Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ok, a pesar de la demora maldita, espero que les guste este cap. Me tardé, pero por fin habrá (poquitos) POVs de nuestros arquitectos ;)

Espero sea de su agrado y mil gracias por su apoyo.

CAPÍTULO XXI: Los arquitectos


Yo soy Rafael. Acabo de terminar la universidad, tengo veintitrés años. Mi cabello es castaño y mis ojos también. Tengo tres lunares en mi antebrazo izquierdo. Mido 1.80 cm. Y una barba algo modesta pero suavecita.


Trabajo para la empresa “Áurico”, llamados así por promover las proporciones perfectas y estilizadas que conocemos. Aunque es más estética y eficiencia con el espacio que se posee.


En esta empresa hice mi servicio social. No es que sea perfeccionista, solo planeo todo con cuidado.

Y fue por eso que, cuando terminé mi servicio, me pidieron que me quedara. Les gustó mucho mi trabajo. Me delegaron responsabilidades que a otros de mi edad para nada.


Supongo que ha sido un poco de presión.


Eso sí, no sabía el significado de esa palabra hasta que, de la nada y de sorpresa, me llamaron a la sala de juntas.


Me dio miedo. Estaba a dos de orinarme.


Pero fue una buena noticia: uno de mis proyectos, que había sido un borrador, se llevaría a cabo para un nuevo trabajo. Recuerdo que ese diseño lo había pensado de manera habitacional, no muy alto y con dos departamentos en cada piso. Me habían dicho que les parecía muy atractivo y que lo guardarían para el futuro.


Ese futuro llegó meses después. De verdad habían aceptado mi diseño. Al cliente le había fascinado cuando se lo mostraron como posible producto.


Yo sería el arquitecto principal y Santiago me ayudaría a dar seguimiento y apoyarme en lo que necesitara. El arquitecto Santiago es muy amable y siempre ayuda, aunque a veces siento que es medio sádico tras las cortinas. O burlón, no sé cómo describirlo. Su personalidad es muy rara, pero es buena persona.


Ok, entonces fue el proyecto nuevo. Hasta ahí todo sonaba bien. Pero claro, Dios no pone las cosas en bandeja de plata. El otro desafío sería trabajar con una nueva constructora. No sé qué problemas hubo con la pasada, pero al final dejamos de laborar con ellos.


Aún recuerdo cuando me dijeron que yo daría el discurso para presentarme. Me tenía que ver seguro y sin titubeos. Algo difícil para mí, soy medio… torpe, despistado y súper nervioso. En la Uni me daba pavor pasar a exponer con mis compañeros y estos llegan a pedirme que hiciera lo mismo pero frente a desconocidos. Fue una mentada de madre.


Esa mañana me puse a rezar para que todo saliera bien.


Cuando llegué al punto de encuentro, puse mi mejor cara, o eso creí, y con una actitud positiva.


Estaba hablando cuando de repente alguien me interrumpió. Eso me fastidió, sentí que iba a olvidar mi discurso por culpa de ese impaciente. Por eso le tuve que pedir que las preguntas eran al final. Solo me acuerdo que lo vi muy joven, pensé que era apenas un adolescente.


Una vez terminamos de mostrar el proyecto y resolver dudas, Santiago me llevó a mi casa.


Íbamos de regreso, el arquitecto Santiago me felicitó y me soltó una bomba, dijo que había un problema: menores de edad laborando. Eso no se vería bien para el público ni para nadie. Supe que sería un problema y sugerí tener a un intermediario entre nosotros y ellos. Alguien neutral.


Al final se decidió que era mejor tener a un representante de cada lado. Personas responsables y pacientes. Aunque siento que eso fue broma, Santiago no es muy paciente que digamos; y el obrero que escogió el contratista Ramón se veía… algo berrinchudo y el doble de impaciente que el arquitecto.


Total, juro que las primeras semanas, desde mi punto de vista, lo estaba haciendo bien. Sonriendo y pidiendo las cosas de manera amable. Pero alguien me sacó de mi burbuja y no fue otro sino Santiago, y también Fer. Dios, de solo pensar su nombre me siento triste y traicionado.


En fin, si yo dije que era despistado, Fernando lo era aún más. Al principio me molestó la forma en que me dijo que era un pesado, pero después me dio risa el cómo lo hizo e intentó componer su estupidez.


Suelo perdonar con aparente rapidez y naturalidad. Eso es lo que creo yo porque algunos me lo han dicho también.


Hablar con él fue de las mejores decisiones que pude tomar. Empezamos a hablar de tanto en tanto, cosas sin mucha importancia. Y de repente lo invité al cumpleaños de mi hermanito. Lo más sorprendente es que de verdad fue. Se sentía tan bien conmigo y de lo que hablábamos que asistió y hasta le dio un regalo a mi hermano. Fue a la cenita y a la fiesta, a las dos cosas.


Desde ese día de verdad se volvió importante para mí. Ahora me pregunto desde qué momento empecé a gustarle, si hice o dije algo que se pudo malinterpretar. Incluso si me empezó a hablar por eso. Sé que no importa, pero no dejo de preguntármelo; de repasar en mi cabeza las veces que salimos. De estas últimas semanas que se portó medio raro. Era por esto. Esto que dice que ni él entiende, menos yo.


Fernando gustando de mí. Pf, suena hasta estúpido. Fernando y Rafael. Fer y Rafa. Sí, cómo no. No queda, de verdad que no me entra en la cabeza.


Pero me siento mal, me porté algo grosero con Fer. No era para menos, digo yo. Que de la nada te digan que te han robado besos, es… tal vez no es molesto, solo es triste. Me siento traicionado.


Ya pasó una semana de eso y no he podido verlo a la cara. Extraño hablar con él, pero tampoco quiero hacerlo. Me sudan las manos de solo imaginarlo.


—Hijo, ¿estás bien? —me sobresalto al escuchar a mi mamá tocar la puerta— Ya vente a comer.


—Voy —le contesto desde mi cama. Es ahí que me pongo a observar mi cuarto: paredes blancas, posters de dos bandas y mi escritorio y toda esa pared está llena de planos, lápices, escuadras. En fin, varias cosas que a veces uso.


No quiero comer con esta mugrosa cara que traigo. Mis papás me han preguntado si estoy bien y que cuándo vuelvo a invitar a Fernando. Ja, ay, papás. Ni yo sé si lo voy a invitar otra vez.


Me levanto de mi cama y me pongo unas pantuflas, calientitas y muy cómodas. Hoy es domingo y estoy descansando.


Supongo que mañana intentaré hablarle. Tal vez necesito escuchar más para aceptar que le gusto a un hombre y que eso no significa que yo sea gay. No es que les tenga fobia o algo así, pero hace un año recuerdo perfecto que uno de mis amigos dijo que si le gustas a un maricón es porque andas de afeminado. Yo no soy afeminado ¿o sí? Tengo mi barba, mis músculos, mi… ¿pene?


Oh, genial. Ahora sueno peor. Sueno como todo un imbécil. Siempre me porto así, necesito un filtro.


Ok, mañana hablaré con Fer. Él no me ha presionado ni me ha acosado o algo por el estilo. Me está dando mi espacio, así que yo debo dar el paso para platicarlo.


Tengo que planear bien qué le voy a decir.


Me voy a terminar orinando antes de siquiera mirarlo a la cara. Qué vergüenza.

 

***


Empecé esto hace unos cinco años junto con mi ahora socio Sebastián. Teníamos esta idea de crear una empresa pequeña pero eficiente. Pusimos todo nuestro empeño durante dos años y medio para que nos aprobaran. Y lo terminaron haciendo.


No es por presumir, aunque sí lo es, pero Sebastián y yo trabajamos muy bien en la Universidad, así que como socios lo hicimos mejor. De lo contrario no llevaríamos ya casi tres años en el negocio. Es tan fácil diseñar cuando te apasiona hacer eso. Lo difícil son los clientes.


En total son ya seis proyectos los que hemos realizado. Todos en tiempo y con excelente calidad y seguridad. Por eso nos estamos armando de buena fama. Además de asistir a algunos eventos y patrocinarnos, obviamente.


Hace un año comenzamos a aceptar estudiantes de últimos semestres para hacer el servicio social. De ahí llegó Diego. Un muchacho muy responsable.


En cuanto a mi aspecto, tengo la piel blanca, cabello castaño claro, ojos verde oscuro; mido 1.92 cm. Peso cerca de 90 kilogramos. Y mis facciones son algo duras.


Mi personalidad, no podría describirla. Soy medio patán a veces, muy seguro de mí mismo a decir verdad; serio pero luego me gusta bromear o burlarme de los demás. Pero siempre manteniendo una apariencia confiable. Supongo que, grosso modo, ese soy yo.


Ahora bien, hay algo que es necesario saber de mí, es muy personal y por favor, no quiero que esto se malinterprete. Pero lo diré sin rodeos: me gustan las mujeres y contados hombres.


En toda mi vida me he acostado con… bastantes mujeres y solo dos hombres. Solo dos hombres. Uno fue por curiosidad y el otro por gusto. Después de todo, es muy extraño ver los testículos y los vellos del hombre, pero me genera gran placer escucharlos gemir y jadear. De solo recordarlo hace que quiera volver a coger.


Tampoco es que sea adicto al sexo o algo así, pero es agradable, además de ser un gran ejercicio.


Los hombres que me atraen suelen ser como yo, de mi edad, altura, complexión física. Todos han sido así, menos Gabriel. No es sorpresa que ese casi adulto me atraiga como pocos lo han logrado.


Fue realmente… curioso. A falta de otra palabra usaré esa: curioso. Cuando lo conocí pensé que me iba a tocar una bronca enorme para tratar con ese obrero. Era demasiado joven y medio amargadito.


Pero me descubrí celándolo cuando lo vi platicando con Diego. Salió mi parte dominante, la que uso durante el sexo, cuando lo arrinconé contra la puerta al lograr molestarme con su comentario ese de que no iba a robar nada. No sé, me molesté muchísimo de que creyera que yo tenía esa imagen de él.


Y fue ahí que me pregunté qué imagen tenía de él. Entre tantos pensamientos apareció ante mí la palabra ‘bonito’. Gabriel se me hacía bonito con todo y su lengua afilada y torpe al mismo tiempo. Estoy seguro que en su cabeza pasan mil y un groserías que omite decir casi a la perfección.


Me gustó desde ese día. Me llamó la atención de una manera poco sana. No porque esté loco, sino porque no es sano que alguien de mi edad esté fantaseando tanto con un mocoso.


No me importó que empezara a salir con Diego. Les di cierto espacio, pero procuraba encontrarme con él cada que podía. En especial desde esa vez que se subió a mi auto. Quería volver a acorralarlo y besarlo como animal. Sus labios son preciosos, sus ojos lo son aún más. Su tono morenito me vuelve loco. Siento que si llego a verlo desnudo me pondré duro al instante.


¿No es ya bastante obvio? Esto no es sano.


Gabriel me la ha puesto difícil poniéndose tan nervioso cuando me acerco a él. Estoy seguro que él se ha dado cuenta de la tensión sexual que nos rodea.


Me encanta picarlo y hacer que titubee. Se ve que es un orgulloso de primera, pero si algo me ha gustado de él, es que se preocupa mucho por los demás. Por él tuve que partirme los sesos y casi suplicarle a mi socio Sebastián que hiciera lo de las becas para estudiantes. Fue una proeza titánica lograr hacer el convenio con la universidad, pero lo logramos.


Como sea, tampoco es como si de verdad fuera a hacer algo más allá de esto. Me gusta que me sonría cuando yo lo hago, que note mi presencia. Me gusta mucho. Pero no estaría bien que intentara algo con él.


Mi única opción supongo que es la masturbación. No lo he hecho, claro está. No me he masturbado pensando en Gabriel. Me sentiría sucio. Pero claro que quiero hacerlo… y también a él.


Digo, no. Esto va de mala en peor. Conociéndome, en algún momento no me resistiré a besarlo o a manosearlo de arriba abajo. Es un lujo que no me puedo permitir. Jamás me había sentido tan homosexual. Esa es la palabra porque justo ahora no me llaman la atención las mujeres. Solo Gabriel.


Maldición, ahora sueno a niño encaprichado. No hay mucho que hacer, excepto buscar soluciones. De preferencia que no involucren ningún tipo de contacto con él, seguro lo agradecerá.


Eso haré: evitarlo. Si es un capricho es muy probable que se me pase y ya. Saldré con Sebastián a comentarle todo este asunto y ver qué me sugiere. Él es el más maduro de los dos. Aunque tampoco dije que yo tuviera una pizca de madurez, ¿cierto?

 

 

Notas finales:

¿Y bien? Jaja no sé cómo ven a Santiago ahora xD o si lo ven igual.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).