["Apesar de todo te sigo amando, aún cuando tú dejaste de amarme a mí…"]
...
Debía empezar cuanto antes, no tenía mucho tiempo para llevar a cabo lo que tenía planeado, cada paso llevaba su tiempo, sin embargo, tendría que adelantar un poco todas sus estrategias, esperaba eso no alterara el curso de las cosas.
Tocó con sutileza la puerta de sus tíos.
Ellos gustosos la dejaron pasar, adoraban a su sobrina, la consideraban como hija propia.
Jessica sabía que estaba en deuda con ellos, de igual manera, los consideraba como sus segundos padres.
Realizó unas cuantas preguntas que pensó le servirían y posteriormente se marchó.
Se sintió un poco mal al presenciar las lágrimas que derramaron sus tíos al hablar sobre su hijo recientemente fallecido.
Obviamente ellos no simulaban ser prospectos de sospechosos, los interrogó porque veía necesario estar familiarizada con el ambiente que le planteaban ellos y también podría obtener información valiosa.
Se dirigió a la casa de su primo, donde sabía encontraría a su viuda, sin embargo, no necesitó llegar hasta dicho lugar dado que al pasar por una cafetería visualizó por un ventanal de cristal a la persona que buscaba.
Decidió ingresar al establecimiento.
-¡Jess!- Se acercó a saludarla antes de que la otra llegara hasta ella.
-Kathya...- Susurró.
Su amigo tenía razón, la viuda no se veía afectada, en lo absoluto, a la distancia se percató de su risa genuina, sin un atisbo de tristeza o dolor.
Fue guiada hacia una mesa.
-Mira, te presento a mis mejores amigas, ella se llama Joana y ella es Carmen, ambas son pareja.- Señaló a cada una de sus acompañantes. -Chicas ella es Jessica, una buena amiga.- Sonrió al terminar las presentaciones.
Las chicas se mostraban cariñosas y enamoradas, eran muy apegadas una de la otra y se veían sumamente tiernas juntas.
Jessica se quedó un breve rato platicando con ellas y al final decidió que interrogaría a Kathya otro día, al menos había sacado algo de provecho al observar el comportamiento de la posible sospechosa y obtuvo prestada la llave de su casa para revisar las pertenencias de su primo.
Aprovechó que la otra no regresaba para inspeccionar más a detalle.
Cuando estaba a punto de darse por vencida en su búsqueda exhaustiva, halló en el maletero del closet una caja de madera cerrada con un candado, pensó que podría tratarse de los objetos más valiosos atesorados por su primo, y no se equivocaba.
Logró abrir el candado sin mucha dificultad y adentro encontró una serie de cartas, les dio una rápida ojeada y pronto supo de qué trataban.
-No esperabas eso, ¿verdad?- Giró hacia atrás encontrándose de frente con Kathya. -Es obvio que no, tu primo era "perfecto".- Hizo comillas con los dedos. -Es mejor que vayas enterándote de todas sus bajezas.- Expresó dolida. -Mientras yo le demostraba mi amor sincero sólo recibía de él falsas palabras y promesas, él nunca me amó, sólo fingió hacerlo, yo era una tapadera de su verdadera relación, la cual no sería aceptada por sus padres. Jugó con mis sentimientos, me utilizó y ni siquiera le importó el posible daño que me provocaría.- Habló con rencor.
-Lo lamento.- Dijo neutral.
Ocultó perfectamente sus emociones, no podía dejarse llevar por ellas en esta situación.
-No seas hipócrita por favor.- Espetó grosera. -Sé que de todas maneras aún cuando tu primo esté muerto seguirás estado de su lado a pesar de que él no haga lo correcto.- Agregó.
Jessica no añadió nada más, simplemente se retiró de aquella casa, dejando a la viuda con sentimientos encontrados y contradictorios.