Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pues sí mis dos meses de ausencia. Así de rápido, como expliqué en otro fanfic para que no me odien, una tía se puso muy grave y saliendo del trabajo me iba a urgencias. Me dormía a las 12 y me levantaba a las 5. Estaba muy cansada, espero comprendan :( 

Hoy me puse las pilas para escribir esto y para responder sus hermosos reviews, me hicieron reír.

Espero les guste. 

CAPÍTULO XXIV: Pláticas

 
Dos semanas exactas desde que Rafa y yo nos peleamos. Creo que ya todo el mundo lo sabe por esas caras que me hacen. Como que nadie se cree que nos hayamos molestado tanto. Ni yo. 


De verdad que todo esto jamás me lo imaginé. Hay días que estoy a punto de hablarle a Rafa y pedirle perdón, pero sé que eso no estaría bien. No le mentí ni exageré cuando le dije que seguiría intentándolo. 


—Fer, ¿puedes venir un momento? —genial, es este Roberto.


—Voy —dejo a mis compañeros quitando unas vigas de madera que nos servían de apoyo a los obreros. Pasamos a su oficina, cierra la puerta y se va a sentar— ¿Qué pasa, señor? 


—Ok, Fer. Seré directo porque sé que no es de mi incumbencia —suena a problemas—. ¿Puedes por favor dejar de lado el conflicto con el arquitecto Rafael y volver a ser un equipo? 


Alto ahí, ¿desde qué momento dejamos de serlo?— Creo que…


—No fue pregunta como tal, más bien fue una petición. Todos nos hemos dado cuenta de su distanciamiento —pone sus codos sobre la mesa y me mira fijo. Bueno, eso sí que es ser directo.


—Comprendo. Haré lo posible por que así sea —me da un apretón de manos y salgo de su oficina.


Supongo que si habló conmigo, también lo hará con Rafa, o igual y ya lo hizo. 


Así que mientras me quito mi casco de protección y me pongo unos tenis para dejar mis botas de trabajo en el locker, me lo topo. Rafa frente a mí. 


Se ve algo molesto, pero se acerca más hasta quedar de frente— Asumo que ya hablaron también contigo —respondo asintiendo—. Pues decidí venir a decirte que siempre y cuando sea algo laboral, me puedes consultar lo que quieras. También yo contigo. Somos colaboradores por un bien común. No quiero que por el hecho de ya no ser amigos, fallemos en algo tan importante como construir viviendas. 


Ambos nos miramos de manera neutral— Me parece bien. 


Él igual asiente— Bien, eso es todo. 


Lo veo marcharse y creo que mi corazón aún duele. Pero estoy seguro que en un mes más ya lo habré superado por completo. 


—Cielos, eso hasta a mí me deprimió —menciona Gabriel recargado en una pared—. Me iré a lanzar de un puente. 


Sus bromas no me hacen gracia. Es como si se estuviera burlando de mí. 


—No digas eso, Gabriel. 


—Dios —se agarra el pecho—, que me digas así y no Gabo me duele más —ruedo los ojos y comienzo a caminar—. Ok, ya. No es el momento —jala de mi brazo—. Vamos a cenar, Fer. Tengo que hablar contigo. 


Ni siquiera me deja contestarle, solo me jala. 


Yo lo sigo, pensando que iremos a un bar. Pero para nada es eso. Llegamos a una cafetería— ¿Desde cuándo te gusta el café?


—Nunca, solo se me antojó un pan riquísimo que venden aquí. Pero es un buen lugar. 


Entramos al lugar, tiene varias plantitas y macetas en las paredes,  dejaron el acabado con ladrillos, un estilo urbano que deja a la vista algunas vigas superiores. Jamás imaginé que Gabo me traería a este lugar. 


—¿Me vas a interrogar? —le pregunto cuando tomamos asiento.


Hace una cara de confusión muy rara— ¿Confesarme qué? Jamás me vas a contar por mamón. No venimos aquí por ti, sino por mí —eso despierta mi curiosidad.


Pedimos la orden primero, él se pide dos de esos panecillos y yo un chai latte solo para probarlo. Ahorita no se me antoja café. 


—Entonces —digo yo—, ¿ya me vas a contar?


—Antes de hacerlo, tienes que prometerme que no te vas a enojar ni harás algo —eso me pone en desconfianza. ¿Ahora qué hizo este niño? — Bueno, hace unas semanas… uff, ok —veo cómo toma aire—. ¿Recuerdas que me regañaste por “coquetear" con el arquitecto Santiago? 


De inmediato me pongo tenso. Oh, no— Sí recuerdo. 


—Pues hace unas semanas estaba muy emputado con él y con el otro pendejo  ese de Roberto —su cara se pone casi arrugada del coraje, pero luego se relaja—. Total, cuando iba a mi casa, Santiago me acabó llevando y…


—Dios, ya dime qué hiciste —me cubro la boca con la mano. Esta es una historia de suspenso. 


—No te desesperes, Fernandito —sonríe al verme todo impaciente—. Pues le dije que ya no quería ser intermediario, que se consiguiera alguien más. Salí del carro y en eso bam, me estamparon contra la pared. Obvio creí que me iba a asaltar, pero no mames, ¡era Santiago! —dice mientras golpea la mesa con sus dos manos.


—¿Y como por qué la agresión? 


Y es ahí donde ya se ve que todo valió, Gabo se pone rojísimo— Pues… es que… no le entendí bien al cabrón este, pero… 


—Ya dime, carajo.


—Pinche impaciencia la tuya —llega nuestra comida y de inmediato Gabo se pone a comer como si no hubiera un mañana—. Pues bien, me dijo algo muy raro, me dijo… —comienza a masticar y siento que mi nariz se está haciendo más grande de tanto que estoy tomando aire para NO perder la paciencia— Me dijo que quiere estar conmigo, que me quiere a su lado.


Comienzo a ver a los lados, procesando la información. WOW, ok, eso es demasiado. Ese viejo de Santiago está yendo de una manera descarada con mi amigo.


Pero lo más importante no es eso— ¿Y qué… vas a hacer o qué le dijiste? 


—No le dije nada porque el imbécil se fue como pinche cohete —termina uno de sus panecillos y empieza con otro—. Y pues ya, entonces no sé qué hacer. 


—¿Cómo que no sabes? Es obvio. 


—Ay, por favor dame una sugerencia que no sea de señor —sonríe de lado, de nuevo burlándose de mí.


—Pues lo siento, solo sé eso. Y no, no me agrada lo que estás pensando —tomo de ese chai latte—. Sé que quieres meterte con él, pero no me agrada. Creo que es de esos viejos que se aprovechan y solo te usan. Se nota en todo su cuerpo, en su cara.


—Sí, eso nadie lo niega, pero está buenísimo —me quita de mi bebida y hace una expresión curiosa—. Cielos, qué raro sabe esto. En fin, entonces tú no apruebas eso, no me sorprende.


—Pero aún así lo vas a hacer —digo derrotado.


—Bueno… sí. Solo quería contarte —se ríe nervioso—. Siento que hace mucho no hablamos. 


—Eso sí. 


—Gracias, Fer. Por ser tan papá.


Le sonrío y decido comentarle algo— Solo no te enamores o algo así, ¿vale? 


—Yo no me enamoro, Fer. Solo me gustan y ya. Además, ya cogí una vez. No hay problema —suena tan seguro que hasta me da envidia—. ¿Y tú qué tal? ¿No te ha gustado nadie en estos días? 


Su pregunta me toma de sorpresa, me pongo más tenso y nervioso— No, no. Ya ves que yo me enamoro dos segundos y luego se me pasa. 


—¿Entonces sí? —insiste.


—¡No! Solo te estaba diciendo. Pero no, no me ha gustado nadie. 


—¿Y alguien a quien te quieras coger tampoco? Digo, si no es una cosa tiene que ser otra —se ríe como loco y tiene esa mirada de loco—. No te creo que ni eso. 


—Pues sí, coger siempre que tengo ganas, pero no lo he hecho desde hace meses —tomo más de mí bebida y me quedo en silencio—. ¿Tú hace cuánto que no?


—Igual unos meses, con Diego nunca llegué a eso. Pero me urge, papacito —lo dice mordiéndose el labio—. Bueno, cuando pase con Santiago te avisaré. 


Hago una cara de asco— No quiero saber cuando eso pase, Gabo. Respeta tu privacidad, por favor. 


Mi amigo se ríe aún más— ¡Eres un señor, Fer! Pero está bien, respetaré mi privacidad. Como la señorita que soy, chingada madre. 


El resto del día nos la pasamos bromeando. Sí nos hacía falta salir así. Hace mucho que no nos platicábamos cosas.


Me siento un poquito mal por no haberle dicho que… sí me gusta alguien, pero que lo estoy olvidando. Y que es hombre. 


Se lo contaré cuando me sienta listo. 


***


El fin de semana lo pensé mucho. Vi a Fer el viernes y aunque le dije que estaba seguro de meterme con Santiago, cómo que ya pensándolo bien no es buena idea. 


Digo, ¿qué haríamos además de coger? Para nada creo que nuestra plática sea interesante si apenas y hemos hablado. Además, siempre nos enojamos. No creo que me trate tan bien y eso no lo permitiré. Si se pone de perro la verdad lo dejaría en ese momento. Ya con un novio pendejo tuve. 


Santiago no sería mi novio, pero bueno, está claro en qué sentido lo digo. 


Así que el lunes llego con mis putas dudas. Carajo, lo veo a la distancia y me pone más nervioso. Aún no le he dado una respuesta. No sé si deba decirle algo o no. 


Puta madre, no sé nada. 


Ah, mierda. Ni me atrevo a acercarme a hablarme. Ja, ya me vi quitándome la ropa. Si no puedo ni dar dos pasos hacia él ¿realmente podría acostarme con Santiago?


Soy miedoso. 


Por el resto del día lo evito como las últimas semanas. Pero antes de irme, lo veo esperando en su carro. Me ve y baja el vidrio.


—Sube, hoy te llevo —aprieto mi mochila y mis labios. Me da miedo. 


Pero me subo— Me da pena que se ofrezca a esto, cada que me subo sucede algo malo —digo sincero, pero sin pensarlo mucho. 


No dice nada hasta que me deja en mi casa— No todo —y reacciono cuando su boca, ¡sus labios! Me dan un beso en mi mejilla, cerca de mi maldita boca también. 


Siento cómo mi corazón se acelera, de la manera más marica que existe. No puedo creer que haya hecho eso. Maldito confiado. 


—¿Qué chingados? —respondo como reacción. Me cubro mi cara y me quedo en silencio— ¿Entonces quiere estar conmigo de esta forma? 


Escucho el asiento cuando Santiago se acerca más a mí— Sí —susurra en mi nuca—, lo quiero —lo que hace casi logra que brinque de la sorpresa: otro beso en esa zona. Es demasiado intenso. 


Comienza a darme un calor espantoso. Me da calor en la cabeza. Sí, voy a sudar como cerdo si no salgo de aquí pronto. 


—Ahh ok —volteo hacia la ventana. 


—¿También quieres, Gabriel? —pregunta poniendo más grave su voz y ahh— No nos sirve hacernos los tontos, ¿no crees?


Paso saliva más nervioso que antes— Supongo que no —me muerdo la lengua y me animo a verlo a la cara—. Porque no somos tontos —y la valentía me invade como un virus. Lo beso en los labios rápidamente y salgo de su carro.


Entro a mi casa y cierro la puerta azotándola. 


Dios, creo que mi cuerpo acaba de responder solito. Puta madre. 
 

Notas finales:

Espero sí les haya gustado este cap. 

Disculpen si hay faltas ortográficas. 

Nos seguimos leyendo. Gracias por su paciencia :)

¡BESOS!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).