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VANISHED por Karenlauren

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- ¡MAMA! – Naruto estaba desesperado, tenían que ir a buscar a Deidara. - ¡POR FAVOR!

Esta vez, Kushina no tuvo compasión, le dio una buena paliza, sin tener en cuenta que estaba en un hospital.

- ¡A mí nunca me grites! – Naruto sollozaba en un rincón de la habitación, intentando incorporarse, pero no estaba acostumbrado a que sus piernas no obedeciesen sus órdenes así que simplemente se dejó caer en el suelo. Llorando por lo que estaba pasando su hermano. Su madre era una estúpida. Iba a pasarle algo muy malo a Deidara, podían detenerlo pero ella prefería pegarle... Le entró un ataque de histeria a Naruto, sentía que sus nervios le estaban jugando una mala pasada.

Empezó a gritar y llorar mientras su madre le daba un par de patadas para que callase, haciendo moratones que se estaban empezando a poner de color violeta.

Ino no pudo soportar más ver eso, salió al pasillo para llamar a una enfermera quién, al ver la situación, llamó a la policía. Las autoridades alejaron a Naruto de su familia.

Pasó su estancia en el hospital solo, sin recibir la visita ni de sus amigos, ni de su único abuelo Hashirama o tan siquiera su padre. Se sintió mal, muy mal... sabía que no le interesaba a sus familiares, que no se preocupaban de él... la única que había sido buena con él era su difunta abuela, Mito Uzumaki, recordarla aun provocaba que un extenso vacío se abriera en su alma.

La intervención legal fue rápida y drástica.

Después de dar testimonio del evidente maltrato de su madre, el rechazo de sus hermanos, Naruto, con casi siete años de edad fue enviado a un centro especial del Gobierno para niños con una inteligencia parecida a la suya, para niños superdotados.

La despedida con su familia nunca se dio a cabo, cuando le dieron el alta en el hospital, un hombre llamado Jiraya, vestido con un sobrio traje de color gris, se presentó con una maleta que guardaba el único juguete de Naruto y las pocas piezas de ropa que había heredado de sus hermanos, casi hechas trizas y su mochila de ninjas que colgó en la parte de atrás de la silla de ruedas.

Naruto salió del lugar preguntándose qué sería de él. No era estúpido, sabía que ya no había lugar en la casa a la que había llamado hogar. Estaba perdido, confundido y realmente triste. Conocía el rechazo de su familia, pero al punto de dejar que un extraño se lo llevase lejos y tomara custodia del pequeño... Era llegar a un extremo que nunca hubiese imaginado, menos aún si su abuela, Mito, estuviese viva.

Le subieron a un coche negro, quiso preguntar a dónde irían, pero le daba miedo el desconocido que tan solo había hablado para presentarse. Llevaban una hora de viaje y cada vez se alejaban más de Tokio, su ciudad natal, el campo se hizo presente en algún momento del viaje, sin darse cuenta ya se encontraban muy lejos de su casa. No aguanto más.

- Disculpe... - El hombre de ojos casi inhumanos clavó su mirada en la del pequeño a través del espejo del retrovisor. Naruto se encogió en su asiento mientras se ponía rojo hasta las orejas. - ¿A dónde vamos?

Jiraya soltó un bufido comprendiendo que nadie le había contado al niño que no podría volver a su casa.

- Tus padres me han dado tu custodia. – Naruto esperó unos instantes, al ver que el hombre no decía nada más, volvió a intentarlo con cautela.

- Eso ya lo sé... - El hombre se sorprendió al no oír vacilar a Naruto, como si fuese algo que supiera, tarde o temprano, iba a ocurrir. – Me preguntaba donde vive usted, señor.

El hombre alzó las cejas ante la cordialidad del niño, no sabía si era miedo o educación lo que ocultaba tras tales cautas palabras, pero tenía a Naruto por un niño más... niño.

- Vamos a mi residencia, está a dos horas de Tokio en coche, no creo que conozcas la localidad pero debo decirte que te olvides de tu vida hasta ahora... - Naruto le miró, extrañado. – Has... Bueno, creo que es mejor que te lo cuente allí con calma, tendrás que esperar un poco.

Naruto abrió los ojos con asombro, ¿olvidarse de su vida hasta ahora? No, eso solo pasaba en las películas. Eso significaba que le llevaba a un lugar importante, a su vez. Suspiró y deseó tener a su peluche entre sus brazos para entretenerse un poco en el viaje.

Pasó el tiempo observando el paisaje, cada vez era más monótona la carretera, se incorporó con emoción al ver que Jiraya tomaba un desvío de la carretera, ya estaban cerca. Trató de ver el lugar al cuál le llevaba ese hombre de mediana edad, pero todo lo que consiguió fue ponerse aún más nervioso.

Al fin, el hombre de pelo largo plateado detuvo el coche y salió, abrió el maletero para sacar la silla de ruedas de Naruto, montarla y acercarse a su puerta... que había conseguido abrir a base de pura cabezonería, casi cayendo del vehículo. Ayudó a que el niño se acomodara en su silla y ambos anduvieron hacia el imponente edificio que parecía una escuela, de madera oscura y ladrillos azulados, era largo, con muchas ventanas y parecía tener unos tres pisos.

Atravesaron los jardines llenos de flores exóticas, Naruto se apuntó mentalmente volver para adorarlas mientras Jiraya le empujaba hacia las puertas de madera de roble pintadas de verde. Nada más entrar, se encontró con un salón de piedra lisa grisada, un espacio muy ordenado, había un mueble con varios compartimentos, cada uno tenía un nombre en él. A su derecha, vio percheros de pared, encima de cada uno había un nombre. No pudo evitar fijarse que, de los veinte o treinta que había, tan solo seis estaban siendo usados.

Jiraya dejó sus cosas en uno que tenía su nombre y le dijo a Naruto que escogiese el suyo. Naruto se acercó, con sumo cuidado, aun no controlaba del todo esto de ir en silla de ruedas. Escogió uno que quedase a su altura... Tenía la corazonada que ya nada iba a ser lo mismo.

Haciendo el amago de llevarle, Naruto se giró y miró al hombre.

- Yo puedo solo. – Este asintió empezando a caminar, Naruto le siguió admirando el lugar de techo de piedra y paredes iguales a las de la entrada. - ¿Qué es este lugar?

- Un lugar para niños como tú.

- ¿Niños como yo? – Naruto paró de golpe. ¿Dónde narices estaba? El hombre siguió andando hasta llegar a lo que parecía un aula, tan solo había diez pupitres y uno de ellos tan siquiera tenía silla.

- Esta es la clase, - Así que estaba en lo cierto, esto era una especie de orfanato con escuela, pero algo le daba mala espina. – ese pupitre está adaptado para ti, además, está cerca de la puerta para que no tengas problemas con la movilidad.

Le hubiese gustado replicar que no era un inválido, pero no estaba en condiciones de decirlo... aunque si podía hacer las cosas por sí mismo, ahora tan siquiera podía mear en paz, tenía que estar alguien con él para sujetarle mientras hacía sus necesidades.

Los médicos le habían dicho que podía ser una invalidez temporal ya que era capaz de controlar sus necesidades y habían detectado un poco de sensibilidad en sus pies. Le habían dado esperanzas de volver a correr algún día.

- Bien, ahora es momento de que hablemos. – Jiraya se sentó en la mesa del profesor y le tendió un diario a Naruto. – Ábrelo por la página veinticinco.

El niño le miró con los ojos entrecerrados, la desconfianza fue borrada de su corazón cuando vio la noticia. Releyó el título tantas veces que pronto la tinta se volvió ilegible por sus lágrimas.

- Naruto, necesitamos que nos ayudes para que esto no vuelva a pasar. – Jiraya estaba muy serio, no sabía qué decir... No habían llegado a tiempo, mamá no le había hecho caso y ahora Deidara estaba muerto por su culpa... si tan solo hubiese pedido un teléfono para llamar a la policía, un gesto tan pequeño habría salvado la vida de su hermano mayor.

Sasori había matado a su hermano mayor, lo sabía y no había sido capaz de detenerle. 

 


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