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RENDICIÓN DORADA por Anmilepe

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Notas del capitulo:

¡Hola a TODOS! Angie reportandose.

No tienen ni idea lo feliz que me hizo recibir sus comentario, me dan tantos animos para seguir con esta linda historia.

Espero que les guste esta capitulo tanto como el anterior y me digan por medio de sus increibles comentarios, esta vez me supero y hice lo que seria cuatro capitulos y espero que les guste.

Sin mas que decir, los dejo leer.

Atentamente

Angie

Como cámara nupcial, era extrañamente austera. Lo habían bañado con agua de rosas, habían lavado su cabello hasta conseguir que este fuera tan suave como la seda y después lo habían vestido con una larga túnica de seda y abandonado allí solo. Ni siquiera Tenten había intentado hablar. Ninguna de las damas irlandesas que lo acompañaban habían sonreído durante el sombrío procedimiento... y menos aún bromeado.

Sasuke se mostró callado y sumiso mientras era preparado, con sus ojos muy abiertos, enormes y pestañeando apenas. Pero ahora la semilla de amapola que había ingerido y le había impulsado a pronunciar el suave "sí" durante la ceremonia comenzaba a perder su efecto. Tenten comenzó a rezar para que el rey guerrero viniese a reclamar al novio antes de que éste recuperara todos sus sentidos.

Tenten besó rápidamente a su hermano.

— Espero que Santa Bridget te ayude esta noche — murmuró rápidamente y después dio un paso atrás, volviéndose para dejar la cámara. Los profundos ojos azabaches en la afligida cara de su hermano se clavaron en ella atravesándola. Durante un doloroso momento, Tenten se agarró con fuerza al dorado marco de la puerta. El vikingo era un hombre espléndido, sí, pero era el tipo de vikingo que Sasuke más despreciaba. Tenten hizo una mueca de dolor odiando su parte en el engaño. Pobre Sasuke...

¡Va a querer desollarnos vivos a Padre y a mí! Tenten se estremeció al pensarlo, pero después suspiró. El destino de su hermano no era inusual. Era el de muchas mujeres y donceles, sobre todo el de los que pertenecían a la nobleza. Sin mirar atrás de nuevo, Tenten cerró la puerta de la cámara.

El suave clic de la puerta sacó totalmente a Sasuke de su estupor. De repente se sintió completamente consciente por primera vez desde hacía muchas horas, y cuando bajó la mirada hacia su túnica blanca, susurró un feroz "¡No!"

Se cubrió la cara con las manos y se estremeció. Lo habían hecho. Lo habían drogado. Lo habían engañado para hacer lo que él había jurado que nunca haría. El Zorro, el animal, era ahora su marido. Él vendría pronto a su aposento — no el de Sasuke, sino el del él — y esperaría que su doncel lo recibiera.

¡Lo mataré primero! Pensó, y entonces se acobardó, dándose cuenta que el vikingo también estaría deseoso de vengarse por aquel día en el bosque. Se lo debería haber dicho a padre, se susurró a sí mismo, el sonido roto de su voz sonó patético. Sasuke cerró los ojos, temblando, preguntándose qué le haría él por todo lo que había hecho en su contra. Con toda seguridad lo degradaría, lo torturaría...

¡No! Sollozó de nuevo, saltando desde donde estaba quieto como una estatua para lanzarse a través del cuarto buscando en su ajuar hasta encontrar sus tijeras con mango de perla. Era una señal, pensó, que el instrumento se pareciera tanto a la daga con que Yumi había acabado con su propia vida. Porque ahora él, Sasuke, acabaría con la vida del conquistador. Él era fuerte, había pasado largas horas estudiando el arte del asesinato con sus hermanos. El Zorro estaría esperando un humilde y narcotizado novio, aterrorizado por su llegada. Tendría la ventaja de la sorpresa, y lo mataría o moriría en el intento, porque Sasuke no sería tocado por sus zarpas de zorro.

Palideció, pensando que todos los que estaban congregados, vikingos e irlandeses, estarían pronto susurrando en el hall, bromeando sobre la actividad del lecho nupcial. Estarían pensando que el vikingo lo tendría, que estaría sudando y esforzándose como el animal barbárico que era.

—    ¡Nunca! - susurró.

Retiró las pieles y las sábanas y se metió en la cama, sosteniendo las tijeras firmemente contra su pecho mientras ordenaba las cubiertas a su alrededor. Su corazón latía dolorosamente, pero sabía que su misma anticipación lo haría parecer un aterrorizado e inocente virgen.

La puerta comenzó a abrirse y el fuerte latido en su pecho se volvió tan doloroso que apenas podía respirar. Le miró fijamente mientras él abría la puerta, pero cuando sus amenazadores ojos de un azul profundo se encontraron con los suyos, el doncel bajo la mirada.

—    Así que, irlandes — murmuró burlonamente, — nos encontramos de nuevo.

Sasuke no contestó. A pesar de sus abatidos ojos, sintió como lo miraba mientras atravesaba el cuarto a grandes zancadas, despojándose de sus galas de boda. Se sentó para quitarse las botas y luego dejó su cinto sobre el cofre de madera. Parecía ser fastidiosamente ordenado, colocando su manto bordado sobre una silla y doblando sus calzas, su túnica y su kilt.

La confusión se mezcló con el resentimiento. Se suponía que los Nórdicos eran unos cerdos, sucios y desordenados. Pero incluso mientras se movía tan meticulosamente, Sasuke notó de nuevo esa fragancia a sándalo mezclada con un aroma masculino que no resultaba del todo desagradable, sino terrenal y limpio. Es el enemigo, pensó por encima de su confusión, sea limpio o sucio.

Él se movió ágilmente a pesar de su tamaño, y el doncel aterrorizado tragó saliva al sentirlo desnudo junto a él. Su corazón latía tan fuerte que no podía creer que él no lo oyera y sospechara. Lo estaba mirando fijamente; lo sabía pero no se sentía capaz de alzar sus ojos para encontrar los de él. Podía verlo entre sus pestañas entrecerradas, su torso ancho, su delgada cintura y su abdomen duro, sus caderas y un miembro que ahora estaba relajado, pero aparecía estremecedor, fuerte, pulsátil... Todo en él delataba a un hombre en plena forma.

Él morirá, pensó. Encontraría su corazón, su centro vital, y entonces todos sus magníficos músculos y fuerza no significarían nada cuando se ahogará en su propia sangre

Si su mente no hubiera estado ocupada con la idea de matarlo, no habría podido soportar el momento. Seguro que él intentaría vengarse. Él lo creía en su poder, y utilizaría ese poder sobre Sasuke. Lo golpearía, se burlaría, lo haría pagar el humillante tributo por aquello que pasó en los bosques.

— ¡Mírame! — ordenó.

Sasuke se forzó a alzar sus ojos. Él los miró fijamente por un momento con un semblante duro e inescrutable. Después esbozó una sonrisa burlona que no alcanzó al hielo de sus implacables y amenazadores ojos.

Fue esa mirada la que lo hizo temblar. Una mirada desprovista de emociones. El Zorro no sentía nada por él. Como mucho, lo encontraba un poco divertido; parecía capaz de leerlo.

No, pensó, cree que me estoy encogiendo de miedo. No sabe que es él quién pagará esta noche con una venganza.

Aún así se estremeció porque sabía que debía esperar y no le gustaba aquel extraño y desdeñoso brillo en sus ojos mientras se acercaba y gateaba sobre las cubiertas para colocarse encima de él. Mantuvo sus ojos fijos en los de él con un desafiante odio mientras él se ponía a horcajadas, colocando una mano a cada lado de su cabeza sin dejar de mirarlo. Ahora, mi señor vikingo, pensó; acércate dos pulgadas mas y podrás sentir mi lanza atravesar tu corazón.

 

Él mantuvo su malévola sonrisa, su dura mirada mientras se acercaba cada vez más. Ahora, se dijo Sasuke. Pero el golpeteo en su pecho lo estaba haciendo temblar. Sintió su peso sobre él, su calor. Oyó los latidos del corazón que pensaba atacar. De repente fue tremendamente consciente de los musculosos brazos que cercaban su cabeza y perdió el control. Sus manos se humedecieron y las tijeras resbalaron de sus dedos agarrotados.

El Zorro atacó. Sentado de nuevo sobre sus caderas, movió su mano derecha en un poderoso golpe sobre sus manos escondidas. Sasuke jadeó cuando las cubiertas cayeron — y las tijeras volaron inofensivamente sobre el frío suelo de piedra.

—Si no hubieras perdido los nervios cuando lo hiciste, irlandes — dijo fríamente — tu lecho conyugal estaría ahora teñido con la sangre de tu yugular

No fue el valor lo que lo mantuvo silencioso en ese momento, sino el aturdimiento. Sus ojos continuaron fijos en los suyos, el odio brillando a través de ellos sin pensar en la decepción.

Se ahorró el miedo por lo que él pudiera hacerle ya que actuó rápidamente. Una vez más le asombró el hecho de que un hombre tan poderoso pudiera moverse tan ágilmente. Mientras él apartaba los cobertores de la cama Sasuke se dio cuenta de qué Naruto estaba completamente desnudo, así aún imponía más que vestido con la armadura. Se podía ver con toda claridad cada músculo; el poder que irradiaba su bronceado cuerpo era incluso más escalofriante ya que este era totalmente físico. El cuerpo desnudo de cualquier hombre lo hubiera paralizado; el suyo le impedía respirar y convertía su cuerpo en gelatina.

—Ahhh... —murmuró él con un tono mortalmente tranquilo, mientras lo examinaba en la cama con sus manos en las caderas. — ¡El brillo de los ojos del asesino pide ahora clemencia! ¡Dulce inocente... perro irlandes! — Su gran mano se disparó y asió su muñeca.

Dios mío, no, Sasuke no suplicaría misericordia, pero cuando él lo obligo a levantarse de la cama no pudo detener un grito de dolor y miedo.

— ¡Te mataré, bastardo Vikingo! — siseó mientras intentaba soltarse.

 

Hubiera soportado de mejor grado que lo hubiera golpeado en vez de reírse. Pero antes de que pudiera decir nada, su otra mano se movió hacia su escote y rasgó su túnica blanca de un solo tirón.

Él lo soltó entonces, dio un paso hacia atrás y se inclinó lenta y burlonamente.

—Si me lo permite, señor, —dijo sardónicamente, — veré la mercancía que su señor padre me ha ofrecido. No querría ser estafado.

Sasuke se quedo paralizado por la humillación, pero se las arregló para continuar de pie con la cabeza bien alta y la mirada desafiante. Se mordió el labio mientras él procedía con su lenta e insultante inspección. Su mirada de color zafiro descansó primero en sus pezones y se deslizo a continuación por su cintura, se detuvo más abajo en su miembro y finalmente a través de toda la longitud de sus piernas. Sus fríos ojos volvieron a los suyos, aquella terrible sonrisa burlona aun en sus labios.

Durante un momento de locura estuvo tentado de preguntarle si le complacía lo que había visto. Entones al ver como arqueaba una de sus doradas y espesas cejas con un gesto de desdén, se le hizo un nudo en la garganta que le impidió hablar. Cuando pudo, consiguió a duras penas hacerlo con un tono que reflejaba sorna:

— Espero, señor pirata de mar, que hayáis encontrado el trato justo. Los irlandeses se enorgullecen de sus leyes y su justicia. Puedes estar seguro de que mi padre nunca rompería un compromiso.

Él se rió de nuevo. Entonces, de repente su risa cesó, incluso su sonrisa burlona desapareció. Habría jurado ver un momentáneo destello de dolor en sus ojos, pero después incluso eso había desaparecido. Parecía duro y despiadado, y totalmente inmisericorde. Apretó los dientes fuertemente, dejando salir un gruñido que parecía el de un zorro.

Sin importar lo que ocurriese, Sasuke había jurado que no le mostraría ningún temor, ni lloraría. Pero cuando Naruto avanzó amenazadoramente hacia él, fue consciente de su tremenda masculinidad y se dejo llevar por el pánico.

En ese momento toda su resolución y orgullo se esfumaron. Tan solo pudo pensar de forma instintiva en su propia supervivencia. Dando un grito se dio la vuelta y huyó sin saber donde.

No le oyó, ni siquiera lo sintió moverse, pero de repente sus dedos se cerraron sobre su brazo. Súbitamente se encontró entre sus brazos, presionado contra la longitud de su duro cuerpo. Forcejeó intentando librarse, pero horrorizado se dio cuenta de que solo lograba sentirse más consciente de su sexo frotándose contra su estómago.

Lo cogió de los hombros y entrelazó sus dedos en sus suaves cabellos, tirando de ellos cruelmente forzándolo a inclinar la cabeza hacia atrás y encontrar sus ahora llameantes ojos.

—Así que ahora tienes un poco de miedo de tu conquistador, perro irlandes, — siseó quedamente, tan quedamente que su cuerpo, flojo por el terror, se estremeció convulsivamente—. Está bien que tengas miedo, esposo, porque te prometo que todas mis lanzas son fuertes e implacables.

Fue arrojado de golpe contra la cama, tan fuertemente que se quedó aturdido.

—Pero violar, mi querido señor esposo—, escupió alzándose rígidamente sobre Sasuke y temblando debido a una profunda emoción que el doncel no llegaba a entender, — es algo que no necesitas temer esta noche. ¿Pensaste que estaría tan loco de deseo por tu precioso cuerpo virginal? No, esposo, no hay nada deseable en un frío asesino. ¡No tienes nada que ofrecerme!

Él se volvió de repente. Aturdido e indultado, Sasuke no pudo hacer nada mas que mirar fijamente su ancha espalda, sintiendo como su cabeza daba vueltas, igual que si lo hubiera golpeado. Él miró fijamente el fuego durante varios segundos, durante los cuales Sasuke reunió finalmente la suficiente fuerza para arrastrarse cautelosamente hacia el lado más lejano de la cama, donde se tapó con las mantas.

Cuando finalmente se volvió, acarició su barbilla distraídamente, en sus labios una sonrisa amenazadora.

—Aunque la verdad es que deberías temer algo mas que una simple violación mi señor. Seguramente te preguntarás si estoy planteando vengarme. ¿Con qué me amenazaste aquel día?

Apartó las mantas que lo cubrían para que no pudiera esconder el temblor de su cuerpo, aunque Sasuke se las arregló para permanecer quieto. Su mordaz sonrisa estaba tan cerca de sus labios que podía ver el pulso latiendo en su garganta.

Tuvo que concentrarse completamente para no gritar cuando él lo tocó, levemente y con un solo dedo, trazando una línea de fuego a lo largo de su garganta hasta su pezón derecho y de ahí, hasta su estómago. Apretó los dientes al sentir su bronceado dedo en la blancura de su muslo.

— ¿Creo que mencionaste algo sobre asar mi masculinidad ante de mis propios ojos?

Su tono era casi educadamente inquisitivo. Pero tampoco se le escapó que era mortífero. Tuvo que luchar duramente para no apartar la mirada, para no apretar las rodillas contra el pecho en un esfuerzo para eludir la marca ardiente que su dedo dibujaba en su piel.

—Bueno, esposo mío, —dijo casi distraídamente, —eso es algo que podría hacerte a ti, pero no lo haré, aunque quisiera.

Con uno de esos increíblemente ágiles movimientos suyos se alejó de el doncel, lanzándole desdeñosamente las mantas para que se cubriera de nuevo. Se alejó unos cuantos pasos y permaneció en silencio mientras Sasuke le contemplaba, todavía en estado de shock y temblando sin control, con la cabeza dándole vueltas. Pero cuando él se acercó de nuevo, toda emoción había desaparecido. Parecía cansado, apenas consciente de su presencia.

—No te guardo rencor —, le dijo él fatigadamente, apartándose de la cara un mechón de dorado cabello con un gesto distraído—. No busco venganza por el trato que me diste en el arroyo. No me causes ningún problema, esposo, y tendrás una vida tolerable. Pero te lo advierto ahora, soy el señor de este castillo, un vikingo si lo prefieres, y si me desafías serás tratado duramente. No toleraré la más mínima oposición. ¿Te ha quedado claro?

Sasuke se quedó mirándolo largamente, entonces asintió despacio. No tenía otra opción en ese momento. Jamás serás mi señor, vikingo, pensó. Por el momento no le importaba fingir sumisión.

Le volvió la espalda de nuevo como si ya no le interesara lo mas mínimo, o más bien, ignorándolo. Apagó las lámparas de aceite y volvió a la cama donde se tumbó dándole la espalda.

Asombrado por giro inesperado de los acontecimientos, Sasuke permaneció en su esquina lejos de él. No estaba muerto y tampoco había intentado violarlo. Si no lo odiase tanto, se sentiría insultado; entonces comprendió que había sido insultado, que lo había comparado con su amante Vikinga y había salido perdiendo. ¡Bien! ¡Gracias a Dios! Sasuke no sería el recipiente de sus bárbaros deseos. De todas formas, era extraño que sus palabras pudieran hacerle sentir humillado y despreciado acrecentando así su odio.

Permaneció sentado en la oscuridad apenas alumbrada por las llamas del fuego durante un tiempo que le pareció interminable.

Entonces escuchó la leve respiración del sueño de él. Acudieron a su mente imágenes de cómo lo había sacado a la fuerza de la cama, lo había desnudado y sacudido como si él no fuera nada.

Apretó fuertemente los dientes para luchar contra las lágrimas de mortificación que amenazaban con salir de sus ojos. No podía soportarlo, simplemente no podía. Él esperaba que cayera dormido a su lado, que cumpliera sus órdenes, que fuera su vasallo como si se tratara de un perro. ¿Cómo había podido su padre hacerle esto?

Echó un vistazo al hombre que estaba a su lado. Dormía tranquilamente, mientras él soportaba la tortura. Mordiéndose el labio inferior para impedir que las lágrimas fluyeran se volvió, su mirada topó con el mango de perlas de las tijeras, que brillaba a la luz del fuego.

Sasuke se cubrió la cara con las manos. Ni siquiera era capaz de asesinar a un vikingo apuñalándole por la espalda. Pero quería tener las tijeras cerca. Si intentaba tocarlo de nuevo, si trataba de humillarlo de nuevo con su gran fuerza, atacaría. No fallaría una segunda vez.

Miró de nuevo los anchos y bronceados hombros del hombre al que tanto despreciaba. Ascendían y descendían rítmicamente. Con mucho cuidado se movió, levantándose de la cama poco a poco y andando de puntillas por el frío suelo de piedra hacia donde estaban las tijeras. Se agachó a recogerlas.

Su voz sonó como un látigo por encima de su hombro a la vez que sus dedos lo cogían por el cabello.

—Malditos sean los dioses, doncel, eres un estúpido.

Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras era obligado a ponerse de pie sujeto por el cabello. El dolor era tan insoportable que incluso llego a plantearse suplicar misericordia, pero no pudo. Jadeó, tragó saliva e intentó ciegamente golpearle en la cara. Él cogió su brazo y se lo torció en la espalda. Se le escapó un grito. Una vez más sintió como era empujado hacia la cama y caía sobre él.

—Una cosa más, perro irlandes, — le advirtió con el azul de sus ojos brillando en la oscuridad, —y descubrirás que los vikingos no están en contra de golpear a sus esposos, incluso en su noche de bodas.

Frotándose la cabeza donde estaba seguro de haber perdido la mitad de su cabello, Sasuke se enderezó agazapándose en la cabecera de la cama mientras lo miraba cautelosamente. Había tentado su suerte estúpidamente, y lo único que había conseguido era que él creyera que había querido apuñalarlo por la espalda.

Pero por alguna razón, su insultante desdén hacia él le producía una extraña sensación de calma. Cuando se dio cuenta de que ambos estaban todavía desnudos, intentó cubrirse de nuevo con las pieles. Rezó para que él interpretara su silencio como sumisión y regresara a la cama.

Observó su silueta mientras se movía por la habitación, oyéndole buscar con intensidad. Un momento mas tarde volvió a su lado.

—Dame tus muñecas, —exigió.

Sasuke comprendió entonces que iba a atarlo y se aterró.

— ¡No! — No quería que sonara como un grito, pero lo fue. Impacientemente intentó alcanzarlo y el instinto superó a la inteligencia y empezó a luchar. Le pegó puntapiés, agitó los brazos e intentó arañarle los ojos.

Él lo maldijo, pero dominarlo no fue difícil. Dejo caer su peso encima del doncel y hábilmente agarró sus muñecas con una de sus manos. El esfuerzo, sin embargo, les había dejado a ambos sin resuello. Durante un momento se quedó simplemente tumbado sobre el irlandes, su cuerpo apretando el del doncel contra la cama. Sasuke volvió la cabeza, mordiéndose fuertemente los labios. La barbilla de él le hacía cosquillas en la oreja y el cuello y podía notar su aliento allí. Sintió con horror como sus pezones se endurecían al reaccionar contra la presión de su duro pero cálido pecho. Sus caderas estaban a la misma altura de las de Sasuke haciéndolo dolorosamente consciente de lo que descansaba sobre la suave y tierna carne de sus caderas.

De repente él cambió de postura.

—Deberías quedarte quieto y no luchar más. Podría decidir que mis necesidades físicas superan mi aborrecimiento por las vírgenes frías. Hace un tiempo que no estoy con ninguna mujer o doncel, pero he sido conocido por apreciar el trabajo de un buen prostituto. Podría sentirme tentado de considerarte uno de ellos. Después de todo, hay muchos esperando ansiosamente que esta unión cree un heredero que una las fuerzas de este país.

Sasuke cerró los ojos para no verle, pero no aún así no pudo dejar de sentir su fuerza. Tragó convulsivamente, estremeciéndose al darse cuenta de que el pulso entre sus muslos era cada vez más fuerte. Podía sentirlo tan claramente que era chocante. Era consciente de cada centímetro del cuerpo de que estaba en contacto con el suyo.

Sus muñecas, antes tensas por la fuerza que él desplegaba, se relajaron. Sasuke permaneció totalmente inmóvil y su recompensa fue otra carcajada seca y malhumorada

Él montó sobre el doncel a horcajadas, totalmente inconsciente de que la desnudez de ambos lo afligía, acercó las muñecas de él y las ató cuidadosamente con un cinturón. Tirando con fuerza de la atadura, se inclinó sobre Sasuke alzándole los brazos para atarlo a la cabecera de la cama.

Su estómago y caderas quedaron a la altura de su cara mientras lo ataba y tragó saliva, deseando cerrar los ojos, pero descubriendo que le era imposible. El suave vello dorado bajo su ombligo rozaba su nariz mientras él se ocupaba de asegurar las ataduras y el doncel se encontró temblando de furia y humillación a pesar de todos sus esfuerzos. Se sintió desfallecer de la rabia y la indignidad que sentía por la intimidad que se habían visto forzados a compartir.

Él se movió de nuevo, gruñendo mientras aseguraba el nudo. Su miembro quedó situado sobre su pecho y una oleada de calor se le subió a las mejillas.

Se sentía como acero fundido al rojo vivo mientras el mundo giraba y todo se volvía negro a su alrededor. Voy a desmayarme, pensó desesperadamente. Estaba ardiendo de furia, humillación y todavía luchaba contra el miedo que sentía. No podía respirar. Tuvo que obligarse a sí mismo a tragar saliva.

Terminó su tarea sin ni siquiera dirigirle una mirada, le dio la espalda y se dispuso a dormir.

Ya no pudo detener las lágrimas mientras temblaba de impotencia y humillación. Resbalaron silenciosamente por sus mejillas. No importaba; se había deshecho de él como si fuera una molestia y ahora descansaba.

Pero no estaba durmiendo. Se sorprendió al oír su amable tono de voz.

—Siento que me hayas obligado a llegar a esto. Puede ser justo, pero no quería que pasara. Me temo que no puedo pasarme toda la noche preocupándome por un apuñalamiento por la espalda.

Sasuke pensó en suplicar, decirle que no había pensado en apuñalarlo por la espalda, que sólo quería un arma para el caso de que él decidiera atacarlo.

Pero si abría los labios, él oiría las lágrimas en su voz. Después de todo lo que le había hecho pasar, no podría soportar nada más. Además, podría quedarse ronca suplicando y probablemente no recibiría misericordia. Él lo había advertido...

Había un aire de expectación sobre ellos, como si él esperase una respuesta. Pero no le dio ninguna.

El doncel oyó un apenas perceptible gruñido de impaciencia, y después sintió como se acomodaba. Al poco tiempo oyó su respiración lenta y profunda. Se había dormido de nuevo.

Pero Sasuke se mantuvo despierto mucho, mucho tiempo, llorando silenciosamente. Era el novio del Zorro, el más poderoso rey de los vikingos, y absurdamente él todavía era virgen, atada a su lecho nupcial. El extraño encuentro le había dejado bien claro que su marido se consideraba así mismo señor y jefe indiscutible. Sasuke todavía era virgen porque él así lo quería, su siervo porque él lo ordenaba. Y él había pronunciado los votos que lo convertían en su esposo.

De su más odiado enemigo.

 

 

*****

 

 

Sasuke se despertó lentamente y sintiéndose miserable, con los brazos encogidos y doloridos. Incapacitado para moverse durante toda la noche preso de un agitado sueño y a punto de llorar muchas veces.De algún modo había conseguido aguantar hasta la mañana.

Al segundo sabía donde estaba y bajo que circunstancias. Todavía era difícil aceptar el hecho de que todo lo que había pasado era real. Se había visto empujado a dicha situación tan rápidamente que hasta la aceptación generaba confusión. ¿Qué haría ahora, a dónde iría desde aquí?

Cerró sus ojos y luego los abrió de golpe de nuevo, comprendiendo de pronto que su incomodidad era debida a otra razón a parte del hecho de que tuvieran los brazos atados.

Naruto el Zorro estaba durmiendo asquerosamente cómodo. Su cabeza dorada descansaba sobre sus costillas; con su brazo abarcando de cualquier forma su estomago.

El doncel estudió su postura, preguntándose si no podría moverse de alguna forma para escapar a su contacto. Sasuke observó como los largos dedos de su amplia mano reposaban en el hueso de su cadera. Quizás pudiera moverse...

De pronto, un pequeño hormigueo en la nuca hizo que levantara la vista hacia la rubia cabeza. El terror sonrojó su cara. Él no estaba durmiendo, sino que lo estaba mirando. Sus ojos azules denotaban que era consciente de la situación y que además se estaba divirtiendo. Sasuke aparto la vista rápidamente y la fijo en las cortinas de la cama de madera mientras él se reía entre dientes.

—Lo siento — murmuró con un tinte irónico en su disculpa — ¿Te incomoda mi posición? Pues, entonces, la cambiaré.

 Su mano, al instante, se movió en círculos rozando ligeramente con las puntas de sus dedos lentamente un recorrido invisible desde las caderas hasta el estomago. Sasuke contuvo la respiración, determinado a no mostrar exteriormente ninguna reacción a la caricia. Ni siquiera los temblores que lo recorrían internamente. Miro fijamente la mano, tratando de no estremecerse mientras esos dedos continuaban moviéndose hipnóticamente hacia su ombligo, subiendo a continuación por sus costillas hasta el pecho izquierdo. Él posó la mano sobre el montículo, rozando el pezón con el áspero pulgar. Unas sensaciones completamente nuevas para el irlandes lo sacudieron. Se sentía como si un líquido ardiendo fluyera desde un lugar invisible en lo más profundo de su vientre hasta sus muslos, dejándole las piernas débiles e inútiles. Con horror vio como el pezón se endurecía y encrespaba bajo el pulgar de Naruto. No pudo controlar los temblores por más tiempo. El líquido ardiente que sentía en su interior se volvía aterrador y aplastante. La cabeza le daba vueltas. Se veía cada vez más incapaz de tener un pensamiento lógico. Sin poder evitarlo, cerró los ojos y exhaló una súplica angustiada, que le pareció aún más patética porque más bien se asemejo un susurro roto.

—Por favor...

Para su enorme sorpresa y alivio, él cesó su tormento inmediatamente. Abrió los ojos lentamente y se lo encontró apoyado sobre un codo, con sus labios todavía curvados formando una pequeña mueca de diversión, los ojos indagando de una manera extraña.

—Así que, esposo — murmuró — eres capaz de suplicar. Eso está bien. Quizás hay una posibilidad de que podamos vivir en paz.

Sasuke cerró sus ojos de nuevo, ignorándole. Sentía su mirada fija en él. Sin abrir los ojos preguntó suavemente

— ¿Podrías desatarme ahora?

Él se levantó para liberarlo, pero el doncel aun mantuvo los ojos bien cerrados. No quería ver su cuerpo. No quería sentir la dulce caricia del vientre plano contra su cara. Contuvo el aliento intentando no percibir ese aroma tan limpio y masculino de él.

Sus brazos cayeron a los lados una vez desatadas sus muñecas. Él se alejó, y finalmente pudo abrir los ojos. El nórdico azul de su mirada parecía atravesarlo así que rápidamente desvió la suya hacia las muñecas, las cuales frotaba en esos momentos.

— ¿Por qué me odias tanto? — exigió saber el bruscamente.

—Eres un Vikingo — respondió el doncel brevemente. Notando de súbito su desnudez, intento disimuladamente cubrirse con una piel. Al oir su risa ahogada supo que su movimiento no se le había escapado a él. De todas formas, él no hizo nada para detenerlo.

—Hay algo más — dijo él rotundamente.

Sasuke se encogió de hombros, negándose todavía a mirar en su dirección.

—Nos encontramos una vez, Señor de los Zorros, y no fue un encuentro amistoso. Mis sentimientos deberían tener sentido para ti.

—No — replicó él — Ibas a ayudar a uno de tus odiados Vikingos en aquel arroyo antes de descubrir que era yo. Repito ¿Por qué me odias?

— ¡Porque mataste a mi tía! — Sasuke explotó, enfrentándolo con rabia.

Una mirada perpleja sustituyó el hielo que generalmente caracterizaba la mirada de él.

    —Jamás he matado a una mujer o doncel — respondió él rotundamente.

 Sasuke sabía que estaba a punto de ponerse a llorar y no tenía ninguna intención de permitirle ver su llanto.

—Clonntairth — musito seco y amargamente—. El rey de Clonntairth era mi tío. Yumi era su reina.

Él se levantó de la cama de golpe, frío de nuevo.

 —No maté a tu tía. Nunca he matado a una mujer, ni tampoco he permitido a mis hombres hacerlo nunca.

—No — Sasuke contestó con un tono cortante — tus hombres no cortan sus cuellos. Simplemente los atacan en masa hasta que ellos están tan maltrechos que desean estar muertos.

—Realmente eres un pequeño maldito mal informado — le dijo con poca emoción.

— ¡Mal informado! — la confusión y la rabia que hervía dentro de él le hizo olvidar sus circunstancias y se levantó de un salto para mirar a Naruto fijamente desde la cama — Yo vi lo que hiciste, Naruto el Per...

 Con una velocidad y una agilidad espeluznante, él subió de un salto a la cama, inmovilizó sus muñecas y lo arrastro hasta tumbarlo en la cama inmovilizándolo con su peso antes de que Sasuke pudiera terminar de pronunciar la palabra. El acero de sus rasgos y la helada expresión de sus ojos lo desafiaban con intensidad. Lo único de lo que se vio capaz de hacer el doncel fue devolverle la mirada y rezar al Dios de Tenten para que Él no permitiera que fluyeran las lágrimas.

 

—Por favor — ordenó — continúa.

Sasuke cerró sus ojos y tragó saliva, deseando desesperadamente que Naruto quitara su peso de encima de él, que moviera las caderas que lo aplastaban, la virilidad que quemaba la suavidad entre sus muslos.

—Yo estaba allí —susurró el doncel —. Yo estaba en Clonntairth.

El tono de su voz pareció suavizarse.

—Yo no maté a tu tía — repitió él.

Sasuke necesito tragar saliva de nuevo.

—Ella... ella se apuñaló porque venías... y, y yo vi...

— ¿Qué viste? — su tono era todavía bajo, pero poderoso, de un modo que Sasuke no osó a negarse a seguir.

—Hinata... una mujer que yo conocía bien. Ella... fue atacada.

— ¿Has dicho que su nombre era?

—Hinata.

Él permaneció en silencio durante un momento, sin disminuir la fuerza con la que asía sus muñecas y aplastaba su cuerpo. Luego habló con serenidad.

—Puedo asegurarte que no toqué a aquella mujer irlandesa. Si estabas allí, deberías saberlo— ¿Tomar a una mujer, aterrorizada, gritando, mientras Sakura vivía? No, pensó Naruto con ira. — Te he dicho que no me interesan las vírgenes frígidas.

 Sasuke le devolvió su mirada, tratando de no parpadear ante el desprecio que destilaban su voz y su mirada. Rezó para que las lágrimas no afloraran, ya que, aunque el Señor de los Zorros no se sentía atraído hacia él, la íntima presión que ejercía contra él estaban creando un sonido ensordecedor dentro de sus oídos, un sonido que debilitaba su fuerza, un sonido que lo estaba envolviendo de oscuridad a pesar de que Sasuke estaba poniendo todo de su parte para calmar los temblores desenfrenados que sufría por dentro. Sacudió la cabeza de adelante a atrás contra la cama, intentando hablar por si mismo antes de que la parálisis alcanzara su lengua.

—Quizás, Zorro del Norte, tú no fuiste uno de los perros que la atacaron. Pero Clonntairth fue arrasada bajo tus órdenes; fueron tus hombres los que abusaron de la pobre Hinata.

—El rey de Clonntairth podía haberse rendido — interrumpió Naruto con impaciencia — Todos habrían sido perdonados. Cuando los hombres luchan en las batallas, a la gente se la hiere y se la mata. Es desafortunado que el inocente, a menudo, esté implicado, pero así funciona el mundo.

— ¡Rendirse! — Sasuke chilló — Clonntairth pertenecía a mi tío.

—Las conquistas de los hombres son también usuales — interrumpió Naruto con irritación. — Y es el fuerte quien conquista.

 Su furia creció al igual que los temblores desenfrenados que sentía. Se volvió hacia el intentando luchar contra él. Se detuvo con horror al ver como una sonrisa lenta se filtraba en sus rasgos. Él se sabía con toda seguridad que era el más fuerte. Lo único que había conseguido había sido llevarlos a ambos a una posición aún más íntima, hacerlos más conscientes de la carne desnuda contra carne y de las diferencias entre sus sexos.

Sasuke apretó la mandíbula y le miró fijamente con sus ojos de azabache ardiendo con un fuego más feroz que el del mismo sol.

— ¿Entonces dime, Señor de los Zorros? — masculló el doncel con frialdad — ¿Qué pasa cuando los hombres tienen la misma fuerza?

 —Entonces — contesto Naruto suavemente — los hombres se comprometen. Igual que yo me he comprometido con tu padre.

—Recuerda tus propias palabras, Vikingo — siseó — Tu 'compromiso' era con mi padre, no conmigo — Sasuke se interrumpió, sobresaltado, cuando llamaron a la puerta.

Frunciendo el ceño distraídamente, Naruto ordenó ausentemente.

—Adelante

Los ojos de Sasuke se agrandaron de terror. Una vez mas el doncel le suplicó automáticamente. La humillación en sus ojos le recordó la desnudez de su esposo irlandes.

Él lo liberó y rápidamente contradijo su orden.

— ¡Espere!

Sonrojado, Sasuke se sumergió bajo las pieles. Naruto arrancó una sábana de lino de la cama, la enrolló alrededor de su cuerpo, se acerco a la puerta y la abrió. Un hombrecito, muy bajito para ser un noruego, le hizo una reverencia a Naruto y miró detenidamente más allá de él para dirigirle a Sasuke una sonrisa pícara a la que el doncel no pudo resistirse.

—Su baño, Lord Naruto — dijo Iruka con otra reverencia

—Entralo — ordenó Naruto.

Iruka se apartó. Dos servidores entraron con una pesada tina de metal, seguidos de varios muchachos ruborizados que lo llenaron con agua humeante, sin mirar ni a Naruto, ni a Sasuke, pero riendo tontamente mientras salían de la habitación. El hombrecito se quedó y deposito un surtido de frascos de cristal sobre un baúl grande de madera que se encontraba junto a la puerta.

— ¿Desea que le asista, mi señor?

—No — dijo Naruto volviéndose hacia Sasuke — Sasuke, este es Iruka. Iruka, mi esposo Sasuke. Iruka te servirá de cualquier manera que desees.

El hombrecito hizo una reverencia con esa sonrisa tan contagiosa que Sasuke se encontró devolviéndosela tímidamente.

—Sí, mi señor, si necesitáis cualquier cosa, hacédmelo saber.

—Gracias — murmuró Sasuke, retorciendo nerviosamente las pieles contra su pecho. Él se inclinó de nuevo y se marchó, guiñándole un ojo al cerrar la puerta tras de si.

Como si lo hubiera olvidado, Naruto dejó caer la sábana y se hundió en el agua humeante con un suspiro, cerrando los ojos una vez dentro. Sasuke lo miró nerviosamente durante un rato y luego comenzó a salir de la cama para dirigirse rápidamente hacia el baúl que contenía su ropa interior y rebuscar en él. Estaba seguro de que había sido descartada cuando de repente sintió esa sensación de nuevo en su nuca que lo advertía de que él lo estaba mirando. Se volvió rápidamente y se encontró sus ojos entreabiertos mirándolo perezosamente.

—Ven aquí — ordenó él —. Deseo que me frotes la espalda.

— ¡No lo haré! — contestó al instante, ultrajado.

Lamentó sus palabras en cuanto las dijo porque él se levantó de la tina goteando para acecharlo. El doncel comenzó a caminar hacia atrás, pero no había ninguna parte a la que pudiera ir y sus manos estuvieron sobre sus hombros al momento.

—Señor, estas tentando la suerte. Cuando estuve gravemente herido tuviste a bien torturarme, y aún me llamas bárbaro. Creo que he sido muy clemente contigo, dadas las circunstancias, principe de Tara, por lo que pienso que es mejor que dejemos algunas cosas claras antes de que pierda mi resolución de ser moderado con todos los irlandeses. Tomé un esposo sólo por razones políticas. Se lo suficientemente invisible y dócil y te dejaré solo. Hablamos de compromiso. Principe, no eres nada más que un instrumento de compromiso, sin embargo, esto puede abatirte personalmente. En cambio, sigue siendo rencoroso y pasarás tus días y tus noches atado. ¿Me has entendido? Tengo entendido que mi irlandés es bastante claro.

 Sasuke se puso a temblar, su vestido empapado por la humedad del cuerpo que se apretaba contra el suyo, a pesar de todo él le miró fijamente durante un largo rato. Cómo lamentaba ceder ante Naruto y esa sensación de impotencia ante el acero de su fuerza. Y es que estaba impotente. Incluso teniendo en cuenta el hecho de que era un doncel fuerte, la suya era una brisa apacible contra un viento ártico.

—Entiendo tus palabras perfectamente — le dijo entre dientes.

Sus ojos parecieron entablar una competición terrible de voluntades, el fuego helado del norte contra el frío del cielo nocturno. Entonces los dedos que lo apresaban por los hombros se tensaron haciendo que el doncel refunfuñara acaloradamente.

—Frotaré tu maldita espalda.

Él sonrió lentamente y agudizo la mirada.

—Creo que necesitare un masaje primero.

—Un masaje — murmuró inexpresivamente, frunciendo mientras escalofríos le recorrían la columna y preguntándose que nueva humillación planeaba.

—Un masaje — repitió él despacio, sin dejar de sonreír mientras agarraba una toalla para secarse. Él lo liberó, totalmente consciente que, por el momento al menos, el doncel no podía hacer nada excepto cumplir sus exigencias. — El primer frasco sobre el cofre... tráelo.

Sasuke enderezó sus hombros mientras se movía través del cuarto y se forzó a si mismo a suspirar sonoramente, como si estuviera tratando con un niño. Fingió una enorme molestia cuando volvió hacia él, esperando así poder oculta su temblor. Estiró el brazo para ofrecerle el frasco, manteniéndose lo más alejado de él que pudo.

 Él sacudió su cabeza, rechazando tomar el frasco.

—Lo necesitarás tu — dijo él en un tono agradable, observándolo con los parpados entornados. Sasuke sabía que él lo estaba observando para ver su reacción mientras hablaba, por lo que forzó su expresión para permanecer suave e inmóvil — Contiene un aceite muy especial conseguido por alguno de mis hermanos 'bárbaros' cuando se aventuraron a las regiones del sur del continente. Tiene un olor agradable y aromático y, cuando se calienta, es bastante calmante si se masajean los músculos con dedos tiernos. Me siento bastante tenso. Es difícil dormir al lado de un doncel que desea que fallezca pronto.

 — ¡Dormiste bastante bien! — espetó Sasuke enojado

— ¿De veras? De todos modos, mis músculos están bastante doloridos.

Él se dio la vuelta y estiró su cuerpo encima de la cama. Sasuke le miró fijamente inexpresivamente.

— ¿Bien?  — él exigió.

 Sasuke se acercó a él y se sentó con cautela a su lado. El doncel abrió el tapón y vertió un poco de aceite sobre su espalda. Dudó antes de depositar con vacilación los dedos sobre sus hombros. Comenzó a extender el aceite sobre su amplia espalda, de mala gana, lleno de admiración por la extensión de carne bronceada y los fuertes músculos que estaba acariciando. Sasuke comenzó a marearse. El olor del aceite era sutil y tentador sobre la piel.

 Frotó sus hombros, la hendidura entre sus paletillas, encogiéndose un poco al sentir como los músculos se estremecían bajo su toque. Descendió los dedos hasta una zona más estrecha en el centro y de ahí hasta que alcanzó su esbelta cintura. Entonces apartó las manos y se puso en pie.

—Tu espalda ha sido masajeada.

Él se giró, abrió sus ojos totalmente y agarró su muñeca antes de que Sasuke pudiera retirarse. Él sonrió, esa risa burlona que no le llegaba a los ojos.

—Lo haces bien —murmuró educadamente con una voz cansina demasiado parecida a un ronroneo peligroso. — Me ha agradado tanto que me gustaría que continuaras.

Sasuke no pudo controlar el rubor que invadió sus rasgos.

—Alégrate — lo advirtió suavemente — todo lo que te pido es un masaje.

Apretó los dientes tan fuertemente que acabó haciéndose daño, a pesar de todo vertió el aceite en pequeñas líneas a lo largo de sus piernas, tratando de mantener los ojos apartados de las nalgas de él. Trabajó sus gemelos, notando que eran fuertes, duros y bien formados.

Sus dedos trabajaron firmemente, temblando ligeramente mientras se esforzaba en mantenerlos suaves en un punto detrás de la rodilla. Allí se paró, convencido de que había terminado e inconsciente de que Naruto se había levantado sobre su codo para observarlo.

De pronto sintió sus ojos y alzó la vista hacia él. Él sonrió burlonamente.

—Por favor... continúa.

 Consciente que él notaria el más leve estremecimiento, Sasuke mantuvo la expresión impasible. Dios querido, ¿Cómo podía ser posible que hubiera llegado a eso? Acariciando, tocando la piel de aquel al que despreciaba con toda su alma y, además, pensando que era hermoso, firme e inquietante.

—Bien...

El doncel comenzó a levantarse de nuevo, pero él se movió rápidamente, capturando su muñeca otra vez.

—No exactamente.

Sasuke encontró sus ojos destilando veneno.

—No más, Vikingo.

—Tanto como yo diga, Principe.

Sasuke se quedó de pie en silencio, pero desafiándole obstinadamente, sin preocuparle en aquel momento si él decidía cruzarle la cara. Él no lo hizo. Sonrió de nuevo.

—Memoriza esto, esposo, las cosas siempre llegarán tan lejos como yo quiera.

 Respiró profundamente y se sentó otra vez, deseando de repente que él no hubiera sido tan extraordinariamente exigente y extrañamente sofisticado para ser un Vikingo. Sasuke cerró sus ojos cuando tocó sus nalgas, aunque pudo sentir lo firmes y duras que eran. De pronto, mientras lo estaba tocando, él giró sobre si mismo, dejando a la altura de sus dedos su virilidad. Esta parecía tener vida propia. Lo sintió caliente y enorme bajo sus indecisos dedos. El doncel sabía que su cara se estaba poniendo de un rojo ardiente, pero no estaba dispuesto a mostrar ninguna reacción adicional de ello y así aumentar su satisfacción. Sin apenas parpadear, dejó de lado su sexo como si no fuera más que un incordio como un mechón rebelde en la frente y paso a frotar rápidamente su cadera y la parte inferior de ese vientre plano como el acero.

Él rió a carcajadas.

Una tentación lo sobrevino, un impulso de retorcerlo y hacerle daño como lo había dañado a él mediante la humillación. Entrecerró los ojos y aumento la fuerza de sus dedos mientras descendía de nuevo, pero antes de que pudiera llevar a cabo su salvaje e irracional propósito dominado por la furia, él lo advirtió bruscamente.

—Piénsatelo bien, irlandes. Si estuviera en tu lugar me plantearía seriamente si podría soportar las consecuencias.

Sasuke se tensó y se controló a si mismo, clavándose las uñas en las palmas de las manos, odiándolo, odiándose. Si tan sólo tuviera la más ínfima posibilidad de ganar en un enfrentamiento...

—Ten mucho cuidado, dulce brujo —interrumpió sus tempestuosos pensamientos suavemente. — Estás en mis manos y ya no estoy ni débil ni herido. Ni completamente aturdido por la batalla y el dolor. Si me haces daño, solo conseguirás hacerte daño a ti mismo.

A pesar de la tensión a la que estaba recurriendo para no golpearlo, logro aflojar los dedos y proceder con el masaje de su pecho. Las yemas de los dedos eran sumamente conscientes de su amplio torso. Con los parpados entornados, desplazó las manos hacia sus muslos y tragó nerviosamente cuando vio la larga y blanca cicatriz que había quedado de su herida en la parte interior. No pudo evitar tocarla. Se vio obligado a luchar contra el recuerdo, contra la crueldad con la que actuó, contra el dolor que el debió sentir. Se había curado maravillosamente. Y probablemente había sido por sus cuidados. El doncel había cerrado la herida, y la había limpiado y la había cubierto con las hierbas y la arcilla curativas. Le había hecho daño, sí, pero también le había ayudado amablemente.

E incluso aquel día en el arroyo, Sasuke había sido terriblemente consciente de su masculinidad. Y una vez escapado de él, nunca hubiera imaginado ni en un millón años que lo volvería a tocar otra vez, que volvería a ser tan consciente de él, y aun menos, que además él estaría despreocupadamente desnudo y estaría exigiéndole.

El doncel retiró sus manos bruscamente y las cruzó en su regazo, sentándose rígidamente. Ya no lo estaba tocando, pero, de todos modos, podía sentirlo, y lo que sentía era acero. Él era más fuerte... el conquistador. Y se lo estaba demostrando.

—Gracias — su grave susurro destilo claramente diversión.

Sasuke se puso de pie rápidamente, alejándose de él y de la cama, retirándose hacia las ventanas. Esta vez él no lo detuvo.

El irlandes le dio la espalda, escuchando sus tranquilos movimientos por la habitación mientras se vestía, totalmente consciente de que sus ojos no apartaban la mirada de él en ningún momento. La sutil esencia del aceite de sándalo permanecía todavía dentro del cuarto, un perfume agradable y masculino, un olor que Sasuke siempre asociaría a él.

 Fue él quien habló de nuevo.

—Realmente no tengo ningún deseo de hacerte infeliz — dijo él suavemente. — Simplemente necesito que entiendas que mi vida no será controlada por un doncel odioso y traicionero. No tengo tiempo para tratar con tus insignificantes deseos de venganza. Siento que tu tía muriera. No tengo ninguna excusa para lo que soy, un Vikingo. Pero ahora he decidido ser un constructor más que un destructor. Es una pena que el destino nos reuniera anteriormente, porque todo lo que deseo es que seas un rey cordial. Pero el destino realmente nos unió antes, y las circunstancias te han traído hasta aquí ahora. Acepta que eres mi esposo, mi posesión. Así podrás vivir plácidamente sin ser molestado.

—Fui criado como un doncel irlandes. Las leyes Brehon garantizan que no soy posesión de ningún hombre. ¿Cómo quieres que acepte eso?  — su voz era tranquila y suave, angustiada por la tristeza, la desesperación y el orgullo.

Naruto sintió una punzada de compasión... y de admiración.

—Porque debes hacerlo. Las leyes Brehon no significan nada para mí. Soy mi propia ley. De todos modos, no ansío hacerte daño.

— ¿Si lo que deseas es una coexistencia pacífica — preguntó suavemente — por qué me humillas así?

—Es extraño — respondió él tranquilamente — que te atrevas a preguntar eso. Hubo un tiempo, irlandes, en que me deseabas lo peor. Y todavía abrigas la esperanza de terminar con mi vida. Mantenlo como hasta ahora irlandes, un sueño. Pero hoy no te he tratado así por venganza, sino porque creo que es necesario que comprendas que no puedes vencerme o desafiarme. No tengo tiempo para complacerte. Hay muchos a los que no les parece bien esta alianza. Dubhlain y otras ciudades irlandesas serán atacadas por los que no honran, ni a tu padre, ni a mí. Habrá guerras que luchar y ciudades que reconstruir. Debes entender que, si te cruzas en mi camino, serás tratado severamente. — él hizo una pausa un minuto, pero Sasuke no contestó — Enviaré a criados para que te preparen un baño.

—Mi hermana... — Sasuke comenzó a decir.

—Podrás ver a tu hermana más tarde — él lo interrumpió. — Tengo pensado enviarte una señora que creo que encontrarás a tu gusto.

Sasuke oyó la puerta cerrarse tras de él, pero siguió mirando ciegamente hacia la ventana, alternando entre la desesperación que amenazaba con envolverlo y la rabia que sentía por verse impotente contra ese enemigo que lo atormentaba despiadadamente demostrándole su dominio. Y deseando que él no se mostrara tan racional y claro, y, sí, tan sorprendentemente poderoso y espléndido. Habría sido más fácil vivir odiándolo que saber que no era un asesino de mujeres o donceles.

Alguien llamó a la puerta. Distraídamente respondió, adelante, comenzando a preguntarse lo que iba a ser de su vida, como se suponía que él, un doncel irlandés, iba a llenar sus días en esta fortaleza Nórdica.

—Soy yo, Iruka, mi señor. Hemos traído su tina y el agua limpia.

 Sasuke se ruborizó al darse cuenta que su túnica ocultaba mas bien poco, pero Iruka se centró rápidamente en sus cosas, supervisando la llegada de la tina y la salida de Naruto. Cuando la habitación se quedó vacía de nuevo, todavía sonriendo le hizo una reverencia y con una voz muy apacible, dijo:

—Cualquier cosa que necesite, mi señor, acuda a mí. ¿De acuerdo?

—De acuerdo, Iruka — respondió Sasuke suavemente — Gracias.

El doncel sonrió al hombrecito, inconsciente de que acababa de hacer su primer amigo dentro de Dubhlain. Con solo una mirada a sus hermosos y atormentados ojos y a su triste pero amable sonrisa, había caído preso de adoración. Naruto era un hombre afortunado, decidió Iruka. Se había casado buscando una alianza, pero, inconscientemente, había recibido una gema fina y rara.

—A su servicio — murmuró Iruka, consternado por el rubor que había aparecido al ver su sonrisa. Retirándose torpemente, cerró la puerta tras él.

Sasuke de repente empezó a sentir un punzante dolor de cabeza. Habían sucedido demasiadas cosas en poco tiempo.

Él había sido libre. Un soñador. En ocasiones un guerrero. Un doncel que sostenía la ligera esperanza de que algún día derrotaría al mismo hombre que ahora lo mantenía, sin duda, bajo su poder. Un hombre que, aparentemente, sentía poco interés hacia él excepto cuando lo ponía en su lugar.

Gracias a Dios que ese era su único interés. El rubor pareció extenderse en todas partes de su cuerpo. Al menos no lo habían forzado a recibirlo. Esto lo habría dejado realmente devastado.

¡Si sólo no hubiera jugado tan imprudentemente con esa oportunidad! Debería haberse casado con Neji. Y si lo hubiera echo, seguramente habría disfrutado del aroma masculino de su cuerpo, del contacto con su firme y fuerte cuerpo.

Sasuke cerró sus ojos, sintiéndose enfermo al darse cuenta de que Neji nunca había hecho que temblara como este hombre conseguía, de que el beso de su pretendiente irlandés lo había dejado levemente interesado, pero ni por asomo tan vulnerable como cuando sentía su mirada sobre él o la proximidad del Vikingo.

Mi reacción hacia él es debida al odio, pensó desesperadamente. Él me deja temblando de miedo y furia, eso es todo.

Pero había algo más que rechazaba admitir. Porque incluso aunque había odiado hacer el masaje, sus traicioneros dedos habían quedado fascinados por la forma de los músculos que acariciaba, por su fina piel bronceada.

Sasuke se preguntó acerca del hombre tan obviamente viril que había decidido abandonarlo. Por supuesto, estaba seguro de que el no sentía nada hacia él. De todas formas, había creído que se vería obligado a aliviar las necesidades que sabia que tenia cualquier hombre.

 De pronto se cubrió la cara con las manos. Desde luego, era obvio. A él no podía importarle menos de una forma u otra, y él sabía que el rey irlandés no le habría dado ninguna otra cosa excepto un novio virginal, sin experiencia. Debe haber un doncel o mujer cerca, quizás dentro de la residencia, que no sería inexperta y nada adversa a la complacencia del gran Señor de los Zorros. ¡Bueno! - Sasuke se dijo a si mismo - déjale tener su puto o putas y que me deje tranquilo.

El doncel le odió más que nunca. Ya encontraría alguna forma de escaparse con el tiempo.

Un sollozo ahogado se rompió dentro de él. Escapar... ¿A dónde? No podía volver a casa. Su padre lo había hecho esto... su padre, a quien Sasuke había adorado toda su vida. Estaba tan furioso con él, pero el dolor pesó más que la cólera. Quería verlo. Su último encuentro había sido tan negativo. Quiso ser acogido como un niño otra vez. Apretó sus ojos fuertemente, pensando en su madre. Seguramente Mikoto no sabía nada de esto. Si sólo pudiera ver a su madre, sentir su aureola de tranquilidad.

 Sasuke suspiró profundamente mientras sus pensamientos volvían inconscientemente hacia Tenten. Quiso estrangular a la hermana que lo había traicionado. ¿Cómo sería de grande el pecado de despellejar la piel de una monja, pulgada por pulgada?

El dolor en las sienes de Sasuke comenzó a palpitar.  Ahora era el rey de Naruto, y seguramente se esperaba que cumpliera con ciertas funciones. ¿Respetaría el nórdico a un rey irlandes? ¿O sabrían todos ellos que era tan sólo un instrumento de compromiso, un juguete para el rey cuándo él estaba de buen humor?

Sasuke se alivió en el agua y cerró sus ojos. Toma las cosas tal como se presenten, se advirtió. Deja tu mente en blanco cuando puedas, o te volverás loco.

 Alguien llamo a la puerta. El doncel abrió sus ojos cuando escuchó como se abría la misma. Observo la bonita y sonriente cara de la mujer que asomó la cabeza en el cuarto, y sus ojos se ensancharon con asombro. La mujer que entró sonrió en cálida bienvenida. Ella parecía sana, descansada, y feliz. Muy feliz. Sasuke jadeó entrecortadamente una sola palabra con incredulidad.

— ¡Hinata!

 

 

*****

 

 

Hinata entró silenciosamente en el cuarto y cerró la puerta tras ella.

—Me alegra que todavía me recuerde, Sasuke.

—Recordarte... — había veces que ni siquiera podía cerrar los ojos sin recordar los gritos de Hinata, pero no tenía mucho sentido decirle esto a ella. Sasuke tragó saliva convulsivamente y parpadeó. — ¡Desde luego que te recuerdo, Hinata!

La sonrisa de Hinata se ensanchó.

—Lo pase mal al principio — dijo ella suavemente — pero como puede ver, ahora estoy bien.

Sasuke tenía cientos de preguntas que hacer, pero al parecer no podía abrir su boca. Aún no se había recobrado de la impresión.

—Fui herida gravemente — siguió Hinata, moviéndose por el cuarto y rebuscando en un hermoso baúl situado al pie de la cama — pero fui atendida por la misma Sakura.

— ¿Sakura?

Hinata vaciló y sus encantadores ojos perla se encontraron por un instante con los de Sasuke.

—La señora de mi señor Naruto — dijo ella suavemente — Está muerta ahora...  — Hinata se encogió de hombros y volvió a centrar su interés en el baúl — desde entonces he vivido con Kiba, el comandante principal de Lord Naruto, y llevo una vida agradable. — Seleccionó un vestido y lo puso sobre la cama, luego le dio una toalla a Sasuke. — Disfrutará de Dubhlain, Sasuke. ¡Hay siempre tanta actividad! Eruditos, químicos, vendedores ambulantes, sacerdotes... todos vienen a Dubhlain.

Hinata sostuvo la toalla. Sasuke, todavía aturdido, se puso de pie automáticamente y aceptó el abrazo del suave lino.

—Es maravilloso que el rey de Dubhlain haya tomado a un esposo irlandes — dijo Hinata. — Para aquellos de nosotros que somos irlandeses esto será como una conexión con lo nórdico... No es que suframos — añadió Hinata rápidamente. — Naruto es un hombre increíblemente justo. Pero a veces su justicia es ciega. Sabio, pero no con el corazón. Vos podéis ser su corazón, Sasuke.

Sasuke entornó los ojos. ¡Su corazón! No quería decepcionar a Hinata, pero sinceramente dudaba que alguna vez rozara el corazón del Zorro.

Todavía se sentía incapaz de hablar. Hinata mantuvo una charla suave que poco a poco lo hizo sentirse más cómodo a Sasuke.

—He escogido una túnica de lino de color malva. ¿Le parece bien?

Sasuke asintió con la cabeza, y no se movió, aturdido mientras Hinata lo ayudaba a vestirse.

—Tiene su cabello tan hermoso. Me encantará peinárselo.

—Hinata — Sasuke finalmente encontró la voz — no necesitas servirme, puedo cuidar de mi mismo.

Hinata rió con un sonido parecido al tintineo de un arroyo. ¡Sasuke no podía creer que ella pudiera ser tan feliz!

— ¡Estoy feliz de servirle, Sasuke! Es como si tuviera un hermano pequeño. Siéntese, y peinaré su pelo.

Diligentemente Sasuke se sentó con expresión pensativa durante varios minutos antes de darse la vuelta, interrumpiendo a Hinata.

— ¡Hinata! ¿Cómo puede estar tan bien? Y tan... ¿Cómo pudiste olvidar... perdonar...?

Esa misma sonrisa etéreamente hermosa volvió.

—Al principio, solamente quise sobrevivir, y eso hice. Después simplemente, fui tratada bien. No he olvidado, pero he cambiado. He vivido con esta gente durante tres años. Como bien, visto bien. Y yo... yo he llegado a respetar a mi señor Naruto y me gustan muchos de por aquí. Sasuke, hay algunas cosas que nunca cambiarán. Naruto tiene Dubhlain y él está aquí para quedarse. Como el centeno en los campos se inclina hacia los vientos, también debemos inclinarnos cuando no se puede hacer nada más.

Sasuke giró la cabeza, apartando la mirada del alcance de Hinata.

Hinata comenzó vacilantemente de nuevo.

—Por favor, Sasuke, debéis aceptar vuestro destino. Si intentarais huir para evitar este matrimonio legal, pondríais en ridículo la alianza de vuestro padre. Los Vikingos serían humillados y exigirían venganza, las guerras podrían comenzar todas de nuevo... — la voz de Hinata se calmó.

Sasuke cerró los ojos fuertemente, luchando contra las lágrimas. Hinata tenía razón. No podía escapar. Aunque ni un solo guardia rondara por la ciudad, no podía escapar, no importaba cuanto aborreciera su situación.

Era tan doloroso. La vida misma se había burlado de él. Se sentía como si el mundo nadara en la oscuridad. Tan profunda era su desesperación. Abrió los ojos de nuevo.

—No te preocupes, Hinata — dijo suavemente — no huiré.

—Encontraréis la vida aquí muy similar a Tara. La mayor parte de las damas y jovenes noruegos son amables. Las tareas diarias son las mismas. Cosemos en una cámara encantadora con el sol entrando a raudales, igual que en el Grianan. Estará ocupado, Sasuke. ¡Hay tantos a los que alimentar todas las noches, los cuales deben de ser colocados por su rango correctamente, y ahora habrá señores irlandeses de visita para colocar también!

Sasuke se froto la frente cuidadosamente con los dedos. Si no podía evitar la humillación de estar casado con Naruto, debía, como Hinata, superar la situación, y para ello, tendría que colocarse por encima de ello. Usaría todo su poder para, no solo ser un rey eficiente, sino perfecto. Al menos tendría el consuelo de la compañía de su propia gente. Tan solo tenía que deshacerse sutilmente de su marido. Él afirmaba que no quería que viviera en desgracia. Le había prometido que lo dejaría en paz mientras no causara ningún problema.

Sasuke detuvo a Hinata e inclinó su barbilla.

—Tendrás que ayudarme, Hinata. No sé lo que se espera de mí. Puede que los hombres acepten esta alianza, pero dudo que lo hagan las mujeres y donceles.

—No será tan malo — prometió Hinata—. Muchos de los hombres ya han tomado a donceles y mujeres irlandesas como esposos. Iremos a buscar a su hermana y lo llevare a la habitación del sol.

 

 

Sasuke todavía quería estrangular a Tenten o al menos sacudirla hasta que sus dientes chasquearan. Pero cuando vio los rasgos crispados de su hermana y la agonía en sus ojos al entrar en la cámara, comprendió que tenía que controlar su enojo. Tenten nunca le habría hecho daño a no ser que ella, como Fugaku, realmente creyera que el sacrificio era para Irlanda y era la voluntad de Dios.

Tenten se acerco hasta él y lo abrazo con lágrimas en los ojos.

—Hermano, perdóname.

Perdonar, Sasuke pensó. ¡Ah, Tenten, no te das cuenta ni la mitad de lo que me hiciste! Pero realmente te quiero, y no hay nada que cualquiera de nosotros pueda hacer. Y no estaría bien visto que el nuevo rey irlandes estrangulara a una monja irlandesa.

Se alejó de los brazos de su hermana e hizo una mueca.

—Vamos, Tenten, Hinata va a enseñarnos como vivir entre los zorros.

 

Había varias damas y donceles presentes en la habitación del sol y sólo dos irlandesas. Sasuke nunca había conocido a donceles o mujeres noruegos antes, y estaba fascinada por sus ropas. Vestían largas túnicas de lino muy ligeras, con distintos tipos de manga trenzadas recubiertas con túnicas de lana más pesadas a las que normalmente utilizaban los irlandeses. Llevaban idénticos broches que los irlandeses para sostener las túnicas, considerándolas una de sus posiciones mas preciadas. Llevaban puestos muchos anillos, pulseras, brazaletes y collares de oro, cristal, y piedras. Sasuke sabía que sus colecciones de oro y plata las señalaban como esposas y esposos poderosos y muy ricos.

Él no era dado a llevar muchas joyas aún siendo el favorito de su padre. Hinata le había recogido uno de sus mechones azabaches que enmarcaban su fino rostro con pinzas de oro, pero aparte de eso no portaba más adornos y vestía sencillamente de lino. Se preguntó si las damas y donceles nórdicos tendrían sedas, o si tan solo él poseía tan fino material puesto que Irlanda había comerciado mucho con los reinos católicos de España e Italia.

Se quedó helado cuando entró en el cuarto donde dedos ajetreados trabajaban en telares y con agujas e hilo. Él era un forastero que había sido arrojado sobre ellos. Pero Tenten, siempre confiando en que su Dios lo dirigiría, lo arrastró hacia dentro. Hinata presentó a Tenten como una monja cristiana y princesa de Tara y luego anunció a Sasuke como el rey de Dubhlain.

Sasuke tuvo ganas de reírse. Él no era su marido, no podía pensar en Naruto de tal manera, por lo que no era ningun rey. Era una pieza del juego entre su padre y el Zorro.

Las damas no le dieron inmediatamente la bienvenida a Sasuke en su redil, pero cuando Tenten miró a Sasuke, ella supo que su hermano había causado la mejor impresión posible. Algo del resentimiento natural empezó a debilitarse de los ojos que se posaban sobre Sasuke cuando habló suavemente solicitando su ayuda.

Sasuke pasó tres horas escuchando sugerencias que comenzaron a dar vueltas en su cabeza. Hinata, que rondaba por el fondo, finalmente lo interrumpió anunciando que era hora de conocer a la jefa de cocina. Sasuke buscó a Tenten para que lo acompañara, pero Tenten sacudió su cabeza imperceptiblemente. Sabiendo que su hermana esperaba aprender más para su beneficio ó intentaría hacer conversos para su Dios, asintió y la dejó.

— ¿Hinata? — Sasuke preguntó mientras sus ojos vagaban sobre la escalera minuciosamente tallada que les llevó del segundo piso a la enorme sala de banquetes, vacía excepto por unos viejos que tallaban cerca del fuego y que rieron cuando pasaron — ¿Por qué no participaste en la conversación? Me parece que sabes mucho más...

Una amarga risita de Hinata lo interrumpió.

—Aquellas personas son “esposas” y “esposos” de héroes Vikingos. Yo sólo soy “la mujer” de uno de ellos.

—Ellos no deberían tener más derechos que tú — dijo Sasuke.

—Déjelo estar, Sasuke —dijo Hinata—. Lo he aceptado, pero esto no cambia el hecho que fuera un trofeo de guerra.

Sasuke poco más pudo decir porque en esos momentos dejaron atrás una de las alas de la residencia en forma de U y llegaron a un pequeño jardín. Se sobresalto al ver a los hombres combatiendo con espadas y hachas en la distancia, sobre una colina.

Hinata captó su mirada.

—Ellos intercambian sus conocimientos del arte de la guerra —dijo Hinata—. Creo que algunos de sus hermanos están ahí, y vuestro primo Obito.

— ¿Y mi padre? — Sasuke se oyó preguntar.

— Vuestro padre ha vuelto a Tara.

Sasuke se tragó la amargura. Él lo había abandonado y, pasado un tiempo, Tenten se iría. Se quedaría solo en la cueva del dragón a excepción de Hinata, que se había convertido en una criada mantenida.

Hinata guió a Sasuke por la segunda ala de la residencia hacia las inmensas estancias dedicadas a la cocina, a la herrería, a la lavandería, a la despensa y los corrales del ganado. La cocina era una habitación grande con un enorme hogar en el centro de arcilla y piedra. Los calderos colgaban sobre el fuego del hogar, y los asadores habían sido puestos sobre pesadas cadenas. Los hornos de pan de arcilla se alineaban a un lado de la enorme pared; los utensilios estaban apilados y dispuestos sobre estanterías de madera. Erin se sorprendió al ver como el agua fluía gracias a troncos de madera huecos hasta enormes tinas. Sirvientes tanto masculinos como femeninos y doncelinos — la mayoría, aparentemente, irlandeses — colocaban la carne en los asadores, revolvían los calderos y amasaban masa en enormes mesas entarimadas. Una muchacha joven estaba sentada en una esquina lejana desplumando un ave; otra recogía la nata de la leche fresca. Los aromas en la cocina eran deliciosos.

—    Le voy a presentar a Anko — dijo Hinata. — Ella es la responsable. Cuando algo le disguste, debe decírselo.

Hinata echó un vistazo a la concurrida estructura sintiéndose inquieta, entonces, de repente, se quedó congelada. Sasuke siguió con la vista a una mujer voluptuosa con una mata de pelo largo y un traje de corte bajo que se dedicaba a lanzar ordenes a un hombrecito agobiado que giraba un espetón de ternera. El monólogo — los trozos que ella captó — eran en irlandés, lo que no era sorprendente porque la mujer no poseía los rasgos nórdicos que tenían las mujeres con las que hablo hace un rato.

—    Hinata, ¿Qué pasa?

—    Nada. — Hinata sacudió la cabeza—. Vamos, ya he visto a Anko.

Anko era una mujer agradable, rechoncha y con una maravillosa mirada jovial. Sonrió calidamente a Hinata y después evaluó abiertamente a Sasuke.

—    Lo hará bastante bien, joven — le dijo—. Algo bonito para nuestro buen Rey Naruto.

Sasuke se ruborizó ligeramente cuando la mujer con expresión impasible le toqueteo las caderas, midiendo su tamaño.

—    Sois delgado, pero ancho donde cuenta. ¡Me ocupare de que se alimente, y así nuestro rey será padre de una veintena de hijos! — sintiéndose incómodo, Sasuke bajó la mirada hacia el suelo, pero Anko simplemente se rió.

—    Comprobaré con vos cada mañana lo que se servirá para cenar para ver si le complace. Hoy ya he escogido las carnes, pero si vos preferís cambiarlas...

—    No — Sasuke contestó rápidamente—. Confío en su juicio mucho más que en el mío propio. Aprenderé pronto los paladares de los guerreros.

Sasuke se dio cuenta de repente que la mujer voluptuosa que había estado regañando al cocinero lo miraba fijamente. Le devolvió la mirada, preguntándose como podía comportarse tan fríamente con un compatriota de buenas a primeras.

La mirada que le respondió fue claramente burlesca, provocativa. A continuación, se dio la vuelta y abandonó la cocina, balanceando las caderas sugestivamente.

Cuando la entrevista con Anko terminó, Sasuke se dio cuenta que no había comido nada en todo el día.

—    Hinata, podríamos comer algo.

Los ojos de Hinata se ensancharon de horror.

—    Lo siento, lo olvidé. Nuestra comida principal es por la noche, y todos están, por lo general, presentes. Le traeré alimento por la mañana de ahora en adelante. Lo siento mucho.

—    Hinata, por favor, no te disculpes — el hecho de que Hinata le sirviera le hizo sentir miserable, aunque esta lo hiciera felizmente —. Simplemente busquemos algo para ahora.

Les dieron grandes tajadas de una suculenta ternera, de la cual Sasuke disfrutó hasta que recordó que el ganado de Naruto era también un trofeo de guerra. Lo que como es comida irlandesa, pensó mientras masticaba un sabroso bocado, y Hinata es criada irlandesa de esos canallas en su propia tierra.

Entonces se acordó de repente de la otra irlandesa, la que lo había mirado tan insolentemente.

—    Hinata — exigió — ¿Quién era aquella mujer que nos miraba tan fijamente?

Hinata fingió lamer el jugo de sus dedos.

—    Esa... esa era Shion.

—    ¿También fue apresada en una incursión?

—    Al principio, sí. Por los daneses, creo. Ella vivía en Dubhlain cuando Naruto tomó la ciudad.

—    La forma que mira a todo el mundo, es como si tuviera acceso libre al lugar. ¿No ha sido hecha sirviente también?

La segunda vacilación de Hinata fue simulada, pero Sasuke se percató.

—Shion... sí, supongo que es una sirviente. Venga, debemos terminar, todavía me queda mucho que enseñarle.

Sasuke pasó el resto de la tarde aprendiendo más cosas sobre su nueva casa. Conoció a las modistas, a las lavanderas y a varios criados. Descubrió de que tenia un cuarto especial para llevar a cabo las audiencias con aquellos que desearan ser contratados para entretenimiento de la corte y que también se suponía que debía lidiar con las pequeñas discusiones que se produjeran entre las mujeres.

Pero más importante que todo eso, descubrió que los noruegos eran personas. Lo cual fue para él una experiencia curiosa.

Aparte de la guerra, tenían las mismas preocupaciones básicas acerca de la familia y el hogar. El doncel había descubierto que en realidad podrían incluso gustarle los noruegos, igual que le gustaban Iruka y Anko.

 

Cuando el crepúsculo se volvió oscuridad, volvió a su cámara para asearse para la cena. Lo hizo a toda prisa ya que no quería que Naruto lo encontrara muy ocupado si volvía. Mientras se secaba las manos y la cara a toda prisa, se encontró pensando en la extraña mujer de la cocina, Shion, quien lo había observado con tanta insolencia. Shion, la del cuerpo voluptuoso, caderas balanceantes y ojos seductores. Sasuke comprendió al instante que sólo una cosa podría dar tal mirada a una mujer. Shion era la puta de Naruto. Una sensación de dolor lo atravesó.

 — ¿Por que me importa? — se exigió a él mismo, recuperándose rápidamente. El suyo no era ningún compromiso por amor. No volvería a experimentar la humillación tal como le había pasado por la mañana y la noche anterior, porque tenía la intención de estar lejos de Naruto. Había sido forzado a aceptar la situación, por lo tanto, no haría ninguna tonta tentativa contra él.

 A pesar de su aceptación, todavía se sentía indignado por dentro porque seguro que todos sabían lo que era Shion.

 Incapaz de soportar un pensamiento más acerca de Shion, Sasuke escapó del cuarto. Volvió sobre sus pasos hacia la sala de banquetes, y entonces sintió un ramalazo de nervios en el estómago. Tendría que sentarse a cenar al lado de su marido como su rey. Para su enorme alivio, vio a Itachi y Tenten delante del fuego que calentaba el gran salón. Se acercó a ellos con gratitud.

— ¡Itachi!

Los ojos de su hermano estaban recelosos, especulativos y con un patético deje suplicante cuando se fijaron en los de él.

—Sasuke

— ¿Vas a quedarte aquí?

—Por un tiempo. Después debo volver a Ulster.

 Sasuke quiso abrazarlo y decirle que no era culpa suya. Pero si lo hacía, comenzaría a llorar. Tenten finalmente rompió el incomodo silencio.

—Muchas donceles y mujeres irlandesas se quedarán, Sasuke. No estarás solo. ¿Y sabías que Naruto consiente y promueve el estudio del cristianismo? Esto rápidamente se convertirá en un hogar, Sasuke.

No, Tara era mi hogar. Esto nunca sería mi hogar. Todavía estoy rodeado por el enemigo, pensó el doncel insolentemente, pero no dijo nada.

—Izuna y Shisui se quedarán durante varios meses — ofreció Itachi, hablando de sus hermanos menores — y Obito estará aquí contigo tanto como lo desees.

Obito. Gracias a Dios que Obito se va a quedar. No estaré solo, pensó Sasuke con gratitud.

 El salón, que un momento antes estaba inundado por numerosas charlas ociosas, de repente se quedó en silencio. Sasuke se dio la vuelta y se encontró a Naruto, quien, resplandeciente e imponente como siempre, había entrado, con su capa flotando por detrás de su alto cuerpo dorado haciéndolo parecer más que humano, un Dios él mismo.

Sus ojos exploraron el salón rápidamente hasta que encontraron los de Sasuke. Él levantó una mano hacia el doncel.

Sasuke se acercó a él con su cabeza en alto, suntuosamente. Recordando la educación recibida de su madre, parecía flotar a través del cuarto.

Sintió el calor de su mano mientras, silenciosamente, lo conducía a las sillas lujosamente talladas en la cabecera de la mesa. Una vez que estuvo sentado, lo soltó como si simplemente hubiera estado tocando basura.

 Era una prueba, Sasuke pensó silenciosamente, furioso contra los destinos que lo habían forzado a vivir una vida de humillación. Lo único que quería era dejarse llevar por la rabia. Era una prueba para ver si él se comportaba o no como un esposo dócil tal como él quería.

 Noruegos e irlandeses igualmente se dirigieron hacia sus sillas. La conversación dentro del salón comenzó a burbujear curiosamente mientras los nuevos aliados se evaluaban unos a otros con cautela. Los criados portaban fuente tras fuente.

—Entonces, señor, ¿cómo pasaste tu primer día?

Sasuke siempre podía sentir su mirada, al igual que podía sentir la terrible tensión que había alrededor de él. Mantuvo los ojos pegados a su plato y al pedazo de carne que cortaba delicadamente con su cuchillo.

—Bien — contestó con serenidad.

Al igual que podía sentir su mirada, pudo sentir el fruncimiento de su frente y como se tensaban sus dedos alrededor de la copa.

— ¿Asumo que has aprendido la magnitud de tus deberes?

—Fui criado en Tara, señor de Noruega. Estoy seguro que no encontraré ninguna tarea demasiado... difícil. — Habló dulcemente, haciendo que el sarcasmo de su respuesta se asemejara a un cuchillo de doble filo.

Podía aceptar muchas cosas, pero lo que no aceptaría nunca era ese abrumador poder y la masculinidad innata del hombre que estaba a su lado. Cada nervio dentro de él parecía despertar cuando Naruto estaba cerca. Ahora que por fin había comprendido que tendría que quedarse, al menos lo haría con la máxima dignidad. Conquistador o no, él no podría juzgarlo sino le daba razones para ello.

 Él no contestó, pero cambió de posición en su silla tallada para hablar con el hombre de al lado. Erin dirigió su interés hacia el salón. Era evidente que, a efectos prácticos, cualquier paz entre los irlandeses y los Nórdicos llevaría tiempo. Guerreros de genio vivo ya se peleaban con garrulería mientras llenaban sus bocas. El número de Nórdicos era superior al de los irlandeses. Algunos de los propios hombres de Naruto pensaban que éste estaba un poco chiflado por cenar con el enemigo.

— ¿Esperas problemas?

Sasuke se encontró con la mirada de su esposo sobre él de nuevo. Se encogió de hombros.

—No espero nada, mi señor. Todavía estoy asombrado por lo que veo, por lo tanto, hay poco que esperar. De todas formas, rezo para que no haya ningún problema, ya que los invasores son mayores en número a los herederos legítimos de esta tierra.

Él se inclinó cerca de el doncel, con el aliento acariciando su mejilla mientras hablaba en voz baja.

—Ah, si fueran los irlandeses quienes excedieran en número a los nórdicos, ¿Te gustaría ver un pequeño derramamiento de sangre o quizás uno grande? ¿El mío en particular?

Sasuke se dio la vuelta para enfrentarlo con una sonrisa curvando sus labios y helada escarcha en sus ojos.

—Naruto, nunca he fingido otra cosa.

Como antes, sus palabras eran suaves y dulces.

 Él sonrió a su vez, con su brazo apoyándose en los hombros de Sasuke como si fueran amantes susurrando bromas juntos.

— ¿Aun planeas asesinarme y escaparte por el campo?

Fue una pregunta suavemente entonada, como si estuviera preguntándole acerca del color del cielo.

Su contacto provocó que varios escalofríos le recorrieran la columna vertebral. Miró fijamente con desdén la poderosa amplia mano que colgaba sobre su hombro y después volvió a centrar la mirada en los ojos de él.

—No, mi señor, yo no asumiría el riesgo de dañar a mi gente. Esperaré hasta que llegue el día en el que un danés te parta el cráneo.

 Le sorprendió que el comentario le hiciera gracia a su marido. Este respondió con una risa grave, gutural... un sonido peligroso. Pequeños estremecimientos lo atacaron otra vez así que tuvo que centrar su atención en los malabaristas que actuaban en el salón. Naruto otra vez escuchaba algo que le decían a su derecha. Sasuke echó un vistazo a escondidas al Vikingo que requería tan a menudo la atención de su marido y que estaba sentado en un lugar de tal autoridad. Era alto, aunque no tan esbelto como Naruto, y probablemente llevaba el pelo más corto. Su pelo era marrón oscuro, sus ojos de un color negro. Él lo había mirado fijamente con anterioridad, pero todo lo que había resultado de tal evaluación había sido un bufido. Sasuke había interpretado el gesto como que, aunque no sentía ningún afecto hacia los irlandeses, él, como doncel, lo tenía. Tal vez fuera el Kiba de Hinata. Probablemente. Pobre Hinata.

Sasuke no fue requerido para hablar con nadie. El Vikingo de su derecha estaba profundamente concentrado en la conversación con el irlandés que estaba colocado a su otro lado.

Comenzó a rezar para que terminara la comida. Tenten y Itachi estaban lejos del salón y todavía no había visto a Obito.

 Para su consternación se enteró de que los barcos Vikingos acababan de volver de un viaje a España. La comida continuaría porque frutas frescas estaban siendo servidas sobre fuentes inmensas.

 Se comió media naranja, sintiéndose más solo de lo que nunca se había sentido en su vida. ¿Cómo podré soportar esto día tras día? - se preguntó. Tomó un trago largo de su cerveza y luego se recostó en la silla. Quizás pudiera fingir enfermedad y disfrutar de sus comidas en la soledad de su cámara.

Los malabaristas acabaron su espectáculo. Un bardo comenzó un relato sobre un rey vikingo, Fairhir, que había luchado contra el dios Frey. La historia era muy entretenida y Sasuke disfrutó mucho escuchándola. Cuando terminó de contarla el hombre se inclinó ejecutando una reverencia ante los aplausos de toda la sala y Sasuke pensó que comenzaría otro cuento, pero entonces una mujer se levantó y le hizo señas para que se retirase y dejara paso a los bailarines. Sasuke no los miró porque sus ojos se encontraron antes con los de la otra mujer que lo retaba con una mirada de desafío mordaz. Era Shion.

 Ella le sonrió en la distancia a Sasuke. Entonces con un parpadeo despectivo de sus ojos seductores, se sentó de nuevo, con su risa elevándose en respuesta a una broma. Sasuke sintió como la sangre corría por su cara debido a la furia. Echó un vistazo a Naruto y vio como este simplemente alzaba la vista al notar el cambio de actuación, sonreía vagamente a Shion, y volvía a su conversación sobre la construcción de barcos con el gigante marrón.

Pero entonces Sasuke notó que muchas de las damas, al igual que algunos de los irlandeses y noruegos que había en la habitación, echaban un vistazo en su dirección. La compasión y la curiosidad llenaron sus ojos por un instante, hasta que fueron conscientes que Sasuke los estaba observando y, rápidamente, apartaron la mirada. El doncel mantuvo la cabeza bien alta hasta que, sencillamente, no aguanto más. Se puso de pie, atrayendo la mirada de Naruto bruscamente.

—Desearía retirarme, mi señor. Mi viaje hasta aquí fue fatigoso y aún no he recuperado el sueño atrasado.

Durante un momento pareció como si él fuera a discutir, entonces se encogió de hombros como si su presencia no tuviera importancia.

Sasuke escapó del salón y se encontró a Hinata esperándolo en su cámara.

— ¿Por qué no estabas en la cena? — Sasuke exigió.

Hinata se encogió de hombros en un gesto de impotencia.

—Prefiero evitar la sala de banquetes por la noche — respondió ella suavemente.

Sasuke sintió la risa histérica que burbujeaba dentro de él.

— ¡Te ocultas aquí porque vives con Kiba mientras que... que esa bruja hace alarde de su posición!

Hinata levantó una ceja, pero no dijo nada. Sasuke cerró los ojos cansadamente.

—Lo siento, Hinata. Estas en tu derecho de hacer lo que quieras.

—Venga, Sasuke, te ayudaré a desvestirte.

Sasuke no se movió mientras Hinata lo ayudaba con su camisón. No pronunció una sola palabra mientras Hinata peinaba su cabello.

—Sasuke, ¿Ayudaría hablar? —preguntó Hinata.

 Sasuke sacudió la cabeza. No podía hablar ni él se entendía a sí mismo.  No debería importarle que todos supieran que la puta de Naruto tenía más poder que su esposo "por negocio". No debería preocuparlo que él hubiera sonreído a Shion desde su mesa. No debería molestarlo que el mismo hombre que se había acostado desnudo a su lado con el único propósito de ridiculizarlo y someterlo, hiciera otro tanto con una mujer de su propia raza que parecía decidida a demostrar que era ella quien gobernaba.

—Te doy las buenas noches entonces — dijo Hinata suavemente, cruzando el suelo de piedra e intentando dedicarle una sonrisa alegre al abrir la puerta. — Lord Naruto probablemente se retirará pronto.

Cuando la puerta se cerró, las palabras de Hinata se abrieron paso a través de Sasuke. Lo único que quería era enfrentarse a Naruto, maldecirle y hacerlo rabiar, golpearlo. Lo único que quería era gritar de frustración. Lo único que quería era irse a casa.

Pero no podía permitirse hacer ninguna de esas cosas, no si deseaba establecer una relación de fría propiedad y distanciamiento entre ellos.

Se metió en la amplia cama, preguntándose incluso con sorprendente amargura si al menos él se molestaría a entrar en su cámara, aunque era obvio que prefería dormir en cualquier otra parte. Debería sugerirle que tuviésemos cuartos separados, pensó. Él puede tener su libertad y yo puedo tener la mía. No nos mantendremos en una guerra constante. Él no me quiere para otra cosa a parte de burlarse de mí.

Oyó sus pasos, el crujido de la puerta, y cerró los ojos. Sintió cada uno de sus movimientos mientras se desnudaba. Podía sentirlo, presentirlo, oler ese agradable aroma corporal tan masculino mientras se acercaba a la cama. Y supo que él se había quedado en pie observándolo.

—Tus muñecas, Sasuke — dijo suavemente—. No tengo ningún deseo de que te conviertas en un viudo feliz esta noche.

Se quedó congelado, luchando contra las lágrimas que amenazaban con precipitarse por los ojos. Otra vez no, pensó, por favor, otra vez no. Me niego a rogar.

Sasuke se giró para mirarle fijamente a la cara, manteniendo sus ojos en él. No parecía tan terrible esta tarde. Podía adivinar un tenue brillo de dolor en sus ojos.

 La boca se le había resecado. Una parte de él quiso repartirle golpes a diestro y siniestro, exigiéndole saber cómo podía tratarlo tan miserablemente cuando le debía respeto a su padre, pero había otra parte de él que, simplemente, no podría pasar otra noche en la esclavitud. Humedeció sus labios.

—No haré ninguna tentativa contra ti. Lo... lo prometo.

—Me gustaría poder creerte. — Su voz sostenía tanto determinación como pesar—. Extiende las manos. A pesar del hecho de que me desees la muerte por un medio tan odioso, no deseo dañarte. Pero lo haré si debo.

 Naruto creía en lo que había dicho de veras, y él no estaba a su altura. Sasuke no quería pelearse con él otra vez, no quería sentir el poder que irradiaba su cuerpo contra el suyo. Su labio empezó a temblar. No podía permitirse que el se diera cuenta. Apretando la mandíbula, obedientemente hizo lo que le había pedido.

 

 Comenzó a atarlas juntas con un trozo de seda. Entonces hizo una pausa, mirándolo fijamente a los ojos. Y lo liberó. Su tono fue áspero al hablar.

—Si vuelves a intentarlo, asegúrate de que me mates. Ya que, si haces otra tentativa de hacer correr mi sangre y no muero, me ocupare de que recibas veinte latigazos como cualquier otro criminal.

 Sasuke no dijo nada. La advertencia de sus ojos se esfumó cuando se movió para apagar las velas. Se tumbo silenciosamente al lado de él, dejando un pie de distancia entre ellos, una línea que jamás podría ser cruzada.

Durmió miserablemente. Aunque tenía libertad de movimiento, Sasuke no podía permitírselo. Él era como un calor poderoso e hipnótico al cual no quería ser arrastrado. Se preguntó tristemente como sería capaz de aguantar eso noche tras noche. No podría, trató de asegurarse a sí mismo. Le comentaría su idea de dormir en cuartos separados. Y de algún modo lograría hacer entender a Shion que él era el rey, y no el puto traidor irlandes que codiciaba al enemigo.

 

 

*****

 

 

La primera semana de Sasuke como el nuevo rey irlandes de Dubhlain lo pasó en casi una desgracia continua. Naruto había decidido dejar de burlarse de él, y no le hizo ningún caso, excepto cuando le exigía algunas pequeñas tareas y lo esperaba como si estuviera en su derecho. Sasuke hizo todo lo posible por frustrarlo, dejando su enmiendo a otras mujeres o donceles, fingiendo haberlo olvidado cuando lo solicitaba para que le pidiera comida, agua o cerveza. Generalmente controlaba su carácter, pero el doncel era consciente de la irritación que crecía dentro de él. Pero era superior a él mismo. Él rechazó categóricamente permitirle usar una habitación separada. Lo quería donde pudiera vigilarlo. Y de esta manera, pasó la semana, durmiendo cada vez menos sabiendo que él se encontraba a pocos centímetros, a veces separándose bruscamente horrorizado cuando se encontraba curvado contra su cuerpo, a veces encontrando su brazo rodeándolo. Ni la desnudez de él ni los contactos accidentales de Sasuke lo molestaban. Sasuke pensó, más bien con indignación, que él suponía que estaba durmiendo con un perro zorro favorito. Se suponía que él era el animal, el bárbaro, aúnque lo dejó completamente solo, mientras que a Sasuke, para su propio disgusto, cada vez le resultaba más difícil aborrecerlo. Una noche se calmó a si mismo soñando con la fantasía de que era rescatado por un magnífico guerrero irlandés. Neji debería haber sido el hombre que apareciera en sus sueños. Pero el doncel se despertó a tiempo, temblando de nuevo, cuando se dio cuenta de que había conferido al príncipe de su sueño no sólo la perfecta y poderosa musculatura de su marido, sino también su pelo dorado y sus rasgos fuertes de halcón. Y llegó aun más lejos cuando le dibujó unos ojos penetrantes de color azul nórdico.

Después de su primera semana dentro de las paredes de Dubhlain, había evitado a Hinata y se había impuesto ver un poco de la ciudad. Las aceras entabladas en madera lo habían asombrado, al igual que las filas interminables de casas de techo de paja, con un poco de piedra, construidos con troncos partidos como hicieron los fundadores. Esparcidas entre las casas estaban las tiendas de comerciantes y artesanos. La cantidad de artículos disponibles era impresionante. Hacia las paredes del Este de la ciudad estaban la tierras de labranza y los campos donde el ganado y los caballos pastaban. Sasuke se encontró girando hacia aquellos muros infranqueables y mirándolos fijamente con anhleo. Asi estaba de ocupado cuando oyó los cascos ensordecedores de un caballo de guerra aproximándose. Asustado, se giró para encontrarse con la mirada sardónica de su marido.

— ¿Soñando con huir? — él se burló.

Sasuke inclinó su cabeza para verlo por encima del corcel, teniendo cuidado de evitar los cascos del semental negro que estaba haciendo cabriolas.

— Un sueño sólo, mi señor, — replicó en respuesta.

Él tendió una mano hacia el doncel.

— Ven, se hace tarde. Volveremos a caballo juntos.

— Gracias, puedo caminar.

— Estoy bastante seguro de que puedes. Sin embargo, montarás a caballo.

No tuvo ninguna posibilidad de protestar. Él se inclinó increíblemente sobre la silla para deslizar un brazo alrededor de su cintura y subirlo encima, delante de él. No le gustó el sentimiento que lo asaltó cuando puso sus brazos alrededor de él, y no le gustó su aliento contra su cabello, el calor de su pecho contra su espalda, el olor elemental masculino de él. Pero él era como el acero de su espada, con una fuerza física que no podía emparejar. Se sentó silenciosamente, sintiendo los músculos del gran de caballo debajo de él.

— Tenemos suerte de que hables nuestra lengua.

No sabiendo si él se burlaba de él o no, replicó de nuevo con amabilidad

— Somos afortunados de que hables la nuestra.

Sasuke sintió su encogimiento de hombros.

— Si uno desea invadir y conquistar una tierra, es sabio saber de la tierra y su gente.

— Y si la tierra de alguien está siendo invadida... — con su pausa acentuó “invadida” —no tenía ninguna necesidad de decir “conquistada”. — Es sabio conocer todo lo que se pueda sobre los ... invasores.

Él rió suavemente.

—    Dime, esposo, ¿Qué más sabes hacer?

Sasuke se alegró de no tenerle de frente.

— Lo habitual, Lord Naruto.

Él se rió otra vez, pero el sonido fue un poco más ronco.

— Esposo, te recordaré que, exactamente, no realizas lo 'habitual'

Un cosquilleo recorrió su columna, caliente un minuto, frío al siguiente. ¿Se burlaba de nuevo de él? No tenía ninguna respuesta, pero él seguía hablando.

—    Tengo la extraña sensación, Sasuke Uchiha, que en tí nada es habitual. ¿Díme, qué otras lenguas hablas?

—    Latín y el lenguaje de los francos

—    Bastante dotado. Me enseñarás Latín con el tiempo. Deseo entender más sobre este Dios al que debo tolerar por los irlandeses.

La magnífica entrada de la residencia del rey surgió ante ellos. Sasuke logró escapar de sus brazos indefensos con un tranquilo salto desde el caballo.

— Si deseas comprender al Dios cristiano, Lord Naruto, habla con mi hermana Tenten. Su contacto con Él es mucho mayor que el mío.

Sasuke era totalmente consciente de que él lo miraba mientras corría hacia dentro. Escuchó el sonido profundo y gutural del eco de su risa tras él y presionó sus manos contra su cara roja, odiándolo, preguntándose como era posible encontrar cosas tan agradables y conmovedoras sobre un hombre que odiaba, un Vikingo, un hombre que se burlaba de él, lo ridiculizaba y no le hacía caso, y lo tenía atrapado con obligaciones a su familia y a su gente. Un principe demasiado orgulloso mantenido bajo la presión de su dedo pulgar. Estaba tan preocupado con sus pensamientos que literalmente arrasó al  hombre que se encontraba al pie de la escalera. Retirándose con una disculpa rápida, Sasuke se desgarró y entristeció cuando se encontró mirando fijamente la cara de Neji Hyuga.

—    Sasuke, — murmuró suavemente, jadeando. — He estado tratando de verte a solas.

Retuvo el aliento cuando él colocó las manos sobre sus hombros con ansia.

— Se como sufres — añadió él rápidamente. — Y no te he olvidado. No sé como aún, pero te liberaré de este horror.

— ¡Oh, Neji!, — murmuró Sasuke con tristeza. — No hay nada que hacer. Estoy legalmente casado con Naruto. — Fugarse, comprendió, nunca podría ser nada más que un sueño, a no ser que se llegara a saber que él había sido el causante de remotas guerras, de derramamiento de sangre, de un mayor número de muertes. Sasuke rió tristemente cuando miró fijamente a sus serios ojos perla. Realmente nunca había amado a Neji tanto como se había preocupado por él. El irlandes sufría mucho más dolor que él —. Debes marcharte de aquí, Neji — suplicó. — Te estás dañando a ti mismo.

—    No puedo, Sasuke, — juró él sinceramente. — No puedo abandonarte a ese bárbaro del norte

—    Él no es un hombre cruel, — Sasuke se oyó decir, y habiendo dicho esas palabras, tuvo que admitir su verdad. — Estoy bien, Neji, y debemos aceptar lo que es.

—    Pero, Sasuke, — comenzó él con abatimiento, cuando sus ojos de repente abandonaron los suyos y se puso rígido mientras miraba fijamente sobre su hombro. Una frialdad pareció invadir su sistema cuando se dio la vuelta despacio para seguir la línea de visión de Neji; Sasuke ya sabía lo que él miraba.

Naruto lo había seguido. Él esperó a una distancia corta detrás de ellos, con la expresión tan impasible como la piedra de su casa. ¿Dios querido, de qué se había enterado? Sasuke se preguntó, con un dolor atenazándolo como una faja de miedo.

Pero él se acercó a ellos con serenidad, no dando ningún signo de haber oído sus palabras.

— Mi señor de Connaught, — él saludó a Neji con una breve cordialidad. Sus ojos azules claros barrieron a Sasuke solo durante un momento mientras  Naruto deslizaba un brazo entre los suyos, apartándolo del ligero contacto de Neji. — Debéis perdonarnos, por favor. Hay cosas de las que debo hablar con mi esposo.

Neji se distanció, mudo, pero cabeceando. Mi héroe, penso Sasuke con un destello de amargura. ¿Por qué hasta probados guerreros como Neji parecían acobardarse ante el Zorro?

Sintió el brazo de su marido sobre el suyo como si fuera una cadena de acero. Pero mientras ellos se acercaban a la escalera, su resentimiento hacia Neji decayó, y comenzó a preguntarse nerviosamente de nuevo lo que Naruto podría haber oído. Debería estar agradecido, pensó Sasuke. No quiero herir a Neji, y al menos Naruto se comportó con cortesía. Pero no estaba agradecido. Estaba terriblemente nervioso. Naruto lo ignoraba con frecuencia, y ahora él lo conducía hacia su habitación.

—    ¿De qué deseas hablar? — exigió suntuosamente, andando delante de él con una muestra de fastidio mientras él empujaba y abría la pesada puerta.

Él no contestó durante un minuto y el temblor que había comenzado en la base de su columna pareció acribillar su cuerpo. Se dio cuenta de que no podía darle la espalda y se dio la vuelta para enfrentarlo, forzándose a mantener una expresión irritada.

Él se apoyó contra la madera de la puerta, con los brazos despreocupadamente cruzados sobre su pecho, con los ojos ardientes fijos en los suyos, con sus labios apretados en una blanca línea delgada, y su frente arqueada elevándose sardónicamente.

— Deseo mantener la paz, Principe, — dijo él sorprendentemente tranquilo. — por lo tanto no deseo encontrarte por casualidad entre los brazos de un rey irlandés otra vez.

— Yo no estaba en sus brazos, — protestó Sasuke con ira, pero Naruto agitó un brazo con impaciencia y lo interrumpió con una voz absurdamente aguda para la tranquilidad que aparentaba.

—    Si quieres que tu irlandés galante viva larga y saludablemente, no te  encontraré solo con él de nuevo.

Sasuke levantó su barbilla un poco. Debería tener cuidado, se advirtió a si mismo, pero no podía ser cuando su cólera se elevaba a una velocidad espantosa. Naruto mantenía a su puta en el salón, y él no podía cruzar algunas palabras con un viejo amigo, un hombre que era un rey por su propio derecho.

—    Estaba en la creencia de que yo era el rey de Dubhlain, — dijo dulcemente. — Asumiría, mi señor, que como tal debería nutrir la amistad con los señores irlandeses así como con los noruegos.

Naruto hizo una pausa durante un momento, con sus pestañas cerrándose sobre sus mejillas y una sonrisa sutil dibujándose en sus labios. Él encontró sus ojos de nuevo y se movió a través del cuarto para suspirar y relajar su cuerpo sobre la cama, entrelazando los dedos detrás de su cabeza mientras mantenía sus ojos sobre Sasuke.

—Irlandes — murmuró  — eres lento para comprender.

Sasuke permaneció muy quieto, con su nerviosismo aumentando con su risa y su broma.

— Ven aquí, — ordenó él tranquilamente

— Como desees — murmuró, acercándose a la cama con lo que fervientemente esperaba que fuera un encogimiento aburrido. Se paró a pocos centímetros de él y esperó con una expectativa real.

— Ven a mí, Sasuke — persistió él tranquilamente.

El doncel hizo una pausa, sopesando el acero bajo la broma de su mandato, encontrándose con el fuego helado de sus ojos.

— No quiero acercarme más, — murmuró Sasuke inquietamente.

Naruto se giró sobre la cama, inclinandose sobre su codo. Sintió sus ojos nórdicos fijamente sobre él.

—    Ahhh... ese es el problema, irlandes. No quieres hacerme caso ... y pareces continuamente olvidar que se te permiten muchas concesiones. — Él siguió riendo en tono agradable. — Mi espalda me pica terriblemente, Principe. Si solo me prestaras una mano durante un momento ...

Sasuke se mantuvo de pie en silencio, preguntándose si podría correr hacia la puerta.

La sonrisa de Naruto se volvió más pícaramente agradable cuando levantó sus palmas en alto.

— ¿Tan grande es lo que te pido, Principe? Si quisiera comportarme de una manera verdaderamente bárbara, podría saltar de esta cama y arrastrarte.

Su voz se fue apagando cuando Sasuke dio dos pasos furiosos hacía él, sentándose a su lado inquietamente sobre la cama. Él levantó una ceja ante el ceño arrollador de sus rasgos, pero se sacó la ropa sobre por la cabeza y le ofreció su espalda. Él estaba listo cuando el doncel comenzó a arrastrar sus uñas socavando sobre su envergadura. Retorciéndose para capturar sus muñecas antes de que Sasuke pudiera dibujar con sangre, se enfrentó a la cólera tensa de sus ojos con una sonrisa cáustica.

— Es increible, esposo, — dijo él suavemente, — que te atrevas a llamarme bárbaro. Pero he estado considerando esta situación, y he oído que la negligencia vuelve fiera a la criada y adúltero al esposo. Solo busco paz, Sasuke Uchiha. Pero parece en cambio que te estoy perjudicando...

Los ojos de Sasuke se ensancharon con alarma cuando él lo presionó sobre la cama.

— ¡No! — protestó rápidamente—. ¡No me estás perjudicando!

Su protesta llegó muy tarde. Sasuke vio la luz fuerte en sus ojos y luego sintió la determinación dolorosa de sus labios sobre los suyos. El doncel retorció su cabeza desesperadamente, pero no pudo evitarlo. Él enrolló los dedos por su pelo y aseguró su nuca, sosteniéndolo. Aporreó con los puños contra su espalda; él cogió sus muñecas, asegurándolas con una mano, y agarrando su pelo una vez más.

Nunca se había sentido más encendido. Su boca estaba incandescente contra la suya, y hasta cuando luchaba contra él, el calor parecía dominarlo, privándolo de resistencia. Él demandaba y consumía, apartando su vana tentativa de negarlo con una persuasión sutil mientras él separaba sus labios y sus dientes con su lengua, saqueando, buscando los secretos más profundos de su boca. Sasuke se encontró sin aliento, incapaz de moverse o protestar, girando hacia un abismo de debilidad donde él no tenía ningún control del temblor, del calor creciente que lo arrasaba por dentro. Su boca era firme, aunque lo acariciaba suavemente, ardiente aunque apacible. Y Sasuke giraba cada vez más cerca de aquel abismo. Él desenredó los dedos en su pelo, acarició suavemente su mejilla, lo largo de su garganta, y luego insolentemente, su pecho.

De repente él se alejó. Sasuke lo miró fijamente, atontado, mientras él le ofrecía su fría y seca sonrisa, tocando sus labios húmedos con la punta de su dedo.

 — Pienso, querido esposo, que escucharás bien mis órdenes y lo pensarás detenidamente con sabiduría antes de coquetear con cualquier hombre, ya sea nórdico o irlandés. Ya que yo pensaría una vez más que languideces con negligencia y me esforzaría por ver que no estuvieras descuidado y solo.

Sasuke comprendió con rabia y humillación que él hablaba fríamente, desapasionadamente. Su beso ardiente no había servido para nada, pero había aprendido una lección enseñada por accidente por un hombre bien versado en los actos de amor. Un insulto para recordarle que él tenía el poder, y que si se oponía, tendría mucho que perder si el eligiera retorcer las riendas.

Él ya no lo agarraba, pero su dedo se precionó burlonamente sobre su pezón. Un temblor como la tierra se instaló en el doncel mientras su cara se volvía roja con la fuerza de su rabia. Levantó su mano con furia para golpearlo. Él la cogió con un destello de la suya, y cualquier apariencia de broma abandonó su voz.

—Irlandes, — él gruñó, — eres el doncel más valeroso o más temerario que alguna vez he tenido la maldita suerte de cruzarme. ¿Nunca aprendes? Veamos, señor. ¿Volveré a encontrarte alguna vez en alguna conversación íntima con el rey de Connaught?

—    No, — se quejó agriamente. — Pero eres idiota, mi señor. No deberías dudar de mi completa obediencia ante tu ... mandato. Lo que me haces es una cruz a la que sólo yo debo enfrentarme, ya que no tengo ningún deseo de hacer sufrir a otros o que algunos hombres puedan morir por mi causa.

 Con sus palabras, Sasuke se bajó de la cama, levantando su barbilla con un orgullo arrogante dragado sobre de los remanentes de dignidad que le quedaban. Se volvió para marcharse, pero él cogió su brazo y lo giró para afrontarlo. Sasuke le devolvió su aguda valoración rígidamente, ocultando apenas el temblor que todavía sacudía su cuerpo.

— No es difícil, irlandes, — dijo él tranquilamente. — Eres libre de irte ahora, pero te conviene escuchar, y escuchar bien. No manejo una cadena apretada, pero cuando ésta es constantemente estirada, es sólo natural tirarla hacia atrás. ¿Quizás lleguemos a un entendimiento?

—    ¿Un compromiso? — Sasuke exigió amargamente.

—    Así es, irlandes. Un compromiso.

Sasuke se dio la vuelta para dejar la habitación, y solo se atrevió a hablar cuando su mano estaba sobre el pomo de la puerta.

— Debes entender, Vikingo, que ésto es un compromiso, una alianza. Según la ley irlandesa todavía puedo buscar una separación, o el divorcio.— Cerró la pesada puerta rápidamente detrás de él, molesto por no tener fuerza para cerrarla de golpe, apresurándose desesperadamente para, al menos una vez, tener la última palabra sin una discusión segura y burlona.

 

 

Sasuke se sumergió en el trabajo de hacer que la atestada funcionara sin contratiempos, encontrando que disfrutaba del tiempo que empleaba con Anko y con Iruka. Se alegró al descubrir que realmente tenía talento para escoger la ternera más sabrosa y arreglar el curso de la comida, y también para asentar a los numerosos señores de Irlanda y jarls de Noruega de modo que ninguno fuera menospreciado. La tensión dentro del cuarto del sol de las mujeres y donceles se alivió cuando las damas y jovenes irlandeses se unieron a los noruegos y Sasuke no se encontró tan solo. Estaba apenado al ver que Hinata se ocultaba en las sombras, activa, pero sin poder forzar a Hinata a adoptar una actitud que pudiera agravar su situación.

Algunas cosas se cocían a fuego lento dentro la casa, hasta que estallaron cuando Sasuke descubrió que una orden directa que él había dado en la cocina había sido revocada por Shion — y habían obedecido a Shion. El doncel se enteró de esta situación cuando estaba a punto de entrar en el cuarto de sol para buscar a su hermana Tenten. Se frenó cuando oyó los susurros.

—    Es una pena, porque el rey lo ha intentado con fuerza...

—    Si él fuera noruego, podría ser ... comprensible

— A él no le importa, por lo que no hace nada...

Se escuchó una risa tonta.

— ¡Pobre cosita! Una hijo de Fugaku, un principe de Tara, caido tan bajo ... —

— Sakura nunca habría permitido ...

Sasuke se dejó caer contra el revestimiento de madera de la pared, sintiendo su corazón palpitando despiadadamente. Dios querido, chismorreaban sobre él despiadadamente porque no tenía ningún poder en su propia casa. Si Naruto lo intentara, no podría humillarlo más. Quizás realmente lo intenta, pensó con gravedad, recordando como se había burlado de su contemplación de la tierra más allá de Dubhlain.

Aunque, a su manera, Sasuke había tratado de actuar como él había dicho que deseaba. Había manejado su casa como había solicitado, y desde la tarde en que ellos habían hablado en su habitación, no se había interferido en su camino, ocasionándole pocos problemas.

Nunca más, se hizo voto mientras levantaba la cabeza y volvía a su cuarto. Ignoró todas las responsabilidades del día, mirando fijamente a través de la ventana. Él podría ver a Naruto haciendo ejercicio en los campos con sus hombres. Sus hermanos estaban con él y Obito. Obito, a quien apenas había visto desde su llegada. Su primo que había sobrevivido con él, y luego había luchado a su lado, se alió al Zorro porque Naruto prometió devolverle Clonntairth cuando Obito fuera lo bastante fuerte para mantenerlo.

Hinata apareció después del crepúsculo para recordar nerviosamente a Sasuke que era la hora de la cena en la sala de banquetes.

— No me siento bien. Por favor transmite mis excusas a mi mar...  a Naruto.

Una mirada de pánico cruzó la encantadora cara de Hinata.

—    Sasuke, usted deb...

— Hinata. — Por primera vez, Sasuke habló a su amiga como su señor. — Te he dicho lo que deseo.

Pensó que Naruto apenas notaría su ausencia; si acaso, se sentiría ligeramente molesto. Pero cuando él dejará el salón esa noche, el doncel estaría listo a abordarlo. Sasuke no debía hablar con Neji mientras él no sólo disfrutaba de Shion, sino que le permitía usurpar su posición.

Para la sorpresa de Sasuke, Naruto se presentó en la habitación solo unos minutos más tarde. Cuando Sasuke vio el tic en su mandíbula tensa y el fuego azul en sus ojos, lamentó su acción en un momento de pánico, pero entonces reprimió su cobardía y permaneció de pie ante su ataque.

— ¿Qué crees que estás haciendo?

Incluso se permitió una risa dulce y cándida.

— Compromiso, mi señor. No quiero cenar con tu puta.

— ¿Qué?

— No me uniré contigo en la sala de banquetes nunca más. Soy un principe de Tara, Lord Zorro. Quieres que tu casa funcione muy bien. Esto, para honrar el acuerdo con mi padre, lo haré. Pero no haré nada más, Lord Zorro. No cuando se permite que sea deshonrado por tu puta.

Ante su enorme sorpresa, él se rió.

—Vendrás conmigo ahora, — dijo él.

— Sólo si me arrastras. Y hay irlandeses que defenderán mis derechos en vuestro salón. Y creo que hasta entre tus propios hombres encontrarías a los que creerían que tu esposo debería ser respetado.

Sus manos estaban sobre sus caderas, su cabeza ligeramente ladeada. Sus ojos azules brillaron peligrosamente.

— Creo, esposo — escupió él — que olvidas quién es el conquistador.

—    No, Naruto, — dijo Sasuke con serenidad — nunca lo olvido.

Naruto lo miró fijamente. ¿Cuál era ese asunto de la ramera? él se preguntó. Después de todo lo que había ocurrido, él había hecho todo lo posible para ayudarlo a adaptarse a su nueva vida. Se esforzó por ignorar su continuos dardos, y requirió muy poco de él. ¿Por qué? se preguntó. Sasuke era hermoso. Cuanto más lo miraba mas comprendía lo encantador, lo perfecto que era: esos ojos, como los infinitos cielos nocturnos, tan ébanos que se podían reflejar las estrellas en ellos; su cara, tan increíblemente deliniada; su cuerpo, como marfil de seda, suave aunque firme, hecho para recibir a un hombre. Y aún así lo dejó solo aun cuando lo atraía mucho más que cualquier otra mujer o doncel que él conocíera. Las respuestas se colaron rápidamente en su mente.

Sasuke lo despreciaba. Era su esposo y él siempre había soñado que Sakura sería la única que ostentaría ese título.

Y aun ahora el doncel le desafiaba con altanería, con sus ojos encendidos y la cabeza suntuosamente inclinada. Sasuke todavía no sabía que era sólo una pieza inconsecuente dentro del juego, y que él era, no sólo el rey de la ciudad nórdica que había reconquistado con sus propias manos, sino también un hombre que intentaba establecer una tregua entre sus hombres y los irlandeses.

Su mandíbula se retorció con dureza, sus labios, llenos y sensuales, marcaron una línea severa en su cara de bronce y de oro.

— Si deseas ser arrastrado, — él lo informó en un tono mortalmente tranquilo, — entonces parece ser que me obligarás a arrastrarte.

Él dio un paso hacia el doncel y este saltó a través de su cama para afrontarlo sobre la amplia extensión de la misma.

Naruto se alegró de verlo perder la fría compostura que le estaba irritando más allá de la razón.

— ¡Arrástrame entonces, perro, pero recuerda esto! ¡Puedes azotarme o golpearme sin sentido tu mismo! Pero no haré nada más en tu casa hasta que hagas algo sobre tu puta.

A pesar de sus palabras, él siguió acercándose, rodeándo la cama y accorralándolo contra la pared. Él lo alcanzó.

— ¡No! — Sasuke gritó, ensartando los dedos por su pelo dorado y tirando con una fuerza increíble. El doncel le mordió en el hombro con tanta fuerza que él jadeó por la sorpresa y lo liberó, con una furia evidente sobre sus rasgos. — ¡Hazlo por mí, un principe de Tara, — chilló Sasuke, apenas consciente de las palabras usadas en su súplica, — al menos lo mismo que lo habrías hecho por tu amante Vikinga!

Él se quedó completamente parado. En cuanto las palabras salieron de su boca, lamentó no poder borrarlas. Nunca había visto una expresión tan oscura, tan feroz, tan contenida. Unido con su altísimo tamaño y a su poder mortal, era tan glacial como una puñalada de hielo.

Él arremetió contra Sasuke rápidamente con una violencia aplastante, apenas controlada. Un segundo antes el doncel estaba de pie. El siguiente la palma de su mano golpeó su cara y fue lanzado a través de la cama, con su cabeza tambaleándose y lágrimas de dolor brotando dentro de sus ojos. Sasuke no pudo encontrar el equilibrio para defenderse de un nuevo golpe.

Naruto no lo hizo. En cambio abandonó el cuarto y no volvió esa noche.

 

En la mañana Iruka le trajo una bandeja de pan fresco al horno, salmón ahumado y queso. Primero vio la palidez de su rostro y segundo las pequeñas líneas rojas a través de su cara convirtiéndose en verdugones.

Él bajó su cabeza con furia por el señor al que había servido tantos años. ¿Cómo podía Naruto, misericordioso con todos, maltratar a este señor tan delicado? Un día tendría que decirle al Zorro exactamente lo que pensaba, incluso si esto significaba arriesgar la cólera del brillante guerrero.

Él notó que Sasuke trataba de ocultar su mejilla con los mechones su cabello y su sonrisa. Llevó la bandeja a la cama y discretamente evaluó el daño. No estaba tan mal. Se decoloraría antes de la tarde.

— Ya veo que no se encuentra bien todavía, mi señor, — murmuró Iruka, atento como siempre. — Me aseguraré de que no sea molestado.

Sus ojos brillosos azabachez le miraron.

— Gracias, Iruka. Creo que me quedaré en mi habitación esta mañana.

Iruka vertió en una copa leche de vaca fresca desde un cuerno. Él no quería abandonarlo.

— Pienso que me gustaría quedarme con vos para hablar y contaros algo de nuestras leyendas. — Él no le dio posibilidad de protestar. — Para que lo conozca, al principio no había nada más que un gran abismo llamado Ginnungagap. Muy despacio, dos mundos crecieron a ambos lados: Niflheim, el lado oscuro, y Muspell, donde había luz y calor. En el lugar donde ellos se encontraron, la vida surgió en forma de Ymir el gigante. Ymir creó él mismo del hielo una vaca a la que llamó Audhimbla, y de ella consiguió la alimentación. Pero ella lamió el hielo salado para esculpir la primera forma humana, Burl. Después Ymir engendró a los gigantes que eran oscuros y malos; Burl engendró a Bor que engendró Odin, nuestro dios más importante. Luego todos los hijos de Bor mataron a Ymir, y Odin comenzó a crear la tierra. ¡La sangre de Ymir se hizo ríos, su carne la tierra, hasta las montañas fueron creadas de sus huesos! Y la luz fue tomada de Muspell para iluminar la tierra. Y luego los hijos de Bor crearon al primer hombre y a la primera mujer ... ellos dieron vida y aliento a dos árboles creando a Ask y a Embla. El hombre comenzó a repoblar la tierra, en una fortaleza hecha de las cejas de Ymir, llamada Midgard.

Sasuke se rió.

— ¡Gente naciendo de los árboles! —

— ¡Sí, desde luego! — Iruka sonrió abiertamente a cambio, preocupadose por arreglar una habitación que ya estaba arreglada. — Pero todos los gigantes no fueron aniquilados, y algún día los gigantes deberan de luchar contra los dioses. Surt protege a Muspell con una espada de fuego y él luchará contra los dioses en el último día del mundo. Ragnarok.

Sasuke le echó un vistazo, con su ceja de ébano alzada

— ¿Los dioses y el mundo entero tienen un final?          

— Sí, — dijo Iruka pícaramente, — y no. Le diré algo sobre Ragnarok en otro momento. Ahora debe de recordar solo a estos tres: Odin, el dios de la sabiduría y el dios de los muertos, y que junto con sus valquirias, escoge a los que deben morir sobre el campo de batalla; Tor, dios de guerreros y batallas; y... Frey, dios de la tierra y las cosas que crecen. ¡Un amuleto tallado de Frey, se dice, que hace a muchos matrimonios fértiles!

— ¡Oh! — Sasuke se enderezó y empujó la bandeja que apenas había tocado hacia Iruka. — Muchas gracias, Iruka, pero realmente no puedo comer más, y me gustaría dormir un poco.

Iruka estaba triste por haber sido despedido. Durante unos minutos él lo había hecho reir. ¿Qué le había dicho? Sacudió su cabeza con dolor cuando lo dejó, maldiciendo al idiota de Naruto, al que habían concedido la mayor gema de Irlanda y luego la había maltratado.

Sasuke se durmió. No había podido hacerlo en toda la noche, pero con Iruka para disculpar su presencia de nuevo, se dejó caer contra la almohada y encontró descanso debido a su agotamiento. Quería tan desesperadamente dormir, dejar de pensar aunque fuera sólo un ratito.

Cuando se despertó había recuperado su fuerza. Se tocó la mejilla y se tranquilizó al descubrir que la hinchazón se había bajado completamente.

Sasuke luchó contra la estupidez de las lágrimas y la desesperación. Era muy poco lo que podría hacer excepto amenazarle con las leyes Brehon, rechazando admitir que no sería de ninguna ayuda en su situación. En Irlanda, el criado más humilde o el esclavo, varón, doncel o mujer, podría comprar eventualmente la libertad. Una campesina podría contratar a un Brehon y llevar a su marido ante un magistrado. Cuanto más alta fuera la posición de alguien, más alta la autoridad a la que deberían de acudir para el juicio. ¡Debería acudir al rey provincial — su propio marido — y buscar una autoridad más alta si Naruto estuviera de acuerdo!. Él sería llevado al Ard-Righ. Su propio padre. El hombre que había cerrado su corazón y lo había entregado al Zorro sobre una bandeja de plata.

Naruto podría forzarlo a hacer algo, y esto sería más fácil de obeceder que la ignominia de ser arrastrado. Pero él no lo había arrastrado a ninguna parte, había arremetido contra él, lo había abandonado y no había vuelto.

El doncel no había querido decir nada con sus palabras. A pesar de éstas, Sakura había sido una Vikinga que él, de mala gana, había reconocido de lejos durante todos aquellos años. Con su desaparición, Naruto había perdido toda la preocupación por las mujeres y donceles. Excepto por la complaciente Shion, quien hizo alarde de su autoridad.

Sasuke volvió a pensar en lo encantado que estaría de volver a ver a su madre, de llorar sus infortunios a Mikoto. No podía dirigirse a Tenten, porque a pesar del caracter de su hermana, la creía demasiado lealmente en el deber y en la ética cristiana de llevar la cruz de alguien con honor.

Patéticamente, el doncel susurró en voz alta

— Padre, ¿Cómo pudiste hacerme esto? — Cerró sus ojos de nuevo. Como lamentaba no estar de vuelta en Tara, ser un niño otra vez, subirse lentamente sobre las rodillas de su padre para recibir una chuchería de cristal coloreado o algún presente cuando él había estado lejos. No soy un niño, se recordó, y no hay ninguna ayuda. De algún modo debo aprender a tratar con todo esto o me volveré loco.

Sintió de repente una llamada a su puerta. Sasuke pensó en reclamar para que lo dejaran solo, luego suspiró. Había alegado enfermedad, y Tenten seguramente insistiría en verlo y no podía ocultarse en la habitación para siempre. Los demás encontrarían hasta más tiempo para reírse disimuladamente detrás de su espalda.

Sasuke cuadró sus hombros. Era un principe de Tara. No repartiría golpes a diestro y siniestro tontamente, colericamente nunca más, pero aprendería a sostener su cabeza tan alto que nadie osaría subestimarlo.

La llamada se hizo más persistente. Sasuke se sentó contra su almohada y emitió una fría y real orden.

—    Entre

Como suponía, Tenten entró en el cuarto, pero acompañada por una de las mujeres nórdicas, Ino quien, a partir del primer día, había mostrado más calor a Sasuke que otros donceles y mujeres. Ella también se había convertido en la favorita de Tenten, ya que estaba interesada en el Dios cristiano, lo que era bastante extraño, ya que estuvo casada con Chouji, uno de los berserkers más feroces conocidos. Todos los Nórdicos eran luchadores salvajes, pero entre ellos, el berserkrs era una clase aparte. Los irlandeses pensaban que estaban medio locos. Gritaban y gruñían como animales en la batalla, haciendo rodar su ojos febriles, y era sabido que se habían llegado a romper sus propios dientes al haber mordido brutalmente sus propios escudos. Que Ino, hubiera estado casada con tal hombre le pareció extraño. Quizás había aprendido a vivir con la creencia de que cada batalla de su marido podría fácilmente ser la última.

— Hermano, he estado preocupada por ti, — dijo Tenten, acercándose a la cama y tomando la mano de Sasuke. — Si te encuentras mal, debería averigüar la causa y ponerte un tratamiento.

Sasuke dirigió a Tenten una sonrisa convincente.

—    Me siento mucho mejor, Tenten. Me levantaré pronto.

Tenten le devolvió la sonrisa, luego echó un vistazo a Ino, que se situó detrás de ella cerca de la puerta. Tenten parecía aliviada, no solamente porque Sasuke estaba bien, sino porque se tendría que haber enfrentado a un problema con el que no sabía manejarse. Si su hermano hubiera estado enfermo, ella se encontraría ante un dilema.

—    Ino desea hablar contigo, Sasuke, — dijo Tenten. El doncel echó un vistazo curiosamente a Ino y sonrió.

—    ¿Cómo puedo ayudarla? —

Ino se acercó a Sasuke con un gesto de preocupación en su frente. Ella no era una mujer joven, aunque su serenidad rubia insinuaba una pasada gran belleza, y todavía era llamativa y agradable de mirar.

— Estoy preocupada por Hinata, — dijo Ino ante la sorpresa de Sasuke. Ella levantó sus manos ligeramente incómoda. — Ella lleva con nosotros mucho tiempo. Y también, pacientemente, ha soportado a aquellos de mis compatriotas que no son tan agradables con los irlandeses. Pero hoy, cuando Kaguya la increpó sobre el ajuste de un telar, ella se echó a llorar y escapó del cuarto. — Ino hizo una pausa un momento. — Kaguya es una mujer rencorosa. Temo por Hinata ya que la tengo mucho cariño.

Sasuke escuchó a Ino con un poco de asombro, y luego con dolor. Entre los nórdicos existían algunos amables, como Iruka, Anko, y ahora Ino. No podía despreciarlos a todos, y tampoco podía permitir que dañaran a Hinata. Debía de hacer algo.

—    Gracias, Ino, —dijo — por venir a mí con esto. Yo hablaré con Hinata y veré si puedo ayudarla.

Tenten, con la mirada infinitamente aliviada, se marchó con Ino. Sasuke frunció el ceño, luego salió de la cama para lavarse y vestirse. Comprendió entonces que no sabía donde encontrar a Hinata, por lo que encargó a Iruka que la trajera a su habitación.

Sasuke se dio cuenta de que no tenía que preocuparse por su propia apariencia cuando vio la cara de Hinata. Aunque estaba tranquila, sus mejillas estaban hinchadas y sus ojos surcados de rojo.

— Siento no haber venido esta mañana, — pidió perdón Hinata rápidamente, — pero Iruka dijo que estaba enfermo y que no deseaba ser molestado. ¿Cómo se siente ahora? —

— Bien, gracias, — murmuró Sasuke, sintiendo culpable porque Hinata se sentía obviamente apenada. — Deseé verte, Hinata, porque me gustaría saber que te pasa.

El labio inferior de Hinata tembló pero ella bajó su cabeza.

— Nada, Sasuke, creo que estoy muy fatigada.

El doncel rió.

— Vamos a cambiar nuestros sitios hoy, Hinata. Tu te sientas y yo peinaré tu cabello.

Hinata protestó, pero él habló hasta que la tuvo sentada, y luego comenzó a peinar el pelo de su amiga, masajeando sus sienes con los dedos. El doncel habló sobre los monumentos que había visto en las calles, y charló sobre las diferencias entre Dubhlain y Tara. Entonces habló seriamente de nuevo.

— Por favor, Hinata, debes decirme que problemas tienes. He oído que Kaguya está enfadada, y debo saberlo  si quiero mantener la paz. — Sasuke hizo una pausa un momento, luego decidido que necesitaba otro aliciente . — Por favor, Hinata, — dijo suavemente, — si hay problemas entre las mujeres y donceles, yo tendre mayores problemas con Naruto.

Hinata estalló en lágrimas. Sasuke se agachó junto a ella y la sostuvo entre sus brazos, calmándola, perpleja. El doncel sintió como si su corazón se rompiera. Cuando él había estado perdido y aterrorizado para afrontar el día a día, Hinata había estado allí, dirigiéndolo, haciéndolo comprender que su grave situación podría ser mucho peor. Hinata, manejando su vida con fortaleza...

Finalmente Hinata comenzó a decir entrecortadamente.

— Estoy embarazada, aunque no lo busqué. Eso es pecado, desde luego, pero no hice ... No deseó tener un hijo fuera del matrimonio, ninguno ... ni irlandés ni nórdico... despreciado por ambos ..., ni ciudadano de honor, ni criado.

Su llanto se suavizó, pero continuó. Sasuke siguió calmándola, hasta que se incorporó con un objetivo.

—    Tu hijo no será despreciado, Hinata, te lo prometo. Escúchame. Exigiré de Naruto que retornes con mi padre y te envíe a Tara. Él tiene muchos hombres que han perdido a sus familias; hermosos jóvenes que te amarán y aceptarán a tu hijo dentro de la fe cristiana. Me encargaré de que Kiba nunca te toque otra vez...

Se separó cuando vio que Hinata se reía. Un toque de frialdad se apoderó de su corazón. ¿Tenía él esa clase de poder? Solamente la idea de pedirle algo a Naruto era un anatema para él. Pero tenía que ayudar a Hinata, y seguramente tanto su padre como Naruto le debían un favor al no haber intentado ninguna fuga cuando ellos la habían atrapado.

Se sentó al lado de Hinata de nuevo.

— ¡Por favor ... no grites y te rías así, que te dañarás a ti misma! Debes confiar en mí, Hinata. Te liberaré del monstruo Vikingo.

La risa alocada continuaba mientras Hinata levantaba sus ojos a Sasuke. Luego intentó moderarse.

— Ah, Sasuke, bendito sea, pero no deseo alejarme de Kiba. Lloro sólo por mi hijo. Estoy enamorada de ese monstruo Vikingo.

Atontado, Sasuke se levantó una vez más. Su voz pareció venir de muy lejos. Era como si otra persona hablara, con calma y con seguridad.

—    Si estás enamorado de Kiba, — dijo ella, — y tienes que parir a su hijo, entonces él debe casarse contigo.

Hinata comenzó a llorar y a reírse otra vez.

— Kiba me desea, pero él no tomará a una esposa irlandesa. Él no es ningún rey con necesidades de alianzas.

—Te quedarás aquí, Hinata, — dijo Sasuke con serenidad, observando serio a Hinata una vez más con una inclinación real de cabeza y con voz tranquila. —Volveré dentro de poco. Entonces haremos planes para tu boda.

Hinata se quedó mirando como Sasuke salía resueltamente de la habitación, inconsciente de que su señor se preguntaba de donde habia sacado su absurda confianza y rezando porque ocurriese algún milagro que le permitiera lograr su azaña.

Notas finales:

Esta vez, realmente espero que me digan que les parece las actitudes de nuestros personajes, ¿creen que se paso Naruto al amarralo a la cama? ¿o creen que es comprensible con semejante vengador a su costado?

¿Sasuke hablara con Naruto? ¿Qué hara Naruto con Shion?

Diganme todo lo que pase por su linda cabecita y les juro que lo tamare en cuenta.

Sin más que decir, Angie se retira

Atentamente

Angie


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