Capítulo 1
Un pequeño rubio de aproximadamente 8 años corría por las calles del centro de Londres con un pan baguette, un trozo de queso y dos manzanas en sus manos, cerca lo perseguía un hombre robusto gritando improperios al chiquillo. Pero se veía difícil alcanzarlo, a pesar de sus gritos pidiendo a los demás transeúntes que lo detengan, pues el niño ya tenía una experiencia adquirida por los años sobreviviendo en las calles y sin una libra en los bolsillos.
Al niño le era realmente imprescindible llegar a tiempo a su refugio, que realidad no era más que un abandonado y destartalado edificio compartido con personas como él, basuras que vivían en el abandono, la real necesidad de apresurarse era cuidar a su amigo, la persona más importante que tenía en su corta vida y en ese momento estaba sólo y enfermo en el pequeño lugar que ocupaban de ese edificio, cerca de individuos que podrían ser peligrosas para el debilitado pelinegro, pues aunque el grupo de personas que alojaba en ese lugar se cuidaban entre sí, debido a que la mayoría estaba ahí por la misma razón, aun así había quienes guardaban malas intenciones con los más débiles y no había protección de quien se colaba desde afuera y no era visto.
Rayos -el pequeño rubio de ojos grises llamado Draco decidió dejar esos pensamientos aún lado viendo como el hombre robusto llamó la atención de otros que se unieron a intentar atraparlo. Calculó rápidamente sus vías de escapes y apresuró el paso.
En un camastro deteriorado y poco cómodo a la vista, un niño de cabellos negros desordenados reposaba arrebujado en las pocas mantas que lo cubrían, sus suave pelo se le pegaba a la frente sudorosa por la fiebre, mientras él con sus manitas sostenía y masajeaba su garganta adolorida por la tos y el virus que atacaba su cuerpo.
Dra...co – levanto sus vidriosos ojos al escuchar el sonido de pasos, creyendo que era su compañero, pero solo alcanzó a divisar a una mujer de maquillaje en exceso pero amables ojos, que le ofreció con una suave sonrisa un vaso de agua y acariciando su cabeza le ayudo a tomarla- Gracias –pudo decir en voz baja. Harry era un niño cariñoso, tímido y muy alegre, a diferencia del rubio, quien era más bien reservado, hosco y aprensivo, actuando siempre cauteloso frente a otros y siempre llamándole la atención al pelinegro por su actitud confianzuda cada vez que lo veía acercándose mucho a los demás.
No es nada Harry –Anabelle, la joven muggle de ojos marrones, esbelta figura y cabello castaño claro, lo cuidaba, a pesar de estar perdiendo horas de trabajo y siendo ella prostituta le significaba perder clientes y en consecuencia dinero necesario para subsistir en ese lugar- Ahora descansa que yo me quedare hasta que llegue tu pequeño amigo –le sonrío y se acercó ahora con un paño húmedo posándolo en su afiebrada frente.
No pasó ni un minuto de persecución cuando Draco, se escabullo del dueño de la tienda donde robó la comida de ese día y eludió a quienes lo intentaban cazar, metiéndose entre ciertos callejones conocidos para él y especiales para huir en esos casos. Sin embargo eso también lo llevaba a recorrer lugares peligrosos y calles que se prestaban a todo tipo de negocio ilegal, mayormente tráfico de drogas y prostitución. Tranquilamente caminó a paso rápido por esas calles conociéndolas y siendo un niño inteligente, supo sortear los espacios peligrosos para él y avanzó por los conocidos y menos hostiles, saludando cortésmente a las chicas de cada esquina que ayudaban a su amigo y a él cuando la situación se ponía difícil y no tenían que comer, o le proveían de cobijas y ropas para el invierno.
Oye, renacuajo –lo llamó una de esas mujeres, de ojos azules y cabello negro -pero no tan hermoso como el de su Harry-pensó. La mujer no parecía muy mayor pero sabía que tenía una hija de su misma edad y viven en el mismo edificio que ocupaban ellos solo que en el piso superior, además y un dato relevante a recordar, las dos eran “anormales” o magos como él le gustaba aseverar y corregir a Harry.
¿Qué desea? Estoy apurado –respondió con voz suave, pues el hecho de que Draco sea un niño que ha vivido la mayor parte de su vida en las calles no le quitan ni se olvida de las enseñanzas que le dejo su madre, lamentablemente ya fallecida, lo que le daba a su actitud un deje de elegancia a pesar de sus roídas y sucias ropas.
Espero que sea para llegar donde el lindo chico pelinegro que escondes con tanto ahínco, ya que Ana está saltándose su trabajo para cuidarlo y al jefe no le gustará nada eso –la mujer le conto con voz dura pero sin abandonar la calidez con la que solía tratar a los niños del lugar, en especial a ellos. Obviamente al rubio no le sorprendió que Anabelle sacrificara un día de trabajo por cuidar al más pequeño y sinceramente agradeció en su corazón que lo hiciera. Así que sin decir más y con un gesto asentimiento siguió corriendo por las calles hasta llegar al edificio y entrar sigilosamente a la habitación donde se encontraría su amigo enfermo.
Hola ¿como esta? –saludo rápidamente a la mujer de cabello castaño y se apresuró por revisar y preguntar por su Harry.
Un poco mejor que en la mañana, aunque se la paso todo este tiempo preguntando por ti y no se dormía esperándote, al final el cansancio lo venció –la suavidad en las palabras de la mujer y su sonrisa lo tranquilizó un poco y no pudo evitar sonreír igual al saber lo persistente que fue el pelinegro al esperar por él.
Agradezco mucho que lo vigilara por mi mientras no estaba, sin embargo no quiero molestarle más, menos cuando está a punto de recibir un castigo si no va a trabajar –el rubio le dijo en voz baja y sincero, agradeciéndole profundamente, pero no queriendo ser una carga para la amable chica.
Cariño, no me hables de usted que me siento vieja –respondió riendo- y sabes que ustedes nunca serán una molestia para mí –le dijo con el mismo tono amable de siempre, sin embargo la mirada decidida de Draco no flaqueo- ¿estás seguro que pueden quedarse solos? –preguntó solo para verificar que el niño rubio y de resuelta mirada plateada podía soportar realmente el cuidar a su compañero.
Si señorita Ana, no hay ninguna duda, yo puedo solo –el rubio le sonrió con confianza y se dio la vuelta a verificar el estado del enfermo, dándole paso a ella a retirarse sin problemas. Con incertidumbre comenzó a caminar fuera del lugar, recordado a unos pasos como la llamo el joven y riéndose le grito desde afuera:
¡Gracias por lo de señorita, casi me sonrojo!
Bastante más lejos de allí, un grupo de personas se reunía dentro de una casa de apariencia abandonada en medio de un frondoso bosque. Eran aproximadamente unos 10 hombres y mujeres que en torno de una mesa discutían de variados temas, el principal la descuidada Azkaban que dejo escapar a muchos magos delincuentes, principalmente mortifagos.
Si lo analizan bien, esto nos puede ayudar –un joven castaño de ojos miel hablaba sin alterarse, a diferencia de los otros en la sala- mírenlo así, muchos de los que estaban presos, no eran completamente culpables o eran magos muy bien calificados para dar batalla a quienes son ahora nuestros enemigos.
Acaso te volviste loco o la licantropía te mato las neuronas –le espeto con furia una alta y distinguida mujer madura y de cabello castaño claro, que provocó en el joven hombre lobo temor ante su mirada.
Augusta, no es necesario insultar al joven Lupin ni aludir a su naturaleza de forma despectiva –Fue Minerva McGonagall quien freno a la otra mujer, se sabía que luego de la muerte de su hijo y nuera, Augusta Longbottom agrió mucho más su personalidad y se volvió una mujer altiva y algo desdeñosa.
Señora Longbottom, sé muy bien que usted busca como todos aquí resolver esta guerra innecesaria con los muggles y por eso mismo le recuerdo que para esos debemos unirnos con cuanto mago o criatura mágica posible –nuevamente fue Remus Lupin quien tomó la palabra, luego de recuperarse del ofensivo ataque verbal- conocemos apropiadamente los crímenes cometidos por los magos y brujas recluidos en Azkaban, sin embargo sabemos que muchos de ellos son personas con las capacidades de combates adecuadas para dar pelea en esta guerra y varios ni siquiera son culpables de lo que se les acusa –todos entendían a quien se refería el ojimiel en su última frase y no dudaban de su palabra, pues ellos mismos fueron testigos cuando la supuesta víctima de Sirius Black, amigo y verdadero traidor de los Potter, reapareció en el hogar de los Weasley como una rata cualquiera y fue gracias a la magia accidental de Ronald, hijo menor de la familia, que del susto al verse expulsado por la ventana del cuarto, ubicado en el último piso, se transformó en humano nuevamente. Luego de eso todo fue tomando sentido y aunque quisieron dar a conocer la verdad a las autoridades, nada se podía hacer cuando el mundo mágico estaba envuelto en un completo caos y el abrir un caso como ese no tenía relevancia en esos momentos.
¿Entiendes que estás pidiendo aceptar en nuestra orden un montón de asesinos y criminales de guerra? –esta vez fue Alastor Moody quien habló- está claro que Sirius no tiene culpa de lo que se le acusa y es un mago capaz, por algo fue mi mejor auror, pero ese lugar vuelve loco a cualquiera y si logró escapar dudo que su pensamiento sea el volver a una lucha que lo trastornara aún más.
No estoy pidiendo que vayamos y aceptemos a todos los que escaparon de ese lugar, solo que busquemos a quienes sean aptos para luchar junto a nosotros, personas que deseen recuperar lo que teníamos, acaso no fue Nott quien dijo haberse unido solo para proteger a su hijo y solo luego de que hayan matado a su esposa –contesto con firmeza- o no fue Lucius Malfoy quien asevero que fue coaccionado por su padre y la presión del innombrable para tomar la marca, que solo deseaba vivir tranquilo y repitió incontables veces que muchas veces actuó bajo la maldición imperio.
¡Vamos! Planeas que nos creamos todas esas patrañas de unos elitistas y clasistas que estuvieron a favor de la supremacía y pureza de la sangre, te aseguro que escuche varias veces a Lucius despotricar en contra de los muggles y criaturas como tú –Moody no daba su brazo a torcer y apretaba la mesa con fuerza dándole dureza a sus palabras.
Se puede ver claramente que tú no sabes de fachadas y códigos sangre pura –de la nada se abrió la puerta y apareció el mismísimo Lucius Malfoy frente al grupo congregado alrededor de la mesa- que se puede esperar de un hombre tan hosco e intratable.
Fueron unos segundos lo que se demoraron los que quedaban de la orden para sacar sus varitas y prepararse para hechizar al rubio intruso, más no esperaron ver a un joven pelinegro de ojos grises pararse a un lado del hombre rubio.
¡Vaya! Alastor, esperaba más confianza de tu parte, no imaginaba que me vieras como un cobarde –y con esas palabras se presentó Sirius Black ante la audiencia, sin parecer preocupado por las varitas alzadas ni las miradas de confusión en los demás.
Muy bien suficiente, querido Remus ¿me puedes explicar que está sucediendo? Tengo la idea que tú lo sabes –por primera vez Albus Dumbledore alzo la voz en toda la reunión.
No solo yo Albus, Severus tambié-
¡Ah! Ahora lo tengo claro, el mortifago renegado te convenció de recoger a sus amigos y traerlos aquí –Alastor interrumpió apenas escucho quien era el cómplice del lobo, creando una oleada de críticas de nuevo.
Alastor, por favor mantén silencio y déjales explicarse –otra vez fue Albus quien paro el alboroto y alzando una mano calló a los demás –prosigue muchacho.
Gracias, como decía ciertamente no fue totalmente mi idea pero surgió luego de saber sobre el motín en Azkaban y el posible escape de Sirius –siguió el castaño mirando a su amigo con una amable sonrisa, sin notar la molestia el rubio- todo sucedió muy rápido, le pregunté a Severus si sabía algo sobre Malfoy o cualquiera de los que se hayan fugado, fue ahí cuando me planteo la idea de unir fuerzas y de que el Señor Malfoy buscaba a su fami-hijo a toda costa –en cierta parte detuvo sus palabras, pues sabía cuán difícil fue contarle al aristócrata, el destino que tuvo su esposa e hijo y como se derrumbó al saber que Narcissa fue encontrada muerta y con signos de tortura por algunos magos que vagaban por Londres, dejando así a un pequeño Draco Malfoy solo y perdido.
Esa misma razón fue la me llevo a pensar en los magos y brujas del bando opuesto que perdieron algo en esa guerra y que podrían pelear a nuestro lado en está –Severus Snape retomo la palabra perdida de Lupin y aclaro firme en su postura.
Es verdad, planeo encontrar a mi hijo y si tengo que unirme a ustedes y pelear por recuperar nuestra libertad, lo haré –esta vez el altivo rubio avanzo hacia el grupo que hace rato había bajado las varitas y se expresó con convicción.
Y Yo igual, según sé, perdieron a Harry al dejarlo con la familia muggle de Lily y pienso encontrarlo –se adelantó Black mirando a todos en la sala retándolos a contradecirlo.