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VANISHED por Karenlauren

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<<Abrí los ojos encontrándome con un rostro demasiado cerca del mío, un momento... me estaba besando con alguien... el otro chico tenía el pelo negro y largo, unas increíbles ojeras de la falta de sueño pero qué...

Eché un vistazo por el rabillo del ojo para comprobar si había un espejo alrededor, me di cuenta que estaba en la habitación de Dei, él estaba con un chico que parecía de su edad y también llevaba el uniforme de nuestro colegio.

¿Por qué yo era Dei?

Entendí que el destino quería mostrarme algo así que dejé que me enseñara el cauce de los acontecimientos.

El chico me tumbó sobre la cama, recorriendo mi cuerpo con sus manos de forma... poco respetuosa, eso me pareció extraño. Itachi nunca se había portado así.

Un momento, podía oír lo que Dei pensaba, me sumí más dentro de mi hermano y dejé que me enseñase todo lo que sentía. Estaba excitado, sin duda, pero algo iba mal.

Trató de incorporarse pero el grande cuerpo de su novio no se lo permitió, forcejeó con todo lo que tenía pero Itachi puso una mirada demasiado oscura, demasiado profunda, todo se descontroló, en segundos, mi hermano estaba debatiéndose por soltarse de las piezas de ropa con las que su chico le había sujetado... trató de mover la cabeza para quitarse la venda de sus ojos.

Pequeñas explosiones se descontrolaron por toda la sala pero pararon de golpe al oír el restallido. Itachi jamás le había puesto la mano encima, le respetaba y quería.

Sintió el cuerpo encima del suyo convulsionarse con violencia, dando paso a unos de similar complexión pero esa voz la reconocería en cualquier lugar.

- Sasori... - susurró con odio y desprecio. Era el gilipollas de la clase, le había rechazado incontables veces. Pero él había encontrado la forma de colarse bajo sus defensas... sabía que Itachi jamás podría haberle tratado así.

- Dei, - su voz tenía un timbre seductor, como si fuese a hacerle el amor a su pareja. Se debatió, se hizo heridas en las muñecas tratando de soltarse pero no había manera. – deberías saber que siempre has sido mío y pronto lo serás completamente.

Empecé a jadear del miedo. Terror, no podía detenerlo, explosiones más grandes empezaron a bailar por toda la habitación, destrozándola.

Las manos de su compañero no se detuvieron, a pesar de ser consciente del estado de Deidara. Le quitó la ropa y abusó de todo su pecho y cuello, dejando marcas que parecían feos golpes, dejando moratones allí por dónde pasaba, frotando sus intimidades con urgencia. Hasta que una explosión hizo presencia demasiado cerca de su cabeza, la quemadura se extendió por toda su mejilla y dejaría una cicatriz muy fea.

Su grito resonó por toda la sala. Los resoplidos eran cortos y profundos, tratando de aliviar el dolor. Deidara empezó a patalear pero lo peor estaba por venir. Había conseguido quitarle los pantalones.>>

Abrí los ojos comprobando que, estaba llorando al son de Deidara en su sueño. Acongojado, se abrazó a sí mismo en la cama del hospital, como si ese gesto pudiese hacer que sus mejillas dejasen de estar húmedas, como si ese gesto pudiese detener los temblores que le acechaban violentamente o... los recuerdos viajaran lejos de su mente, hacia el olvido.

Llevó las manos a sus piernas y se las tocó.

Nada.

Abrió los ojos horrorizado con otra terrible comprensión. A sus seis años... cubrió su verdad con sus manos. No quería verlo, dando carta blanca a su dolor dejó que su llanto se dejase oír por todo el hospital. 

¿Era real?

Sabía perfectamente la respuesta, deseaba con todas sus fuerzas que no fuese así, que el destino le diese otra oportunidad.

<<No, no, no, no, no...>>

Era todo lo que su mente astuta y desesperada conseguía para afrontar esa nueva realidad.

La puerta se abrió de un golpe sordo. Miradas de tristeza, decepción, aborrecimiento, odio. Eran su familia, no deberían mirarle así. Primero se fijó en Kushina, ella simplemente se quedó ahí de brazos cruzados, con la duda reinando en su mirada violeta. Su padre no hizo presencia, suponía que estaba demasiado ocupado trabajando.

- Ma... - Antes de que pudiese terminar de llamar a su madre, esta se acercó a pasos grandes... casi destilaban violencia. Lo siguiente que Naruto vio fue el límite entre la blanca pared y el suelo que olía a desinfectante.

- Deja de causarnos problemas, Naruto... - su suspiro de decepción no fue lo más hiriente. – Sabía que tener un cuarto hijo era mala idea pero ahora me arrepiento de verdad.

Naruto no se atrevió a levantar la mirada, temblaba de miedo e ira. Su madre... siempre le decía estas cosas, siempre le recordaba que él solo había sido un condón pinchado de una noche con uno de los amantes de su madre... él no era un hijo legítimo como sus tres hermanos. Les observó, Ino simplemente le miraba fría y sin ningún interés. Menma parecía hasta divertido, le gustaba la situación... el dolor de Naruto le hacía pasar un buen rato pero...

¿Dónde estaba Dei?

Oh, no.

De nuevo, los temblores volvieron a su cuerpo.

- ¿Dónde está Dei? – preguntó con cautela. Su madre le miró fríamente.

- No eres el centro del mundo, tenía mejores cosas a hacer que venir a ver a un niño estúpido que andaba por en medio de la carretera.

Entonces le confesó a su madre que ya había recibido sus poderes.

- Mamá, ¡Dei está en peligro! - ella le miró esperando una disculpa, pero la incredulidad abarcó su rostro cuando oyó esas palabras. - ¡Lo he visto en mis sueños, un chico... ¡Sasori! ¡le va a hacer mucho daño!

La mujer vio a su hijo muy fuera de sí, parecía un loco. Eso la enfureció, ¿cómo se habían torcido tanto las cosas?


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