- Él es Kai, es un león blanco. Él, su madre y su primo Akira son los únicos leones blancos que quedan.
- Y … ¿ qué tiene eso que ver conmigo y con que me hubieses sacado tan rápido de ahí?
Un suspiro de los labios de Shima, un revoltijo de cabello y su desesperación en los ojos me advirtieron de que algo malo tenía ése tal Kai.
- Kai, es conocido por arrebatarle la virginidad a TODOS los híbridos de esta preparatoria, le da igual si es hombre, mujer o incluso mocosos como nosotros.
Tomó una bocanada de aire y solo escuchar aquello terminé por recostarme por completo en el pasto, en forma de posición fetal, cerré los ojos y dejé escapar mi vaho.
- Cualquier agujero le sirve, pero todos deben dar su virginidad a ese… a ese monstruo
- Shima, yo… yo soy nuevo como esto me está pasando a mí, no es mi culpa.
- Lo sé y ustedes los conejos son mucho más propensos a violaciones y ..
Y no lo seguí escuchando, sabía que debía mantener la calma y demostrar que mi raza no era signo de debilidad, de burlas ni de insultos, pero tenía miedo, miedo porque no sé qué hacer para defenderme de aquel león blanco, miedo porque no le he hecho nada y ahora debo defenderme de un violador abusivo… Abuelita… ¿Qué hago?
Desde aquel suceso comencé a evitar lo más posible todos los sectores dónde, el león blanco, que era mayor que yo por 4 años e iba en cuarto de preparatoria y que deseaba quitar mi virginidad, frecuentaba con su novio Shou, un hibrido mitad chita, presumido y sobre todo ególatra.
Correr por los pasillos una mañana para llegar a tiempo al laboratorio de microbiología era un reto mucho mayor de lo que yo esperaba.
Mis pies dolían, mis pulmones pedían que parara para poder tomar un poco de aire, pero no podía. Llegué al aula justo 10 minutos antes de que el profesor la impartiera, pero como ser conejo es signo de debilidad y por ello tenemos muchos enemigos.
El profesor de microbiología, y la mayoría de los profesores, ¡eran unos putos halcones! Por ende al llegar 10 minutos antes y que el profesor estuviera en la puerta para después observarme con su entrecejo fruncido era signo de estas reprobado”
- Matsumoto ¿No es así?
Asentí despacio y el profesor me analizó con ojos como si fueran rallos laser, de pies a cabeza, negó con su testa y poco después comenzó a cerrar la puerta en mis narices.
- Ve a la biblioteca, sección 4 y estudia de los reprobados de 2 oportunidad, estas reprobado en todas las asignaturas que imparto.
Mi mandíbula se abrió y apreté mis manos con fuerzas, esto era discriminación un maldita discriminación.
- ¿Por qué? ¿porque soy un conejo? ¡Esto es injusto viejo de!
Y me cortó para hablar él de una forma tan espeluznante que pasó un leve escalofrío por mi espalda.
- Sí, solo por ser un estúpido conejo débil. Ahora vete ¡CONEJO!
No dije más, me voltee para caminar a la bendita biblioteca, iba tan concentrado, tan ensimismado en los acontecido anterior que no me di cuenta cuando choqué con una masa de carne dura, caí al suelo de culo y levante mi vista para insultar al estúpido que no se había quitado de enfrente mío.
Mala idea, esto debe ser coña…
Kai, el león blanco me miraba con ojo crítico, y yo comenzando a temblar le hice frente a su mirada.
El joven aquel que me miraba tal porquería era, se agachó para mirarme de más cerca, os juro que vi como aspiraba mi aroma, soltó un bufido y volvió a pararse pero antes me tomó del brazo para que yo hiciera lo mismo.
Me alcé y su agarre se hizo tan fuerte, sentía como mi brazo poco a poco perdía el color blanquino y comenzaba a ponerse morado.
Golpee su pecho para zafarme, tironee fuerte para que me soltara pero eso hacía que su agarre tales garras fueran, me apretaran más.
- Me estas lastimando, suéltame por favor.
Susurre mirándolo ya con los ojos aguados, la desesperación crecia poco a poco y sentía que pronto me iba a arrancar el brazo.
- Taka, querido, recuerda que tu especie al ser tan frágil puede usar el cortejo.
La voz de mi abuela resonó en mi cabeza y mis ojos se abrieron en segundos, mordí mi labio y supuse que era una buena idea.
Robaría la energía de Kai, el traspaso me ayudaría a tener más fuerzas y si él me lo permite me soltará. Debo ser fuerte, este sujeto no me ganará en lo absoluto
Me acerqué a kai, quién me miraba con su cejo fruncido, y con la especialidad de mi especies, salieron los dotes que una vez mi abuela me los dijo.
Coquetear a los conejos se nos da muy bien, me puse en puntitas y con mi mano libre acaricie su pecho suavemente, éste ardía y su corazón golpeaba tan fuerte que me daba miedo a que se le saliera. Pasee mi nariz por su cuello y parte de su pecho olfateando aquel característico olor, besé su piel suavemente sin apartarme y con el ápice de mi lengua acaricie su quijada llegando a su mejilla donde dejé un muy suave beso.
Kai, me soltó de tal forma, me agarró de la cintura y gruño tan fuerte, se inclinó solo un poco y apego su frente a la mía, nos miramos unos minutos hasta que él mismo me azotó contra la pared.
- Así que el cortejo ¿eh? Quédate con esa energía me da igual, puto conejo.
Quedé impresionado y vi su espalda ancha, algo en mi interior se removió, algo que me hacía querer abrazarlo y no dejarle ir nunca. Pero aquella sucia boca me hacía perder los estribos, avance unos pasos y golpee a puño cerrado su espalda.
- No vuelvas a tocarme ¡IDIOTA!
Y corrí, corrí tan fuerte para que no me alcanzara, ya había tentado mucho a la suerte.
Pasaron unos cuantos días y como lo supuse, el robar energía a Kai, me había funcionado. Crecí 5 centímetro, ¡5! De la noche a la mañana, mi piel estaba mucho más tersa y mi cabello había crecido hasta la mitad de mi espada. Mi abuela estaba sorprendida al igual que yo.
Los días después de aquel suceso me hicieron sentir valiente por ende en estos momentos me encuentro en la multicancha con un Kai, entrenando basquetball.
Sus brazos feroces, sus movimientos tan bruscos, se hicieron presentes aún más cuando me observó en las gradas y con la pelota en mano, la apretó tan fuerte que la reventó. Con ello daba finalizado a su entrenamiento y toda la atención radicaba en mí.
No debo huir, debo ser fuerte, debo enfrentarlo.
Caminé hasta él y con el propósito de volver hacer lo mismo de antes, llevé mi mano a su pecho, miré sus ojos y de pronto su mano, tan caliente y sudada me tomaron de la nuca fuertemente.
Sentí su boca próxima a la mía, me estaba besando con rudeza, tanto que no me dejaba respirar, era experta y con su zurda me aprisionaba la cintura, tan fuerte, tan rudo que pronto comencé a sentir que perdía mí aliento, mi vida y me desmallaba, perdía de apoco las fuerzas y en la desesperación comencé a golpearlo hasta ya no poder más.