Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El obrero y el arquitecto por kurerublume

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, creí que ya nunca más iba a poder escribir. De verdad que he estado bastante ocupada. Escribí este cap con mucha alegría jaja espero les guste igual.

:)

CAPÍTULO IX: Sábado de inflable


—Carajo —dice Rafa cuando salimos al patio donde hay como 10 niños corriendo como cabras locas.


—Me quitaste la palabra de la boca —digo con burla.


—¿Quieres ir a comer algo? Tenemos sincronizadas, hot dogs y chilaquiles para los adultos —caray, creo que quiero uno de cada uno.


Pero como no hay que abusar, pues…—Chilaquiles, por favor —le respondo y vamos a la mesa, pero veo muchos dulces en una más pequeña y creo que me están «haciendo ojitos». No sé si quiero quedar como el devorador del día frente a desconocidos, pero me la están haciendo difícil.


En especial cuando veo cómo ponen la crema, la salsa, ¡todo se ve condenadamente delicioso!


—¿Fer? —pregunta Rafa con el plato frente a mí— ¿Le puse algo que no te gusta? —lo dice preocupado y es ahí que tomo el plato y comienzo a comer.


—Todo lo contrario —tomo una cuchara y sin pena comienzo a tragarme todo—. Esta es la perfección —hago como que me limpio una lágrima de felicidad. Son de los mejores chilaquiles que he comido.


—Serás exagerado, Fer —se ríe y sigue comiendo él de su plato. Cuando termina, se me queda mirando y luego a la mesa—. Creo que quiero un hot dog, ¿tú no? ¿Tal vez junto con otra ración de chilaquiles?—me hace una sonrisa cómplice—. Tenías que saberlo tarde o temprano: soy bien tragón. 

—Pero qué coincidencia, Rafa. También yo. Si no es mucha molestia me encantaría todo lo que dijiste —esta vez soy yo quien sostiene los platos mientras él sirve.


Nos vamos un poquito más lejos para comer sin problemas. Ahí platicamos y seguimos riendo viendo cómo juegan los niños. Pero obviamente esa calma no iba a durar tanto. Llegó un niñito de cabello castaño oscuro y ojos miel a nosotros.


—Si todavía no pasa la hora de la digestión —le dice Rafa a modo de réplica, pero ese niño sigue jalándolo de la muñeca.


—Tú dijiste que acabando de comer ibas a jugar conmigo. Ya comiste y ahora vamos a jugar, ¿sí, Rafa? —mi amigo me voltea a ver medio avergonzado, hasta que esa mirada apenada cambia a una de malicia.


—Bien, bien, pero yo no puedo ir solo, Rodri. Fer tiene que venir —me señala y de inmediato su hermanito me ve con una sonrisa para jalarme también.


Creo que mi niño interno quiere jugar también, así que no replico nada. Voy con ellos.

—Bien, nosotros somos los zombies, Rodri. Tenemos hambre —dice Rafa para ponerse en una postura extraña y comenzar a acercarse a su hermanito, pero él de inmediato corre— Ora, Fer. Atento, caray —me reclama mi amigo—. Hoy comeremos niños—dice sonriendo al tiempo que voltea a ver cómo su hermano se asoma para saber dónde estamos.


Le hago caso y me pongo serio: soy un zombie come niños.


Así que en unos segundos ya andamos escuchando gritos y preguntas de otros niños de si pueden jugar también. Entonces acabamos siendo dos tristes zombies persiguiendo como a 8 niños.


Rafa se toma su papel muy en serio, pues hasta hace caras feas y sonidos de loco. Sí, ni parece que tiene 22 años. Me estoy divirtiendo bastante, ya hasta estoy sudando.


—Oiga, señor —me dice un niño y es ahí que siento que mi orgullo se va al caño. Un niño me acaba de decir «señor» y se me hace una falta de respeto, una muy fea y grandísima grosería para mi juventud—, ¿los dos son los zombies?


—Claro que sí, niño. Y dime Fer, no señor —le pido de manera amable.


Seguimos jugando hasta que de verdad siento que se me va a salir un pulmón por la boca. Rafa está igual, así que pedimos tiempo para ir a tomar agua y descansar un poco.


Al final comimos el pastel, riquísimo, de limón. Hasta apunté el nombre de la pastelería por si algún día se ofrece.


Rafa me lleva a mi casa, a pesar de que le repetí que no era necesario, pero insistió y este tipo cuando se pone de terco no hay nadie que pueda negársele… o igual y solo yo no puedo.


Una vez se estaciona frente a mi casa, obviamente le pregunto si quiere pasar al baño o algo, pero me dice que no.


—En serio muchas gracias por venir, Fer. Le caíste bien a Rodri y si se le olvidó decirte, te agradece el regalo, no tenías que molestarte.


—Cómo no, era lo mínimo.


—Pues el sábado también habrá eso de comida y créeme que ya no es necesario que traigas regalos.


—Ah, sí, que tu inflable, ¿no? —digo con burla y nos empezamos a reír.


—Ya te dije que lo vamos a rentar por ti.


Seguimos hablando un poco más hasta que nos despedimos y entro muy cansado a mi casa.


—Te dije que me mandaras mensaje cuando ya estuvieras de camino, Fer —aparece mi papá enojado—. ¿Crees que los papás funcionamos con poderes mentales o qué?


«Pues a veces parece que sí» es lo que pienso secretamente, pero en lugar de eso lo abrazo y le pido que me perdone. El enojo se le va rápido y cenamos un cereal con leche antes de ir a dormir.


------------------


Del viernes no tengo mucho que decir, excepto que Gabo se esfumó a la salida y ni se despidió. Ahora que lo pienso, ha estado rarito: como que a veces está enojado y otras tiene la mirada de idiota… enamorado, no sé. Mi punto es que si Gabo es raro, ahorita lo está más; y creo que en parte es mi culpa. Le escribiré al rato para preguntarle qué le pasa.


Y pues… en el trabajo todo estuvo bien, muy bien a decir verdad. No sé si es una trampa de la vida o algo así. No me voy a confiar.


Al terminar la jornada, Rafa me repite la invitación de mañana y obviamente yo ya tengo el permiso, así que iré sin duda alguna.


—Bueno, si quieres que te recoja o te vea en algún punto no dudes en escribirme y voy de volada.


—Gracias, Rafa.


Comí, cené, hice del baño y me dormí. Adiós, viernes.


-------------


Al despertar me siento entusiasmado. La sola idea de pensar en comida y juegos hace que me retuerza de emoción.


Me pongo lo más presentable posible y salgo en dirección a la casa de Rafa.


Tardo como 40 minutos en llegar y mi amigo me recibe con la cara medio sudada y muy agitado.


—Justo a quien necesitaba —y sin perder un segundo más, me jala para que vayamos al inflable que está en el patio—. ¡Ya llegó el otro zombie, niños! Ahora sí no escaparán —termina diciendo con un tono tenebroso—. ¡Los comeremos! —grita al tiempo que se echa a correr para atraparlos. Y ya que lo veo bien, Rafa estaba descalzo—. ¿Qué esperas? —me pregunta con cara de niño pequeño.


Y como si me hubiera regañado, rapidísimo me quito mis zapatos y me despido de mi buena presentación, porque al terminar de jugar seguro volveré a ser el Fer mugroso y sudado de siempre. Aunque tampoco me molesta tanto.


Recordando que soy torpe, el inflable se mueve mucho y se me hace difícil correr si además de eso, donde piso se hunde mucho. Como si estuviera en un pantano mientras hay un temblor o algo así.


—¡Ah! —grito cuando me voy hacia atrás y caigo. Unas risas se escuchan a mi alrededor.


—¿Estás bien, Fer? —pregunta Rafa, y aunque sé que lo dice con preocupación, no puedo evitar escuchar cómo lo pregunta entre risas. Solo muevo la cabeza de arriba a abajo— Entonces deja de hacerte el chistoso —me reclama con los brazos cruzados.


Me vuelvo a poner de pie y seguimos jugando y jugando… y jugando.


Pasan como, no sé, 2 horas para que la mamá de Rafa y Rodri diga que vayan para comer. Todos los niños se bajan como desquiciados y yo aprovecho para acostarme en el inflable;  para recuperar el aire y la vida que se me han ido en estos juegos.


Está en calma sin esos pequeños. Apenas escucho la música de la fiesta y como hay un árbol muy grande, la sombra está perfecta. Muy tranquilo hasta que escucho una vocecita familiar.


—¿Hay lugar para mí, señor? —pregunta Rafa con burla por lo que me dijo el niño de la otra vez y le sonrío igual.


—Claro que sí, chamaco —me hace caso y también se acuesta a mi lado.


—Espero te la estés pasando bien —dice en un tono muy suave—. Aunque como zombie no la haces, eh.


Se empieza a reír y lo volteo a ver muy ofendido— ¿Disculpa? Y yo que te iba a dar las gracias y me sales con tremenda grosería.


—No fue grosería, fue un comentario.


—Uno grosero —vuelve a reírse y me da un codazo.


—La verdad es que ya no creo volver a levantarme. Estos niños me acaban de chupar toda la energía, ni siquiera quiero pararme para comer, ¿puedes creerlo? Porque yo no.


—Ni me lo digas, y se supone que aún somos jóvenes.


—Pero sin mucha condición para esto.


Pasamos un rato más así, hasta que me siento y pues creo que peso un poquito más que él, porque el inflable se hundió más y Rafa terminó más cerca de mí. De broma comencé a dar saltitos para que mi buen amigo estuviera rebotando y, para mi felicidad, salió estupendo.


Rafa volteó a verme molesto e igual empezó a saltar. Se fue a la parte del inflable que es como una pared con una cuerda para pasar del otro lado.


—¿Vas a huir? —le pregunto.


—Sí, porque el zombie frente a mí es muy torpe y se puede lastimar —toma la cuerda y comienza a subir. Pero antes de que llegue, lo jalo de la camisa y hago que se caiga— Tramposo —me dice desde abajo.


—Chillón.


Vuelve a pararse y de la misma nada me tira metiéndome el pie por el talón o algo así. No vi bien cómo lo hizo, pero me tiró para volver a trepar la pared esa.


—No lo harás —vuelvo a jalarlo, pero esta vez del pantalón y de inmediato se cae.


—¡De ahí no! Qué tal que me bajas los pantalones, menso —me reclama y yo me empiezo a reír.


—Ah, es verdad. Sería vergonzoso que vean tus calzoncitos de animalitos.


Eso último provoca que empiece una batalla.


No sé cuánto llevamos hasta que del cansancio lo abracé y me lo llevé conmigo hasta acostarnos en el estúpido inflable.


—Te gané —dice triunfante.


—La tuya fue una victoria moral —le respondo divertido.


—Como digas. Ya vamos a comer —se levanta primero y me da la mano para jalarme, pero bueno, los niños siempre son oportunos y justo cuando me estoy levantando, unos de ellos se suben del otro lado. El inflable se mueve mucho y pues por torpe y pesado jalo a Rafa.


Terminamos en una posición muy rara. Abrí mis piernas y Rafa termina entre ellas. Pero lo peor es cuando los niños siguieron brincando y pues… se vio medio curioso el asunto. Porque Rafa después intenta pararse y termina encima de mi abdomen haciendo esos movimientos tan extraños.


Una vez que logramos separamos, me siento un poco incómodo.

Rafa se queda quieto mientras yo me pongo mis zapatos.


—Mmm —es lo que me sale para intentar decir algo casual.


—Sí, se vio muy sexual esta estupidez. Ni modo. Ya vámonos a comer —termina diciendo como si nada y yo le sigo.


Sí, se vio muy sexual.

 

Notas finales:

Pues solo diré que lo de "señor" me salió de una experiencia en la que estaba bien feliz jugando con mis sobrinos hasta que uno de ellos me dijo: señora.

Ya no hay respeto.

Ojalá les haya gustado y una disculpa enorme por el retraso. Pero quiero que sepan que no abandonaré el fic jaja solo denme 1 mes para liberarme de mis alumnos xD

 

¡Besooos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).