El número ocho, nueve y diez son pequeños besos en la mañana, sin palabras sobre la noche anterior, solo un contacto nervioso y casi imperceptible en la cabeza, mejilla y labios del mayor, mientras ambos están haciendo el desayuno. El número once es un beso de agradecimiento cuando Sasuke sugiere a Naruto que quizás podrían poner los adornos del salón a la mañana siguiente. El número once y doce, son por la propia emoción de Naruto, colocando los adornos en la pared, un pequeño muérdago en la lámpara y el árbol en la esquina del salón, al lado de la librería y la colección de juegos de mesa. Sasuke ríe y ambos se sonrojan, porque ha pesar de que ya se han besado antes, este se siente diferente, sin razón alguna a grandes rasgos, pues hoy Sasuke está un poco mejor, concentrado en adornar el salón y que todo quede lo suficiente bonito para que Naruto esté contento con ello.
El número trece, es cuando van a colocar la estrella, en lo alto de árbol. Es uno de los pocos años en los que Sasuke quiere colocarla, y Naruto sonríe tanto que cree que sus mejillas duelen. Se ve radiante y lleno de toda esa energía que le faltaba los días anteriores, y claro, él sabe que siempre hay días mejores y peores, pero está sumamente agradecido de que su mejor amigo esté teniendo un buen día mientras decoran su casa, su hogar, y que, en parte, vuelva por unas horas a ser el Sasuke que grita y se enfurruña, a la vez que tiene esa sonrisa tan cargada de calidez mientras le dice a Naruto que '¡Eso no es simétrico, dobe!', '¡Eso no debería ir allí, si no encima del tercer cuadro, o el adorno se caerá!'. Así que, mientras Sasuke está de puntillas para llegar a alcanzar lo más alto de árbol y poder colocar la estrella, no puede detenerse a sí mismo, acompaña la acción del mayor y se pone de puntillas, pero en vez de fijarse en la estrella en lo alto de árbol, como un signo de nuevos cambios y cosas venideras, él simplemente besa la mejilla de Sasuke. Quien vuelve la mirada a Naruto, sorprendido, con las mejillas algo arreboladas y sin pensarlo mucho, frota sus narices juntos en un beso de mariposa, que Naruto decide, no cuenta. (No porque él quiera seguir besando a su amigo, es que no son los labios los que se usan, no cuenta como beso)
—¿Y eso, dobe?
—Es solo que estás muy... muy tú de nuevo. Aunque sea solo por hoy. Y me gusta.
—A mí también me gusta ser yo.
Unas pocas palabras, sonrisas amplias, ojos brillantes y sus manos entrelazadas mientras ven su trabajo terminado, con su, ahora, navideño hogar, son todo lo que basta en el día, para que después, a la hora de dormir, solo con una mirada, ambos duerman en la cama de Sasuke, acurrucados contra el otro, sus extremidades en un lío del cual no saben distinguir cuál es de quién, y eso está bien.
No podría estar mejor.
—Gracias, dobe.—Susurra Sasuke, en un murmullo somnoliento.
Y aunque Naruto no contesta, pues está más dormido que despierto, el acurrucarse aún más en el pecho del mayor, le hace saber a Sasuke todo lo que necesita.