Así como el Ying y el Yang son Yugi y Jaden, una parejita que es uña y mugre en todo momento. Con un encuentro inesperado, y que cada vez que lo recuerdan con una sonrisa en el rostro y tomados de las manos, mágico e inevitable. No había más, estaban destinados el uno al otro, ambos gozaban de la compañía, de los detalles y las sorpresas. Las cenas románticas a la luz de las velas y la luna junto a un buen vino.
Gozaban de cada temporada al máximo con nuevas experiencias, así complementándose; en primavera Yugi sugirió ir a una tarde en remos a un lago o a visitar una reserva de flores a las afueras de la ciudad, después un mini picnic en la terraza del tricolor hasta el ocaso para terminar escuchando los blues en la radio; en verano los distintos destinos turísticos daban mucho que explorar, y si Jaden se caracterizaba por algo era por la diversión que según él era su segundo nombre y se encargaba de la planeación, pero sin duda uno de sus destinos favoritos era la playa en específico por las caminatas al atardecer sobre la arena.
Dibujaban un corazón en la orilla y escribían sus iniciales, se tomaban de las manos y unían tiernamente sus labios, a veces podían hacer fogatas en la playa y quemar brochetas acompañándolas de un delicioso zumo de manzana, mientras esperaban a que aminorara el fuego de la hoguera se acurrucaban el uno al lado del otro bajo una delgada manta.
Otra de sus actividades favoritas en verano en la playa era cuando se dejaban poner el bloqueador solar, lo hacían tan delicadamente como si sus pieles y cuerpos fueran del material más frágil del mundo; en otoño preferían los matsuri* y ver series de detectives, misterio y drama en las cuales Yugi terminaba llorando de vez en cuando, momento en que Jaden limpiaba con un pañuelo esas gotas salinas; cuando llegaba el invierno iban a esquiar los fines de semana o a patinar sobre hielo, de regreso dependiendo en donde pasaran la tarde – noche, preparaban chocolate caliente con bombones. Uno de los rasgos más tiernos de Yugi y Jaden era que en cada hogar tenían su respectiva taza favorita.
Cuando horneaban galletas la cocina terminaba en un desastre muy delicioso por la mezcla salpicada en sus rostros y mandiles, mientras esperaban a que las galletas quedaran listas encendían el televisor para los maratones navideños y meros comerciales de regalos, otra de sus partes favoritas.
Cada quien buscaba un detalle sin necesidad de despilfarrar el dinero, una vez Yugi le obsequió a Jaden un juego hecho a mano por él de bufanda, gorro y guantes. Jaden le había dado un pequeño peluche, también hecho a mano por él, de kuriboh alado.
Cuando Yugi lo recibió no pudo evitar sentirse sentimental, esa tierna carta que le obsequió a Jaden n su primer día de academia. Un símbolo que representaba por completo el inicio de su relación, un encuentro que siempre gustarían de recordar.