- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Piko iba de aquí para allá por la ciudad. Viendo precios y productos en varias tiendas.
Llegó al departamento que compartía con su pareja y, al verlo tan tranquilamente dormido y sin preocupación alguna en la cama, su semblante cambió a uno muy enojado.
—¡Kagamine! —gritó con enojo, sin embargo, el otro no respondió— ¡Kagamine! ¡Te estoy hablando! —seguía dormido— ¡Len Kagamine! —Tomó una de las almohadas y la estrelló contra la cara del mencionado. Este reaccionó moviéndose un poco para después mirar la borrosa figura de Piko. Se talló los ojos
—Oh, ya llegaste, muñe... —detuvo su acción ante un fugaz recordatorio, miró a su pareja y sonrió con cierto nerviosismo— ¿Estoy muerto? Porque estoy viendo a un ángel.
—Gracias, y no, no estás muerto. Pero tranquilo, lo estarás en poco tiempo si no me explicas el por qué estás aquí dormido en lugar de ir a brindarme ayuda con las cosas de la casa —dijo Piko con un tono amenazante—. ¿No que tenías trabajo que hacer?
—Eh... —buscaba la mejor manera de zafarse— Sí, aunque me ayudaron después y pues... Terminé antes —terminó contestando. Piko arqueó la ceja.
—¿Qué es antes? Necesito número. —Len tragó saliva.
—¿Hora y cuarto?
—¡¿Y ese tiempo no era suficiente para ayudarme un poco?! —reclamó estrellándole la almohada de nueva cuenta.
—Perdón —murmuró quitándose la almohada, Piko se dirigió al armario—. Muñeco...
—No me hables —dijo el Utatane para comenzar a buscar ropa cómoda y poderse cambiar. Len suspiró.
Era mejor dejar que su enojo pasara un poco.
—Ya hice la cena —anunció Piko en el marco de la puerta—. Baja a comer.
Len vio que su pareja comenzó a irse al comedor, por lo que caminó rápidamente para poder abrazarle de la cintura. El de cabello blanco frenó su caminata.
—Muñequito, no me gusta verte enojado —aseguró Len con una expresión triste—. En verdad, lo siento. —Depositó un beso en la mejilla del contrario. Piko suspiró.
—Es que —se giró para quedar frente a frente—... Siento que no te interesa...
—No es que no me interese, pero la verdad es que con que haya lo básico y este contigo yo soy feliz —el de cabello blanco se sonrojó levemente, mas no cambió su expresión.
—No creas que tu cursilería te va a ayudar.
—¿No? —le dio un suave beso en la nariz. El Utatane le vio un momento.
—... Me gustaría saber tu opinión con respecto a las cosas, quiero que la casa sea de los dos, no solo mía. ¿OK?
—De acuerdo —Piko le besó los labios.
—Ven, vamos a cenar —pidió antes de tomar la mano a su pareja y dirigirse al pequeño comedor.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -