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El día en que muera. por Musswlf

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Notas del capitulo:

Feliz año nuevo. 

No mucho que decir. 

Poco tiempo para escribir.

Basura, basura.

Ah, si tienen dudas con respecto a estas historias me pueden escribir a mi correo angie.yoalia97@gmail.com

Y ya, eso es todo. (?)

Narra Tian.


Los rayos de luz llegaban a la habitación inusualmente tarde, se colaban por las cortinas y acariciaban las cobijas, llegando a iluminarme. Ah, sí, y a él también. Pero preferí ignorarlo y seguir con mi tranquila narración mental de aquel bonito despertar en una habitación diez veces más grande a la que tenía. En realidad no me importaba el tamaño de mi cuarto, pero obviamente que a duras penas me pueda cambiar es algo que me incomoda, casi siempre debo subirme a la cama para poder quitarme la blusa, pues a pesar de que soy muy delgado, soy de extremidades largas, así que es difícil para mí moverme. O lo fue en un comienzo, ahora era algo que podía practicar con facilidad, como una sombra moviéndose entre las personas.


Era algo que uno aprendí con los años, después de todo tener que ponerse al tanto de las defensas personales, además de tener un impecable estado al lado de su amo era un lujo que no muchos se podían dar. Resulto que tenía más habilidades de las que creí, y una de ellas era, y no me siento orgulloso de decirlo, meterme en la cama de personas que tenían un cargo importante. Y no es que me haya metido en muchas, solo en la de Kin, al cual hace años no veo, pero ahora era más que humillante tener que admitir que termine siendo, además de sirviente elite, el amante del amo. Y ahora no estaba ni más ni menos que en su cómoda cama.


Él dormía con tranquilidad, aquella que nunca se le veía cuando estaba despierto, así que intente levantarme, puesto que tenía cosas que hacer, pero el común punzón en mi parte trasera me hizo quedarme en la cama un poco más.


Maldito él, maldito sus instintos, maldita su clase, maldito su rostro, maldita su sangre. Todo él me hacía estremecer, y todo por culpa de ser sangre liviana. Y es que en el comienzo a pesar de que Akir lo sabía, nunca usaba sus feromonas frente a mí. Ahora es común que lo use para avergonzarme y diversión suya. Claro, a mí no me divierte que en mitad de una reunión, comience con eso y yo tiemble como si tuviese Parkinson. Como los Sangre Media son inmunes a esas feromonas, ellos no sienten más que cosquillas. Pero siendo el único Sangre Liviana en la casa debo cuidarme de ser usado como objeto. Pues todos los que lo descubren tienen la manía de hacerme maldades a ver qué pasa cuando un Sangre Liviana pierde los estribos.


Por naturaleza soy muy calmado, además que no muestro muchas expresiones que digamos, pero eso no les da derecho a meterse conmigo cada que les venga en gana.


Aguante de forma valiente un quejido cuando me levanté de su cama, en serio no quería tener que dormir en su cama, pero salir de su cuarto a mediados de la noche sería muy sospechoso. Y en realidad era común entre los amos tener uno o dos compañeros o compañeras sexuales, más si son sus sirvientes, pero me había ganado mi posición con mucho esfuerzo y dedicación, y no quería que rumores se extendiesen.


Me coloque mi ropa rápidamente y salí de allí con cuidado, sin despertar a la bestia.


Cuando llegue al lobby de su habitación camine con tranquilidad hasta la puerta que llevaba a los pasillos de la mansión. Aun nadie estaba despierto pues era sábado, y en esos días nos daban actividades recreativas. No era algo común, pero se agradecía porque era desesperante tener que trabajar como esclavo todos los días solo descansando para dormir. Y es que al menos los otros duermen, yo tengo que estar dando mi trasero a un amo que solo me explota al saber que puedo ser todo lo sumiso que pueda.


Al llegar por fin al cuartico que tenía, me puse otra ropa, pues hoy tenía entrenamiento con las armas de fuego. Era común entre los sirvientes tener alguna clase de entrenamiento o poder, pues había quien podía atacar la mansión principal, y necesitaban proteger al último Oldaloph.


Así que me dirigí al campo de tiro, donde estaban tan solo dos tenientes hablando entre ellos mientras se ponían la protección. No dije nada, solo fui por una. Lo bueno de los fines de semana era que los de la milicia estaban en sus casas descansando de entrenar, a algunos el amo les daba permiso hasta de ir a la ciudad, pero todos debían de volver al toque de queda.


—Oye, chico blanco. —Odiaba aquellos apodos por el color de mi cabello— ¿Vienes de la mansión principal? —Aquella pregunta no me sorprendió. Una de las reglas que teníamos los sirvientes de la mansión principal era no hablar de Akir fuera de esta, pues ningún militar lo conocía. Se decía que era por miedo a algún atentado, y por ello solo personas extremadamente calificadas podían ser parte del gremio de la mansión. Una de las muchas preguntas que me he hecho es ¿por qué yo? Seguramente habían más calificados allá afuera. ¿Es por qué soy Sangre Liviana y puedo darle el placer de dominar a ese Sangre Pesada? Tal vez. Pero yo no solo podía dar placer, y lo iba a demostrar.


No tuve necesidad de irme, pues llegó una mucama de prisa.


—Señorito Tian, el amo lo necesita. —Los dos tenientes prestaban atención, y yo estaba muriéndome internamente. Nunca me llamaba en el día, únicamente tenía ganas de verme en la noche. Obviamente para coger.


Suspiré y me quité el equipo que tenía.


.


Antes de entrar a la sala toque la puerta. Escuche un “entra” seco, sin nada prosiguiéndolo. Él sabía que era yo, obviamente, nadie más era capaz de entrar a aquel lugar, y nadie además de mi era llamado para ir.


Entre con suavidad, como la sombra que era, y cerré con la misma suavidad. No quería alterarlo, se ponía violento cuando eso pasaba. Además él tenía algo, un secreto, algo que se le escapo una vez cuando me estaba rompiendo en el escritorio. Él había dicho algo como: “No me hagas convertirme en una pesadilla”. No supe si era literal o solo algo sin relevancia. Pero si tenía mis sospechas en que él tenía un problema, y por eso no podía alterarse.


Entonces, antes que siguiera pensando, caí de rodillas al piso. Había bajado mi guardia, y él ahora estaba de pie frente a mí. No podía escuchar nada, solo el palpitar agitado de mi corazón. Estaba intranquilo, estaba asustado. Él me asustaba, y se aprovechaba de eso. Se regocijaba en mi miedo.


Con una mano levantó mi barbilla y me miró.


—Déjate llevar por tus instintos, Tian—. Me era casi imposible hablar, y su penetrante mirada me intimidaba. Estaba totalmente atento a mis movimientos.


— ¿Pa... para qué me llamo… a-amo? —. Con su mano agarró mi cabello y tiró de él hacia atrás, sacándome un gruñido mientras él comenzaba a mordisquear mi cuello. Dolía, pero a la vez se sentía bien, no podía poner ninguna queja, y no era porque no pudiese, simplemente una parte de mí quería y le gustaba ser dominada por aquel Sangre Pesada. Era tan mal visto aquello que hacíamos que eso era lo que más me gustaba.


—Me dejaste solo en la mañana. ¿Cuántas veces te tengo que decir que debes permanecer ahí hasta que lo diga? —Mi cuello estaba completamente mojado, pero él seguía dándome mordiscos como su fuese su comida favorita. — ¿Acaso te gusta que te amarre?


—N… no… —Su otra mano acarició mi espalda y bajo hasta donde la camisa dentro del pantalón, pero la jaló de inmediato y se abrió paso por mi espalda completamente desnuda. Me estremecí por sus frías manos recorriendo cada rincón de mi espalda, y caí completamente rendido ante él. Mis manos se aferraron a su fina chaqueta, y me sorprendí notoriamente que no las separó con asco para luego amarrarlas, por el contrario, sonrió con malicia y me jaló hasta el escritorio, donde me subió, sentándome en este. Él se puso entre mis piernas, y con sus brazos rodeo mi cuerpo. Me dio una extraña sensación, algo no estaba bien, Akir estaba más… Dócil. Lo noté cuando me intento dar un beso en la boca, pero de inmediato gire mi rostro y sus labios dieron con mi mejilla. Pareció enojarle aquello, pues su cara fue poco amigable.


—No desobedezcas a tu amo, Tian. ¿O acaso quieres que sea brusco? ¿Eso te prende? —Me jaló el cabello hacía atrás, y comenzó a jugar con mi lacia y blanca cabellera—. Parece que no quieres que sea bueno contigo.


—No quiero que mis labios sean tocados por alguien como usted—. “Usted no me ama” iba a decir, pero preferí callarme ese comentario. A Akir no le gustaba ser rechazado, y aquello era un horrible golpe bajo para su orgullo de Sangre Pesada.


Él iba a responder, pero antes de que pudiera tocaron la puerta, algo que me extrañó, pues nadie era capaz de hablar personalmente con él, casi siempre mandaban a un empleado más cercano, en este caso, yo, pues al parecer era como la única persona que pasaba más tiempo con él. Akir no pareció querer separarse, pero entonces insistieron, y antes de dejarme me dio un beso en la oreja.


Bajé del escritorio y me acomodé mis prendas de vestir, entonces se abrió la puerta y por ella entraron dos personas. Alguien que definitivamente era un sangre pesada, y… Kin. Me sorprendí al verlo, y este se sorprendió aún más de verme, casi sale corriendo a abrazarme, pero antes de hacerlo caí de rodillas casi por instinto. Aquel hombre rubio que acompañaba a Kin no había perdido el tiempo y soltó sus feromonas en cuanto entro.


Estaba temblando, no podía con tanto. Este sujeto me sonrió y se arrodilló a mi lado, subiendo mi cabeza para mirarlo a los ojos.


— ¿Pero qué clase de exótica criatura es esta? —Con sus dedos recorrió mis mejillas, y se acercó a aspirar mi aroma. Era extraño, pero de alguna forma sentía que los Sangre Liviana también teníamos una feromona que enloquecía a los Sangre Pesada, y a este rubio parecía encantarle—. Huele delicioso—. Se acercó a mi cuello, pero antes de tocarlo con su nariz, Akir lo alejó con su mano. Seco y firme, como siempre.


— ¿Para qué viniste, Brian Kowals?


Así que ese era el famoso Brian Kowals, jerarca de la organización Kowals, y cabeza del escudo de las tres serpientes. Me sentí intimidado por un momento, pero por alguna razón, ese hombre me inspiraba confianza. Era seguro, pero no prepotente, aun así tenía una mirada gentil y una tranquilidad al hablar que hacía que fuera lindo escucharle.


Entonces vi una mano frente de mí, y la agarré, pues de inmediato supe que era Kin, quien me miró con tranquilidad, pero que sabía se estaba muriendo por agarrarme a besos. Y no era el único que se contenía, meiba a tirar a sus brazos pero mi amo lo notó. Me miró extraño, como fastidiado, y me habló indiscretamente frente a Kin.


—Vete, Akir. Y por favor a la hora de siempre en mi cuarto—. Quise que la tierra me tragara, me ruborice a más no poder, y salí con rigidez de aquella sala. De ser de mí hubiese tirado la puerta pero era más decente. Aun así logre ver una cara de completa estupefacción en Kin y aquello me lastimo horriblemente.


Narrador Omnisciente.


—Tú también puedes irte, Kin—. El alto hombre de cabello negro volteó a ver a Brian después de quedarse viendo la puerta por donde había salido el sirviente albino de Akir. Entonces Kin notó la potente mirada de Akir Oldaloph encima de él y lo miró.


—No es necesario. No quiero que haga fiesta con mi sirviente—. Entonces Brian notó la extraña atmosfera y soltó una simpática risita. Sus dedos se dirigieron a sus labios y afiló la mirada.


— ¿Así que por eso era tu interés en venir? —Kin se ruborizó al notar la mirada de su jefe tan persistente. Bajó la mirada, pero eso causó que otra molesta risita saliera de los labios de Brian. El rubio pareció encantado con aquella confesión indirecta, y entonces, cansado de la humillación, Kin giró en sus talones y se dirigió hacia la puerta.


—No saldrás de acá—. Le ordenó Akir.


—Tú no eres mi jefe.


—Pero yo sí, querido. Y no vas a salir—. El rubio se acercó a Kin y le tomó del hombro—. Vinimos por trabajo, recuerda. Luego puedes jugar con ese lindo niño que tiene escondido Akir—. Aquel comentario no le pareció gustar a Akir, quien se negaba a dejar que cualquiera se metiera con Tian. No sabía cuándo se había vuelto tan posesivo, pero Tian era solo de él, de ningún otro, y eso era algo que debían entender. Sabía que ya hacía unos meses atrás estaba comenzando a comportarse raro en cuanto hablaran de Tian, pero lo que más le preocupaba era que aquella mañana destruyó por completo su cuarto cuando descubrió que Tian se había ido. Siempre lo hacía, pero, ¿por qué ahora le molestaba? ¿Por qué no antes? ¿Qué había cambiado? Tian había cambiado, su cabello había crecido y le llegaba por la espalda, sus habilidades eran más notables que anteriormente, y, por supuesto, sus sentimientos hacia este habían sido descubiertos.


— ¿Para qué viniste? —Se relajó un poco. Nadie notaria nada extraño en él, ninguna debilidad, después de todo, era normal que al encontrar un Sangre Liviana, el Sangre Pesada se sintiera posesivo y dominante con este, sin querer dárselo a alguien por miedo a ser dejado de lado.


—Ocurrió un problema en Estrella Creciente: Unas pesadillas de bajo nivel secuestraron a un señor que atendía una tienda de artilugios de poca monta. Se dice que este hombre tenía conexión con las estrellas, pues no creían de qué otra forma podía tener tales amuletos—. Comenzó Kin, pues él era quien tenía toda la información del comerciante, después de todo, vivía en Estrella Creciente y estaba al tanto de las noticias.


— ¿Y? ¿En qué me concierne?


—Entre los artilugios encontrados, en un baúl, se encontró un libro que pareció ser normal pero… —Entonces Kin miró a Brian, quien sacó del interior de su gabán un enorme libro. En la portada, gruesa y de cuero, estaban grabados cada uno de los escudos que existían hasta el momento en Ensueño, los más importantes eran de mayor tamaño, mientras que familias pequeñas no destacaban en la portada. Akir lo tomó y comenzó a abrirlo, y mientras que lo abrían, las páginas se iban escribiendo solas, hasta que llegaba a un momento donde se dejaban de escribir. Entonces leyó.


“Akir lo tomó y comenzó a abrirlo, y mientras que lo abrían, las páginas se iban escribiendo solas, hasta que llegaba a un momento donde se dejaban de escribir. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó. Entonces leyó…”


Akir cerró rápidamente el libro cuando este se quedó allí, y continuó escribiéndose la misma palabra por un largo, largo rato. Se le cayó al suelo de la impresión, y era mucho decir, pues era muy difícil impresionar a Akir, pero aquel artilugio lo había logrado.


—Y eso no es todo—. Brian tomo el libro y se puso en la parte trasera de este. Allí se encontraban tres diamantes, cada uno de un color diferente: Uno rojo, uno verde y otro azul. Los tres se entrelazaban en un círculo, y en medio se encontraba una gran puerta dentro de una estrella


—Las tres llaves…


—Creemos—tomó la palabra Kin—que ellos ya tienen conciencia de la existencia de una de las llaves está viva. —Entonces Akir miró por primera vez a Kin de una manera escéptica, como si en realidad estuviera pensando en aquella solución que los ojos de este le ofrecían.


—No. Definitivamente no. —Akir se acercó a la ventana que daba al patio central, encontrándose con la delgada y frágil espalda de Tian, cayendo en esta los cabellos lacios, blancos y largos de este, parecía una cascada, transparente, y es que el mismo Tian era transparente ante los ojos de Akir. —Nadie lo sabe.


—No estamos seguros, Akir.


Akir se mordió los labios con desesperación. Necesitaba descansar, necesitaba despejarse, necesitaba fundirse en los brazos de Tian y comérselo a besos.


—Vámonos, Kin—. Brian le paso la mano por el hombro a este, y el híbrido lo siguió hasta la salida—. Te dejaré por hoy, pero necesitas dejar de huir de tus problemas.


Efectivamente necesitaba dejar de huir de ellos, pero para él era difícil plantarle cara a algo que por años se estuvo preguntando que era correcto. ¿Quién fue el de la loca idea de dejar a la llave con él? ¿Con alguien que sentía atracción hacia los humanos? Ninguno pensó en sus sentimientos, en su debilidad hacia aquella raza después de lo ocurrido con Lian, cuando apenas estaba surgiendo como cabeza de la familia Oldaloph.


Revolvió su cabello y volvió a mirar a la ventana, esta vez encontrándose con el perfil de Tian. Era hermoso como ningún otro, era casi sobrenatural a pesar de ser un humano, pero era la llave, y era obvio por el color de sus ojos: Carmesí, algo más fuera de lo común que el mismo físico de este. Delgado, alto, y con una cara tierna. Lo necesitaba como agua, lo necesitaba porque era egoísta y no lo compartiría con nadie, mucho menos con ese Kin que lo había profanado durante los años que lo dejaron con él. ¿Por qué no se lo dejaron a él desde un inicio? Tal vez así hubiese saciado su necesidad de tenerlo completamente.


Narrador Tian.


El día se hizo noche rápidamente, y como era costumbre me dirigí al cuarto del amo cuando ya todos hubiesen cerrado sus cuartos. No me arriesgaba a ser visto, así que con antelación me metía a mi habitación, cambiaba mi ropa aunque no la necesitara (pero bueno, no podía andar desnudo por allí), y salía con una linterna en mano al cuarto del amo. No me demoraba mucho pues ya conocía los atajos, así que cuando llegue a la puerta, respiré profundo y toque la puerta. No recibí respuesta, algo extraño. Así que decidí abrir la puerta por mi propia cuenta a pesar de no tener permiso del amo.


Me encontré con la figura sombría de Akir mirando al cielo de la noche desde su ventana, y en cuanto me escucho entrar miró hacia donde yo estaba. Pensé que me regañaría, pero en cambio abrió sus brazos, invitándome a ir allí. Aquello sí que me sorprendió, pero no lo desobedecí. Me enredó con sus largos brazos y me atrajo a su pecho, allí pude escuchar el rápido palpitar de su corazón, ¿o era el mío? El caso era que Akir se estaba comportando inusual, y eso, aunque era gratificante no recibir órdenes de él, me preocupaba.


—Amo… Si no es de incomodar… Puedo preguntar, ¿qué le sucedió? —No respondió, parecía sumergido en sus pensamientos—. ¿Pasó algo con el amo Brian? —Entonces Akir me miró, y se acercó a mi rostro, comenzando a darme besos por lo que podía alcanzar. Mi corazón bombeaba cada vez más sangre, sentía que en cualquier momento me iba a desmayar, pero no eran las feromonas de Akir las que me estaban afectando, era mi propio estado, aquel que me prohibía pensar en una forma cariñosa del amo, aquella que me decía que acercarme más de lo debido a él significaba peligro. Pero no me importo, porque él necesitaba ser consolado, y yo quería tomar lugar en su vida, no solo como el de la insignificante puta, quería tener algo de él.


Entonces, me di cuenta, aterrado, de que me había enamorado de Akir Oldaloph. Después de todo, todos esos años sirviéndole para descargar su placer no iban a pasar en vano. Debía estar loco de solo pensar en enamorarme de aquel tirano, debía estar aún más loco de solo imaginar que él podría llegar a querer a un Sangre Liviana como yo.


—Tian—. Él levantó mi barbilla, mirándome fijamente, sin titubear, seguro de sí mismo. Yo por el contrario trataba de evadir su mirada, pero me perdía en ella nuevamente, y me encantaba hacerlo, divagar por su mente podría convertirse en mi pasatiempo favorito.


Y entonces se acercó a mí, pegando su frente con la mía, jadeando cansado.


—No puedo hacerlo—Susurró, parecía que lo decía más para él que para mí, y por eso mismo deje que continuara—Cometí un error—. Le iba a preguntar qué pasaba, a pesar que sabía que él no me respondería. Aun así, antes de siquiera hablar me jaló hasta la cama, donde me tiró y él cayó encima de mí. Tal vez las viejas costumbres no cambiarían, pensé, pero antes de darme cuenta los ventanales del cuarto de Akir se habían roto en mil pedazos, y un aura negra y sofocante inundo el cuarto.


Sentí que me quedaba sin aire, aquel poder era más grande del que en cualquier momento había llegado a percibir. Estuve a punto de ahogarme, pero Akir se había levantado, y comenzó a pelear con aquella feromona haciendo que la suya se expandiera. Nunca había visto tal poder de él, pero parecía realmente enojado y concentrado en demostrar su poder, pero entonces un cuerpo cubierto de negro lo empujó contra la pared, desconcentrándolo y cogiéndolo con la guardia baja.


Entonces recordé el entrenamiento que había tenido durante tantos años. Corrí hacia uno de las mesas de noche de Akir y abrí el cajón en el cual guardaba una pistola. Lo había visto una vez esconderla allí, y gracias a eso pude dispararle al sujeto que estaba encima de Akir. Me miró ahora a mí, y con asombro vi como su carne absorbía la bala que le había perforado su hombro. Sus pupilas estaban dilatas al cien por ciento, totalmente rojas, y el interior de su globo ocular era de un color negro profundo.


Era definitivamente una pesadilla.


Akir se quitó de encima a la pesadilla cuando esta me volteo a ver, y con un rápido movimiento me agarró de la muñeca y salió corriendo casi arrastrándome por los pasillos. Estaba completamente en shock, hacía más de tres años no veía a alguna pesadilla, y el recordar la última vez que vi una me provocaba escalofríos.


Entonces vi como al cuarto se dirigían varios empleados con armas y miradas frías ante la presencia de una real pesadilla. Algunos de los empleados, al ser de alguna raza comenzaban a pelear con todo lo que tenían, a pesar de no ser suficiente. Pensé que era momento de que entrara el ejecito del escudo Oldaloph, pero hasta que Akir no diera la orden, nadie podía entrar a la mansión principal.


— ¿Esta bien Tian? —Miré al frente cuando nos detuvimos, encontrándonos con Kin y Brian, quienes parecían extrañamente más preocupados por mí que por Akir, quien era el dueño de todo esto, después de todo yo era como su puta privada, así que me extrañe, más que nada de Brian, que se comportara así.


—No lo atacó. Me atacó en cambió. Pero Tian le disparó y se dio cuenta de él. —Entonces me miraron de una forma extraña. Brian parecía impresionado pero enojado, Kin frustrado y Akir ni siquiera me intentaba mirar, parecía ¿preocupado?


—Lo que hiciste fue muy peligroso—. Habló Brian.


—Estaba atacando al amo, mi principal interés es protegerlo—. Respondí con neutralidad, más bien como si fuese una computadora y estuviera recitando algo que sabía de memoria.


— ¡Aun así! ¡¿Sabes que hubiese pasado si…— Brian detuvo a Kin, quien estaba muy alterado.


—No, tiene razón. Fue entrenado para proteger a Akir, no para protegerse a sí mismo.


—Eso pasa cuando lo decides dejar como un sirviente. Amo Brian, siempre le dije que lo dejara con nosotros. Lo protegeríamos.


—Entiende que acá hay más protección que allá.


— ¿Entonces cómo te explicas que entraron esas pesadillas? —Aquella discusión tan extraña para mi siguió por unos minutos entre el amo Brian y Kin, quienes parecían olvidarse de que alguno de los dos, Akir y yo, existíamos.


—No vinieron por Tian—. Susurró Akir rompiendo su silencio.


— ¿Entonces por qué otra razón decidieron atacar acá?


—Por la misma razón que atacaron a ese viejo comerciante en Estrella Creciente: Por el libro—. Entonces Brian y Kin se miraron, para luego mirarme a mí. No sabía de qué estaban hablando, ni tenía conocimiento de algún libro. Aun así ellos parecieron comunicarse con la mirada, y luego atacar con ella a Akir.


—Es cierto pero…


—Pero Tian le disparó a aquella pesadilla, lo más seguro es que se haya dado cuenta de que Tian es… —Antes de que Kin pudiese terminar mi intriga, una de las muchachas de servicio se acercó corriendo, cubierta de manchas negras que seguramente eran la sangre de la pesadilla.


—Amo Akir, la pesadilla escapo.


Y aquello heló el ambiente.


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