Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Me volví loca de felicidad por sus reviews jaja. Ahora sí actualicé a tiempo :) 

Sé que aman a Gabriel jaja. 

Disfruten.

CAPÍTULO VI: Por un Alfonso, no Alonso


— ¡Me la mama! —grita Gabriel en medio del lugar este. Creo que me está dando pena ajena todo lo que está haciendo. Desde que regresó del baño ha pedido caballitos y los toma como si fueran gotas de lluvia; da miedo.


— Gabriel, ya bájale —está sentado a mi izquierda, así que intento quitarle ese maldito vasito lleno de tequila. No es que Gabriel sea un mal bebedor, al contrario, resiste mucho, pero cuando se pasa de la raya se pone insoportable. Apenas han pasado como tres horas desde que llegamos y este idiota está a punto de caerse de borracho.


— ¿Le bajo? Fernandito querido, no mames, deberías de beber conmigo en lugar de andar… de andar de guardia. ¡Descanse, soldado! —empieza a reírse y esa última frase la verdad me dio risa también. Pero no, señor. A lo mucho pediré otra cerveza y ya. Alguien tiene que cuidar que este baboso con dos patas no se mate.


— Vaya, no pensé que Gabriel se pusiera así —a mi lado aparece un sujeto como de nuestra edad.


— ¡Dieguito, ven, siéntate en esta… nuestra mesa redonda, chingada madre! —extiende sus brazos y los pone atrás de su nuca. Cierra sus ojos y sonríe como si estuviera a dos de dormirse.


Yo solo me recorro tantito para que ese tal Diego pueda poner una silla con nosotros— Hola, soy Fernando —como el tonto de Gabriel no nos presenta ya lo hago yo— ¿Y de dónde conoces a Gabriel? —le pregunto una vez está bien sentadito.


— Pues lo conocí esa vez que fue al despacho. Se veía medio perdido y amistoso, así que le hablé. Y también lo acompañé a la salida cuando terminó su reunión con el arquitecto Santiago. ¿Por?


¿Gabriel amistoso? No es por ser grosero, pero no creo. O este sujeto necesita lentes y no los usa; o me está mintiendo.


De repente me doy cuenta que me quedé callado como tarado y sonrío con nervios— Ah, es que no te conocía. Y Gabriel no te mencionó, por eso.


— Bueno, tampoco lo culpo. Nos hemos visto dos veces y ya. ¿Trabajas con él?


— No, soy su hermano gemelo —digo con sarcasmo.


Diego solo nos mira confundido y por dentro me estoy retorciendo de risa— No te creo. Ya en serio, Fernando —no me aguanto y comienzo a reírme.


— Obvio que trabajamos juntos —digo entre risas—. No puedo creer que casi te tragas eso que te dije —él solo cierra los ojos, rendido.


— No mames, y yo aquí buscando las similitudes —antes de seguir hablando, Gabriel se pone entre los dos.


— ¿Por qué se andan secreteando como viejas chismosas?


Diego sonríe— Pensamos que ya te habías dormido. Ven, siéntate aquí —jala la silla donde estaba Gabo, pero de la misma nada mi amigo, ¡MI amigo! Se sienta en las piernas de Diego.


— Mira qué amable eres —veo cómo Diego se pone tenso de inmediato, así que comienzo a jalar a Gabo para que se pare de ahí— ¿Pero qué chingados haces, Fer?


— Fer, está bien —me dice Diego mientras pone una de sus manos en la cintura de Gabriel. Y justo por eso es que el ambiente aquí va cambiando: ¡creo que estos dos se traen ganas!


¡Con razón a Diego se le hizo amistoso cuando se conocieron! Claro, si ese Gabriel parece Barney cuando quiere.


No sé cómo zafarme de esta. Esos dos están pegando mucho sus rostros para hablar y yo aquí, haciendo mal tercio.


— Hola, Fer, ¿me acompañas a la barra? —mi salvador no es otro que Rafael. Nos quedamos mirando y sé que lo hizo con la intención de quitarme del medio entre esos dos porque me sonríe mientras ve a Diego y Gabriel.


— Justo en eso estaba pensando —me levanto y vamos pasando entre las mesas de madera. Yo voy detrás del arquitecto. Llegamos a la barra y antes de ordenar voltea a verme.


— Bueno, la verdad que planeaba ya no tomar, pero me has arrastrado a esto —no sé si está bromeando o lo dice en serio, así que solo me quedo calladito—. ¿Fer? —veo otra sonrisa y después se cruza de brazos— Me has obligado. Esto es como cuando las mujeres rompen la dieta; culposo, muy culposo —da media vuelta y ahora sí creo que se le zafó un tornillo.


— Pues gracias por sacarme de esa situación. Estaba a dos de salir corriendo o taparme la cara.


— No agradezcas, creo que todos hemos estado en esa situación y hay que ser solidario, ¿no? —toma dos cartas y me da una a mí— ¿Quieres pedir algo? Yo tomaré otro Alfonso XIII.


— ¿Es lo que has estado tomando todo este tiempo?


— Sí.


— Yo pensé que era café con leche, no que fuera alcohol.


Rafael solo comienza a reírse de nuevo— Pues tampoco estás equivocado, es licor de café. A mí me gusta, ¿lo quieres probar? Recuerdo que me dijiste que no tomabas mucho y si te gusta pues…


— Conque Alonso, eh —lo oigo reír y me dice que es Alfonso, no Alonso. Pero se entiende, ¿no? Así que comienzo a buscar esa bebida en mi carta, pero al encontrarla me llevo dos sorpresas: está algo cara y es en un vaso chiquito. No estoy para estas cosas. ¿Qué no han escuchado de “bueno, bonito y barato”? —. No creo que me vaya a gustar, arquitecto —intento usar eso como excusa.


Rafael se queda callado un momento y después se gira a la barra para pedir ¡dos Alfonso XIII!


— Si me obligaste a venir a tomar más sería grosero que me dejes solo —me rindo de inmediato porque me vería medio cabrón si digo que ya no.


Pasa un rato para que nuestras bebidas estén listas— ¿Qué acaso no te gusta la cerveza o el tequila?


— Sí que me gustan, en los primeros semestres de la Universidad iba casi cada viernes a tomar, pero una vez casi...


— ¡Fernando idiota! —grita Gabo sosteniéndose de Diego— ¡Me largo, cabrones! —les grita a los demás y después se acerca a mí— Fer, este es el adiós, soldado.


— Gabriel, ni creas que te me vas, quédate un poco para que se te baje.


— Carajo que no, quiero ir a mi casa a dormir, punto.


— Puedo llevarlo —dice Diego mientras Gabo casi se le escurre de entre las manos—. Traigo coche.


Y no es que sea una vieja histérica, pero si estos dos andan ebrios -uno más que otro- y con ganas, no, mala idea que se vayan juntos.


— Yo lo llevo —como una aparición llega el señor Ramón, muy serio y quitándole a Gabo de las manos—, sus papás lo van a regañar bien bonito, pero ni modo —atrás de él está el arquitecto Santiago con una mueca muy rara y que no le queda para nada. Seguro como jefe está molesto de ver a Gabriel así.


— Muchas gracias —le digo con un apretón de manos.


En unos minutos se van, Diego igual. Apenas son pasadas las 6 y el idiota de Gabo ya se fue. Se suponía que nos iríamos como a las 8 o 10.


— Espero que mañana no le toque tanta resaca —dice Rafael mientras me pasa mi bebida. Chocamos los vasos y damos el primer trago. Y vaya, sabe bien, en definitiva nada que ver con la cerveza ni con el tequila. No sé si es bueno o malo, pero igual está rico.


— Pásame unas galletas para sopearlas en mi café —le digo con burla y solo me sonríe para volver a dar otro trago.


— Pídeselas al barman, a ver si te las da.


Cualquiera hubiera parado ahí, pero hoy no quiero. Así que con mucha seguridad me pongo frente al tipo y le pido unas galletas para sopearlas con mi café. Y bueno, su reacción la tendré en mi memoria como por siempre: su cara de no entender nada.


Con una sonrisa enorme me regreso a donde está Rafael— No entiendo por qué no me quiso dar una —digo fingiendo tristeza.


— Vaya, pensé que no disparabas, pistolita —me dice riéndose.


— No soy pistola, mínimo una bazuca.


Y así como si fuera tan natural, seguimos platicando un buen rato en la barra hasta que Rafael me dijo que era mejor ir con los demás.


Todos están disfrutando y lo bueno es que ninguno parece haberse emborrachado. Aunque ese arquitecto Santiago ya también desapareció y no recuerdo que se haya despedido.


Rafael y yo nos volvemos a sentar, pero donde estábamos al principio, así que no podemos hablar.


Eso me molesta un poco porque siento que nuestra conversación era interesante. ¿Será que me pidió que nos regresáramos porque en realidad le estaba aburriendo? Digo, no soy muy listo, pero leo con frecuencia y que yo sepa no hablo feo. No entiendo. 

 

A lo mejor ya le había dado sueño. Tal vez sí le haya aburrido.


No sé.


------------------


Pasa otro rato antes de que vea el reloj. Ya son las 8:00.

 

Con algo de flojera me estiro en mi silla. Me voy despidiendo de mis amigos y compañeros.


Pero es hasta ese momento que noto que Martín ya no está. Y hasta ahora me entero que también se fue con el señor Ramón.


Se suponía que lo iba a acompañar, pero bueno.


Termino de despedirme, les dejo el dinero que me toca y salgo de ahí.


El aire es algo fresco, ya está oscuro, pero las luces de la calle y de los demás lugares iluminan muy bien. Hay bastante gente todavía caminando. Así que hago lo mismo.


Estoy a punto de llegar a la esquina cuando alguien me detiene— Dios, tienes piernas de jirafa, Fernando —me dice Rafael—. Vente —me hace una seña para que lo siga, pero no lo hago—, que vengas, hombre. Te voy a dar un aventón a tu casa.


Me cruzo de brazos— ¿No crees que con pagar mi Alonso XIII fue suficiente?


Él solo vuelve a reír— No te pagué ningún Alonso, pero sí un Alfonso XIII. De nada. Ahora vente.


— No estoy ebrio como para que me lleves.


— Ya sé que no. Es mi buena acción del día, y no la quieres ver frustrada por andar de orgulloso, ¿o sí? —se recarga en la pared, esperando mi respuesta. Bueno, así como la gente usa el chantaje.


Que no chingue.


— Bien, bien. Ya vámonos, caray.


De repente me siento tan cómodo que el viaje de regreso me gusta y en serio en serio que Rafael es divertido. Ya me cayó muy bien.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado este cap que escribí en el trabajo (sí, soy una cínica). 

Nos leemos el próximo miércoles.

¡Besoos! :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).