Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola! :)

Espero estén muy muy bien y que se estén cuidando en esta cuarentena. 

Cuiden también a su familia y amigos diciéndoles que se queden en casa.

 

Y bueno, con esto igual tengo tiempo para escribir y no pude evitar hacer este capítulo que espero les guste. Algo que a mí me puso de muy buen humor. 

¡Gracias por su paciencia y apoyo!

CAPÍTULO XXXVII


Sus primeras citas

 

 

La confesión de Rafa fue el lunes, hoy ya es jueves. ¿Y saben qué fue lo que no pude sacarme de la cabeza? La confesión de Rafa, adivinaron.


Ya ni sé cuánto más podemos seguir así. Siempre que nos encontramos parece que Rafa espera algo, espera mi respuesta. Me mira como si le debiera algo. Lo cual es cierto y hoy mismo se la daré.


Llego a la construcción puntual como siempre. Él también está ahí, así que es inevitable. Me siento a su lado, y antes de que pueda saludarme, yo hablo.


—Podemos intentarlo —susurro—. Podemos… podemos tener una salida como si fuera una cita. Si alguno de los dos se siente incómodo o se arrepiente, lo dejamos hasta ahí y volvemos a ser amigos. ¿Te parece?


Volteo a verlo y sólo me quedo ciego al ver la gran sonrisa de Rafa en toda su cara— ¡Sí, sí, sí! —grita emocionado—. ¿A dónde iremos?


—Yo ammm —no había pensado llegar tan lejos—, no sé. Podemos ir a un museo y luego por una cerveza.


—¿Acaso quieres que afloje en la primera cita?


Su pregunta me deja estúpido. Oh, cielos, pero claro que tendremos una cita, no es una salida cualquiera. Pero esperen, lo más importante es…— ¡No quiero que aflojes! ¡Jamás pensaría eso!


Mi reacción parece asustar a Rafa, que sonríe para calmarme. Incluso parece que se ríe—. Tranquilo, yo tampoco pensaría eso de ti jamás. —lo noto más nervioso de lo usual, incluso diría que se sonrojó—. Bueno, pero el museo y una cerveza suenan muy bien. Sabes que me encanta.


—¿El domingo está bien? Ves que luego hacen descuento o te dejan pasar gratis en la mayoría de los museos —Rafa pone su mano sobre mi hombro.


—Claro, entonces te dejo en paz —se separa y me sonríe una última vez antes de irse a la oficina del señor Ramón.


Yo por mi parte me quito toda la tensión que tenía encima— Oh, Dios. De verdad será en tres días.


Poco después, comienzan a llegar los demás, entre ellos Gabo.


—Fernando, ¿cómo estás? —me pregunta al llegar.


—¿Cómo estoy?¿A ti qué mosco te picó? ¿Desde cuando eres tan… propio? —Gabo se queda quieto, pensando.


—Pues ya seré universitario, así que debo de portarme como uno.


—Sí, claro, ¿no ya eres medio ebrio? —mi comentario lo molesta un poquito y en vez de responderme me da un pellizco en el gordito del brazo—. ¡Hey! Duele.


—Así dolió mi hígado con tus pendejadas. No seré un ebrio, tomaré con moderación.


—¿Gabo? ¿Quién o qué te poseyó? —dice Paco mientras termina de entrar a la construcción.


—Qué mamones, me hacen quedar mal —se queja Gabo y toma su casco y chaleco. Se va y nos deja a Paco y a mí.

—Oye, Fer. ¿Tú sabes qué se trae con ese tal Santiago?


—Ahmmm —no quiero soltar el secreto.


Paco pone los ojos en blanco— Ya sé que es con quien quería coger y con el que pasó todo el rollo. Por eso te pregunto si sabes si ha pasado algo, ha estado muy raro y da miedo. Como que está cambiando y parece un puberto enamorado, ¿no lo has notado?


Es hasta que me lanza esa pregunta que me doy cuenta que es verdad, Gabo se nota más contentito— Tienes razón, no me había fijado.


—Mira, no me molesta verlo así y no es de mi incumbencia con quién está, pero es que por la diferencia de edad, espero que ese tal Santiago no lo esté engañando —dice serio y madre mía, ojalá no. Gabo no puede ser tan tonto.


—Quieres que yo le pregunte, ¿verdad?


Paco sonríe— ¿Para qué son los amigos?


—Pero a ti te cuenta todo.


—Y contigo suelta todo porque eres como un papá. Bueno, le preguntas y me dices —se aleja mientras igual se pone su casco y chaleco.


Ojalá que no sea nada serio. Espero que Gabo se haya conseguido a otro galán y no que haya caído con el mismo idiota.


***


No subo ni dos pinches pisos porque de inmediato está Fernando jalándome.


—¿Qué rayos? ¿Qué pasa? —le pregunto cuando me lleva a uno de los cuartos.


Fer está demasiado serio— ¿Estás saliendo de nuevo con Santiago? —dice directo al grano. Seguro le dijo algo el pendejo de Paco.


—¿Qué? Pffff —intento sonar alivianado, pero no funciona, Fer hace su mirada de inspector—. ¿Por qué dices eso?


—Pues… porque andas muy alegre, muy diferente. Y no es la primera vez que te veo así, y ambos sabemos la razón. Así pasó con Enrique, Diego, Arturo… y con Santiago —me va arrinconando hacia una pared.


—¡Asco, Fernando! Ya quítate que se me va a pegar lo idiota —intento zafarme, pero Fer me lo impide. Já, qué suertudote Rafa al tener a su futuro novio todo mamado y fortachón.


—Gabo —me pide con una carita más suave y que me caga porque es una cara de que no me va a juzgar.


Me rindo y confieso— Sí es por eso, Fer. Pero él lo ha hecho bien. Me pidió hacerlo a mi manera. Ser algo serio en un futuro si esto funciona—susurro para que ningún pinche entrometido pueda oírme.


—¿Y crees que funcione?


—No lo sé, Fer. Por eso se llama intentarlo.


—Pero…


—Gracias por ser tan buen amigo, en serio, Fer. Pero estoy seguro de esto. Yo… es que —cielos, ¿debería de decirle todo todo?


Chingue su madre, se lo diré.


Así que le empiezo a contar todo lo que jamás le había contado, hasta el maldito beso que nos dimos frente a mi casa y que por eso Arturo me terminó. Y mientras más le cuento a Fer, más parece asustado y poco convencido de que esto no se me salga de las manos.


—Cristo redentor —suspira cuando termino de contarle todo—. ¿Y aún así quieres intentarlo con él? ¿En serio?


—Oh, sí . Lo pensé mucho, y en serio quiero verlo con mis propios ojos. Tú me conoces, caigo fácil, pero no caigo dos veces a lo pendejo.


—Pues no tengo derecho a decirte qué hacer, sólo que te vayas con cuidado.


—Gracias, Fer —nos separamos con un buen golpecito en la espalda, dando por terminada la junta. Me dirijo hacia las escaleras, pero veo algo muy interesante como para desviarme. Bueno, a alguien.


—Hola, Gabriel —ah, mierda, pinche guapo. Cómo no vas a antojar a los pobres mortales—. ¿Gabriel?


—Ah, hola, Santigo… ¿cómo estás? —hay que ser casual, que no sea obvio que me pone nervioso.


Pero Santiago me sonríe y pone su pinche mano deliciosa en mi espalda— ¿Fue en serio lo que me dijiste el otro día? Yo… sé que te pude haber forzado a darme una respuesta, mi intención jamás fue esa —susurra pegándome más a él. Huele rico el cabrón.


—Fue en serio —qué vergüenza—. Quiero intentarlo, sólo si va en serio. Si no es así y es por orgullo, por favor basta.


Santiago suspira y me pega más a él— Entonces está bien que te invite a salir, ¿cierto? —lo miro a los ojos, y madre santa, qué guapura es este hombre. Aparte de coqueto, obviamente.


—¿Cuándo?


—El domingo, hay una exposición a la que quiero llevarte. En cuanto la vi, me viniste a la mente —dice con un tono seductor. Puto—. Me confirmas mañana o el sábado.


Se va alejando y siento cómo mi corazón acaba de descansar.


—Mierda, pero qué pinches nervios —suelto con una sonrisa muy grande.


¡Puta madre, una cita con Santiago!

 

 

Así que el domingo llega como su regalada gana.


La verdad me la pasé toda la mañana pensando en qué ponerme y arreglando mi cara y mi cabello. Tengo que ser honesto, soy bien pinche sensual en este momento. Con pantalones de mezclilla, una camisa azul y unos tenis negros. Todo limpio y oliendo rico.


A veces se me olvida cómo soy detrás de esa ropa y cara sucia por mi trabajo. Se me olvidan mis lunares, que de por sí tengo como tres. Se me olvida hasta la forma de mi ceja y la sensación de mi mano sin cemento, sin tierra.


Cuando entre a la universidad, ¿me acostumbraré a verme así y me olvidaré de cómo me veía cuando trabajaba? Llevo muchos años en esto, pero dicen que uno puede olvidar muy fácil. Como sea, estas manos callosas me harán recordar todo lo que me costó llegar hasta hoy y hasta dónde llegaré.


Já, poquito más y daré pláticas motivacionales. Qué hueva, si de por sí me cuesta motivarme a mí solito.


Voy pensando todas estas pendejadas al terminar de vestirme y peinarme.


Salgo de mi casa, diciéndole a mis papás que saldré con un amigo y que regresaré como a las seis.


Tomo el transporte, porque claro que mandé a chingar a su madre a este Santiago cuando me dijo que venía por mí. Digo, ni de pedo lo iba a dejar. No soy una quinceañera. Puedo moverme yo solito.


Así que llego en cuarenta minutos a la parada del Museo. Hace mucho que no venía a uno. Y justo cuando bajo, él está ahí. Y en serio gritaría como fanática si pudiera. Trae unos pantalones de mezclilla, porque claro que va de traje al trabajo entonces verlo así de casual impacta, con una camisa ligera y verde militar. Fuck, mi taco de ojo , señores.


—Hola —saludamos al mismo tiempo y sonriendo como estúpidos, al menos no soy yo el único que sonríe así en este momento.


—Ven, es por aquí —me hace una seña para que lo siga, mantenemos nuestra distancia al caminar. No queremos levantar sospechas ni mucho menos. Qué jodido— ¿Tardaste mucho en llegar?


Su pregunta me confunde, ¿acaso intenta hacer una plática casual? Oh, cielos. Es verdad, realmente casi nunca hemos hablado. Porque pffff si no estábamos besándonos, estábamos mirándonos desde lejos o estudiando para mi examen. Nunca… hemos tenido esta clase de conversación. Ok, Gabo, sé casual—. No mucho, como cuarenta minutos, ¿y tú?


—Media hora, pero porque es domingo, si hubiera sido entre semana, me hubiera echado una hora. Así que estuvo bien, pude encontrar estacionamiento.


—Ahhh —volteo hacia el piso, ¿ahora qué le pregunto? ¿qué pinches hago? —. Y mmm —¡ahhhh, no se me ocurre nada!


—Mira, es aquí —me señala un edificio… aburrido, todo de cemento—. No te preocupes, aunque sea arquitecto, como casi todo, el interior es lo que cuenta. Ven.


Me jala hacia el interior, y ahí por fin puedo ver de qué trata la exposición. Es sobre personas que empezaron con un negocio pequeño y acabaron siendo famosos y millonarios.


¿En qué pinche mundo esta exposición le pudo recordar a mí?


—Qué bien que la entrada es gratis —comento distraído.


—Al final te diré por qué elegí venir a esto contigo, eso si te interesa saber, claro —me mira muy intenso, como si hubiera leídos mis pensamientos. Lo cual no puede hacer, ¿cierto? ¿O lo pensé en voz alta?—. Vamos entonces —me jala de la muñeca, pero no de una manera brusca, sino tranquila y hasta su dedo pulgar me empieza a acariciar por un instante. Que nadie me vea, por favor.


Pasamos las salas y es algo interactiva, así que hay pantallas en las que puedes jugar, ver videos o escuchar audios como si la persona estuviera ahí platicándote todo.


Hay de todo, mujeres, hombres.


Y a nuestro alrededor hay más parejas. Digo, no es que Santiago y yo seamos una. Pero sí hay muchas parejas paseando y visitando las salas. Me distraigo con una que se parece a nosotros. La chica es más joven y va bien abrazada del hombre que está con ella. Yo calculo que tienen 20 y 30.


No es justo, ¿saben por qué? Porque así también fuera su primera cita para ver si funciona, ellos sí pueden tomarse de la mano y ser melosos y mamada y media. Yo con Santiago no puedo, también porque seguro él no lo aprobaría.


Qué pinche depresión.


Pero bueno, hay que disfrutar lo que se tiene y se puede hacer. Así que en ocasiones acaricio el hombro de Santiago y le sonrío, él también lo hace. Se siente natural ser así, aunque sólo sea una vez.


Seguimos avanzando por la exhibición hasta que…


—No mames.


—¿Gabriel? —me pregunta Santiago todo asustado.


Es que no mames, ¡no mames! ¡Fernando y Rafa! ¡Fernando y Rafa!


¡FERNANDO Y RAFA!


—A la verga —exclamo sorprendido—. Quiero ver eso de allá —digo tierno mirando a Santiago. Porque grosero pero tierno con mis citas. Así que lo jalo a una cosa del museo para que no puedan vernos esos dos.


Pero es inevitable. De repente veo a Rafa jalando a Fer hacia nosotros.


Puta madre. Y Fernando con su cara de espanto no ayuda.


—Arquitecto Santiago, qué sorpresa verlo aquí. Hola, Gabo —dice Rafa medio despistado medio dándose cuenta de lo extraña que es esta mamada de situación—, ¿y eso que estén aquí?


—Pues… es que la cosa está así mira —empiezo a hablar—. Nada raro já, no pienses mal que ya te vi. Ay, Rafa, pues es que… mira, para resumir la cosa…


—Le pedí que me acompañara ya que pronto entrará a la Universidad, y quería motivarlo —dice muy formal el Santiago. Pero eso último de “motivarlo”, lo dice viéndome a los ojos y sonriendo coqueto. Santiago es como un eclipse: no hay que verlo directamente—. ¿Y ustedes qué hacen aquí?


—Pues… nos llamó la atención este museo y ya. Salimos casi casa fin. Lo normal —responde Fer con sudor en su cara. Pfff, buena mentira, pésima actuación. Pinche Fer baboso.


—Bueno, entonces nos vemos mañana. Con permiso —dice Santiago y empieza a avanzar. Rafa se queda en una exposición y Fer y yo nos quedamos viendo. Así que empiezo a fingir besuqueos mientras señalo a Rafa.


—¿Le entras o qué? —le pregunto— Porque ese cabrón parece que se puso brillo labial. Suerte con ese beso. Y no seas marica.


—Ahhh… —responde Fernando todo idiota mientras avanza hacia Rafa. Fingiendo no entender de qué madres le estoy hablando.


Llego otra vez con Santiago y se me queda viendo raro—¿Qué?


—No te incomodaste, huh —me contesta con burla.


—Me tomaron por sorpresa, casi nunca me pasa eso.


Nos reímos y seguimos caminando por la exposición.


Al terminarla, empezamos a caminar por la calle— ¿Y ya sabes por qué elegí esta exposición?


—¿Para motivarme? —pregunto todo ingenuo.


—Eso lo puedo lograr de otra forma —se relame los labios, y después vuelve a ponerse serio—. Pero no fue precisamente por eso. Quiero que algún día yo pueda ir a algo así y verte aquí, o verte en cualquier lado de este tipo. Quiero que seas exitoso, Gabriel. Y que sepas que esto lo vas a poder lograr si te lo propones. Incluso si no es tan masivo, triunfarás.


Sus palabras me dejan medio pendejo, ¿qué esto que me está diciendo? — Yo…


—Hace unos meses, en mi oficina, me dijiste que no eras idiota, que jamás podrías conseguir lo que yo tengo —se acerca a mi cara y me intimida lo cerca que lo tengo—. Pues bien, consigue más, eres más capaz y tenaz que yo. Gabo… el examen que hiciste, muchos necesitan hacerlo dos o tres veces. Y tú lo lograste a la primera. Sin mencionar esa actitud que tienes. Estoy ansioso por ver hasta dónde puedes llegar.


Y pasa lo impensable… me toma de la nuca y me besa. Muy profundo, muy intenso.


—Ahhh —suspiro feliz cuando nos separamos.


—¿Y bien? ¿Te motivé? —pregunta viendo mi entrepierna.


Pero en lugar de apenarme, como sigo en un estado estúpido, le sonrío— Muchísimo.


Eso lo descoloca, porque se le quita esa pinche sonrisa burlona y noto cómo pasa saliva. Já, lo puse nervioso y ansioso— Wow, lograste callarme.


—Soy bueno en eso —digo mientras vuelvo a caminar.


Al final el muy imbécil me estaba guiando a su carro y me metió a la fuerza a él. Me dejó en mi casa y no pude evitar darle un besito más. Un pinche besito porque… dama respetable.


Mi cita con Santiago fue muy… colorida.

 

***

 

Después de pasar vergüenza con Rafa, Santiago y Gabo, ya no pude actuar normal. A cada rato estoy volteando para ver si nadie se ha dado cuenta de lo que está pasando entre Rafa y yo.


Creo que Rafa se dio cuenta, porque antes estaba sonriendo, y ahorita ya está muy serio y se ve incómodo. Pero no con los demás, sino conmigo. Como si a él no le importaran los demás.


—Oye… —intento hablarle.


—Me estoy sintiendo mal, creo que… ahm —cierra sus ojos y después voltea a verme—. No, no me duele nada. Más bien ya no quiero seguir esta cita.


Me sorprendo al escucharlo decir eso— ¿Qué?


—Ya me quiero ir.


—Ok, ¿pero por qué? —mi pregunta parece molestarlo, pero sólo suspira fuerte y va camino hacia la salida del museo—. Rafa —comienzo a perseguirlo, intentando ser discreto—. Rafa, ¿qué pasó?


—Cuidado, Fer. No vayas a armar un pleito de gays frente a tantas personas —responde con sarcasmo.


—¿Es eso?


—Claro que es eso, ni te molestas en ocultarlo —detiene el paso y habla más bajito—. No te portabas así cuando éramos sólo amigos. Incluso me abrazabas y ahorita parece que estás con alguien enfermo o con un extraño.


—Rafa, se siente como estar con un extraño. Con alguien completamente nuevo —me sincero con él, sacando mi angustia—. Es conocer a un nuevo Rafa y no sé qué hacer ni cómo será con los que nos conocen. ¿Cómo será con mi familia? Ellos piensan que somos amigos y…


—Fer… ¿entonces has pensado en qué decirle a tu familia? —me pregunta con algo de pena y yo asiento—. Yo igual —confiesa con una sonrisa nerviosa—. ¿Eso es bueno?


Su comentario me hace dar cuenta de mis pensamientos. Dios, de verdad he pensado mucho sobre eso. Como si mañana mismo fuera a decirles a mi papá y a mi hermano que estoy saliendo con Rafa. Y no es sólo pánico lo que siento, sino… entusiasmo


—Creo que sí, porque yo también lo siento —nos vamos acercando mientras sonreímos, como si fuera una respuesta, una reacción. Algo necesario y que queremos.


¿Estaba nervioso por los demás? No, Rafa es el que de verdad me pone nervioso.


Nadie me había gustado tanto como él.


Y sin importar que estemos en público, nos besamos, un tantito. Como sellando que esto sí es una cita y que terminará como tal. Rafa es en serio muy lindo.


Vamos por la cerveza y esta vez se siente diferente, se siente cariño y nervios de los buenos. No paramos de platicar en todo el rato. Incluso en ocasiones él pone su mano en mi pierna y luego la quita.


Conversamos como siempre, nos reímos muchísimo.


Al terminar, a eso de las siete, él me deja en mi casa. Nos mordemos los labios varias veces, ansiosos.


¡Quiero hacer esto!


—¿Y a dónde quieres ir en la próxima cita? —le pregunto nervioso, ¡rayos! Sonó bien, ¿verdad?


Rafa hace otra de esas sonrisas que son hermosas y que te contagian— Vamos por un helado y luego te vienes a mi casa a ver películas.


—¿Tan rápido? ¿En la segunda cita? —le pregunto burlándome.


—Bueno, ya ves, ventajas de ser muy buenos amigos también —se acerca, siguiéndome el juego.


—¿Qué otras ventajas tiene?


—¿Para ti? Esta —dice terminando sobre mis labios. Sigue siendo un piquito, pero nos quedamos así más tiempo. Al menos hasta que yo me alejo para besarlo con más ganas. Lamo sus labios muy delicadamente. Rafa sonríe y hace lo mismo hasta que nuestras lenguas se encuentran.


Y Dios… Se siente increíble.


—Pero sólo para mí, ¿verdad? —le pregunto para molestarlo.


—Claro que sí, bobo —vuelve a besarme de una manera muy tierna, nada que ver con el de hace rato—. Nos vemos mañana en el trabajo entonces. Ha sido un placer, joven Fernando.


—Igualmente, joven Rafael.


Salgo de su auto y nos despedimos de lejos, hasta que él arranca y ya no puedo verlo más.


¡Otra cita con Rafa! Lo logramos.


Lo logramos.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado tanto como a mí. 

Mil gracias por todo y lávense las manos jeje. En serio :)

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).