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Danke por Melu102

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Notas del capitulo:

Holu~ pido disculpas por la tardanza en el capítulo, acá está el número veinte de esta linda y besha historia~

También quiero dar las gracias por las mil lecturas, me siento más feliz que Tetsu comiendo una banana <3 ¡Se los quiere mucho a todos! Y  también les agradezco a Atelín y a Dragon-san, que siempre me dejan reviews, arigatou~ <3

En fin~ Que lo disfruten <3

Penetrantes ojos grises miraban la escena llenos de determinación y cólera. Cabellos en bucles de un intenso color moreno se revolvían con el viento al compás de la energía concentrada en el ambiente, que había sido liberada por aquella mujer quien tenía su mano aun extendida, frente a la gran pila de cadáveres que se iban desintegrando sin dejar rastro alguno en aquella caverna. Su tez morena y tersa, contrastaba con el claro de su corcel y falda de flamenco, al mismo tiempo, iba a la par con su malla de cuello alto color negro, la cual cabría penosamente los grandes senos de la muchacha, y dejaba al descubierto sus hombros y brazos por igual. Su chal blanco de seda, sorpresivamente seguía inerte sobre sus brazos, y al igual que sus bucles, grandes pulseras y aretes, todos se movían al ahora, suave compas del viento, que había dejado de tener tanta fuerza.

   Recuperando la compostura con gran efectividad, la mujer sonrió tranquilamente, haciendo luego de unos segundos un ademán con sus manos, logrando que una cortina de humo que no lograba verse con facilidad levántese del suelo a ambos chicos dañados anteriormente por las criaturas.

   -Oh~ solo miren como están, menos mal que llegué antes de que abandonasen este mundo. – Expresó la mujer mientras miraba con preocupación a ambos muchachos. –Bien, nos vamos entonces~ - Dijo nuevamente, mientras comenzaba a caminar dejando su dedo índice hacia arriba,  siendo seguida por la cortina de humo.

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   -Me cago en la… Maldita sea… - Ban balbuceaba al borde del desquicio mientras firmaba un préstamo con furia frente a la chica que se encontraba detrás del mostrador con una sonrisa inquebrantable, intentando esconder la cara de miedo que tenía al pensar que el bolígrafo se quebraría de la fuerza que el chico aplicaba. Terminó de firmar lanzando el bolígrafo lejos de donde se pudiera divisar, desquitándose con algo para evitar golpear a alguien, asustando a la muchacha y también a Ginji, quien se encontraba frente a otro mostrador, solo que este era de comida.

   -Bien… p-puede pagar el ticket dentro de los 31 días que tiene para hacerlo, o si no-

   -¡SI, SI! Me quitarán el puto auto ¡Ya lo sé maldita sea! – Interrumpió con molestia el castaño mientras la chica daba un pequeño respingo del susto. -¡Ginji! – Llamó entonces a su compañero.

   -Ah, sí~ - Respondió el rubio mientras despegaba la nariz de la vitrina y seguía al ojiazul. Saliendo ambos del local, subieron al auto y marchó camino hacia la casa de María.

   Siguieron marchando hasta las afueras de Creta, directo hacia la salida de esta, al llegar se encontraron con una pequeña cabina y un guardia vigilando el lugar.

   -Pero me cago en la… - Expresó el castaño quien ya de por sí tenía poca paciencia el día de hoy, había recordado que hace unos meses habían instalado el peaje para salir del país, removió sus cabellos con molestia, mientras el guardia se acercaba hacia ellos.

   -Señor… para salir del lugar tiene que pagar el peaje y también debo revisar que el auto esté en condiciones para salir, ¿Me permite? – Dijo el oficial extendiendo su mano, luego la quitó al instante al ver la cara de los dos muchachos. –Señor… también necesitaré ver su documentación, Tiene usted la mayoría de edad para conducir ¿Cierto? – Preguntó entonces ante la mirada asustada de Ginji.

   -Ah… ¡Claro que sí! Permítame un momento oficial~ - Expresó Ban con una falsa alegría, dentro suyo tenia las verdaderas ganas de asestarle un golpe en medio de la ñata. El castaño subió el vidrio un momento mientras era jalado del hombro por su compañero.

   -Ban-chan… ¿Qué hacemos? La mayoría de edad para conducir es a los veintiuno, y nosotros apenas tenemos diecinueve… además, ¡No tenemos ni un céntimo de dinero! – Expresó entre susurros Ginji mientras se asustaba por la sonrisa sádica que expresaba el ojiazul.   

   -¿Cómo que qué hacemos? ¡Lo mismo de siempre Ginij! – Respondió el castaño entre susurros también, buscó debajo del asiento algunos papeles mientras Ginji cortaba desprolijamente en pedazos otros papeles con una tijera, al terminar subieron el vidrio del auto y le sonrieron amablemente al guardia.

   -Señor… - Ban bajo sus lentes violetas un poco hacia abajo y miró fijamente al oficial, este al principio se asustó para luego recuperar la compostura y asentir levemente. – Aquí tiene mi documentación y el dinero. – Dijo con una falsa sonrisa.

   -Gracias… - Expresó mientras recibía la hoja de papel sin nada escrito y papeles desprolijamente recortados en rectángulos. El oficial miró un momento ambas cosas y sonrió complacido mientras volvía a entregarle la hoja en blanco al castaño. –Pueden pasar, señores. – Dijo el señor con una sonrisa, mientras abría el portón y el auto se marchaba tranquilamente.

   Al cabo de unos minutos ambos suspiraron con alivio, Ginji tiró sus brazos hacia atrás y soltó una pequeña risa.

   -Ah~ que bien, a veces olvido el jagan jeje. – Expresó contento el rubio, para luego cambiar su expresión a una seria, mientras miraba a su compañero. –Pero no debiste usarlo tan pronto Ban-chan… podríamos haber salido por el agujero que hay escondido en la parte del norte de la frontera, y así no tendríamos que desperdiciar tu jagan, ahora solo puedes usar dos.

   -No podía seguir perdiendo el tiempo Ginji, ya tuve suficiente con la grúa esa de mierda como para dar la vuelta y perder más combustible.

   -Pe-pero… BAN-CHANN~ ¿Y si te pasa algo? – Respondió preocupado el ojimiel, mientras se acercaba a su compañero.

   -Nada malo va a pasarme idiota ¿Cuántas veces hemos hecho estas cosas Ginij? – Articulo Ban mientras revolvía con suavidad los cabellos del rubio, mostrando una sonrisa. 

   -Lo sé… ¡pe-pero es que! María-san no suele pedirnos ayuda muy seguido, y si la necesita es porque quiere decir que será peligroso Ban-ch- Ginji dejó de hablar en cuanto los labios de su compañero se chocaron con los suyos en un cálido beso. Al estar conduciendo, Ban no pudo sostenerlo por mucho tiempo, por lo que se separó con una tierna sonrisa, riendo luego ante el sonrojo del rubio.

   -Deja de quejarte tanto, idiota. – Le dijo entonces mientras seguía sonriendo.

   Ginji sabía que debía de aprovechar aquellos momentos en los que Ban le demostraba afecto, pues no era cosa que solían hacer en público. Sonrió satisfecho y se incorporó nuevamente mirando hacia el frente mientras asentía como un niño pequeño al que le habían entregado algo que buscaba hace mucho tiempo. Ban sonrió nuevamente, aunque a veces fuese insoportable, le encantaba aquella personalidad de niño-interior-que-nunca-muere que tenía el rubio. Extendió su mano entonces y acarició os cabellos del ojimiel, ocasionando que este sonriese aún más y se pegase como una sanguijuela al brazo derecho del castaño.

   -Baan-chan~

   -¡Ahh! ¡¡Espera idiota, vas a lograr que choque algo!! – Expresó entonces mientras incorporaba el equilibrio del auto, iba a quitarse a Ginji de encima, pero al verlo tan contento solo suspiró y revolvió sus cabellos nuevamente, no podía ganarle a un capricho de aquel idiota, su idiota.

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   -Ah~ estoy agotada~ Hace mucho tiempo que no la utilizaba~ - Expresó la mujer mientras terminaba de ponerle vendas a la espalda de Edward, la herida solo estaba un poco afiebrada, pero con el remedio que le había aplicado aquello dejaría de ser un problema en cuestión de minutos. También había detenido el sangrado, pero no pudo sellar completamente la herida, había utilizado demasiada magia en todo el día y estaba realmente cansada. No es como si hubiese utilizado demasiada exactamente, si no que debía admitirlo, no solía usarla de ese modo hace mucho tiempo, y aquello y la falta de práctica la habían deteriorado bastante. La morena suspiró ante su propia confesión mental, “supongo que debo practicar más de vez en cuando” pensó mientras sonreía.

   -Nii-san… - La mujer giró entonces la vista hacia la cama de al lado, sonriendo ante la mirada dormida y preocupada de Alphonse, se acercó hacia él y acarició sus cabellos con suavidad.

   -Tranquilo, tu hermano ya se encuentra bien, hiciste un buen trabajo defendiéndolo pequeñín~ - La morena se sorprendió al notar la calidez en la cabeza del chico, notó también su respiración agitada, decidió revisar la herida en su brazo derecho, era un corte algo profundo, pero no demasiado y no percibió veneno ni ninguna sustancia extraña.

   La mujer puso sus manos sobre la herida y cerró sus ojos concentrándose, una pequeña luz inundó el cuarto mientras la herida se iba sanando de a poco. De repente, un fuerte escalofrío congeló a la morena por completo, una sensación realmente desagradable la obligó a quitar sus manos de la herida con rapidez, no pudo terminar de sanarla pero por suerte el tapón plaquetario ya se había formado, ella comenzó a temblar mientras sus ojos se contraían del espanto.

    -Muchas… Muchas vidas… no… ¿Qué significa esto? – Preguntó aterrada mientras observaba al castaño un largo momento, intentó recuperar la compostura tanto como su cordura se lo permitió,  tomó un paño frio y lo colocó en la frente del menor de los Elric, colocó vendas en su brazo y se dispuso a retirarse de la habitación con todos los objetos que había utilizado para sanar a ambos chicos detrás de ella, así como los hermanos hace algunas horas, los instrumentos le seguían de espaldas a ella flotando sobre una cortina de humo.

   Bajó las escaleras con algo de prisa y se dispuso a buscar sus cartas con algo de poca paciencia que lograba disimular realmente bien, mientras la cortina de humo guardaba en sus respectivos lugares todos los objetos que portaba. La mujer divisó las tan buscadas cartas en su respectivo estuche sobre la mesita de té.

   -Ahí están… - Dijo acercándose, sentándose en uno de los sillones y abriendo el estuche con cuidado, mezclo las cartas y dispersó algunas por la mesa con estrategia y suma concentración, posicionó sus manos dejándolas suspendidas en el aire sobre las cartas y cerró sus ojos. Otra luz, esta vez más opaca, iluminó la sala completamente, luego de unos minutos desapareció y la mujer abrió sus ojos con pereza, miró las cartas con determinación y se dispuso a descubrirlas de una en una, su expresión se veía seria, más se sabe que aquella morena sabía muy bien como guardar la compostura.

   Tomó las cartas y las guardó todas en el respectivo estuche siempre, con sumo cuidado, pues eran realmente importantes y por qué no, bastantes viejas. Guardó el estuche en su respectivo lugar y se dispuso a cocinar la cena, hoy tendría que hacer una gran cantidad de comida.

   -Así que intercambio equivalente… ¿eh? – Expresó con suavidad, casi con preocupación, una expresión triste se veía en su semblante, a veces, tener el poder para leer las cartas era una verdadera tortura, pero no podía evitarlo, después de todo, ese era su trabajo. Fue directo a la puerta del local y giró el pequeño cartel de la puerta, avisando que el lugar se encontraba cerrado, se sentía realmente cansada para la adivinación o curar algún hechizo, tenía pacientes y dos muertos de hambre que alimentar. Sonrió entonces ante el pensamiento.

   -Hace mucho tiempo que no solía tener tanto trabajo~ - Expresó riendo alegremente, regresando de a pequeños saltitos a la cocina.

Notas finales:

Ay~ María, María~ la quiero tanto xd <3

Debo confesar que quería hacerlo hache ya rato, y disfruté mucho escribiendo el beso de nuestros lindos recuperadores, jiji~

Bien~ espero contar con su lectura en el siguiente capítulo también, gracias por pasarse, se los quiere <3

Bye~

PD: Hao~ que no me olvidé de vos eh~ espero recuerdes a los hermanos cantando Over Soul en el capítulo 14 XD


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