Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Besos por Navidad. por PinketDiana

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡¡¡Por fin!!! 

Disfruten del último capítulo (Jesús, cuánto me ha costado), y espero que me dejen saber sus opiniones. 

Realmente espero que hayan disfrutado esta historia conmigo, pues escribirla ha sido increíble. 

Ojalá les guste mucho y quieran historias de este estilo :D :D 

Son las cinco de la mañana cuando Naruto se vuelve a despertar entre sudores fríos y ahogos. Le duele todo el cuerpo al moverse, pero tiene que rodar sobre sí mismo para cobijarse aún más entre las mantas o, siente que, podría morir congelado. Deja escapar un gemido de lamento que queda silenciado por la almohada mientras intenta buscar una posición en la que su cabeza no palpite demasiado.

Incluso medio dormido es consciente de que tiene fiebre, pero no puede hacer nada al respecto porque el simple hecho de pensar en levantarse o moverse, hace que su cuerpo se sienta tan pesado que la cama podría tragarlo vivo en ese momento. Y a él no le molestaría demasiado si eso hace que los dolores se vayan.

Ni siquiera quiere hacer nada respecto a la fiebre.

Él solo quiere dormir.

(...)

Pero, evidentemente, eso es pedir demasiado.

Cierra los ojos de nuevo, con fuerza, frota sus piernas juntas intentando aliviar los dolores de estas, y por primera vez en su vida odia dormir con calcetines. Odia el día de hoy por haber pasado frío. Odia el dolor de su garganta. Odia el frío que siente cuando se destapa, al igual que el calor que lo calcina vivo cuando se arropa con la sábana.

—Para.— Susurra, un sollozo de dolor y desesperación más que palabras.—Para. Para. Para.

Minutos más tarde, totalmente angustiado, consigue dormir algo más (o algo parecido a dormir), con su cuerpo ondeado con olas de demasiada calor y demasiado frío que golpea sus huesos.

(...)

—Muévete.—Alguien dice, una orden baja y delicada.— Naruto, joder, eres tan...-Oh, por el amor de Dios, Naruto, muévete!

Éste se mueve, aún sin saber quién es porque necesita que esa persona deje de hablar. Por lo que mientras gime dolorosa y desesperadamente, se mueve hacia la derecha todo lo que su cuerpo permite. Se esfuerza por abrir los ojos, pero falla estrepitosamente, solo siendo consciente de que aún es de noche de noche, para luego concentrarse en las manos cálidas que intentan... ¿abrazarlo, empujarlo? Se mueve hacia ellas, en busca del calor que desprenden, acompañadas con un olor familiar de gel de baño y cerveza de mantequilla.

—Ven aquí.—Dice la voz nuevamente, su tono cariñoso y dulce. Y Naruto lo hace sin dudar, dejan que esas manos tiren de él contra el pecho de esa persona y que lo sostengan allí, quien no se mueve cuando Naruto se enreda en él, como si estuviese acostumbrado a ello, como si siempre hubiese querido eso. El dolor que crecía en él durante horas, disminuye tanto que se siente relajarse, y Naruto piensa que se podría quedar allí para siempre, con esa sensación tan agradable.—Duerme, dobe. Prometo que mañana todo estará mejor.— Y esta vez cuando el rubio duerme, sabe que no morirá.

Está seguro.

Y se siente bien.

Así que de forma milagrosa, duerme todo lo que resta de noche.

(...)

Lleva un rato despierto, dejando que las caricias que Sasuke está dando en su espalda, cabello y cara mejoren todo el malestar que hay en su cuerpo. No habla, no susurra ni murmura. No hace más que abrazar a Sasuke con todo el cariño que puede.

Está seguro que esta es la sensación que la gente debe abrazar cuando alguien dice 'estoy en casa'. Cálida, segura y tan entrañable que no quiere perderla nunca.

Naruto, aún enfermo, está en casa ahora mismo. Entre los brazos del mayor. Y quizás, solo quizás, Sasuke también se sienta en casa con Naruto, con sus cuerpos entrelazados.

Puede que lo ame tanto como él lo hace, con su corazón entre las manos, entregándoselo a Sasuke tal y como hizo hace años cuando le preguntó '¿Podemos ser amigos?', salvo que esta vez es completamente distinto. Esta vez lo sostiene en sus palmas, con ojos lagrimosos diciendo 'Te amo. Por favor no rompas mi corazón, o al menos, no me eches de tu vida'.

(...)

Cuando se despierta la siguiente vez, tiene que parpadear varias veces para que no sienta que el sol lo está torturando de manera personal a él mismo. Hay un olor agradable por toda la casa, y a pesar de su dolor de garganta, su estómago ruge por atención. Tiene hambre, lo sabe. Pero, inmediatamente, se vuelve a encerrar bajo el edredón en un lío sudoroso de mantas, porque el solo pensar en levantarse, lo tiene totalmente mareado.

—Naruto, despierta.—Susurra Sasuke, caminando hasta su cama. Suena al borde de la risa, pero en su tono desborda preocupación.—Te he traído sopa y te hará sentir mejor.

—Veteeeee.—Es un murmullo mal sonante, que apenas y puede ser comprensible. Es más como un sonido de un animal perdido. Se niega a abrir los ojos.—Vete.—Vuelve a decir con obstinación cuando siente un nuevo peso en la cama, y esta vez suena algo más como humano y menos como ciervo herido.

—No me voy a ir hasta que hayas terminado la sopa, dobe.— Objeta el mayor, aproximándose a Naruto. Con un suspiro que, según Naruto, sale desde el fondo de su alma, se sacude un poco de las mantas, y se intenta enderezar en la cama. Su cabeza palpita y su cuerpo sigue hormigueando. Además, está seguro de que tiene anginas porque su garganta duele cuando toma la primera cucharada.—Tienes fiebre.

A lo que Naruto solo puede contestar:

—Hablas como mi madre.

—Es verdad. Lo hago. Y tienes fiebre.—Luego, toca la parte inferior del plato y acaricia con suavidad la espalda del menor.—Venga, antes de que se enfríe.

Mientras Naruto termina su sopa, Sasuke desaparece y el rubio supone que estará en el salón, ordenado lo que anoche dejaron por medio. Piensa que debería levantarse y ayudar al mayor, pero se siente como un bebé, o como un anciano, algún extremo que aún no puede definir, y ni siquiera imagina su vida fuera de esas hogareñas sábanas que, a su parecer, lo están salvando de la mismísima muerte.

—¿Quieres que vayamos al médico, dobe?—Pregunta Sasuke, emergiendo de nuevo en la habitación, parado en el umbral de la puerta. Una mueca preocupada en su rostro cuando Naruto intentan enfocarse en él.

—No.—Contesta, preguntándose si los médicos trabajan en Navidad.— Solo necesito... dormir.— Su tono va decayendo conforme las palabras van saliendo de su boca.

—Eso no ha funcionado esta noche, ¿verdad? Deberíamos ir al mé...

—¿No tienes nada mejor que hacer, teme?— Contesta, cortando las palabras del mayor. Naruto realmente, de verdad de la buena, necesita dormir y Sasuke no está ayudando con todo su blá blá blá.

—Me estoy divirtiendo bastante aquí, viendo como te escondes debajo de la almohada.—Desaparece unos segundos, para luego volver a entrar en la habitación, con su ordenador y el cargador de éste en la mano.—Y me voy a quedar aquí contigo hasta que estés mejor.

—No tienes porqué hacer eso.

—Lo sé, pero lo haré igual. Además, puedo traerte algo si lo necesitas, y si necesitas un abrazo, no tienes ningún peluche al que abrazar, ¿eh?— Bromea, con un tono tan dulce que Naruto deja pasar a esa referencia a su infancia y a como siempre que él estaba enfermo, tenía que dormir con Teddy, su oso de peluche.

—¿Y la fiesta que Sakura iba a dar? ¿No vas a ir?

—¿Yo? ¿Solo? ¿A la fiesta?

—Es Sakura. Y van a estar nuestros amigos...—Bosteza y se cobija más en Sasuke, quien frota su espalda con mimo.—Puedes ir sin mí, ¿lo sabes, verdad? No estamos...—Tose un par de veces antes de seguir hablando y Sasuke le pasa la botella que está al lado de la cama.—No estamos pegados por la cadera... creo.—Porque de alguna manera, lo están. Su vida no es más su vida, solo la de Naruto, es más como si estuviesen, las de él y Sasuke, combinadas en una sola, unidas en tantos puntos que las barreras se han distorsionado tanto que ya no son visibles.

—No seas idiota, dobe.

—Pero no...—Cierra los ojos, porque el sueño lo está ganando.—No quiero arruinar tu navidad.

Y realmente quiere escuchar lo que Sasuke dice, pero e cansancio vence, y lo único que Naruto quiere en ese momento es que cuando despierte, esté mucho mejor.

Cuando se levanta, la habitación está totalmente oscura, ninguna luz entrando por las cortinas. Supone, en su estado de sueño, que deberían ser casi de noche, y su primer pensamiento lúcido es que está desperdiciando su día de Navidad, a pesar de esperar por éste todo el año entero. Y que también está mal gastando en el día de Sasuke a pesar de las vacaciones que ha tenido. Mira hacia el lado opuesto de la cama, y el pelinegro sigue allí, con el ordenador ahora apagado, dejado caer sobre el cabezal de la cama, completamente dormido. Es una estufa, y por mucho que Naruto lo intente, no puede evitar abrazarse a él. Se acurruca alrededor del cálido cuerpo de Sasuke, con su cuello en la parte alta de la cadera y sus dedos congelados bajo las piernas del mayor, y justo cuando comienza a quedarse dormido, Sasuke se despierta con un:

—¡Dios! Tus dedos están malditamente fríos, dobe.— Se queja Sasuke, haciendo el amago de alejarse. Su tono ronco y su voz baja.

—Lo siento— Susurra Naruto, aún en la cadera de Sasuke, sosteniéndolo de forma firme para que no se aleje de él. Su cabeza todavía está nublada por el resfriado -aunque ahora se siente algo mejor-, atrapada en el último sueño que había tenido sobre comprar demasiados jerseys, y un solo paquete de Ramen, para luego tener que ponérselos todos a la vez -algún reto extraño de alguno de sus amigos- y no podía alcanzar el Ramen por eso, con Sasuke gritando ¡Eres un auténtico dobe! desde el fondo. Y después, en algún momento del sueño, él conseguía su Ramen, pero Sasuke se iba sin volver nunca más.

Extraño. Horrible.

—No vayas— Dice, y se maldice, porque no había querido decir eso en voz alta.

—No me voy a ir a ninguna parte, dobe. Lo prometo. Pero deja que me mueva.— Sasuke suspira, y según Naruto, ni siquiera suena enfadado por haber arruinado su Navidad. Se podría decir, piensa el rubio, que saboteó sus vacaciones.

Se siente mal por ello, y no puede pararse a sí mismo cuando se desliza un poco por la cama, alcanzando casi de inmediato a Sasuke mientras este se está tumbando en la cama, para seguidamente, empujar las mantas lo suficiente para que Sasuke se acerque, y luego arrastrar alzarlas hacia arriba y envolverles a ambas en un capullo de sábanas y abrazos. El menor, escondido tras la excusa de la fiebre, se dejó caer en el pecho del peinegro, susurrando una y otra vez 'Lo siento'. Porque es verdad. Es su fecha favorita, como ambos saben. El rubio adora la navidad, y ahora se la están perdiendo, ambos, por su estúpido resfriado.

—Está bien.— Contesta, pasando los brazos por la cintura del rubio. —¿Te sientes mejor? ¿No tienes hambre o sed? Encargué pollo esta mañana, por si te apetecía comer algo Navideño más tarde.—Naruto arruga la nariz ante la mención de la comida, o quizás de Navidad pues aún no cree como está pasando su día favorito del año-. Sasuke entiende ese gesto, por lo que deja el tema de la comida a un lado y vuelve a preguntar, cobijándolo más—¿Vas a dormir de nuevo, entonces?—Levanta la cabeza para mirar a Sasuke, sus familiares ojos oscuros y la suavidad de su rostro, la forma en la que incluso en la oscuridad, conoce su rostro mejor que el de cualquier otra persona.

Y finalmente dice lo que lleva pensando desde que abrió los ojos:

—Lo siento, por desperdiciar las Navidades.—

—No has desperdiciado nada.— Hay una mueca triste en la cara de Sasuke, y aún sin saber porqué, ahí, en sus pupilas, Naruto lo conoce tan bien que puede leer una disculpa. Tira de Naruto, imposiblemente, más cerca. —Es menos que puedo hacer, dobe.— Naruto no puede encontrar las palabras para preguntar a qué se refiere, pues está perdido en el momento. Con sus ojos atrapados en la mirada de Sasuke, sus narices tocándose, demasiado contento de que incluso la nariz del mayor es cáilda -Naruto no entiende cómo hay gente que considera a Sasuke el ser más frío del planeta-.

—Caliente.—Susurra, y suena mal. Sasuke arquea una ceja y él sonríe. Es familiar y Naruto se siente mucho mejor. Y entonces recuerda que le quedan dos besos.

—Quédate quieto.—Dice, inclinándose, porque después de ese sueño hay una parte de él que tiene miedo de que Sasuke se aleje para siempre. Y aunque el mayor parece confundo por el largo momento que le lleva a Naruto presionar sus bocas juntas, cuando finalmente lo hace, Sasuke se relaja visiblemente en el beso, en la familiaridad de la acción.

Estúpido. Es estúpido pensar en besar a tu mejor amigo como algo familiar.

Mas la idea se aplasta rápidamente entre sus labios, entre el cálido y suave beso que comparten. El beso que roba la capacidad de pensar de Naruto. Y quizás por eso, supone, los besos ayudan. Porque si son con la persona correcta, no puedes pensar en nada más.

—Feliz Navidad— murmura, el espacio minúsculo entre ellos, y luego Sasuke resopla lo que podría ser una risa, y arrastra los labios juntos para otro beso. El estómago del rubio hace algo que no sabe cómo definir, y luego piensa cincuenta. Éste es el último beso. Ahí se acabará todo. Así que él tiene seguro que aprovechará el último beso, lo hará mágico e inolvidable, un recuerdo sórdido en su memoria al que siempre acudir cuando el corazón se le rompa ante el pensamiento de que Sasuke jamás será algo más que su amigo... hasta que Sasuke se aleja. Demasiado rápido, demasiado corto. Y él se queja. Literalmente se queja. Naruto hace un ruido sordo que da pena y piensa cincuenta. Cincuenta. Cincuenta. Nunca más.

Pero Sasuke vuelve a atrapar sus labios con un suspiro y Naruto cuenta en su cabeza. Cincuenta y uno. Vuelven a alejarse para respirar, con sus frentes unidas y sonrisas amplias y sinceras en su cara. Cincuenta y dos cuando se unen en otro beso y Sasuke rueda sobre sí mismo para terminar sobre Naruto, quien ha perdido la capacidad de hablar o respirar al ver como Sasuke está sobre él, con sus piernas a ambos lados, sus oscuros ojos más brillantes que nunca, sus pupilas dilatadas y su expresión de pura adoración y cariño, por lo que cuando se deja caer hacia Naruto para otro beso, éste simplemente deja de contar.

Se quedan así durante un rato, sus corazones latiendo al mismo ritmo, respiraciones alteradas, besos húmedos y cariñosos, transmitiendo las palabras que han vivido escondidas en una caja encadenada dentro de ellos durante muchísimo tiempo. Se quedan de esa misma manera durante tanto tiempo que parece un eterno instante, pero a la misma vez, Naruto piensa que nunca durará lo suficiente. Sasuke se aleja de nuevo y Naruto quiere hablar, quiere decirle que le quiere, que por favor, se quede con él para siempre. Que no le eche de su vida. Que ya han sido los cincuenta besos, pero que Naruto quiere besarlo durante cincuenta años más. E incluso más que eso. Que lo querría besar para siempre. Estar con él para siempre.

Pero Sasuke no le deja decir palabra, sino que besa la frente del rubio, sus mejillas, su mentón, su nariz, su cuello y la parte superior de su cien. Lo besa por todas partes, repetidas veces. Dejando besos aquí y allá acompañados por suspiros de incertidumbre y entonces...

—No quiero parar.— Dice, escondiéndose en el cuello del menor. Su voz suena vulnerable, como cuando está teniendo un ataque de pánico y Naruto es el único que puede mejorar la situación. Su tono asustado, tambaleante, dudoso, como si hubiese confesado el mayor secreto del mundo. La mismísima finalidad de la felicidad.

—Nosotros... Nosotros no...— Naruto tartamudea, antes de poder detenerse a sí mismo. Sigue enfermo, tose, tiene fiebre y su garganta duele. Está enfermo y quizás todo esto sea una ilusión, un descanso desesperado de su cerebro en un deseo interminable de que Sasuke lo vea como algo más que lo que es. Quizás está enfermo y quizás esto no es real, pero nunca ha estado más seguro de lo que quiere, de lo que siempre ha querido.—Nosotros no tenemos que parar.— Él dice, finalmente, sin tartamudeos y sin que su voz tiemble demasiado. Y no sabe si está siendo coherente o si lo que está diciendo tiene sentido, se siente como si estuviese sumergido bajo el agua, ciento cincuenta leguas bajo el agua, perdido y alejado de su capacidad para ser racional, pero cuando Sasuke sonríe y vuelve a besarlo, él que que a lo mejor esto no es una ilusión, que puede que Sasuke sí que lo quiera de la misma manera, y que hay una pequeña posibilidad de que el mayor haya entendido el mensaje.

Esa noche de Navidad, se duermen entrelazados, como tantas otras veces, pero esta ocasión es distinto, porque en su pequeña burbuja hay repetidos "Te quiero" "Te quiero" "Te quiero" "Siempre te he querido".

(...)

—¡Feliz año!— Gritan todos al mismo tiempo, levantando las copas. Y es casi medio día, pero no han tenido ocasión de celebrar año nuevo juntos, por lo que allí están todos, nuevamente, en el salón de su casa, comiendo juntos a la entrada del año.

—¿Está la comida preparada?—Pregunta segundos después Lee, y todos ríen.

—No si Naruto sigue aquí y no va a saltear el arroz.— Bromea Sasuke, y Naruto le saca la lengua antes de volver a la cocina. Sasuke lo sigue, por supuesto, para colocarse detrás de él y mirar sobre su hombro, a ver qué ta está el arroz.

—¿Qué dice usted, señor consejero, he pasado la inspección?— Pregunta, dándose la vuelta y colocando sus brazos sobre el cuello del mayor.

—Está bastante bien para un dobe como tú, la verdad.— Susurra, para besar la nariz del rubio, y Naruto está casi seguro de que Sauke tiene que tener algún fetiche con su nariz y mejillas pues siempre está besándolo o acariciándolo allí. (No es que Naruto se queje, la verdad)

En el salón alguien grita sobre dónde está el Just Dance, y Sasuke frunce el ceño.

—No esperes que baile el primer día del año.—Todos ríen de nuevo, mientras Naruto pica su costado.

—No seas gruñón, teme.— Susurra en el oído, para luego darse la vuelta e ir colocando los canapés en las distintas bandejas. Sasuke, sin embargo, vuelve a mordisquear la mejilla de Naruto, abrazándolo desde atrás.

—No estoy siendo un gruñón.— Susurra, y cuando Naruto lo mira, sus pupilas están dilatadas y su sonrisa es juguetona.

—Entonces, sigue sin ser un gruñón y te ayudaré a dormir esta noche.— Susurra, una broma íntima entre ellos que es más un promesa para esta noche. Se sella con un beso, corto y rápido. Un susurro rápido de 'te quiero' y ambos salen de la cocina nuevamente.

Y sinceramente, Naruto ha perdido la cuenta de cuántos besos han sido. Pero no le importa, porque todo irá bien para Sasuke, para él, y cuando no esté bien -y para cuando lo esté- ahora pueden besarse siempre que quieran.

Sí, ha perdido la cuenta, pero no le importa. Podrían besarse durante quinientos años más, y después, seguiría queriendo otros quinientos.

(Porque, desde el principio, cincuenta besos por Navidad, nunca fueron suficientes)

Notas finales:

¡Y... ha terminado! Madre mía, he tardado más en el último capítulo que en todo el escrito junto. Y eso que pensaba que le quedaban algunos retoques, pero al final opté por cambiar la mayor parte del final -redundancia, duh- y, sinceramente, me gustó mucho más como ha quedado ahora.

Espero que a vosotros también :D

Ojalá hayan disfrutado esta historia conmigo, porque ha sido increíble lanzarme con ella, y espero que si os ha gustado, hacer más con la misma 'finalidad' o 'temática'.

¡Nos vemos muuy pronto con otra! (Os leo en los comentarios e.e) <3<3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).