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Moneda de cuatro caras. por contrateMCarey

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LA CARTA DE DANTE

Ya habían pasado tres días desde la experiencia que Dante había sufrido, un día después de aquella experiencia tuvo que ser llevado al hospital pues sus heridas no cerraban, fue suturado y se le recomendó guardar reposo. No tuvo la fuerza para salir durante esos tres días de la cama, Bernardo ni siquiera hablaba con él, le era totalmente indiferente, seguía yendo a trabajar pretendiendo que nada pasaba mientras Dante tocaba sus labios constantemente y se veía al espejo con el rostro desfigurado, todos los días lloraba apenas su verdugo salía por la puerta.

Pero era miércoles, tenía que ir por la despensa al supemercardo pero sus heridas aún eran demasiado visibles por lo que buscó un cubrebocas en el botiquín y se lo puso. Pero al volver de esas compras algo había cambiado en él, de repente su interior ya no era el mismo, así que antes de que su novio volviera de trabajar escribió una carta para expresar su sentir.

Querido, no, no tan querido Bernardo, hoy salí a la calle por primera vez después de la golpiza que me diste en aquel bosque desconocido y debo confesar que me dio mucho miedo porque mi rostro está desfigurado por los golpes que me propinaste, sé que no te preocupa pero tapé mi rostro con un cubrebocas para evitarme miradas y para evitarte problemas.

Tal vez no lo recuerdas porque hace mucho tiempo no eres tú el que hace las compras pero para llegar al supermercado desde aquí sin un auto hay que tomar el tren, para llegar al tren debes caminar diez minutos desde nuestra casa hacia la estación más cercana, hoy caminé esos diez minutos y vi en la calle a un niño siendo regañado por su madre, después a un perro callejero y dos calles antes de la estación me topé con una pobre anciana vendiendo goma de mascar a cambio de una simple moneda.

Bien, una vez que llegaste a la estación debes tomar el que va con dirección al este y esperar dos simples y sencillas estaciones, el viaje raras veces toma más de cinco minutos, pero durante ese tiempo hoy me topé con un payaso que volvía de una fiesta infantil, quitaba con una crema bastante económica el maquillaje de su cara, no sabes lo increíblemente triste que es experimentar ver el verdadero rostro de un payaso sin esa sonrisa maquillada en el rostro.

Finalmente para llegar al supermercado debes entrar en la segunda puerta de la plaza que lleva directamente al destino en cuestión, esa puerta está custodiada por policías que a diario arriesgan sus vidas, incluso si no trabajan o no vigilan lo suficientemente bien corren un riesgo diario, algún día podría llegar un loco con un arma al supermercado y de ellos dependerá la vida de quienes estén dentro.

Después de que seleccionas la mercancía que vas a llevar debes hacer una fila para que las cajeras te cobren, esas benditas cajeras que cuando están de buen humor te sonríen pero cuando están de mal humor te tratan como lo que la mayoría de los seres humanos somos, basura, pero al final ellas y algunos ellos también tienen esperanzas y sueños que cumplir con su trabajo. Hoy una de esas cajeras me dio los buenos días.

Finalmente tienes que volver a casa del modo inverso, durante el camino de regreso el sol quemó mi piel y lloré. Desde ahora y por el resto de tus días, o por lo menos hasta que otro pendejo te soporte, tú tendrás que recorrer ese camino si quieres que en tu casa haya despensa porque se te acabó tu pendejo.

En cuanto llegué a casa y entré con temor comprendí algo importante ¿Sabes qué tienen en común todas esas personas que me encontré hoy? Su situación actual, cualquiera que ésta sea no es responsabilidad de nadie más que de las decisiones que ellos hayan tomado en sus vidas, decisiones que tomaron y siguen tomando con libertad, eso es algo que perdí contigo hace mucho tras haberme equivocado al elegirte, ese fue mi último momento de libertad.

Cuando te conocí no había tenido ni un novio, la desesperación y tristeza se apoderaron de mí a tal grado que he permitido todo sólo por miedo a la soledad, pavor al cambio, pero había olvidado que yo soy tan libre como todos ellos y si hay una sola persona en la tierra que me haya impedido gozar de ese hermoso derecho no he sido más que yo, siempre aferrándome a ti creyendo que llegara el día en que cambiarías y aguantando cada gota de sangre saliendo de mi cuerpo he dejado que tú me moldees como si yo fuera un simple pedazo de arcilla, pero eso se ha acabado hoy, no recibiré ni un golpe tuyo nunca más, jamás dormiré de nuevo contigo, tus gritos ya no me asustarán y no tendré miedo de ti ni un segundo más, pero sobre todas las cosas jamás volveré a ocultar mi rostro con un cubrebocas sólo por querer aguantarte, estos tres años fui un estúpido porque dejé que alguien a quien no le ardió la vagina para parirme me diera órdenes.

Me largo de aquí, te dejo con tu dinero, tu casa y tus complejos, ahora que lo pienso no te estoy dejando, más bien me estoy devolviendo la oportunidad de ser libre y dejar que la luz ultravioleta me de cáncer, que el humo me provoque enfisemas o que la contaminación auditiva me deje sordo, si algún día alguno de esos males me ataca no me impedirán ser feliz pues son cosas que no puedo controlar que le pasen a mi cuerpo, pero si no aprovecho lo que sí puedo controlar entonces sólo soy un vil pendejo como los que antes solía criticar. Me despido y espero nunca volver a verte, por cierto no intentes contactarme, te bloquearé de cada red social y cambiaré mi número apenas salga de esta casa, no sé si lo que me espere afuera sea bueno pero definitivamente no olvidaré jamás a mi libertad.

Por cierto, sólo me llevaré cuatro cosas de esta casa además de mis maletas, las primeras tres son la consola, una de las computadoras y mi teléfono celular, me encantaría que intentaras demandarme de robo por ello pero para tu mala suerte yo soy quien guarda los voucher de todo lo que compras o facturas y los tres comprobantes de esas posesiones ya los quemé, buena suerte intentándolo. Lo cuarto que me llevo es tu reputación porque ahora en el grupo de whatsapp de tus compañeros de trabajo, colegio, amantes e incluso el de tu familia están todas las pruebas de cuantas veces me golpeaste, siempre te dije que tener whatsapp en una laptop era una estúpida idea para hípsters idiotas.

Me largo y ojalá te mueras, con cariño Dante Misterios Ruiz.

UNA VISITA PARA ARIEL

—Insisto en que no era necesario que vinieras hermana, estoy bien —dijo Ariel a su hermana mientras ésta inflaba el colchón en el que dormiría.

—Y yo insisto en que tenía que hacerlo para asegurarme de que en verdad estés bien ¿Ya olvidaste lo que pasó hace seis años?

—Por dios hermana, tenía quince años.

—Pero aún así lograste asustarnos a mi tía y a mí, mira que aparecer intoxicado en un hospital por alcoholismo a los quince años no es algo que hable mucho de cordura mental, mucho menos si fue por un hombre.

—Es verdad que no supe manejar una ruptura una vez pero eso cambió, el trabajar en ese entonces fue un gran escape.

—Aún así no está de más hermano.

Dos días después de que Ariel terminara a César la noticia llegó al conocimiento de Isabel, quien de inmediato llamó a su hermano para preguntarle la historia detallada, al escuchar que todo había ocurrido durante su boda no pudo evitar sentirse culpable y salió de casa para evitar que su hermano cometiera alguna estupidez, llegó a su destino tras cruzar toda la ciudad y su hermano la recibió bastante sorprendido.

—Y dime —retomó Isabel— ¿Cómo te sentiste?

—Terriblemente traicionado, siempre he sido el detractor número uno de todo lo que él hizo y tener esa noticia tan repentinamente frente a mí, sin contar la manera tan gráfica en la que lo vi, hizo que pasara de amarlo a odiarlo en un segundo.

—Jamás habría imaginado que tu novio se había acostado con uno de los amigos de mi novio, de haberlo sabido yo no te habría obligado a llevar a César, perdona hermano.

—No tienes que disculparte —consoló Ariel indulgentemente—, puede que por la celebración y la alegría del momento el golpe me doliera más pero lo agradezco, si no hubiéramos ido jamás me habría dado cuenta de la clase de persona con la que salía.

—Ni tampoco el novio del sujeto con el que se acostó Cesar se habría dado cuenta.

Cuando Isabel mencionó eso el recuerdo de cómo aquel hombre con quien se había acostado César le habría gritado a aquel pobre chico con quien se había cruzado en el estacionamiento volvió a la mente de Ariel, por alguna razón un escalofrío recorrió su espina dorsal y su corazón se estrujó.

—Oye, ese chico ¿Estará bien? —preguntó Ariel, sin haberse dado cuenta de por qué esa pregunta se había escapado de repente de sus labios.

—Ah, ya veo, también conoces los rumores.

—No ¿De qué hablas? —cuestionó Ariel intrigado.

—Sólo son rumores pero Mario me ha contado que en su trabajo los conocidos más cercanos de Bernado sospechan que maltrata a su novio, ni siquiera sé el nombre del tipo pero muchos cuando van de visita a su casa dicen que suelen ver a su novio con moretones o cortadas, incluso una vez con una pierna fracturada, sin contar que son interminables las veces que lo ha engañado.

—Ya veo, parece que hay quienes sufren más que yo.

—Pero retomando a lo que vine quiero saber ¿Por qué no he visto a mi hermano el cobarde llorar?

—Creo que esa fase terminó hermana —replicó Ariel recordando su infancia, vinieron a su mente todas esas imágenes en las que había llorado, recordó cuando de niño lloraba abrazado a su hermana encerrado en su recámara mientras sus padres gritaban en la sala, recordó cómo lloró durante meses a los doce años tras haber perdido a su madre, su memoria también materializó cada lágrima derramada tras el abandono de su padre un año después, el llanto de su primer ruptura y también de cuanto lloró al no encontrar una pareja de nuevo, cada escena se proyectó en sus recuerdos.

—Vaya ¿Desde cuándo cambiaste así hermano?

—Desde que conocí a César, después de enamorarme de él comencé a preguntarme qué clase de hombre quería ser en la vida para la persona a la que amaba, me di cuenta de que las lágrimas nunca resolvieron mis problemas, estando a su lado reflexioné muchas veces y decidí que me convertiría en un hombre más fuerte cada día, un hombre que pudiera sostener a la gente que lo rodeaba a pesar del dolor, y cuando materialicé mi meta decidí que ese hombre no lloraría.

—Pero ya no estás con César ¿Por qué no te das un espacio para llorar? —preguntó su hermana esperando ablandarlo un poco.

—Porque él ya no es la persona a la que amo pero no quiere decir que no habrá una nueva en un futuro ¿No crees? Es por eso que debo hacerme más fuerte  y duro—replicó con una sonrisa.

Isabel vio a su hermano mostrando una sonrisa, en sus ojos pudo apreciar el dolor que cargaba por la ruptura y un patético intento por disfrazarlo, la mayor parte de su pasado ambos lo habían vivido juntos y podía leer en la mirada de su hermano que él decía eso con una verdadera intención de cumplirlo pero su corazón era demasiado blando como para sostenerlo.

—Pues yo creo que eres estúpido hermano —dijo Isabel.

— ¿Por qué? —cuestionó Ariel desorientado.

—Mírate, ahora eres un hombre que ahuyenta su pasado por miedo a las lágrimas.

—Es lo normal

—No, la razón por la que sigues encontrando parejas que te traicionan es por tus fallidos intentos de hacerte el fuerte.

—¿A qué te refieres?

—A que en tu intento de avanzar te has hartado tanto a ti mismo que has dejado de pensar en tu bien para preocuparte exclusivamente por el de alguien más, y de eso no trata una relación.

La respiración de Ariel se detuvo al reflexionar las palabras de su siempre sabia hermana, toda su vida en sus intentos desesperados por no sufrir más dolor había encontrado a personas que le otorgaban una felicidad maquillada en cuyo trasfondo escondía infidelidades o traiciones, todo lo que había conseguido hasta ese momento sólo era una nube de polvo de sus metas.

—Yo…

—No digas nada —interrumpió Isabel—. Si esa es la razón por la que ya no aguantas más entonces deberías ser el de antes.

—¿El de antes?

—Sí, en los caminos es normal que si te pierdes y tomas el equivocado regreses a donde estabas.

—¿A como era antes?

—Sí, aquel niño que lloraba por todo pero que jamás contuvo ningún sentimiento y que volvía a ser feliz cuando derramaba la última lágrima.

Ariel sintió las emociones liberarse de su pecho, comprendió las palaras de su hermana, en su intento desesperado por volverse fuerte se olvidó de sus propias emociones pero a cambio se preocupó a sobre medida por las alguien más, si continuaba intentando hacerse más fuerte sólo se estancaría.

“Ya veo, es verdad, si quiero superar esto lo que necesito no es hacerme más fuerte si no reconocer mi propia debilidad, mi yo que solía odiar, aquel niño que consumía rollos de papel enteros por librarse de sus emociones, tal vez sea momento de volver a eso” Pensó Ariel mientras sus ojos comenzaban a dejar fluir dos gotas de agua las cuales resbalaron por sus mejillas.

—Hermana yo…

—No digas nada hermano —respondió Isabel enternecida por ver la reacción de Ariel—, desahógate, ya va a pasar y llegará alguien mejor, te lo prometo.

Y en cuanto Isabel dijo esas palabras Ariel se soltó a llorar como un niño en los hombros de la persona que más lo quería.


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