Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

CAPÍTULO XXXIV

Doble celebración

 

 

No, para nada puedo aceptar ese tipo de comportamiento.

¿Acaso Gabriel me rechazó, me culpó y me trató como escoria? ¡Já! No sabe con quién se está metiendo ese niño.

Reconozco que sí, cuando nos juntamos todo se va al carajo. Porque no podemos controlarnos, no podemos detener esta atracción sexual tan potente. Yo la siento y él claramente también. Pero tiene miedo de dejarse llevar.

Por eso me molesta más esa actitud que tomó conmigo. No es mi culpa que queramos coger con el otro. Y en especial que Gabo insista en tener esa clase de intimidad con alguien que quiera y que sea su… novio, eso sí que me fastidia.

¿Por qué tanta fijación en esas cosas? Ya todo el mundo prefiere cosas sin compromiso, prefiere lo efímero, lo pasajero. Pero no, tuve que fijarme precisamente en la única persona que no quiere eso.

Supongo que soy la típica persona que mientras más le nieguen algo, más va a insistir hasta conseguirlo.

Tengo mi meta muy clara: acostarme con Gabo.

Una meta mediocre, superficial y sexual. Con una gran satisfacción física de por medio.

En serio, hay días que incluso puedo degustar su sabor en mi boca con sólo estar cerca de él, lo necesario para rozar nuestras manos. Disfruto observar su piel cuando trabaja: sudada, suave y morena.

Dios, de verdad estoy perdiendo la cabeza.

 

 

Al día siguiente, con mi meta fija en mi cabeza, busco con la mirada a ese niño. Y cuando lo encuentro, me molesto. Está en el cuarto piso.

Está abrazado de otro obrero y está risa y risa. Oh, este niñito de verdad quiere conocer el cielo antes de tiempo. ¿Acaso es tan desvergonzado?

No sé cuánto tiempo me quedo observando esa escena, mucho menos qué expresión tenía, hasta que Gabo cruza su mirada con la mía y hace una mueca que pasa del miedo al enojo. Ya que me ignora y sigue con lo suyo.

Yo sonrío de medio lado porque no sabe lo que le espera cuando lo agarre a solas. Por más que diga que no, sé que quiere. Y Dios, no es como que vaya a forzarlo a algo, ni que sea de esos necios que escuchan un «sí» cuando les dicen que «no». Pero es que su boca dice una cosa cuando su cuerpo hace cosas que estoy seguro no ha notado: se muerde los labios antes de hablarme, se queda mirando mis labios cuando le respondo. Se sonroja.

No se da cuenta de lo mucho que me coquetea. Quiero que me corresponda y que deje de estar tan asustado. Quiero que experimente que juntos podemos disfrutar bastante.

Sin más, comienzo a revisar las cosas en el cuarto piso. No logro concentrarme tan bien, mis entrañas arden en este momento, ¿por qué razón estaría abrazando con tanta confianza a ese sujeto que ni ubico? Que yo sepa su mejor amigo es Fernando, pero ese tipejo de hace un momento, ¿qué es de él? ¿Su nuevo ligue?

Si no fuera tan maduro, diría que estoy celoso. Y soy muy maduro como para identificar y reconocer cuando eso pasa; cosa que no es así. Además, los celos se dan cuando quieres poseer algo que otra persona tiene. Y yo no quiero poseer a Gabo, sólo quiero probarlo, sin necesidad de que sea sólo mío…

No, me retracto, tiene que ser sólo mío.

Ah, maldición. Ahora me estoy contradiciendo de una manera que sólo puedo denominar como patética. Creo que algo raro está pasando aquí.

Ahora estoy más molesto.

Pasados unos minutos, logro ver a Gabo con la tubería de la vez pasada, en el segundo piso. Cielos, si esto no es casualidad, no sé qué lo sería. Hoy trae una playera roja y los pantalones de mezclilla de siempre.

―Hola, Gabo ―saludo sonriendo cuando por dentro sigo ardiendo―. No sabía que te llevabas tan bien con tus compañeros ―creo que solté la lengua muy pronto. Fue demasiado obvio.

―Ya sabe, soy tan social y simpático ―contesta con sarcasmo sin dignarse a mirarme. Me está dando la espalda, así que puedo apreciar su trasero, aunque no como me gustaría porque su pantalón es algo flojo para que pueda trabajar y moverse sin problema― ¿Algo más se averió? ¿Qué desea? ―pregunta fastidiado y con falsa cortesía, pero al menos voltea y me mira fijamente.

―Deseo tantas cosas ―comento como si no tuviera importancia.

―Agh ―suspira y vuelve a lo suyo. Creo que su objetivo de ignorarme le está saliendo casi a la perfección.

Decido irme, pero antes de hacerlo, comento una última cosa― Y yo que pensaba que odiabas a los hipócritas ―de inmediato, escucho cómo se pone de pie, dando pasos firmes hacia mí.

―¿Qué dijiste, imbécil? ―tan enojado está que no se da cuenta lo cerca que está de mí ni lo caliente que me pone verlo de esta manera.

―Que pensé que odiabas a los hipócritas ―hace una expresión de confusión, como si estuviera intentando descifrar mis intenciones con ese comentario―. No lo tomes personal, sólo fue un pensamiento que salió en voz alta.

―Nada personal, ¿cierto? ―se aleja unos centímetros, sonriendo ladino y haciendo referencia a que no me tome a pecho su rechazo.

Este Gabo es demasiado… temerario― Ya sabes lo que dicen, el que se enoja pierde.

Ambos nos mantenemos a la misma distancia, estudiándonos. Sin poder evitarlo, terminamos cruzando las miradas. Noto nuestros pechos subir y bajar con mayor rapidez. A la expectativa. Con la sangre corriendo por nuestros cuerpos, suplicando un roce aunque sea.

―Volveré al trabajo ―suspira y da la media vuelta.

Otra cosa que tiene Gabo es bastante autocontrol. Después de todo, fue él quien nos detuvo de hacer alguna indiscreción en la entrada de su casa.

Gabo tiene demasiadas cualidades que me gustan. Logró pasar su examen a la Universidad y es algo de lo que me siento orgulloso. Decir que ese niño puede ser mi amante, me regocija. Se esfuerza en lo que hace, es lindo; es un grosero cuando quiere, se preocupa por su familia. Tiene la dosis perfecta de mesura y de sensualidad.

Rayos, si sigo pensando más en Gabo, acabaré diciendo que me he enamorado de él o alguna estupidez de esas.

 

 

***

 

Hoy es miércoles, así que ya en sólo dos días será lo de mi cumpleaños.

Le escribo a Sebastián para invitarlo. Él de inmediato acepta. Pero le pongo una condición y es que sólo vayan él y Alan. En esta ocasión no deseo ver a los demás. Como que tengo curiosidad por saber cómo se portan mis dos amigos como pareja. Porque eran demasiado discretos y yo jamás me hubiera dado cuenta.

Le escribo también para preguntarle dónde rayos podemos ir y qué ponerme. Estoy algo nervioso por todo. Sebas me ayuda a decidirme con las dos cosas. Así que le escribo a Fer y a Gabo para decirles que va a ser en el bar de «El Conde».

¿Qué tan raro es ver a personas que conoces siendo…. Homosexuales? Eso lo sabré el viernes.

Llega ese día por fin. La rutina de trabajo se me pasa con rapidez. Todo marcha en orden. Pronto se harán las instalaciones finales de agua, gas y electricidad. Lo que requiere de sumo cuidado y supervisión. Es por eso que Santiago ha estado viniendo diariamente. Cualquier error sería fatal para los que vivan aquí y para nuestra reputación.

Por eso todo se me está pasando como agua. Por eso la jornada laboral termina demasiado pronto. Así que al terminar, voy por mi mochila y me pongo el cambio de ropa, un poco de loción y desodorante. Limpio mi cara.

―Wow, sí que venías preparado, eh ―dice Fer detrás de mí, lo que me sobresalta un poco porque no lo escuché llegar.

―Pues es que soy el cumpleañero ―respondo nervioso, pero sonriente. En cuanto volteo, me sonrojo un poquito al ver que Fer también se cambió la ropa y se aseó un también para poder salir―. Já, mira quién habla.

―Bueno… no podía ir tan sucio, ¿cierto? Las chicas huirían de mí ―me empiezo a reír y de inmediato un pensamiento muy posesivo me invade: «no quiero que ninguna chica se te acerque, Fer»―. ¿Ya nos vamos? Gabo ya está afuera ―pido con voz todavía más nerviosa por haber tenido semejante pensamiento.

―Sí, claro. Vámonos ―salimos de la construcción –por eso fue que el aseo era exprés, porque no hay en sí un lugar donde arreglarse- y Gabo también se cambió. Me pone muy contento ver cómo tienen ganas de salir―. Wow, Gabriel, tú vas con todo ―comento con burla, pero sin ofenderlo.

―Siempre voy con todo, obvio ―me gusta su playera, es como azul claro de manga larga. Se le ve bien―. ¿Cómo nos iremos?

―En mi carro, allá nos alcanzarán unos amigos ―caminamos al estacionamiento, entramos y arranco.

El viaje es divertido, nunca antes Gabo se había subido a mi coche y también fue una sorpresa que se supiera las mismas canciones que yo. Así que cantamos algunas mientras que Fer sólo se reía de algunas notas que no nos salían para nada bien.

Al llegar, noto que Sebas y Alan ya están. No están tomados de la mano ni abrazados, sólo están parados cerca del otro. Ambos traen playeras negras. En cuanto les llamo se nota que Alan está algo incómodo de que ya sepa de su relación, pero me saluda como siempre.

―Qué grosería tener que esperarlos, eh ―me dice de broma.

Sebas se empieza a reír― Muy grosero de su parte.

―Lo siento ―los saludo y después les presento a Gabo, porque a Fer obviamente lo recuerdan.

Entramos juntos, este bar se parece un poco al de «Puerto Escondido», sólo que todas las mesas son redondas y algo pequeñas, un poco más informal. Las mesas son de metal y las sillas igual. En cuanto nos dan la carta, pedimos unos misiles de cerveza mientras que Sebas y Alan piden extra unas bebidas con ron.

―¿Entonces los dos trabajan con Rafa? ―cuestiona Sebas para hacer plática― Digo, sé que Fer sí, ¿pero tú, Gabo?

―Sí, los dos somos obreros ―responde Fer. Y agh, cada vez que hace algún comentario así, recuerdo perfectamente aquella vez que sintió que lo menosprecié por ser obrero. Si tan sólo supiera que nada de eso importa, en especial cuando me pone nervioso simplemente el que me mire o me sonría.

―Ah, ya. ¿Hace cuánto trabajan en esto?

―Más de diez años, y pronto serán más de los que estuvimos en la escuela ―bromea Gabo y no sé si reírme o tomarle como algo serio―. Pero yo regresaré en unas semanas, gracias al cielo.

―Ah, sí. Santiago me comentó eso. Me da muchísimo gusto, Gabo. Hiciste lo que muchos no logran ni en un año ―lo felicito y ambos sonreímos.

―¿Por? ―pregunta muy curioso Sebas― No entiendo.

―No seas tan metiche, Sebastián ―lo regaña Alan, puedo ver cómo coloca su mano en su rodilla y la aprieta un poco.

―No hay problema ―interviene Gabo―. Es que dejé de estudiar, entonces hace más de un mes decidí que quería regresar, pero con beca. Entonces me puse a estudiar para la Universidad y bueno… todo salió muy bien. Entré.

Sebas se anima bastante al escuchar eso― Esto será una celebración doble entonces ―propone loco de contento―, al menos unos shots para felicitarte ―y antes de que alguien pueda responder, llama al mesero y le pide unas cosas que no alcanzo a escuchar muy bien.

Seguimos hablando y a los pocos minutos llegan las bebidas: el misil de cerveza, las bebidas de ron y los shots que al parecer son de mezcal, trae doce la bandeja que dejan frente a nosotros, de diferentes colores.

―No mames, Sebastián. Son un putero ―vuelve a reprenderlo Alan―, ¿pues cuántos más a van a venir?

―Es para nosotros, Alan.

―Estás bien loco, te tomas los míos entonces ―responde de regreso y tomando de su vaso con ron.

Sebas hace mala cara, pero lo pasa y comienza a repartir dos caballitos a cada quien. Son de sabores, así que no es el mezcal así solito, lo que me alivia un poco ya que no tolero muy bien el mezcal, es demasiado fuerte.

―Wow, sí está bien loco el Sebas ―secunda Gabo, pero no como regaño, sino como maravillado por tan buena idea―. Hace mucho que no tomo mezcal, sabe de puta madre.

Fer sólo se ríe y bueno… tomamos el primer shot. Me quema un poco la garganta, pero hay que reconocer que saben muy bien.

 

 

Pasada una hora, tomamos la segunda ronda. Nos seguimos sirviendo cerveza y comemos unas alitas y papas a la francesa. La música es pegajosa. Tan pegajosa que veo cómo Alan comienza a subir un poco su mano, esa que tenía en la rodilla de Sebas, y casi toca su entrepierna. Por lo que rápidamente desvío la mirada.

No quiero cometer una indiscreción. Oh, cielos. ¿Pero sí será capaz de tocarlo estando todos aquí?

Veo por el rabillo del ojo cómo Alan termina de subir la mano y abro los ojos de la sorpresa. Pero Sebas de inmediato se la quita, se pone de pie y se va junto a Gabo. Algo me dice que se molestó por el trato que le estaba dando Alan hace rato. ¿Siempre será así?

Alan suspira y cruzamos miradas apenas unos segundos pues enseguida las desviamos, ambos muy apenados.

―No siempre es así, Rafa ―habla bajito para que sólo yo lo escuche―. Es que me puse nervioso de que supieras y quise actuar normal. Pero creo que me pasé. Ya después veo cómo poner contento a la princesa ―hace una sonrisa medio perversa y yo me pongo rojo al entender el significado de esas palabras junto a esa expresión de placer que hace al decirlo.

―C-Claro ―carraspeo nervioso.

 

 

Pasa otra hora aproximadamente.

Desde hace un rato he notado que hay un grupo de chavas y que una en particular a veces se me queda viendo. Pero es que de verdad yo lo hago sin intención, ¡porque casualmente cada que volteaba, ella ya me estaba mirando! Y supongo que eso le dio a entender que me gustó, pero no es así. Ojalá no se acerque.

 

―¿Estás bien? ―me pregunta Fer preocupado.

―Sí, sí. Sólo que he querido ir al baño, pero entró alguien y no se digna a salir ―Fer se empieza a reír por mi comentario―. ¿Qué te da gracia? ―pregunto también entre risas.

―Nada, nada.

―Ajá, nada.

Seguimos conversando, cuando algo sucede, algo que me sorprende demasiado: Alan al final se paró y se puso detrás de Sebas, simulando que se iba a servir más cerveza, pero al llegar, lo nalgueó. ¡Lo nalgueó! Y no sólo eso, a una velocidad sorprendente le mordió el cuello.

¡¿Es que acaso nadie vio eso?!

―Oye, sin plan de juzgar, ¿pero son novios? ―susurra Fer en mi oído― ¿O así se llevan?

Su cercanía me toma desprevenido por un momento, pero reacciono a tiempo― Mmmm pues sí… son novios, pero no les digas que te dije. Haz de cuenta que no viste nada ―le pido abochornado.

―Ok, ok, no vi nada ―sonríe para calmarme y yo me relajo―. ¿Y por qué no haces eso con esas chavas de allá? ¿No has estado medio tenso estos días? Porque he notado que una se te queda mirando mucho.

―¿Vigilas quién me echa el ojo? ―bromeo coqueto…. Pero me congelo al reaccionar. Carajo, no debí decir eso―. ¿Eres mi papá? ―repongo para quitarle ese tono a la pregunta de antes y que nada se malinterprete.

―N-No, sólo decía. ¿Por qué no quieres?

―Pues porque no y ya, hoy no quiero ligarme a nadie ―muerdo mis labios del coraje―. Porque no es con ellas con quien quiero besarme ―confieso y volteo a verlo.

―Ah, ¿entonces con quién?

«Oh, Fer. Eres tan bruto»

―Con nadie… ―y sigo con lo mío. Si no entendió esa indirecta más directa, es porque de verdad alguno de los dos es torpe con ganas.

 

 

 

Al final de la noche, a eso de las doce, decidimos irnos. Alan y Sebas se van juntos, pero noto cómo esa barrera que tenían miedo de romper al inicio, se va esfumando, ya que están tomados de las manos muy discretamente, sin mencionar esa cara de traviesos que traen. Seguro se irán a…

―Adiós pues ―se despide Sebas y entonces ya todos nos despedimos entre palmadas de espalda y apretones de manos.

Yo me quedo mirando un poco más a mis amigos, se ven muy contentos. Quiero eso.

―Los paso a dejar a sus casas―digo a Gabo y Fer antes de que decidan irse caminando o algo así―, ya es muy tarde.

Ninguno de los dos se niega. Primero vamos a dejar a Gabo, aunque queda un poco más cerca de mi casa. Y al final dejo a Fer. Llegamos a su calle. Las manos me tiemblan, estoy sudando frío.

―Gracias por traerme, Rafa. Espero te la hayas pasado bien ―se quita el cinturón de seguridad y veo cómo acerca su mano a la puerta para abrirla.

Espera, espera, espera.

―¡Fer! ―le grito sin pensarlo. Lo tomo de la cabezota que tiene y lo demás no importa. Lo beso, si es que se puede llamar beso a chocar mis labios con los de él. No los muevo, sólo están ahí pegados. Están juntos. Nuestros labios por fin se están tocando― Sólo te quería besar a ti ―le susurro y cierro mis ojos, recargándome en el volante y cubriendo mi cara.

Notas finales:

Y bueno, las cosas fluyeron al escribir esto, hasta yo me sorprendí.

Espero les haya gustado. Nos seguimos leyendo. 

¡BESOS!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).