Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hello! :)

Antes que nad,a gracias a Alcachofa, bluelightofmoon, LightBehind, Mc-19051 y al Anónimo por sus reviews y su apoyo infinito.

Este capítulo está medio tierno medio dramático.

Así que disfruten.

CAPÍTULO XVII: Lo hice

 

 

 

Ya pasaron dos semanas desde que llegó el nuevo contratista, ese tal Roberto que tiene una cara para espantarse. En serio, si dicen que yo hago caras feas, ese tipo me deja atrás.

 

Además, es demasiado incómodo tener que aguantar sus carotas cuando está con Martín. Porque oh, sí, discreto no es.

 

Esa vez que nos presentamos, de verdad, sentí todo muy tenso. Cuando le pregunté a Martín de dónde lo conocía me contesto con un: ah, sí.

 

¡¿Aah, sí, qué?!

 

Que conteste bien, caray. A él no puedo obligarlo a que me diga todo. Es chiquito y tiernito, no es como Gabo o como mis demás compañeros, a los que podría arrinconar hasta que me suelten toda la verdad.

 

Maldita consideración por un menor de edad.

 

—¿Fer? —Martín me agarra el hombro para llamar mi atención— ¿Sigues pensando en tu cotorrita? —algo que hay que saber es que, desde ese día que supo que me… atrae Rafa, ya tiene más confianza conmigo y a veces llega a molestarme con eso. Aún no digiero todo lo que pasó y me cuesta aceptar que TAL VEZ sí me gusta. La idea no me desagrada, pero tampoco es que sea tan fácil.

 

—Obvio no, menso. Todo normal. Y no le digas así o se va a dar cuenta.

 

—¿Solo tú puedes llamarlo así? —pregunta con burla y ahí me doy cuenta que Gabo es mala influencia para los pequeños. Convivir tanto con él hace que los demás se vuelvan burlones, como acaba de pasar con Martín.

 

Le doy un zape para que ya se calle— No me hagas enojar.

 

—Creí que los que se enamoran no se pueden enojar —dice riendo antes de echarse a correr para que no lo vuelva a regañar.

 

Pero… ¿enamorado?

 

Ni de chiste.

 

Digo, tengo que confesar, con toda la vergüenza del mundo, que mis sueños se han vuelto demasiado raros. En serio, muy raros.

 

El primero que era una porno, va. Pero ya he pasado como por etapas y cada día estoy más caliente. No he tenido relaciones…

 

—Desde hace tres meses —susurro.

 

—¿Tres meses que…? —Gabo llega sonriendo— ¿Que no coges?

 

—¿Tan obvio soy? —bromeo. 

 

—Tu pinche carácter te delata. Qué mal que no seas como yo: bien fregón.

 

Pongo los ojos en blanco— No mientas, tú no coges, te cogen.

 

—Sí, sí, sí. Como sea, prefiero eso que ponerme de enojón como tú.

 

—Ya te he dicho que no soy enojón —Gabo comienza a reírse.

 

—Dilo sin arrugar la frente, por favor. Así tal vez te creeré —decido ignorarlo y dedicarme a mis deberes de construcción. Voy pasando con algunos compañeros, les pido a algunos que limpien el desorden y que ni locos se atrevan a fumar.

 

Si veo a uno haciendo esas burradas, le irá mal.

 

—Fer, qué bueno que te encuentro —ay, no. Todos menos Rafa—. Vamos a cenar a mi casa, ¿no? Te juro que no estarán mis papás, solo mi hermano.

 

Volteo a todas partes, intentando encontrar algo que necesite mi atención— Yo… —pero nada. Ni Gabo, ni Martín; ni un simulacro, ni una caída. Nada de nada—, claro. Nos vamos a la salida.

 

—Bien.

 

Veo cómo se va corriendo y sin querer me le quedo mirando mucho.

 

—Caray, tienes una cita con tu cotorrita. Qué malos al no invitarme, eh —dice Gabo con sarcasmo. Está bromeando, es obvio que no sabe lo que pasa entre él y yo. Bueno, mejor dicho, lo que me pasa a mí con él.

 

—Tres son multitud —respondo sin mirarlo a la cara—. Creo que me quiere decir algo y por eso me invitó —Gabo se queda de pie junto a mí, así que decido desviar la conversación—. ¿Y tú cómo vas con Diego? ¿De verdad no se enojó por…?

 

—Vamos bien. Lo quiero mucho y él lo sabe. Pero… —su voz se vuelve bajita— hay algo que me está molestando desde hace una semana. Y no sé si porque estoy loco o qué chingados —le doy una palmadita en el hombro para que se anime a contarme—. Pues verás, él ha ido al hospital últimamente.

 

—¿Alguien de su familia enfermó?

 

Gabo solo niega con la cabeza— No comprendes mi punto. Va al hospital a escondidas. Cuando fui a sorprenderlo, su mamá fue quien me abrió la puerta y me dijo que Diego no estaba, que se había ido al hospital otra vez.

 

—¿Y a qué rayos va?

 

Mi amigo se encoje de hombros— Yo qué fregados voy a saber, Fer. Lo único que pude averiguar sin ser muy obvio de que, de verdad, ni puta idea de qué hablaba la señora, fue que da clases ahí. De matemáticas. Que es un maestro de hospital o algo así —intenta restarle importancia, pero sé qué tiene tanta curiosidad como yo, o quizás más.

 

—¿Por qué no le preguntas? —le sugiero.

 

—Puta, sí, claro. Fer, si no me lo ha dicho es porque no confía en mí o no me quiere decir —suspira muy fuerte—. En fin, en lo demás vamos bien. Hemos tenido citas y toda la cosa. Fuimos a dos museos, una vez al cine, tres veces a comer y una a cenar.

 

—El que no lleva la cuenta, eh —digo con burla y Gabo se sonroja.

 

Pero casi de inmediato sonríe— Es especial, así que déjame con mis mariconadas y tú encárgate de las tuyas —está a punto de irse cuando vuelve a voltear hacia mí—. Por cierto, hay que salir, ¿no? Siento que desde que salgo con Diego ya casi no hemos convivido.

 

—Y apenas te das cuenta.

 

Gabo pone los ojos en blanco— Puta madre, no te pongas de princeso. Además, el que me abandonó por cierta cotorrita ya quedamos en que fuiste tú. Te jodes.

 

Esta vez sí se va y me quedo en silencio.

 

Pero reacciono en cuanto escucho quejas sobre algo de los baños.

 

 

-------------

 

—¿Fer, estás bien? No querías venir? —Rafa me pregunta  muy preocupado y yo me vuelvo a poner muy… demasiado nervioso.

 

—¡Si quiero! Es que me quedé pensando en unas cosas de la construcción.

 

—Ah, sí. Nos estamos comenzando a atrasar, eh —mira al suelo con una carita muy triste—. Esto era lo que me preocupaba. Creo que tenerlo todo en el lapso que acordamos es una locura. Les estoy pidiendo demasiado, Fer.

 

—Podemos hacer uno que otro milagro —lo consuelo lo mejor que puedo diciéndole eso. Y parece funcionar porque vuelve a sonreírme.

 

—De verdad eres un tipazo.

 

—Gracias —ah, siento mi corazón latir con más fuerza que nunca. Mis manos hasta están sudando de ¿felicidad? ¿ansiedad?—. ¿Y qué me vas a dar de comer cuando lleguemos a tu casa?

 

Rafa se ríe— Ay, amigo. Ni idea, hace horas que no reviso el refri. Pero no te preocupes, no te mataré de hambre —rodeo su cuello, aprovechando que soy un poco más alto. Y se siente bien, como si fuera algo bonito. Rafa no se quita  ni se aleja.

 

Y de repente, de la nada, de mi estupidez que tengo escondida por ratos, hago algo idiota. Algo muy pendejo: oler su cabello… como perro.

 

—¡Ay, es que tu shampoo huele bien, así, varonil y toda la cosa! —le justifico antes de que me pregunte qué rayos estaba haciendo.

 

Cuando Gabo dijo que me encargara de mis mariconadas, no creo que se refiriera a esto.

 

—¿En serio? —pregunta confundido este Rafa— Tiene hierbabuena o menta, algo así. Si quieres te doy la marca al rato —dice bien ignorante de todo lo que pasó por mi cabeza y de mi intención como animal de olerle el cabello.

 

Es hasta que llegamos a su casa, me siento más tranquilo.

 

Me da agua y nos ponemos a ver una película de comedia. Obvio la escogí yo.

 

Comimos pizza y palomitas, algunas papas y dulces. Ok, comimos bastante pues; para nada me podría morir de hambre con semejantes atenciones a mi estómago.

 

Pero hasta que acaba la película me doy cuenta que nuevamente abracé a Rafa y que… se quedó dormido. Wow, suena tan cursi pensar esto, pero de verdad que tiene muy bonita cara. Sus pestañas son algo cortas, pero como respingonas y gruesas. Su cabello se ve más café de lo normal. Se ve tierno. Se ve lindo. Se ve… como alguien a quien tengo que besar.

 

O algo así. Obvio no besarlo en todo el sentido de la palabra. Eso sería una locura de mi parte, una falta de respeto a mi AMIGO.

 

Mi amigo, mi amigo. Y también mi superior.

 

¡Ah, todo esto está mal! Me lleva la fregada, me siento culpable por querer hacerle una que otra cosilla a Rafa. No se merece que yo ande pensando estas cosas ni que me ande debatiendo si hacerlo o no.

 

Ya… basta. Si se me arrima más es obvio que me es más difícil decirle que no a mi Fer idiota y necesitado de besos.

 

Ok, tal vez si cierro mis ojos.

 

—Mmm —suspira Rafa antes de que pueda tocarle.

 

—Valor, Fer —susurro antes de inclinarme lo poquito que queda y caray.

 

¡CA-RAY! ¡Lo estoy besando! ¡Dios! ¡Tengo mis labios sobre los de otro hombre!

 

«Cristo redentor, perdóname».

 

Y así de rápido me separo de él.

 

Lo hice. Besé a Rafa. Pero quiero más.

 

 

***

 

Y después de pensarle y pensarle al chingado asunto. Me decidí: seguiré a Diego.

 

Obvio no le dije a Fer porque me daba pena. Pero también quería decirle si me acompañaba, y estoy seguro que hubiera aceptado de no ser porque su cotorrita lo invitó antes.

 

Así que, de nuevo solo. Yo contra el mundo.

 

Bien pinche escondido cerca del departamento de mi novio. Puedo ver perfectamente su entrada, así que si se va, lo veré. No puede ser nada terrible, ¿cierto?

 

Me intento convencer, pero escucho un motor ser apagado justo enfrente del edificio. Una persona sale de ahí, de un auto azul marino. Se ve como cuatro o cinco años mayor que yo, quién sabe. Solo veo cómo tiene el cabello castaño medio clarito, pero su puta cara no la veo.

 

Y en eso, Diego aparece. Pero vale, lo que me preocupa, lo que me empieza a asustar no es que se saluden, sino que mi novio tiene esa mirada que se suponía solo tenía conmigo. La conozco a la perfección… o eso creía, porque esos ojos casi iluminados yo jamás los he visto.

 

Este Diego está enamorado de ese sujeto. Mucho más que de mí.

Notas finales:

Bueno, bueno, Fernandito resultó ser una bala sigilosa jajaja. 

El sujeto al que Gabo no le ha visto la puta cara pronto dará su nombre.

 

Espero les haya gustado el cap.

¡BESOS!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).