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RENDICIÓN DORADA por Anmilepe

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Notas del capitulo:

¡Hola! Angie reportandose.

Se que he estado ausente por un buen tiempo, realmente no fue mi intencion, pero he tenido muchos obstaculos personales ultimamente, incluso pense en dejar de escribir, pero les prometi terminar esta historia, y mientras aun exista un solo lector, por el lo haré.

El capitulo es algo corto, pero espero que lo disfruten mucho.

Atentamente

Angie

La luna era una delgada pero brillante luna creciente en el cielo cuando Sasuke la miró fijamente. Las estrellas mostraban un conjunto brillante de esplendor contra la tinta negra del cielo. El aire que pasaba por la ventana abierta era frío, aunque Sasuke no se sentía con el valor suficiente para levantarse y cerrarla, temblando dentro de su fino camisón de lino. No había mucha direferencia. La tensión que lo acribillaba era mucho mayor que el frío. No pensaba que se pudiera estar mas nervioso, y aun así tembló ligeramente cuando oyó que se abría la puerta y luego se cerraba, y una nueva ola de sensación nerviosa lo sacudió.

 No se dio vuelta, pero esperó, consciente de que él se apoyó contra la puerta que deliberadamente había cerrado, consciente de que él lo miraba. El doncel tragó bruscamente, preguntándose de nuevo a qué juego jugaba, ya que si él había decidido que lo quería otra vez, sabía que solo tenía que tomarlo. Sus pensamientos viajaron traicioneramente a lo largo de aquel rumbo. Tenía que mantener su postura contra él, y aunque rezaba para que él extendiera la mano y lo reclamara antes que él sucumbiera, para entonces le tendría otra vez y podría conservar su orgullo.

—    Debo aplaudirte, esposo, − declaró él finalmente con una voz cansina y suave−.  Parece que has capturado el corazón de mi hermano. Menma esta muy impresionado.

Sasuke se encogió de hombros, manteniéndose de espaldas.

—    Encuentro a Menma cortés y agradable.

—    Extraño, ya que él es de mi familia.

Sasuke no hizo caso de su comentario. 

—    Me habría preparado más gentilmente para tu familia si hubiera sabido que vendría. De hecho, acabo de ser consciente de que existe.

—    ¿Has pensado acaso, señor, que los Vikingos somos realmente la semilla del diablo vomitados sobre la tierra en vez de nacidos de madre y padre? Seguramente debes haber supuesto que yo tenía familia.

—    Nunca has hablado de tu familia

—    Nunca preguntaste

Sasuke se encogió una vez más, y tembló cuando una ondulación en la brisa envió una ráfaga de aire frío hacia adentro. Permanecían en silencio, y Sasuke sintió que el frío hizo eco de la distancia entre ellos. Aunque sabía que sólo tenía que darse vuelta para encontrar el acero de sus ojos y sentir que era tocado por una llama.

El doncel no quiso darse vuelta; no quiso encontrar aquellos ojos que robaban su alma, amenazando con privarle de todo el orgullo y desvelar todo lo que había procurado tan desesperadamente permanecer oculto en su corazón.

—    ¡Cierra esos postigos! − ordenó bruscamente —. ¿Quieres poner en peligro tu salud y la de mi hijo?

Sasuke cerró los postigos enrejados, pero continuó mirándolos fijamente sin expresión. El silencio reinó entre ellos una vez más, tanto tiempo que se preguntó si dentro de poco aporrearía las paredes de piedra y chillaría en voz alta como los gemidos de los fantasmas de la muerte que atormentan los bosques.

—    Date la vuelta, Sasuke − ordenó él finalmente de forma suave.

Él lo hizo muy despacio, entrelazando sus dedos fuertemente delante de si, bajando su cabeza ligeramente para mirarlos fijamente en lugar de a él.

—    Tengo curiosidad, irlandes, por saber por qué no te enfrentas a mí.

Sasuke levantó sus ojos hacia él.

—    Y yo tengo curiosidad, mi señor, por saber solo a que juego estás jugando.

Naruto levantó en alto una ceja en un hermoso espectáculo de inocente pregunta mientras cruzaba los brazos sobre su pecho y sonreía irónicamente.

—    Me temo que tendrás que explicarte mejor si deseas una respuesta.

—    Muy bien – dijo Sasuke con serenidad levantando su barbilla−. ¿Qué es lo que quieres, mi señor? ¿Qué es eso de lo que tenemos que hablar?

—    No es lo que yo quiero, Sasuke, si no lo que tú quieres

Se dio la vuelta de nuevo, mirando fijamente hacia los postigos cerrados.

—    No te cebarás en mí, Naruto. No espero que me des permiso para viajar con Obito y Shisui a Tara.

—    Vuélvete, Sasuke, y por favor no presiones mi paciencia haciéndome pedírtelo continuamente −.  Él se volvió, suspirando con impaciencia −. Dime, irlandes − exigió él suavemente−. ¿Quién es el que te apena? ¿Izuna, o el jóven rey de Connaught? ¿El hermano o el amante?

—    Neji nunca fue mi amante − contestó Sasuke suavemente−. Lo sabes muy bien

Él inclinó su cabeza ligeramente.

—    Contesta mi pregunta, te lo ruego

—    Me aflijo por ambos, Naruto − contestó con una tranquila dignidad −. Por un hermano amado de verdad a lo largo de los años, y por un amigo que era valiente y afectuoso, un jóven noble, jefe de su provincia.

Naruto se quedó en silencio durante un momento y luego le habló suavemente.

—    No hablaremos más de esto, y no pisotearé más insensiblemente tus sentimientos, porque el dolor que soportas es algo que conozco, y yo no retorcería una daga que estuviera perforando un corazón.

Él aclaró su garganta, como si estuviera impaciente con la propia emoción de su corazón. Su voz cambió bruscamente a su más acostumbrado y profundo cinismo y correctamente burlona.

—    ¿La pregunta es, irlandes, cuánto, de verdad, te gustaría ir?

Sasuke comenzó a sentir un martilleo en su corazón cuando comprendió que la extraña luz en sus ojos de esta tarde era algo con lo cual no estaba familiarizado. Éstos ardían con un añil extraño, distantes, pero explorando con intensidad.

—    Seguramente sabes − replicó, lamentando por dentro el hecho de que no podía hacer que su voz fuera mas que un susurro afligido − que quiero ver a mi padre desesperadamente... ver mi casa −. Silenciosamente aclaró su garganta, pero su voz era todavía ronca −. Tal y como sabemos, mi señor, que me lo negarás.

Él no contestó enseguida. El calor que el doncel había esperado tiñó su cuerpo y sus mejillas de un ruborizado rosa mientras él examinaba sus formas despacio con sus ojos. El lino que vestía, él lo sabía, era transparente. A la luz de la vela su forma sería, seguramente, una silueta debajo de éste.

Los ojos de él volvieron a los suyos.

—    Quizás no, irlandes. Depende de ti

—    Estas de broma

—    No, no lo estoy. Dependerá del premio que valga el trueque.

—    No entiendo por qué te burlas de mi con estas palabras de trueque− gritó Sasuke con una entrecortada pero sarcástica mordedura −. ¿Me pides cambiar mi cuerpo, y prometes que haciendo eso puedo viajar a la casa de mi padre? Entonces te digo, mi señor, por lo que he sabido por experiencia, que harás lo que te plazca independientemente de lo que yo diga. Eres, todavía, mi marido. Nunca he luchado contra ti.

 El doncel se sorprendió al ver que una sonrisa sutil de diversión rezumaba en sus labios carnosos.

—    Eso, irlandes, es discutible. Pero no, Sasuke, no te pido cambiar tu cuerpo. No soy un idiota, señor, y tampoco serías capaz de cambiar lo que ya es mío.

Una proliferación de enfado y humillación carmesí cubrió el matiz ligero de rosa suave. Sasuke había pensado permanecer frío y desdeñoso y, de todos modos, Naruto simplemente jugaba con él. Había sido un idiota al asumir que él le había deseado mientras había estado lejos estas semanas. Mientras él crecía regularmente más redondo y torpe, una criatura hermosa, criada para los caminos del placer en una tierra distante, esperaba para cubrir sus necesidades si él así lo escogiera.

—    Te pido entonces − se rompió el doncel−, que ceses con estos juegos, ya que realmente me estoy empezando a cansar. Di si o no y me podré ir... 

—     Un hombre −  interrumpió él −  cualquier hombre, si, hasta un Vikingo, dice si o no, casi siempre, dependiendo de su humor. Si él está de buen humor, relajado y engatusado, con mayor probabilidad dice que si. Cuanto más contento esté más tenderá a complacer.

—    ¡Naruto! ¿Qué es lo que quieres de mí? Dices que no tengo nada para cambiar...

—    No, no es eso lo que dije.

Él lo paró con una voz tan suave que era casi un susurro, aunque Sasuke lo oyó con todo su ser. Esto lo alcanzó, enviando un calor vertiginoso a lo largo de su columna y a través de sus miembros, tan seguro como que tenía sus manos acercándose.

—    Solo dije − continuó, dando un paso hacia él, y luego deteniéndose − que no podías cambiar tu cuerpo, ya que, por supuesto, esposo, es mio. Pero no busco a un doncel poco dispuesto. Ni incluso una respuesta que es grata y envidiada. Una vez me dijiste que hay algo que no puede ser tomado, que solo puede ser entregado. Y fuiste sabio en esto, irlandes. Compláceme, irlandes. Ven a mi, dámelo.

—    ¡Bromeas de nuevo! − Sasuke le imitó friamente − ya que no puedo mientras me etiquetas...

—    Ah, pero esa es la premisa del trueque. Uno debe de dar para ganar. Si quieres ir a Tara, entonces debes de mejorar mi humor, porque en este momento está sombrío.

 Sasuke le miró fijamente mucho tiempo con incredulidad, y con el fuego de azabache en sus ojos queriendo saltar hacia fuera y enredarse, como un relámpago irregular, con el crepitar de sus ojos azul hielo.

—    No puedo − comenzó otra vez con un jadeo desnudo, pero con su voz apagada mientras él se encogía de hombros y se daba vuelta bostezando a la vez que soltaba el broche que prendía sobre su hombro.

—    Entonces, desafortunamente, permanecerás dentro de mis muros.

—    ¡Naruto!  − Sasuke desenlazó sus dedos y sus puños golpearon la piedra detrás de ella.

Él se dio vuelta para enfrentarlo una vez más, con una ceja dorada levantada en una pregunta cortés.

—    ¡Eres un bastardo! − rabió.

—    Ha sido tu decisión.

Desgarrado y confuso, siguió mirandole fijamente.

—     Que diferencia ...

Su ceja se arqueó más alto y su sonrisa burlona se ensanchó.

—    Ah, supone una diferencia enorme, Sasuke. Eso es un trato.

De todos modos, el doncel vaciló, como si los segundos pudieran dar alguna respuesta divina a su dilema.

—    Te equivocas, Naruto, ya que tanto si soy yo quien acorto la distancia entre nosotros o eres tú, todavía me siento forzado.

—    No, Sasuke. Te moverás por tu elección. Esta noche solo tienes que decirme que no para que yo abandone la habitación.

—    ¡Y negarme el permiso para viajar con mi padre!

Él se encogió de hombros.

—    Lo digo de nuevo, un hombre de buen y apacible humor está más predispuesto a dar. Y piensa sobre esto, Sasuke. Preguntas mucho. Los invitados moran dentro de nuestra residencia, y solicitas esto después ir por detrás de mi espalda a desafiar mi voluntad. Es tu opción completamente. De hecho, te advierto, que debes de complacerme enormemente por los acontecimientos del día que profundamente han puesto a prueba mi carácter.

Sasuke incó sus dedos fuertemente en sus palmas, desgarrando su carne con las uñas. Parecía que él siempre ganaba sus batallas con un elemento sorpresa, un giro en el método de asalto. Éste le había dejado atontado y sin defensa. Si sólo pudiera considerarlo con serenidad, y decirle que no había ningún premio que él pudiera ofrecer para conseguir lo que solicitaba...

Lo había dejado verdaderamente vulnerable, sin defensa. Sasuke ardía en llamas con la añoranza de él para retomar los pasos... sus pasos... aquellos que lo habían abandonado con orgullo. Su mente se entorpecía con la necesidad de su cuerpo y de su corazón. El doncel no podía dejarle salir por la puerta. Su orgullo no igualaba el sacrificio de saber esto esta noche, con sus pasiones acelerándose con fuerza, él podría darse la vuelta, marcharse del cuarto, y buscar a la belleza exótica que tan bien había bailado.

Su frente se relajó mientras se encogía de hombros y se volvía una vez más hacia la puerta de entrada. No podía seguir dudando.

—    ¡Naruto! − su voz fue un chasquido rebelde, aunque fuerte y temblorosa.

Él se paró, inclinándose con un aire de expectativa contra la madera sólida.

—    Entiende lo que digo, irlandes − dijo él severamente−. Nada de medias tintas. Nada de besos rígidos, ni de labios fríos. Vendrás a mí libremente, y me ofrecerás todo.

Sasuke tembló y se le secó la garganta. Naruto, suplicó silenciosamente, si sólo fueras tú quien se acercará a mi, encontrarías todo lo que buscas. Tanto que podría hacer aquello por lo que preguntas. Tengo miedo, miedo de que yo falle. Asustado de que mi forma abultada no te sea tan trayente como aquella que has visto tan elegantemente bailar.

—    Sasuke.

El tono tranquilo de su voz era irresistible, y de todos modos no podía moverse. Él habló otra vez, y el doncel comprendió que él realmente podría alcanzar su corazón y su alma con el acero azul de su mirada.

—    Eres, esposo, más exquisitamente hermoso para mí que nunca antes. Es mi hijo el que redondea tu vientre y llena tus mejillas con la rosa de la salud. De verdad, Sasuke, cuando las lunas restantes hayan ido y venido y estes casi al final, tu forma todavía, para mí, será la mas hermosa. Eres mas que una fiebre para mi, Irlandes, y todavía, no puedo comprender esta fiebre.

Las lágrimas se cernieron bajo sus pestañas. No me hables tan gentilmente, gritó por dentro. No me adules y engatuses cuando hables de las necesidades de la carne y no del corazón.

—    Irlandes, no esperaré mucho más.

Alzó los ojos hacia los suyos devolviéndole fuego. No le mostraría más sus miedos, ni su corazón. Él deseaba negociar, cumpliría con su lado del trueque. Naruto retorció su alma y él pagaría el precio que el vikingo exigía con toda la delicadeza que poseía.

Dio un paso desde la ventana y luego se paró, mirandole fijamente mientras alcanzaba el dobladillo de su vestido y lo sacaba de una manera lenta hacia arriba, sobre su cabeza. Todavía mirandole fijamente, dejó caer la ropa sin la debida atención, y esperó mientras el nórdico azul de sus ojos se volvía más profundo recorriéndole con la mirada, dándole una pequeña pista de su evaluación mientras seguía esperando su movimiento.

Comenzó a caminar hacia él, inconsciente de que la reticencia temblorosa que había detrás de su audacia, hacía que sus pasos fueran más atrayentes, que el balanceo de sus caderas fuera más que una tentación.

¿Por qué era, Naruto se preguntaba, que cada vez que lo veía, lo viera como un banquete que debía devorar vorazmente con sus ojos una y otra vez? Él no mintió cuando le dijo que ejercía una fuerte fascinación sobre él al llevar a su hijo tan maravillosamente. Su garganta y sus hombros todavía tan delgados, tan erguidos, las venas dentro de los rastros pálidos de azul que atraían el toque apacible de sus dedos, sus pezones oscurecidos como una rosa oscura, erguida y floreciente como los pétalos crecientes. Él podía ver el hinchazón sutil de su cintura, y la redondez de su vientre dentro de las líneas anguladas de sus caderas.

 Sus piernas aun no habían cambiado. Largas y ágiles y cruelmente esculturales. Sasuke se movió con un misterio y una gracia innatas, cada paso que daba era una demostración de seducción fluida. Todo que lo que tendrías que hacer alguna vez es caminar, esposo mío, él pensó, y le darías placer a cualquier hombre que respirara.

Se le ocurrió entonces que él había cambiado más, ya que le dejaba ir a Tara. Pero por ahora eso no importaba. Él habría cambiado su alma al diablo cristiano en este momento. Desde que lo había estado observando durante el día, y sus ojos de ebano brillaban sonrientes mientras deslumbraba a su hermano, él sabía que daría algo, sacrificaría las noches venideras, solamente por este momento. Usaría cualquier medio, justo o sucio, para hacerle venir a él, alcanzar su contacto, mirar fijamente en sus ojos libremente iluminados por la pasión de ebano y la magia que existía en el círculo de tensión entre ellos.

Su aliento pareció encogerse en su garganta mientras el doncel se acercaba. El olor suave y sutil de rosas atacó sus sentidos, llenándolo, impregnando su corriente sanguínea. Él podría extender la mano y sentir la maraña de su pelo sedoso, como una madriguera bajo sus zarcillos en forma de abanico, con el dolor de sus dedos queriendo acariciarlo.

Pero él no lo hizo. No se movió, en apariencia tranquilo, aunque temblando por dentro. Estaba ardiente, pero esperando que el éxtasis de su contacto sobrepasara al de su movimiento sensual hacia él.

Sasuke se paró cuando llegó junto a él, bajando sus pestañas en forma de media luna de ébano sobre sus mejillas. Él no lo alcanzó; lo probó de todas las maneras. El doncel tembló con vacilación, con miedo otra vez de que no pudiera, más bien de que no quisiera, darle el placer que él exigía. Pero él no le dio cuartel, y tenía que continuar. No podía retirarse.

Levantó sus pestañas y encontró que le aguardada, evaluando el azul del cielo nórdico en el crepúsculo de sus ojos. Sus labios se habían secado, y Sasuke los tocó ligeramente con la punta de su lengua y movió sus pies desnudos en el suelo para avanzar el último paso. El doncel se paró delante de él, muy cerca, lo bastante cerca para sentir el infierno de calor y poder, la fuerza y el juego de sus músculos que se mostraban con cada aliento, el grado lleno y potente de deseo que su ropa no podía ocultar.

—    De todas las formas —  susurró él, siendo sus palabras una caricia sobre su mejilla.

Sasuke permaneció de pie resbalado sus brazos alrededor de su cuello, y ligeramente, muy ligeramente restregó los labios contra lo suyos. Se retiró hacia atrás ligeramente, pero aun así Naruto se quedó mirándole fijamente con sus ojos llenos de anticipación. El doncel llevó las manos a su cara, alisando un mechón de pelo dorado de su frente, extendiendo luego sus dedos ahuecándolos sobre sus mejillas y su mandíbula. Rozó su pulgar sobre su boca, y se acercó otra vez, presionando los labios contra los suyos mientras le sostenía, moldeando su cuerpo contra el suyo, apretando su pecho contra su pecho, entrelazando sus caderas y moviéndose contra él.

 Un gemido retumbó desde su pecho cuando sus brazos se cerraron sobre él, fundiendo firmemente su contacto. Profundizó el beso que él había comenzado mientras se abandonaba a las restricciones de la pasión, acariciando su boca a fondo con calor y exigiendo el contacto de su lengua. Sus manos se movieron sobre su espalda, masajeando, dominando, enredándose en su pelo, explorando sus hombros y su columna, bajándolas para acunar sus nalgas y levantándolas para pegarlo cada vez más contra él.

 Aunque tenía muchas ganas de gritar, se dejó caer débilmente contra Naruto. Pero cuando sus labios se separaron, Sasuke dejó que su pelo ocultara su mirada, mientras dejaba de acariciarle la cara para desatar su broche, permitiendo que el blasón plateado del lobo cayera al suelo sin prestarle atención junto con la majestuosa tela roja de su capa, que flotó hacia abajo como una nube ardiente.

 Se quedaron mirándose fijamente durante un momento, y en aquel espacio de tiempo sin aliento, Sasuke fue consciente de que le rindió su voluntad, y aún en ello encontró la fuerza de una confianza extraña. En aquellos breves segundos le llegó una admisión hambrienta; sus necesidades se asemejaron a la nube sangrienta de su capa caída, tan pura y tan honesta, tan fuerte y tan innegable, tan valientemente poderosa. El doncel bajó sus ojos, poniéndose de rodillas ante él, humilde y aún así orgulloso mientras le quitaba las botas.

Naruto posó las manos sobre su cabeza y luego enroscó los dedos por su pelo para alisarlo hacia abajo. Pero el doncel no buscó sus ojos, en cambio volvió su atención a su cinturón. Él le permitió esta acción, acariciando la seda nocturna de su pelo entre sus tensos y temblorosos dedos. Él tomó sus manos brevemente para retirar la túnica de sus hombros permitiéndole también caer a torrentes sobre el suelo, y luego volvió a tenerlo otra vez entre sus brazos, con la carne desnuda atormentándole despiadadamente aunque apaciguandole con una satisfacción dulce y sensual. Él estaba asombrado y a la vez enormemente satisfecho cuando Sasuke continuó con su valiente agresión con una maestría instintiva, moviéndose contra él, acariciando su pecho con la caricia rítmica de su pecho, su virilidad contra la suya. Y mientras el doncel se movía, sus labios y sus dientes rozaban sus hombros, sus dedos delicados encontraban la fuerza y el dominio mientras acariciaba sus hombros y sus brazos, explorando su pecho, sus pezones y la tensión de sus músculos más abajo.

 El doncel se dejó caer hacia abajó contra él de nuevo, tocando y acariciando con sus dedos creciéndose valientes, atormentando con sus labios mientras exploraba con una leve vacilación, como una gran aventura. Todo... de verdad, Sasuke realmente le dio todo, jugando al juego del amante con sus sentidos, el cual él le había enseñado tan bien, calentando sus muslos, sus caderas, tomándolo de una forma que le destrozaba, le fortalecía y encendía fuegos que le enardecían más allá de su resistencia.

Él lo alcanzó entonces con un gemido de exigente agonía más profunda y placentera, con un propósito sin lugar a dudas intenso. Él lo llevó en sus brazos a la cama, y se encontró con unos ojos de azabaches, deslumbrados, con todo lo que él podía había deseado. Sasuke rió, y otra vez sus ojos, con sus pestañas oscuras, sostenían la belleza y el misterio que los envolvían, inponiéndose con una fascinación que él nunca podría evitar.

 Naruto se tumbó a su lado, colocando su pelo contra la almohada. Pero el doncel estaba lleno de energía provocativa esa noche, y rodó contra él, deslizando su cuerpo a lo largo de él mientras se colocaba a horcajadas, arqueando su silueta llena de una belleza orgullosa y espléndida, a la vez que lo tomaba dentro de él. Un estremecimiento de placer le arrasó y agarró su cintura, dirigiéndolo cuando Sasuke comenzó un movimiento fluido y sensual. Sus manos se movieron por la elegante línea de sus nalgas, y luego de repente todo su interior estalló en llamas, agarrando los mechones de ébano de su pelo para atraerlo, devorando su boca con el hambre de sus sentidos. El doncel gimoteó ligeramente ante su demanda, y se esforzó por emparejar su tempestad. Sus manos vagaron por su columna de nuevo, encontrando la curva de su cadera, manteniéndolo contra él. Su beso se interrumpió y Sasuke se elevó sobre él una y otra vez, pero incluso mientras se encontraban en la tormenta de sus deseos, él tuvo que tocar su pecho, y se levantó para acariciar los pesones sensibles con sus besos.

 Naruto lo rodeó con sus brazos, y sin separarse de él, lo colocó debajo, llevándolos a la cumbre con una oleada de pasión y de demanda masculina. Él lo agarró cuando sintió su liberación, y cogió sus labios de nuevo para atrapar su final con empujes estremecedores, aunque cuando ambos se quedaron inmóviles, él no lo liberó, si no que esperó, y al momento comenzó de nuevo, con un ritmo lento que volvió a encender las llamas que Sasuke había pensado que se habían apagado.

—    No ...  —  susurró débilmente, perezoso y temblando con la satisfacción de su cuerpo—.  No puedo. No pienso ....

—    Ah, irlandes, tú puedes. No pienses ... siente, — susurró él a cambio, riendo a sabiendas cuando el doncel gimió y se retorció de nuevo.

De pronto Sasuke lo agarró ardientemente otra vez, sus uñas arrastrándose por su pelo, rozando su espalda, añadiendo la emoción sobre la emoción a su sistema. Naruto lo amó, lo admiró, disfrutó con él, capturando rápidamente su belleza y su esplendor. Él saboreó cada jadeo sin aliento que llegó a sus oídos, sintió el placer en sus estremecimientos y gritos que otra vez atormentaron su cuerpo delgado tan absolutamente encajado bajo él suyo. Tiempo. Él deseaba moverse ardientemente. Aunque la tempestad que se había arremolinado entre ellos se deslizó pacíficamente y, dulcemente completa y agotada, Sasuke se durmió. Naruto miró la curva de sus labios separados mientras respiraba, las líneas finas de su cara, el brillo elegante de su cuerpo. Él lo envolvió dentro de sus miembros y sus brazos, exhaló un largo suspiro de profunda satisfacción y se durmió.

 

Sasuke se despertó despacio, dejándose llevar por la satisfacción. Cuando abriera los ojos tendría que afrontar la verdad, y era un dolor que quería evitar.

Su noche había sido tormentosa y protegida, la tierra y la magia. Aunque todo esto había sucedido para que pudiera dejar al Vikingo de oro que todavía dormía tan profundamente a su lado.

 El doncel le había entregado su precio. Podría cabalgar a Tara, dar consuelo a su afligida madre, abrazar a su padre, y arrastrar las penas del pasado. Sería capaz de llorar la muerte de Izuna y de Neji, ofrecer rezos por sus almas para que descansaran junto a Cristo, todo misericordioso. Necesitaba ese tiempo, necesitaba sentirse cerca de aquellos que lo amaban ahora, aquellos que lo habían hecho posible en el poco tiempo que llevaba sobre la tierra.

 Más desesperadamente de lo que hubiera estado por escaparse, ya que nunca podría ganar una batalla cuando se encontraba constantemente dando gracias a la tierra. Había jurado no perdonarle nunca; aunque sabía, como cualquier hombre, doncel o mujer que alguna vez hubiera amado, que estaría dispuesto de perdonarle, pero era él el que tenía que solicitar su perdón.

A menudo soñaba con ese día, entre sus brazos, un sueño que comenzaba a ser dolorosamente real. Naruto le creía, tomaba su mano, admitía con angustia que se había equivocado, suplicando su perdón, reconociendo que no lo merecía. Diciéndole que lo amaba por encima de todos.

Pero ese día nunca llegaría. Tuvo que admitirlo, aceptarlo. Cuando él lo tocaba, cuando Naruto le susurraba palabras de como lo complacía, de como le gustaba sentirse dentro de él, era tan fácil de creer, de soñar que un día lo amara, confiara en él, lo necesitara.

Sasuke tenía que darse cuenta de que las palabras dichas en medio de la pasión eran facilmente olvidadas. Él no lo necesitaba o lo amaba; lo deseaba, e incluso este era un vínculo muy frágil. Se marcharía y esa misma noche él podría susurrar palabras similares a otra mujer o doncel. Él quería a su hijo, pero ya le había advertido con amenazas encubiertas que se atendría a la ley irlandesa para dejarlo de lado una vez que el niño hubiera nacido.

Ahogó un sollozo suave y comenzó a ser consciente de él. Su brazo al azar estaba echado sobre su pecho, su musculoso muslo y su rodilla curvada sobre su cadera y su pierna. Sasuke abrió los ojos y giró ligeramente la cabeza para estudiar sus rasgos.

Su cara parecía mucho más jóven mientras dormía. Las líneas de tensión se reducían, el granito de sus emociones rígidamente controladas se relajaba. Aunque la estructura de su cara fuera espléndidamente dura, aunque sus pestañas del color de la miel protegieran el penetrante azúl nórdico de sus ojos, él mantenía las cualidades de su imprudente juventud. Sus labios, tan llenos y definidos, se torcieron un poco, como si sus sueños fueran dulces. Un mechón de pelo dorado se desplazó por su frente, enredándose con sus gruesas y claramente arqueadas cejas con forma de media luna. Tuvo muchas ganas de tocarlo, de sentir tanto la suavidad como la aspereza de su pelo, alisarlo de su frente, pero no lo hizo. Raras veces el Zorro dormía tan profundamente. Un suspiro, un leve movimiento, fácilmente podría despertarlo, y era agradable mirarle. Un hombre poderoso se hacía vulnerable ante su angustiado y sediento estudio.

 Su atención se centró en sus hombros y compuso una mueca cuando pensó que, seguramente, era una fantasía verlo como vulnerable. Sus músculos permanecían alerta bajo el bronce de su carne incluso mientras dormía. Estaba solidamente fortalecido. Tenso, impecable y musculoso. El rey dorado de los zorros. Y lo voy a abandonar. Debo, pensó con mucho dolor, cuando de pronto se preguntó si él tendría la intención de mantener su acuerdo esta mañana. Era posible que simplemente hubiera jugado con él, que se reiría y le diría que él no le debía nada.

Echando humo por la vergüenza de su propio comportamiento impaciente, comenzó a toda prisa a deslizarse por debajo de sus miembros extendidos accidentalmente, tratando de tener cuidado. Pero esta mañana él estaba profundamente dormido. No se movía ni un músculo en su cara.

Sasuke se puso de pie y se estiró, tambaleándose ligeramente por el dolor de sus músculos, buscando apresuradamente el vestido de lino que había desechado la noche antes. Se felicitaba sobre su fácil fuga cuando quedó congelado por el miedo, escuchando un toque monótono pero firme en la puerta. Él voló, esperando contestar la llamada antes de que Naruto se diera cuenta.

Iruka se encontraba delante de él, un poco desconcertado cuando la puerta se abrió con furia y Sasuke se quedó mirándole fijamente con los ojos muy abiertos. Él llevaba una tina de agua para lavarse, que chapoteó peligrosamente sobre sus propias manos cuando dio un paso hacia atrás.

—    Lo siento, mi señor — él murmuró rápidamente—. No sabía si deseaba un baño o no, pero traje esto porque su hermano dice que desea marcharse dentro de dos horas. Le pide que tenga sus cosas listas.

—    ¿Qué? — Sasuke interrumpió, sacudiendo su cabeza con confusión mientras arrugaba la frente. ¿Cómo podría Shisui saber que él finalmente había recibido el permiso para viajar? Naruto no había salido fuera de la habitación desde que había llegado a un acuerdo con él.

—    Mi señor Naruto anunció anoche que usted acompañaría a Shisui y Obito a su casa de Tara — dijo Iruka alegremente, convencido de que llevaba buenas noticias. Su risa se marchitó cuando vio la cara pálida de Sasuke y sus labios apretados—. ¿Hay algo mal? ¿Debo decirle a su hermano que no está bastante fuerte para emprender el viaje?

—    Ah, no, Iruka. No, no, no. Realmente tengo la intención de emprender este viaje—. Sonrió entre sus dientes apretados—. Por favor diga a mi hermano que tendré mis cosas listas dentro de poco y que estaré listo para marcharme a su conveniencia—. Sasuke alcanzó la tina del agua y siguió sonriendo cuando cerró la puerta. Se dio vuelta y miró la figura del hombre que yacía sobre la cama, plácidamente dormido, con sus labios todavía curvados con una semisonrisa agradable. Nunca lo había visto parecer más cómodo. Incluso en su sueño se le veía con aire de suficiencia, con arrogancia, contenido.

 Un relámpago de furia se azotó a través de él, que era todo lo que podría hacer para no gritar su rabia en voz alta. De algún modo se controló, y caminó hacia la cama con un frío propósito. Se paró de nuevo, mientras sus ojos se estrechaban, mientras inspeccionaba los contornos relajados de su rudamente hermosa cara. Entonces levantó la tina de agua por encima de su cabeza y su pecho y la giró con un movimiento rápido, enviando a un diluvio frío sobre él.

 Sus ojos se abrieron de golpe alarmados y se levantó tan rápidamente que lo forzó a dar un paso atrás. Su voz tronó como un bramido después de que escupiera el agua con un enfado incrédulo.

—    ¡En nombre de los dioses...!

Él se interrumpió cuando lo vio de pie delante de él entornando sus ojos que refuljían peligrosamente con sus delicados rasgos tensos y crispada con una furia rígida. Entrechocó sus dientes y devolvió su mirada nórdica estrechando sus ojos. Su voz, cuando habló de nuevo, fue nítida y fría, cubierta de una glacial advertencia y control mientras se retiraba del charco de agua que se había formado en el lecho. 

—    Espero, Sasuke, que puedas demostrarme que te has vuelto loco para comportarte tan tontamente.

Naruto se movió hacia él, pero Sasuke no se amilanó. Le lanzó la tina vacía de agua con un movimiento furioso que cogió a Naruto por sorpresa, haciéndole gruñir y doblarse por el dolor inesperado cuando el receptáculo le golpeó limpiamente en su vientre.

—    ¡Trueque!  — Sasuke rabió, plantando sus manos sobre sus caderas con furia—. ¡Canalla, taimado, mentiroso bastardo Vikingo! ¡Sucio pagano! Rata, gusano, serpiente de la tierra...

Se interrumpió cuando Naruto agarró su muñeca y lo hizo girar de modo que cayera sobre la cama, sobre las sábanas empapadas. Pero Sasuke estaba loco de cólera. Se puso de rodillas y comenzó a lanzarle juramentos de nuevo.

—    Ya habías decidido que podía ir. ¡Hijo de una perra noruega!

En esto él dio un paso hacia la cama, apoyándose contra ella con una rodilla a la vez que cogió su barbilla con un agarre firme del cual no podía escaparse, ni luchar sin causarse dolor.

—    Ten cuidado con tu lengua imprudente, Sasuke, — dijo él con una advertencia tranquila pero amenazante, sacudiendo el agua de su cabeza dorada. — Si, ya había decidido anoche que te permitiría ir. Nunca tomo mis decisiones bajo la inflluencia de un doncel o mujer.

Sasuke se soltó de su asimiento con la fuerza de su furia.

—    ¡Maldito seas! —silbó, aporreando los puños contra su pecho—. ¡Maldito seas por un millar de infiernos!

En su mérito, a él le tomó varios momentos de concentración penetrante agarrar sus muñecas y someter su furia salvaje.

—    ¡Ten en cuenta, irlandes, — él interrumpió — que todavía estás aqui, y fácilmente puedo cambiar de opinión!

Sasuke sacudió hacia atrás su cabeza destacando el fuego de azabache en sus ojos.

—    ¡No, perro del Norte, no me ofrezcas más trueques, sobornos, o advertencias! ¡Nunca más voy a prestar atención a tus palabras!

—    Nunca has prestado atención alguna a mis palabras, — replicó él, luchando cuerpo a cuerpo por una muñeca que había liberado—. Nunca lo has hecho...

—    ¡Me estafaste! ¡Me engañaste! ¡Me usaste! —

Naruto de repente rompió a reir.

—    No, brujo irlandes, yo solo te permití expresar tus propias necesidades y deseos. Creo que te echaré de menos enormemente.

Sasuke luchaba con furia para eludir su agarre, jadeando mientras hablaba.

—    Es difícil de comprender, Lord Zorro, ya que has elegido dormir en otra parte cuando estoy aqui.

—    ¿Y eso te molesta, irlandes?

Sasuke se echó a un lado para morder las manos que lo agarraban. Esta vez Naruto fue más rápido que él, liberándolo tan de repente que se inclinó hacia atrás. Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, él cogió sus tobillos y lo tiró sobre el borde de la cama, haciendo que su vestido se subiera por encima de su cintura y sus piernas rodearan su torso. De repente se dio cuenta de que no quería hacerle daño, pero se resistía desesperadamente arrastrando el lino de su vestido.

Naruto se inclinó contra él, agarrando sus manos por encima, con una pícara diversión asomando a sus ojos

—    Yo no sabía, irlandes, que te sentías abandonado. Si no habría vuelto a mi propia habitación antes.

—    ¡Déjame ir! —silbó tercamente, tratando de no hacer caso del contacto íntimo con su desnudez.

De todos modos él rió.

—    No, brujo, no puedo. Soy un cautivo de todos sus caprichos, sean buenos o malos. El seductor me atrae con debilidad, pero el loco perverso también enciende los fuegos de mi sangre. Y no puedo comportarme como un caballero, desde luego, porque soy un Vikingo. Y porque sé que mi principe arrogante es también el más lozano de los zorr...

—    ¡Maldito seas, no puedes hacerme esto! —algo en el tono de su voz tocó una cuerda sensible dentro de Naruto—.  No crees una palabra de lo que digo...

—    Sasuke, — él interrumpió con una extraña calidez en su voz—. Quizás te confundes. No puedo darte la confianza ciega que demandas. Lo que pasó fue demasiado grave. Y aunque eres un brujo, retuerces realmente mi mente con tus negaciones honradas. Pero sigues desafiándome ...

El doncel se quedó inmóvil de repente, mirando fijamente a sus ojos, tratando de comprender si él hablaba de verdad, buscando cualquier emoción que se manifestara dentro de él.

—    Te desafié sólo porque ansiaba el aire y mi libertad, — murmuró inquietamente. Sus ojos llamearon de cólera otra vez—. Pero soy yo el maltratado e insultado, mi señor. Te digo que serías tú el que debería de buscar mi perdón.

De repente comenzó a reir de nuevo, y el sonido de su garganta era ronco.

—    Realmente pido tu perdón, esposo, por descuidarte así tanto tiempo ....

—    ¡OHHHH! — Sasuke se crisó con una furia exasperada. Pero cuando intentó luchar contra él otra vez, se apretó contra la potencia despertada de su masculinidad.

—    No, Naruto —comenzó, mientras sus ojos se ensanchaban con la comprensión de su posición.

—    ¡No me apartes, mi mozo ardiente! — Él rió en silencio con sus ojos y su voz rozándole con un calor inesperado—. Yo solo he dormido con el calor de mi chimenéa ya que no podía recibir ninguno en mi habitación. ¿Te hace esto feliz, esposo?

—    Eufórico, — refunfuñó sarcásticamente, protegiendo sus ojos rápidamente con sus pestañas.

—    Si, brujo, te echaré de menos profundamente — él murmuró, y otra vez estaba tan atontado por el calor sensible de su voz que no notó la liberación de sus muñecas, y sólo pudo jadear cuando Naruto se movió con facilidad y de forma experta para introducirse en él. Su boca bajó sobre sus labios separados, aprovechando la ventaja. Su beso lo llenó de su ser. Él lo rompió para susurrar contra su boca—. Si, brujo, te echaré de menos como el aire que respiro, como el agua para la sed. No me niegues este último recuerdo de ti, ya que no es de mi gusto permitir que te marches.

Aguas calientes lo atravesaron como un torrente con el hambre enfebrecida de sus palabras y del lento movimiento tentador.

—    ¿Podría yo negarme si pudiera escoger? — susurró débilmente a cambio, perdiéndose demasiado fácilmente en los rescoldos ardientes de deseo.

—    No, esposo, — él murmuró con voz ronca, empujando profundamente y pareciendo tocar su corazón, su alma.

Sasuke jadeó, separando los labios para capturar los suyos, rindiéndose a los vientos engañosos de la tormenta. Naruto daba tan poco, y aún asi él se agarró a cada miga. Pero no tenía ningún deseo de negárselo. De verdad, se afligió por el hecho de que iba a abandonarlo, ya que parecía que estaban destinados a separarse cada vez que extendían la mano para casi tocarse...

El doncel le respondió ardientemente, amándole con apasionada intensidad, creciendo y mezclándose con la suya.

Notas finales:

y Diganme: ¿Les gusto? ¿LLegaran a revelar su verdaderos sentimientos? ¿Como se llamará el proximo integrante?

Tengo que informarle, que no voy a estar activa muy seguido y posiblemente subire capitulos, dependiendo del tiempo que disponga o la motivacion que ustedes me den. Espero leer sus opiniones muy pronto y sus compresiones.

Besos. Sin más que decir, Angie se retira.

Atentamente

Angie


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