Minho tendió la manta sobre el césped, permitiéndose soltar la correa de Launcelot. Estaban en un parque donde era más que común que las personas soltaran a sus mascotas, así que había suficiente seguridad alrededor como para que pudiera ocurrir algún accidente.
Taemin se sentó en la manta, colocando a Launcelot sobre su regazo, para así poder quitar la correa del arnés que el gato llevaba puesto. Cualquiera pensaría al haber sido callejero, Launcelot correría al sentir la libertad. Pero ese gato amaba ser hogareño, y definitivamente amaba vivir con el demonio y el ángel que le mimaban a diario. Se frotó contra las piernas de Taemin, agradeciendo por haber sido soltado, saltando fuera de su regazo sólo para subir sobre las piernas de Minho en cuanto este se sentó en la manta.
Sweetheart, que había sido liberado unos momentos antes, ya se encontraba deambulando por el lugar. Podía haber crecido en los últimos meses, pero seguía siendo ese cachorro que había decidido seguir a Taemin hasta que le cargara. Por eso, no dejaba de correr de regreso a la manta, dejando en Taemin las pequeñas ramas y plantitas que consideraba un buen regalo para su demonio cuidador. Taemin reía cada vez, achuchando al bulldog mientras colocaba las ramitas en una pila.
Una canastas con sándwiches y botellas de agua les acompañaba, además de llevar snacks para los bebés. Claramente pensaban pasar ahí la tarde.
-Me gusta esto…- Suspiró, recargando su cabeza en el hombro del ángel. -Podríamos hacer esto a diario.
-¿Pasear y tener picnics?- Minho sonrió.
-Estar contigo, sólo nosotros.- Específico. -Sin preocupaciones, sin mucho que pensar acerca de cosas que no importan.
Minho rodeó la cintura del demonio con su brazo, pegándole a su cuerpo.
-Pero si lo hacemos a diario.- Rio, besando el cabello del menor. -Nuestra vida realmente es sencilla.
Taemin exhaló, recostándose más en Minho. Le miró, mordiendo el interior de su mejilla, mientras pensaba que Minho realmente se veía seguro de sus palabras. Y entonces lo vio, el mundo entero podría estar mal, porque Minho jamás le diría algo que no fuera cierto. Minho era como él, y ambos se querían.
-Sí, lo es.- Suspiró, poniéndose cómodo sobre el ángel. -Y me gusta.
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