rasguños donde él creyera los necesitara.

 

 

Un día normal en que Yugi trabajaba frente a un computador en KC se vio envuelto repentinamente por un abrazo que reconoció al instante, las manos del empresario buscaron delicadamente las del menor.

 

 

-¿Ocurre algo, Kaiba? – Tuvo curiosidad.

 

 

Al instante Kaiba tomó el índice de Yugi y prosiguió a limar delicadamente la apenas visible uña.

 

 

-Nueva regla, sólo yo puedo dejarlas lo suficientemente largas para hurgarte.


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