- - - - - - - - - - - - - - - - -
Abrió sus ojos, sintiendo un calor ajeno junto a su cuerpo.
Miró hacia bajo, encontrándose con una cabellera rubia en su pecho y unos brazos a los costados de su torso.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
Se movió un poco para no despertar a su acompañante, quien se acomodó ligeramente sin despertarse, quizás por las caricias que su pareja le comenzó a dar en sus cabellos.
Comenzó a observar el rostro del contrario, empezando por el cabello rubio que poseía y que solía llevar en una pequeña coleta pero que ahora se encontraba suelto.
Pasó las yemas de sus manos delicadamente por la mejilla de su novio, observando con atención las cejas, nariz, párpados y pestañas que conformaban su rostro, tratando de grabar aquella imagen en su mente.
Delineó los labios ajenos con sus dedos, escuchando el suave compás de su respiración. Acercó sus rostros y, haciendo a un lado el flequillo rubio, le dio un beso en la frente y se separó con delicadeza.
Con un poco de malicia, apretó la punta de la nariz de su pareja, observando como este reaccionaba arrugándola, frunciendo el ceño y removiéndose un poco. Rio con delicadeza y lo volvió a hacer la misma acción, esta vez provocando que el contrario despertara.
—Buenos días, bello durmiente —saludó Piko viendo los somnolientos y perdidos ojos de Len, quien se mantuvo callado tratando de orientarse.
—¿Qué hora es?
—Son las seis con veinte minutos —respondió teniendo de referencia el reloj que tenía en su pared.
—Ya es tarde —mencionó el Kagamine tallando su ojo derecho con el dorso de su mano izquierda, que es hacia donde tenía su cabeza recostada—. Debo regresar a casa pronto —intentó incorporarse, pero los brazos de su pareja le rodearon el cuello y le regresaron a la posición en la que estaba.
—Quédate —pidió el de cabellera blanca con voz tierna.
—¿A qué? ¿A dormir y quedarnos de vagos?
—¡Sí! —afirmó Piko con una enorme sonrisa y abrazándolo.
—... Tendré que llamar a mis padres para preguntar —respondió el Kagamine después de pensar un poco—. Y vamos, hay que vestirnos antes de que lleguen tus papás o tu hermana —dijo antes de incorporarse un poco.
—Sí, bueno, respecto a eso...
—¿Y ahora? —preguntó al ver que el contrario desvió la mirada con un deje travieso.
—Digamos que hace dos días mis padres se fueron a un crucero de diez días y mi hermana se fue a casa de una amiga hoy para arreglarse para una fiesta y se quedará a dormir con ella.
—Tenías planeado esto desde el principio, ¿verdad? —el Utatane le vio y subió sus hombros.
—Tal vez.
—... Les diré a mis papás que me quedaré contigo entonces —afirmó antes de estirar su brazo para tomar el teléfono, cosa que hizo que Piko moviera la cabeza con alegría.
- - - - - - - - - - - - - - - - -