Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

En serio disculpen la lentitud con la que actualicé, pero es que ya conseguí trabajo y me estoy acostumbrando apenas con mis horarios. Ya le estoy agarrando el ritmo jaja. 

Agradezco muchísimo sus reviews tan bellos.

Disfruten.

CAPÍTULO V: Viernes

 

Ya es viernes, ¡bendito y sagrado viernes! Amo con todo mi corazón este día porque es cuando más ganas le echas al trabajo y más te puedes divertir, desvelarte o descansar como Dios, bueno, tal vez no como Dios manda, pero sí lo que uno quiera. A sus anchas, caray.


Aunque siendo honesto, es eso último lo que quiero hacer. No tengo muchas ganas de salir ahora mismo. Sé que el Arquitecto Rafael lo hace con buena intención y todo, pero este día es de esos que solo quieres dormir y ya. Pero no, ya quedé en ir a beber con mis compañeros y detesto cancelar un compromiso.


Desde ese día que hablé con ese tipo siento que ya se porta más… decente. Ya no es tan patán ni grosero como antes. De hecho, pidió disculpas a todos por no haber preguntado sus nombres y ahora hasta le hacemos burla diciéndonos unos diferentes frente a él, solo para molestar y que se confunda.


— Fer, ¿ya vienes? Te estamos esperando —me dice Martín mientras se escucha que se está aguantando la risa, ya que le estoy dando la espalda. Son ya como las 2:00 pm, pero Rafael dijo que por hoy era suficiente.


— Esto no se puede apurar así, espérate —digo con algo de molestia porque si le estoy dando la espalda es porque no tengo de otra, ¡estoy orinando con un carajo!


Pero no, Martín solo lo ve chistoso— Pues échale a presión y vámonos —ah, pero a ver si es tan gracioso cuando él esté en las mismas, a ver si se sigue riendo con alguien presionando para estas cosas tan íntimas.


— ¡Sácate de aquí o te orino! —le advierto simulando que me estoy volteando.


— ¡No seas cochino! —grita “histérico” mientras sale de los baños. Uff, ahora sí a soltar lo último.


— No aguanta nada —digo una vez termino y me lavo las manos. Salgo y apenas me da la luz de la tarde cuando todos comienzan a gritar y chiflarme para que me apure. Qué hijos de… su madre— ¡Ya, caray, relájense!


— Es que no mames, Fer. Todos aquí esperándote como tus novios, ¿te diste una ‘manita de gato’ o qué chingados? —sí, ese es Gabriel.


— Ni que fuera tú, Gabriela. Ya vámonos, hombre —y así, todos nos subimos como se pudo a los carros de quienes sí tienen uno, obvio yo no llevé el mío porque mi papá ya se fue a casa para cuidar a Juan, además de que me dijo que sería una buena oportunidad para convivir. Si yo siempre hago eso.


No pasan ni 15 minutos cuando ya llegamos a donde nos citó Rafael y pues…


— Fer, qué carajos —me dice Gabriel con cara de idiota—, yo esperaba, ya sabes… un bar más para nosotros. No me cambié, no traje muda, ¡estoy en semejantes fachas!


— ¿A ti qué mosco te picó? Da igual, entremos y ya —intento verme normal, pero es que pienso lo mismo. No es que este bar sea de lujo, pero hasta tiene cocteles y pues no soy ni somos tan finos, creo.


— ¿Llegaron bien? —es lo que nos pregunta Rafael al vernos y hacernos una seña con la mano para que nos acerquemos a las mesas que reservó.


— ¿Pues qué no está viendo que sí? —dice Gabriel con burla y yo me río por eso. Es que luego las preguntas idiotas no faltan.


Vamos pasando entre las mesas de madera y frente a la barra. Hay varios cuadros de carros en las paredes y muchos tonos marrones y amarillos, muy cálidos. Las sillas son completamente normales, gracias a Dios. Odiaría sentarme en esas madres que tienen más patas largas que asiento para el trasero.


— Siéntense donde gusten —y extiende sus manos para las 3 mesas que tenemos para nosotros. Y claro, en menos de un minuto, ya estamos todos sentaditos y viendo la carta. Aunque todos sabemos que pediremos cerveza y tequila.


Ojeo sin atención la carta hasta que noto que Gabo está inquieto y… claro, es muy obvio.


— ¿Inquieto por ver a tu amorcito? —pregunto con tanto veneno en mi boca que creo que se escurrió hasta el suelo.


Y Gabo tan lindo solo me da una patada y me hace una seña muy fea— Ya quisiera el cabrón —oh, claro.


— ¿Por qué no te vas a dar tú una manita de gato? O en tu caso, un zarpazo de león africano —ese idiota solo se ofende y me pega más fuerte que antes, solo intento aguantarme el dolor y contener mi carcajada. Pero Dios es tan misericordioso que justo en ese momento aparece el tipo ese—. Contrólate, chico bestia. Que ya llegó y no va a querer ver que su gatita patea y no araña —sí, a veces mis comentarios dan tan en el blanco que me ofende no sentirme orgulloso por eso. Y Gabriel ahí va, cual baboso, a voltear el cuello como exorcizado y después empieza a sentarse varias veces: que se levanta tantito y se sienta, se levanta y se sienta. Todo para agarrar una postura… ¿buena? Sepa Dios.


— Carajo —lo oigo quejarse y aparentar no estar nervioso. De verdad que cuando un hombre le gusta es tan fácil de molestar, pobre Gabo.


— Ya estate quieto, no inventes.


— No invento nada, Fer. Ya déjame en paz.

 

— ¿Por qué mejor no te vas a sentar con tu amorcito? Seguro que le encanta tener a alguien tan delicado y buen bebedor como tú a su lado —antes de que me reclame, aparece un mesero para tomar nuestra orden. Obviamente vestido de blanco y negro y muy sonriente. Pero algo en mí me grita que siga molestando a Gabriel y es que de verdad él a veces es un pesado de lo peor. Siempre me molesta cuando voy a salir o si alguien me gusta. Y no digo de frases bobas, no, sino albures muy feos. Así que bueno, si la vida te da limones— Oye, Gabo —le digo susurrando en su oído—, ¿no te preguntas qué se sentiría hacerlo con alguien de su edad? Apuesto que te gustaría que te diera…


— ¡Voy al baño! —se para de golpe y gritando, interrumpiendo mi maldad pesada.


Aunque ahora que lo veo así de cerca, Gabriel es muy obvio frente al que le gusta. Me pregunto si ese arquitecto no estará sospechando nada. No sé cómo podrían resultar las cosas.

 

***

 

¡Pinche Fernando hijo de la mismíma chingada! ¡Casi le grita a Santiago que soy gay! ¡Pinche indiscreto grosero, maldito mamón!


Voy al baño pero en fa .


Una vez que llego, solo me echo mucha agua en todo lo que tengo por cara. En serio que me dio vergüenza. Y apuesto mi quincena a que ese estúpido lo hizo como venganza por las veces que yo he hecho lo mismo… solo que yo sí lo hago más pelado.


¡Pero eso no justifica ni madres!


Va a conocer mi ira ese maldito estúpido.


Sin cuidado alguno cierro la llave y me seco mis manos. Simplemente regresaré a la mesa y actuaré casual. Saludaré a Santiago y me iré a sentar, sí. Aunque lo saludaría ¿con un apretón de manos? ¿o solo asintiendo con la cabeza?


No sé. Ni puta idea.


Y justo cuando voy saliendo, me topo con alguien. Y ese alguien es Diego. Y creo que mi cara de pendejo asombrado no puede pasar desapercibida. Y ya.


—Hola, Gabriel. ¿Cómo estás?


Una vez que salgo de ese estado como de vegetal o animal sin consciencia, es que sonrío— Hola, Diego. Muy bien, gracias, ¿y tú?


De repente el ambiente lo siento muy ligerito. Me empieza a decir cosas que me hacen reír y pues… no sé cuántos minutos pasan hasta que esa voz que hace que la piel se me ponga chinita chinita se escucha a mis espaldas.


—Gabriel, pensé que no habías venido —afuera del baño debería ser el punto de reunión para sismos, incendios y cuanta cosa exista. Justo en el lugar donde peor huele y aquí estamos, como idiotas.


—Pues sí vine. Solo que pasé al baño y me encontré con Diego.


Noto cómo lo mira muy serio— Diego, ¿me trajiste los papeles? —la verdad no soy quién para juzgar, pero creo que fue algo frío al preguntar eso.


—Sí, lo dejé en mi mochila, está en la mesa. Es que primero tenía que pasar al baño —sonríe apenas y de inmediato pasa al baño. Dejándome con ese pendejo que me gusta y me encanta, pero que me asusta y que a veces me cae mal.


—¿Cómo has estado?


—Por favor, pase al baño. No quiero detenerlo con algo tan… importante.


—No te preocupes —dice sonriendo, quedándose parado y más plantado que un pinche roble de 100 años.


No me queda de otra— Bien, bien. Mis papás han estado de buen humor y ahorita casi no nos han explotado en el trabajo —digo a modo de broma. Pero creo que mis bromas nunca son bienvenidas por este arquitecto, ya que vuelve a fruncir el ceño.


—¿En tus otros trabajos lo han hecho? ¿Te han obligado a trabajar más horas? ¿No te dejan descansar? —y de la nada me siento como si estuviera frente a un periodista. Que no mame.


—Señor Santiago, solo fue una broma. Creo que se toma las cosas muy en serio —por no decir algo más.


—Discúlpame, Gabriel. Eso siempre te hace sentir incómodo —me tenso por sus palabras, pues yo pensaba que no había sido muy obvio—. ¿Creíste que no me había dado cuenta? Aprietas tus manos y miras al suelo, como ahora. Creo que mi presencia te perturba. Perdón —escucho cómo lo dice medio apagado, pero me da pena mirarlo. Escucho cómo se va alejando, metiéndose al baño—. Si deseas que alguien más ocupe tu lugar, dile al Lic. Ramón, no lo tomaré a mal.

Desaparece tras esa puerta de madera y siento cómo un peso en mis hombros se va, pero me siento mal.


Soy tan maricón para estas cosas. Pero maricón por cobarde, a eso me refiero.


No queda de otra más que regresar a la mesa y beber. Beber en serio.

 

Notas finales:

Ya el próximo será más de Fer x Rafa jaja :)

Espero les haya gustado.

Tápense bien con este estúpido frío jaja. ¡Besooos! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).