Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchísimas gracias por sus reviews y lecturas :) me ponen tan de buenas.

Espero les guste este cap.

 

CAPÍTULO III: Te delata

 

Ser positivo cuesta demasiado. En especial cuando llegan ciertos comentarios sobre cierta persona que no me cae bien y que logran que me caiga más de la patada… por decir poco.

 

Es que no es mi culpa que se vea tan payaso de lejos, de cerca; en cualquier ángulo; todas las veces que le he visto desde que se presentó. Ese tal “Rafaelito” no ha dejado de dar órdenes y hasta Martín, que es el más tranquilo de toda la construcción, ha dicho una que otra maldición.

 

—¡Hey, idiota, voltea! —hago caso, inevitablemente, hacia donde está Gabriel. Me sonríe en cuanto nos vemos—. Ah, mira, si así te llamas.

 

—Seguro has escuchado la expresión: «no mamar», Gabriel idiota.

 

—Lamentablemente en mi condición eso no es algo que pueda evitar —dice haciendo referencia, creo, a que es gay.

 

Ladeo la cabeza de un lado a otro— No empieces, Gabriel.

 

—No empecé nada, te estuve llamando desde hace rato y estabas en las pinches nubes. Pero mira, eh, que en cuanto te dije «idiota», así volteaste —dice tronando los dedos.

 

—Ya cállate. El señor Ramón me dijo que fueras con él en cuanto llegaras. A todo esto, aquel día se me fue preguntarte, ¿qué te dijo?

 

Noto cómo pone los ojos en blanco— Será cabrón —frunce el ceño y suspira—. Me dijo que trabajaré con uno de los arquitectos para supervisar la obra y que así todas las partes estén satisfechas. A otro perro con ese hueso, Fernando. Por mí que vaya y chingue a su…

 

Antes de que termine, le tapo la boca— No seas indiscreto. Pero qué mala suerte tienes —le digo con burla—, no me vayas a cambiar por ese señor, porque es señor, ¿verdad?

 

—Va para los 30 el infeliz.

 

—Ah, ¿te gustó? Por favor, dime que no —si me preguntan cómo sé eso, es muy simple: le dijo «infeliz».

 

De inmediato  hace una cara que quiere gritar que está “indignado” por semejante acusación— No mames, Fernando. No. ¿De dónde sacas eso?

 

—Ah, pero si mi muy estimado Gabriel, tu cara de pillo y tu voz de niño asustado te delatan —le doy un codazo, a lo que él me contesta con mayor fuerza.

 

—Te odio, Fer, en serio te odio —me dice molesto—. Pero bueno, ya qué, solo se me hizo guapo. Punto final de esta conversación —da la media vuelta y yo comienzo a reírme bajito. Pobrecito, si va a convivir con ese señor, espero que no se acaben llevando mal o algo peor.

 

—¡Oye, tú! —otro imbécil que no me llama por mi nombre se ha manifestado tocándome el hombro—. Necesito que acompañes a Martín por unas cosas, están algo pesadas y me dijeron que eres buen cargador.

 

En cuanto dirijo mi vista al adefesio que me está hablando, me pongo de malas: Rafael el esclavista.

 

—Ah, sí, tú. ¿Cómo te llamas? —le pregunto de mala gana para que vea qué se siente.

 

—Soy el Arquitecto Rafael Castillo, ¿no te acuerdas de mí? Si tú fuiste el primero que me preguntó aquella vez que nos presentamos.

 

—Ah, sí, que TÚ te presentaste —recalco la palabra «tú» con ganas de molestar—, pero que yo recuerde nunca nos preguntaste nuestros nombres. Oh, claro, excepto a mí porque te interrumpí —hago una mueca, que espero no pase desapercibida por ese bebé “arquitecto”.

 

—Oh —dice viendo hacia arriba, como si estuviera pensando—, es verdad. Estaba tan nervioso ese día que perdí mi ficha con todo lo que debía hacer y decir. Ya te imaginarás cómo me sentí de torpe —termina riendo ¿apenado? Tal vez—. Les pediré una disculpa más tarde a los demás, llevamos 3 días de trabajo y no conozco a todos. Te juro no fue intencional, Fernando.

 

En todo ese rato que habló… creo que casi me quedo con la boca abierta, como idiota. Quién lo diría, sabe reconocer errores. Sin más, le sonrío con ganas y le doy unos golpecitos en su hombro— Lo mío de ahorita sí fue intencional, para qué mentirte. Si haces eso y dejas de ser tan pendejo seguro les terminas cayendo bien a todos —al terminar de hablar es que mi cerebro, ¡mi lento cerebro me dice: la cagaste! —. Quiero decir… —intento componer la estupidez que acabo de decir. ¡Le dije «pendejo»! ¡Le acabo de decir que a los demás les cae mal! — ya sabes, solo bromeo. Fue algo personal, ¡de mío! Que solo a mí me caes mal pues, a los demás no, para nada.

 

Pero una risa nerviosa es lo que logra callarme, Rafael se está riendo— Sí, lo sé. He sido un ogro estos días, hasta Santiago me lo dijo. El viernes los invitaré a tomar, ¿eso estaría bien?

 

—Toman mucho, te lo advierto.

 

—¿Toman? ¿Tú no?

 

—Prefiero no hacerlo. Soy de esos que llaman «mala copa»[1], así que a lo mucho 1 o 2 vasos.

 

—Ya veo. Bueno, entonces el viernes —da media vuelta y de inmediato se detiene, volteando apenas la cabeza—. Se me olvidaba, ¿sí puedes ayudarle a Martín?

 

—Claro —me encojo de hombros y me dirijo hacia la dirección que me señaló Rafael.

 

Llego rápidamente y noto cómo ese enano de Martín anda pujando para cargar unos costales.

 

—Si sigues así, dejarás de crecer —digo quitándole el que trae encima y poniéndomelo en el hombro.

 

—Hola, Fer. Qué bueno que llegaste, la verdad mi espalda está a dos de romperse.

 

—No te preocupes, mejor ve haciendo espacio para que pueda poner los que faltan.

 

—Sí, voy —ese enano se va corriendo muy aprisa, le digo así porque… sí está chaparro y porque tiene 14, cosa que no me agrada mucho.

 

En menos de media hora terminamos de poner la carga en un camión.

 

—Voy a acompañar al señor Raúl a dejar esto en la construcción. Gracias en serio, Fer.

 

—Cuando quieras. Vayan con cuidado.

 

—¡Sí! —me grita cuando ya está subiéndose al camión ese.

 

Los costales que llevan son de herramientas y todo eso. Es curioso, ya que la demolición ya se hizo hace meses, pero con otra constructora. Y al final, como no les gustó del todo el trabajo de esa, fue que vinieron a nosotros y entonces nuestro trabajo no es tan pesado, al menos en ese aspecto.

 

-------------------------

 

Llegando a casa, abrazo a mi hermanito Juan y le doy de comer. Le ayudo a hacer una tarea que la verdad ni entiendo. Así que cuando me pregunta si es la respuesta correcta, porque es de matemáticas, simplemente contesto con un: «tú deberías de saber, Juan, si tienes dudas hazlo de nuevo».

 

No es mi culpa, hace un buen que vi eso o igual y ni lo vi y por eso no me acuerdo.

 

—¿Y cómo van con el arquitecto nuevo? —me pregunta de golpe mientras sigue con sus ojitos en el cuaderno.

 

—Pues bien, hoy tuve la oportunidad de hablar con él y me di cuenta que puede llegar a ser agradable. Bueno, al menos no es tan idiota como parece. Pero le dije que era un… —no puedo decir la palabra que dije— un tonto.

 

—¿Un pendejo? —me pregunta y casi se me salen los ojos y mis oídos a punto de sangrar por escuchar a mi her-ma-ni-to diciendo esa palabrota.

 

—¡Juan, no digas eso! Le dije tonto, así le dije.

 

—No es cierto, esa es la grosería más “fea” que le dices a alguien que te cae mal y además, titubeaste. Eso siempre te delata, Fer.

 

—Bien, bien. Ya mejor sigue con tu tarea y yo lavaré los trastes antes de que llegue papá.

 

—Sip —me contesta tiernamente.

 

En serio, si hubiera algo que haga que tus pequeños no escuchen groserías antes de tiempo, sería perfecto. Sí, a los 19 o 20 ya pueden decir eso, antes no. No, no y no.

 

Supongo que hoy fue un buen día. Mañana quiero que Gabo me cuente cómo le fue con el señor Ramón y si vio a su amorcito. Por fin tengo algo con qué molestar a ese menso.

 


[1] Mala copa: de los que beben y al final terminan siendo unos borrachos molestos: agresivos, llorones, etc.

Notas finales:

¿Qué les ha parecido? jaja la verdad amo a Fer xD

Nos seguimos leyendo.

¡BESOS!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).