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IGNIS AMORIS por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.


Parte del evento Bienvenida al foro a: Dimensión Twincest ~ Saga & Kanon ~ FAN CLUB, del foro saint seiya yaoi.

Una palabra no siempre significa lo que parece


04


La situación era como la vida de una mariposa, frágil, sutil y el gemelo mayor esperaba con toda su alma que temporal. Pues no había otra forma que la mente de Saga resistiera. La relación con Kanon no hizo, sino empeorar, su aislamiento, su comportamiento huraño y sus expresiones mustias alejaban a Kanon, quien por más dudas que tenía, decidió no acercarse a Saga.


Aioros por su parte no entendía lo que sucedía, su relación con el gemelo mayor había mejorado un poco desde lo de Asgard, y luego cuando volvieron a la vida otra vez hubo un pequeño lapsus de paz, donde Saga y él pudieron dialogar, sin embargo, eso se había acabado, cuando Saga empezó a evitar a todo mundo; era justo como cuando la mente de Saga comenzó a fragmentarse y su parte malvada tomó control de su persona, sus pensamientos puros y su corazón bondadoso quedó sepultado por algo que en verdad no era Saga. No, el Saga que el conocía y añoraba era ese caballero justo y de sonrisa sencilla que ayudaba a las personas, y por sobre todo, sentía un gran deber y lealtad hacia Atena, el de ahora... era un sombra, de un gemelo sumido en el dolor. Aioros pasó sus manos por su cabello castaño, había intentado mantener una práctica de arquería en su templo, pero su atención seguía en la reclusión de Saga, cada escenario estaba repitiéndose, casi como un deja vu, y eso no pintaba nada bien. En el pasado él no sabía lo que Saga pasaba,en como su mente lo torturaba hasta el punto de volverlo loco y desquiciarlo, pero ahora... podía evitar que algunos eventos volvieran a tomar vida. A pesar de que Aioria le había dicho que Saga no era su responsabilidad, él no creía lo mismo, Saga era su amigo, el primero de todos, con quien compartió penas y tristezas durante su formación como caballeros, así como también todo el período de entrenamiento de los demás dorados, la reconstrucción del Santuario, y muchas otras cosas. La historia que ambos cargaban no era fútil y vana, iba más allá. Con eso en mente, Aioros decidió dejar su templo y la práctica de lado, no podía concentrarse y si llegaba a fallar un tiro podría lastimar a alguien por accidente. Visitar a Saga parecía una buena idea, dados sus pensamientos anteriores, conversar con el gemelo, obligarlo a pasar algo de tiempo con él, o solo distraerlo podría ayudarlo. Después de todo...seguían siendo amigos. Aioros hizo una mueca mientras bajaba los escalones de los templos inferiores, el calor golpeaba con fuerza esa mañana, que a pesar de ser solo las diez, los rayos del sol no le daban clemencia, así como ese pequeño clic que se hizo en su mente al replantearse la palabra amigo. Nunca se había cuestionado ese detalle, pero el gemelo era importante a niveles que nadie más lo era, excepto Aioria, que era la única familia que le quedaba. ¿Qué significa Saga para él entonces? Aioros no estaba seguro, lo único que tenía era la palabra amigo y esa interrogante rondando en su cabeza.


Aioria cuestionó su destino al bajar por los templos. Aioros simplemente le dio una sonrisa cargada de afecto y un ademán con la mano despidié era así, afable y discreto. Tenía muchas cosas en la cabeza como para entrar en detalles y alguna discusión con su hermano menor.


Llegó al tercer templo sin mucha dificultad, se internó esperando encontrar a Saga, pero su primera búsqueda fue infructuosa, encontrando solo a Kanon junto a Milo.


—Buenos días, Kanon, Milo —dijo a modo de saludo.


Ambos griegos levantaron la cabeza, Kanon observó a Aioros de arriba abajo, su compatriota no le caía mal, pero su presencia seguía causándole escalofríos. La historia que los tres cargaban, junto con su gemelo era bastante oscura y jamás se habían sentado a hablar de ella y conciliar viejas heridas. Mirarlo a la cara y con esa sonrisa amable hacia que su estómago diera un vuelco y su rostro hiciera una mueca de descontento. Kanon finalmente suspiró.


—Siempre puedes distinguir entre Saga y yo —acabó por decir el gemelo menor, haciendo alusión a un pensamiento que llevaba rondando en su cabeza. ¿Cómo era que lo hacía? Al fin y al cabo Saga y él eran gemelos idénticos. Hasta Milo en ocasiones había tenido despistes.


Aioros negó con suavidad, mientras sus labios se curvaban en una sonrisa. Miró a Kanon directamente a los ojos,examinando cada una de las diferencias que podía distinguir en él, y seguidamente pensó en Saga, no había forma de que no los diferenciara.


—Son diferentes —declaró—. Saga es único, y jamás podría confundirlo, simplemente es así.


Aquella declaración fue como un golpe al estomago para Kanon, no creía que hubiera alguien lo suficientemente cercano a Saga como para ver esos pequeños detalles, sutiles a simple vista, solo claros para alguien cuyo interés por su persona fuera muy grande. Miró con suspicacia a Aioros, un nuevo sentimiento de desazón se añadió a la lista de emociones que Aioros que le producía, seguido de un sentimiento de alarma que decidió lo mejor era ignorar.


—Ambos somos únicos —musitó Kanon, más que nada para sí mismo, pensando que quizás Aioros también se había dado cuenta de los pequeños detalles que hacían a Saga especial a sus ojos, y que por razones de egoísmo no quería compartir con nadie.


Por su parte Milo miraba la interacción entre ambos griegos, había ido al tercer templo a invitar a Kanon para ir al pueblo, casi había logrado convencerlo, hasta que Aioros había llegado.


Aioros giró su cuerpo y centró su mirada en la parte privada del templo, quería ver a Saga, sentía su cosmos en la tercera casa, aunque se preguntaba si quería recibirlo.


—Vine a ver Saga —dijo Aioros, dirigiéndose a Kanon—, espero no te moleste que entré.


Kanon bufó.


—Dudo que logres algo, no ha querido ver a nadie —dijo con algo de saña y dolor Kanon, definitivamente le dolía ese alejamiento por parte de Saga.


Aioros asintió, pero eso no lo hizo desistir. Se alejó de Kanon y Milo, adentrándose más en géminis hasta llegar a la habitación de Saga. Kanon de forma automática siguió los pasos de Aioros, y Milo siguió a Kanon en silencio. Aioros tocó la puerta de Saga, una vez y no hubo respuesta. Aioros frunció el ceño.


—Te lo dije —repitió Kanon.


Aioros volvió a intentar.


—Saga soy Aioros, quiero hablar contigo.


Kanon negó, dudaba que sucediera algo, se giró sobre sus pasos, y alzó su mano hacia el hombro de Milo para sacarlo de aquel pasillo. Sin embargo, el chirrido de la puerta abriéndose hizo que Kanon volteara su rostro en dirección del sonido. Saga apareció al borde de la puerta con los ojos cansado y algunas ojeras. Asintió a Aioros, quien se internó en la habitación del gemelo con una sonrisa amable. Kanon tragó con fuerza, Saga ¡nunca! dejaba entrar a nadie a su habitación, y no había querido ver a nadie, ni siquiera a él le dirigía la palabra, y ahora...La ira invadió sus ojos, una febril, insana y desquiciada, el maldito de Saga tenía el descaro de incitarlo, de hacerle sentir celos y ese enojo. Saga por su parte desvió la mirada ante la intensidad de los ojos de Kanon, no podía confrontarlo todavía, no cuando había demonios que apaciguar, él mismo dentro de esos.


Kanon gruñó, se volteó por completo y arrastró a Milo fuera de templo, no aguantaba estar en ese lugar, no cuando Aioros había logrado algo que él había deseado, no cuando Saga había elegido a Sagitario sobre él, otra vez era el segundo en la vida de Saga, y eso no podía importarle menos. O al menos trataría de autoconvencerse de eso.


 


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