Quien iba a pensar que una frase tan inocente como:
“Me gustaría un poco de leche”
Fuera a terminar en actos impuros, sólo había entrado por un poco de información aligerando relativamente el ambiente pesado que había en esa cantina de Satélite pidiendo una bebida ¿Agua? Ni de chiste le iban a tomar en serio ¿Alcohol? Era demasiado débil para soportar siquiera un sorbo. Igual lo vieron como a un gatito perdido, pero se dio cuenta de cómo lo observaron relamiéndose las comisuras y no precisamente por retirar rastros de sabor de lo que fuera que estuviesen ingiriendo. Algo de aquellos múltiples pares de ojos le erizaron la piel de pies a cabeza.
-Aquí tienes.
Dijo el barman dejando el vaso con el líquido blanquecino que Yusei no bebió al instante, antes de tocarlo siquiera con su lengua, lo olfateó. No estaba adulterado, al menos esperaba que no. Esperó hasta que la mayoría de los clientes se retiraran, lo cual sucedió ya entrada la madrugada y tiempo en que debían cerrar el local.
-Oye, niño estoy por cerrar.
-Cierra.
Contestó Yusei aún sentado en el taburete de la barra.
-No voy a ser tu niñera, vete, por favor.
El motociclista se levantó del asiento para llegar hasta el encargado y se hincó frente a él acariciando su entrepierna.
-¿Qué se supone que haces?
-No quiero que seas mi niñera, quiero que me atiendas.
La respiración del hombre se volvió pesada y un debate mental no le dejó reaccionar ante las palabras tan provocativas de Yusei y para ser sincero jamás se acostumbraría a ese tipo de comportamiento. Igual ya había estado en prisión pero por delitos menores que jamás abarcaron el abuso de un menor, claro un menor en Neo Domino.
-¿No tienes a alguien más para irte a restregar?
Dicho lo último terminó por botarlo del local a la calle, era un hombre decente a fin de cuentas.
-Con que aquí estabas, Yusei.
-¿Bruno? ¿Por qué me seguiste?
-¿No es obvio? Vas a terminar inválido si alguno de esos sujetos cae en tu juego, esto no es un juego Yusei ¿Qué quieres exactamente?
-Sexo
Respondió sin más para hacer trastabillar al chico androide pero para su mala suerte ya se había acostumbrado a sus berrinches y a su atosigamiento, y como no le hacía el menor caso, a Yusei le daba por ir de rogón con alguien que no se tentara el corazón para empalarlo. Bruno inhaló hondo sosteniendo el puente d su nariz mientras trataba de canalizar esa histeria que le causaba la conducta de Yusei. Tratando de entender porque estaba desvistiéndose a plena luz de luna y revolcándose en el piso como animal en celo.
-Tócame, Bruno.
No iba a hacerlo, si en el taller evitaba que se pusiera exactamente así, en vía pública ni de chiste lo haría.
-Por favor, Bruno.
Se arrastró hasta los pies de quien sus labios no dejaban de pronunciar para lamer la punta de su zapato.
-Por favor, te lo ruego.
-Si te dejo satisfecho ¿Pararás?
-Tal vez.