Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pues lo bueno es que sigo actualizando :D todo está hecho un rollo aquí. 

¡Agradezco a Nyl Mabel, Alcachofa y Eduardo por sus reviews! ^^

Y créanme que en este capítulo Santiago tomará cartas en el asunto jajaja.

Disfruten.

CAPÍTULO XXXIII: Los rebeldes

 

Al siguiente día regreso al trabajo. Todos parecen muy contentos de que haya vuelto. Aunque me siguen tratando como si fuera un mocoso, y en especial por lo que pasé hace unos meses. Pero está bien, no me molesta mientras no piensen que no puedo hacer las cosas.

A Roberto lo dejo de ver en el trabajo, por eso cuando regreso a eso de las seis de la tarde, no me sorprende verlo en mi departamento, que sólo tiene cuatro habitaciones. Pero algo me parece raro.

―¿Estás empacando? ―y lo pregunto precisamente porque está guardando sus cosas en una maleta muy grande.

Él me voltea a ver y sonríe― Sí, eso hago. Ya no me necesitas y tampoco quiero que sientas que me estoy imponiendo. Te puedes cuidar solo perfectamente. Mañana por la mañana me voy, ¿está bien? ―me quedo con la boca abierta unos segundos para reaccionar.

―S-Sí, está bien ―me pongo nervioso y creo que este silencio es algo incómodo― ¿Quieres que haga la cena? Iré a comprar unas cosas.

―No hace falta ―sigue empacando y aún así yo voy por mi dinero.

―Bueno, por si te da hambre al rato ―salgo del edificio y camino a la tienda que queda a dos cuadras de ahí. Pero me tomo mi tiempo, no sé si quiero regresar a ver cómo Roberto está empacando sus cosas. Tengo esa sensación de pérdida, cuando fui yo quien le dijo que se largara.

Al llegar tomo pan integral en rebanadas, huevo, canela; cajeta y mermelada. Creo que quiero cenar pan francés, es sencillo, barato y muy rico. Seguro a Roberto le gusta. Será la primera vez que haga algo para él, porque el que ha cocinado estos meses no fui yo.

Así que al regresar, me voy a la cocina y comienzo a mezclar los huevos con leche y canela. Pongo un sartén y unto un poco de mantequilla para que se derrita y así el pan no se pegue. Tomo las rebanadas, las unto y las pongo sobre el sartén. Llega un olor muy rico y estoy ansioso por cenar ya. Sigo escuchando el traqueteo de Roberto al empacar, no sabía que ya tenía tantas cosas aquí en mi departamento.

Pasan unos veinte minutos cuando ya todo está listo. Pongo la mesa, hago un café para él y un vaso con leche para mí. Coloco la cajeta y mermelada con entusiasmo en el centro de la mesa.

―¿Qué hiciste? ―se asoma con curiosidad y yo sonrío.

―Pan francés, es que tenía antojo, ¿quieres? ―sí era el antojo, pero es más para agradecerle, aunque claro que no se lo diré, qué vergüenza.

―No gracias ―contesta sin mala intención―, no me gusta mucho lo dulce. Pero te acompaño a cenar, dame dos ―vuelve a desaparecer y…

Mi sonrisa desaparece, claro, qué tonto. No consideré los gustos de Roberto, ni sabía que no le gustaba tanto lo dulce. Já, y así me decía enamorado de él. Qué patético. Toda esta cena que se suponía sería algo bonito y me siento frustrado.

Roberto aparece al rato, toma asiento frente a mí. Los dos estamos callados― ¿Te gustó el café?

―Sí, gracias ―comienza a observar la mesa y se detiene en el plato donde están todos los panes que había hecho―. ¿No crees que hiciste demasiados?

Ah, maldición― Sí, es que me gusta mucho comer eso y… nunca es suficiente ―carraspeo para quitarme este nudo de la garganta.

―Bueno, pero no sólo de pan vive el hombre.

―Los jóvenes sí ―respondo rápidamente, él se ríe un poco y sigue con lo suyo―. ¿Hay algo que te pueda hacer de cenar? Quiero… aunque sea agradecerte así, Roberto.

Eso lo confunde un poco― Sabes que no hay nada que agradecer.

―¿No? ―suspiro― Porque me siento en deuda contigo, odio sentir eso. Quiero dejar de sentirme así… tan niño, cuando lo que he querido por años es ser tu igual ―confieso de la nada y me pone nervioso escuchar todo lo que estoy diciendo―. Aunque te dé asco ―muerdo mis labios―, aunque no quieras comer lo que te preparé y siga siendo un llorón.

―Martín…

Me levanto y voy a su lugar a abrazarlo― Te lo pagaré, lo prometo. Gracias por haber estado aquí conmigo ―me alejo de él y voy al cuarto de mi abuelo. Donde sé que no entrará.

O eso creía.

―Martín ―me sobresalto al ver a Roberto entrar al cuarto―, no es justo lo que estás diciendo. Yo no… no sabía que habías preparado eso para mí, no lo sabía y fu insensible. Pero no entiendo por qué sigues con esa idea de que me das asco. No eres justo si dices todo eso porque no te correspondí. Creí que había dejado eso en claro ―su cara me da a entender que no entiende qué tanto estoy exagerando.

―¿En claro? Sí, quedó clarísimo ―suavizo mi voz para que esto no termine en gritos―. Yo sólo… estoy confundido porque eres un cabrón conmigo y también eres una de las personas más nobles que he conocido. ¿Cómo quieres que me sienta si con todo esto yo… todo lo tomo como un acto de amor? Como si me quisieras, si te importara ―me acerco a él despacio al decir todo eso―. Si lo que más quiero es que me abraces, me cuides y me mimes ―cierro los ojos y volteo hacia otra parte―. Pero no será así jamás. Y lo respeto… por más que me duela y que quiera retenerte conmigo, por eso es mejor que te vayas.

Roberto se pone todavía más serio― Martín, pides demasiado ―suelta una clase de bufido y me da la espalda―. Creo que lo mejor es que me vaya esta noche, yo no puedo con esto. Lamento haberte dado la idea equivocada. Te veo más como un hijo o un hermano que como otra cosa.

Comienzo a lagrimear un poco― Lo sé.

―Pero sabes que cuentas con mi ayuda cuando la quieras.

―Lo sé ―cierro mis ojos para no ver cómo se va al otro cuarto, toma su maleta y sale del departamento.

 

***

 

Pasan dos días antes de que vuelva a ver al cabrón que generó todo esto: Santiago. Estoy en la construcción, en el cuarto piso revisando la parte de instalaciones cuando llega ese maldito.

―Buenos días, Gabo ―saluda con cortesía y con una sonrisa más falsa que nada. Será mamón.

―Días, porque de buenos, nada ―respondo de malas y sin voltearlo a ver.

No quiero hablarle, me di cuenta que todo se va al carajo cuando nos juntamos. Eso pasó cuando salía con Diego y ahora con Arturo. Algo siempre pasa que estropea lo bueno que tengo con otras personas. Es… ¿tóxico? No sé si llamarlo así porque se me hace una mamada decirle así a una persona cuando tú eres quien deja que una persona haga añicos tu vida.

Por eso lo mejor será no hacerle caso ya nunca.

Así que con eso en mente, me pongo mi casco y continúo mi trabajo, él se retira al ver mi actitud no sin antes soltar un bufido como de toro encabronado.

Pasan unos minutos antes de que escuche unos pasos acercarse a mí, pensando que es Santiago, volteo con cara fastidiada, pero ,la cambio de inmediato al ver quién es.

―Oye, Gabo ―me llama el papá de Fer―, ¿me puedes echar la mano con una tubería?

―¿Dónde?

―Segundo piso, en el baño.

―Voy ―bajo dos pisos para llegar allá, y veo que el problema es que algún pendejo rasgó con no sé qué rayos una parte de la tubería. Claramente no se está saliendo nada, pero el problema es muy obvio y tengo que hacer el cambio―. Esto no le gustará a Santiago ni a Rafa ―susurro mientras pongo manos a la obra.

―¿No me gustará qué? ―chilló al escuchar esa voz como en eco, mierda, qué tétrico.

―¡Ay, maldición! Mínimo pise fuerte para escuchar que viene ―le reclamo al borde del infarto.

―¿Y bien? ―me ignora y eso me molesta.

―Estoy cambiando esta sección, pero con lo meticulosos que son, sabía que no les agradaría saber eso. Estará en unos minutos.

―Qué bueno ―escucho sus pasos acercarse hacia mí. Está detrás de mí y yo aquí como maraca intentando hacer un buen trabajo con las manos temblorosas―. ¿Todo bien?

Escuchar su risita burlona no ayuda, al contrario, logra que explote― No, no está bien ―con brusquedad me pongo de pie frente a él―, ese chistecito de mi casa me costó otra relación con un buen tipo. ¿Sabe lo difícil que es poder salir con alguien formalmente? ―antes de que me responda, lo hago por él― ¡No! Porque seguro está acostumbrado a usar y desechar. No importa si eso termina afectando a la otra persona ―lo empujo con mi dedo índice, acusándolo―. A mí me gusta tener un compromiso con alguien que me guste y donde ambos nos queramos, no como usted, que prefiere coger sólo por gusto.

Al principio parece que tengo las de ganar, pero en cuestión de segundos, Santiago contraataca― Pero eso no te detuvo a tiempo el otro día, ¿o sí? Yo no te obligué a nada.

―¿Arrinconarme y presionarme contra la pared no es obligar?

―Hasta donde sé, eso logró ponértelo más duro ―se empieza a imponer y yo retrocedo―. Así que no me vengas aquí a reclamar por un error que fue de ambos. Lo deseabas y sigues deseándolo, lo noto por la manera en que me miras. Por más que me reclames, sigues pensando cómo se sentiría estar conmigo.

Este cabrón de verdad se cree lo mejor que le puede pasar a alguien― ¡Es un maldito engreído superficial! ―y agh, puta madre, comienzo a llorar. No puedo creer que este infeliz insensible me gustara antes― ¡No quiero nada con usted! Sólo me ve como un objeto y yo soy mucho más que eso. Así que adelante, siga alardeando, porque eso también demuestra lo desesperado que está por hacérmelo. ¿Y sabe qué? Jamás será así, me daría asco si decidiera acostarme con usted sólo por deseo y no por amor. Así que siga con ese hueco que se esmera en hacer más grande con estas mamadas.

No dejo que continúe, me abro paso golpeándolo con mi hombro.

Me voy al cuarto piso, donde estaba antes de que todo esto pasara. Necesito descansar un momento, necesito dejar de culparme y de pensar tanto en qué carajos estoy haciendo mal. Porque esto que acabo de hacer se sintió de puta madre.

 

***

 

Después de esa incómoda salida al cine, ni Rafa ni yo nos hemos escrito por teléfono. Nos seguimos saludando y platicamos cada que nos vemos en el trabajo, pero no sé cómo decirlo, siento que Rafa está pasando por un momento difícil y no me quiere contar. No sé por qué no confía en mí, porque nadie cambia tan drásticamente sin razón alguna.

¿Cómo tengo que actuar? ¿Darle su espacio o estar a su lado aunque me quiera excluir? Siento que esto es un deja vú.

Estoy en la planta baja, sentado en el piso. Sigo con mi casco, siempre la seguridad primero.

―Hola, Fer ―él llega con una sonrisa y toma asiento junto a mí, se me había olvidado que era hora del almuerzo―. Mira, mi mamá te hizo un sándwich ―me pasa su comida y la tomo con alegría.

―Dile que muchas gracias ―comenzamos a comer y lo miro de reojo.

―¿Qué tengo? ―pregunta nervioso mientras se toca la cara.

―Nada, sólo me preguntaba si sí se hará lo del viernes ―comento distraído―, ¿y bien?

―Sabes que sí, todo con tal de celebrar, ¿no?

―Y… ¿quieres que invitemos a tus amigos de la otra vez? Puedes decirles sin problema, aunque irá Gabo y ya sabes que a veces es un poco impertinente ―Rafa ríe y asiente en silencio.

―Tengo en mente a dos amigos que quiero que vayan, ¿está bien?

―Es tu celebración, lo que tú quieras estará bien.

―Gracias por eso, Fer ―susurra, cuando lo volteo a ver, noto que está sonriendo y tiene una cara que se me hace tierna―. Lo aprecio muchísimo.

―Todo con tal de que el rey se la pase de lo mejor ―lo abrazo y de inmediato noto cómo Rafa se pone tenso, pero no se quita.

Cielos, de verdad quiero saber qué lo tiene así. Pero ando de cobarde.

Ya sé, el viernes intentaré hacer que me lo cuente todo y seré muy comprensivo con él. Sea lo que sea, le diré que todo está bien y que tiene mi apoyo como siempre. Seguro con eso se anima a decirlo.

―Eres un pedacito de cielo, Fer ―comenta medio apenado y yo lo abrazo con más fuerza como agradecimiento.

―Y tú eres el otro pedacito de cielo, adulador ―contesto medio de burla para aligerar el ambiente. Cuando Rafa se pone así hace que me abochorne por las cosas tan lindas que me dice, como si yo de verdad fuera una muy buena persona.

 

Notas finales:

¿Qué les ha parecido?

Espero les haya gustado. Como dije, Santiago se pondrá rudo por el rechazo de Gabo... otra vez jaja.

Nos seguimos leyendo :)

¡Besitos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).