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Los Drabbles de Octubre-17 por Arince Bezariune

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—Buenas tardes, Piko —saludó la señora abriendo la puerta. Se veía apresurada.

—Buenas tardes.

—Disculpa que te deje tan rápido, pero me necesitan en la oficina con urgencia —explicó—. Len tiene una pequeña tarea, no es muy complicada, es solo cortar y pegar unas imágenes en donde van —sacó las llaves de su auto—. Te dejo un juego de llaves en la mesa. Nos vemos en la noche.

—Hasta luego —se despidió el adolescente antes de que la mujer se fuera con paso rápido.

Entró al departamento y cerró la puerta. La cabeza del niño se asomó desde la sala.

—Hola, Len —saludó Piko mientras se encaminaba hacia donde estaba el pequeño—. ¿Cómo estás hoy?

—Bien —respondió el niño saliendo de la sala y extendiendo ambos brazos hacia el Utatane. Entre sus manos había una flor. Piko se sorprendió un poco, mas sonrió con ternura.

—¿Es para mí? —preguntó a lo que el menor asintió un poco avergonzado— Que lindo, gracias —dijo mientras se agachaba a la altura de Len y tomaba la flor. Le dio un pequeño beso en la frente, cosa que hizo que el otro se pusiera rojito.

—De... De nada —respondió poniendo sus manos tras su espalda en un gesto apenado.

—¿Ya comiste? —preguntó Piko mientras se paraba correctamente, Len asintió.

—Mamá compró hamburguesas. Te dejó una en la cocina —mencionó.

—Oh, es muy amable —comentó mientras iba al lugar mencionado con el niño junto a él—. Me dijo que tenías tarea, ¿qué tienes que hacer?

—Cortar unos dibujos de animales y pegarlos en unas hojas —contestó Len antes de salir disparado por su libreta y unas hojas con ilustraciones. Momentos después regresó con ellas y se la entregó al adolescente para que este la pudiera ver. Piko para este instante ya había sacado la hamburguesa de su envoltorio para comenzar a comer.

—Bien, ¿quieres ir a jugar un rato en lo que termino de comer o quieres hacerla ya?

—Hacerla ya.

—En ese caso trae tus tijeras y pegamento y la hacemos aquí.

—¿Y después vas a jugar conmigo?

—Quizás solo un ratito —Len hizo una expresión de tristeza—. No pongas esa carita, tengo mucha tarea hoy —pidió y explicó el Utatane.

—Pero me gusta jugar contigo... Los maestros son malvados.

—No lo dudes, pero vamos, que sino no va a dar tiempo de nada —Len le miró con ojos de cachorrito— Len... —intentó reprocharle, pero el mencionado no dejaba su expresión—. No me pongas carita de perro regañado, dale. —El pequeño insistió.

De verdad que ese niño ya había aprendido a manejarlo con la ternura que le causaba y el cariño que le había tomado.

Suspiró.

—Está bien, jugaré contigo. —El menor saltó de la felicidad.

—¡Voy por mis tijeras y mi pegamento! —señaló antes de irse rápidamente.

—¡No vayas a correr con las tijeras en la mano! —le gritó Piko cuando le vio salir de la cocina.

En verdad ese chiquillo era un buen manipulador.

 

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