Soltó el aire que estuvo reteniendo y se giró a ver directamente a Jimin. La imagen ante sus ojos le oprimió el corazón y se aguantó las ganas de llorar junto a él, pero no las de estrechar al menor y envolverlo entre sus brazos. El cuerpo de Jimin sufría pequeños temblores a causa de los hipidos que dejaba escapar y Yoongi empezó a acariciar su espalda lentamente para intentar reconfortarlo. Primero debía lograr que el menor dejara de llorar para poder hablar con él, explicarse.
Park correspondió al abrazo, llevando sus manos a estrujar las ropas del pelinegro, buscando refugio en él y apoyando la frente en su hombro. Tenía sentimientos encontrados en ese instante. Seguía enojado con el mayor por querer evitar un tema que para él era importante, dolido porque Yoongi no parecía tomarlo en serio y aliviado porque ya no parecía indiferente.
Por su parte, Yoongi aprovechaba el momento, tenerlo entre sus brazos, pegado a su cuerpo, era una de las cosas que más deseaba. Resguardarlo del mundo y hasta de él mismo para que nada ni nadie le hicieran daño.
No quería que el contacto acabara pero el cuerpo de Jimin ya no temblaba y su llanto se había convertido en leves suspiros. Con delicadeza se separó del cuerpo del menor, pero al ver sus pequeños ojos, notó la irritación en ellos y las abultadas mejillas mojadas, preocupado buscó unos pañuelos que estaba seguro tenía en alguna parte, al encontrarlos en una de las gavetas, los llevó consigo.
Tomó la mano del menor para volver a sentarlo en la silla, se acuclilló frente a él y con suavidad y dedicación, fue limpiando los rastros de lágrimas.
Todo se encontraba en silencio, excepto por las entrecortadas respiraciones de Jimin y el bombeo acelerado de su corazón. No quitaba la vista de Yoongi, concentrado en la delicadeza de sus movimientos. Se sentía como hipnotizado, parecía hasta irreal, verlo ahí cuidando de él, a pesar de lo contradictorio de la situación conjunta. Cosas como ésas las hacía Tae… pero su mejor amigo no lograba que su corazón palpitara con tal intensidad, no le provocaba una sonrisa en medio del llanto, no tenía el poder de llevarlo al cielo con sólo una palabra de aliento o condenarlo al infierno con la indiferencia… No, eso únicamente lo lograba la persona que tenía delante de él.
Yoongi se levantó para tirar los pañuelos usados al pequeño tacho y regresó una vez más a la posición anterior.
—Lo siento Jiminnie— Sin percatarse, había vuelto a tomar una de las manos del menor, se notaba realmente arrepentido.
—Hyung…
—Quieres saber porque te evitaba…— Lo cortó para auto imponerse seguridad. Dudar no estaba en su personalidad, pero exponer sus sentimientos a quien los provocaba, dejarse en evidencia, sabiendo que no era correspondido, lo atemorizaba. No estaba preparado para lo que haría. Inspiró profundo para llenarse del valor que en esos instantes parecía esfumarse de su cuerpo. — Yo… Tenerte siempre a mi lado no era bueno. — Empezó con la cabeza gacha. Jimin arrugó el entrecejo pero él no pudo verlo. — Me estaba acostumbrando a tenerte siempre conmigo, a tu presencia brillante… Constantemente apoyándome en todo lo que hacía — Una pequeña sonrisa se formó en sus delgados labios, recordando todos los detalles que el menor tenía con él — Cuando venías con la comida, recordándome que debía almorzar, o incluso con la cena, quedándote conmigo hasta tan tarde… Me hacías sentir especial…
El menor había cambiado su expresión a una de estupefacto, ¿Yoongi estaba tratando de decir lo que él creía? —H-hyung, ¿Q-que…?
— Escucha Jimin. — Acarició el dorso de la mano que sin notarlo seguía tomando. Jimin no podía dejar de mirarlo, seguir una a una las expresiones del mayor y la más predominante era la de tristeza — Sé que admiras mi trabajo, lo que hago… pero no pude detener lo que empecé a sentir por ti, cuando me di cuenta fue muy tarde. La única manera que tenía para detenerme — Negó con la cabeza, corrigiendo la frase — detener esto, fue apartándome de ti, alejarme lo más posible. Estamos en un mismo grupo y es difícil, la amistad ya había sido formada y no puedo decir que no me gusta tu amistad, porque te estaría mintiendo pero debía dejar de esperar algo más… Sin darme cuenta, estuve haciéndote creer que habías hecho algo malo. No era ésa mi intención… de verdad lo lamento, Jiminnie.
Con suavidad, Jimin se deshizo del agarre en su mano — Por casi un año, hyung… — Susurró — casi un año portándose de ése modo conmigo…
— Si pudiera borrar el pasado, Jiminnie… me gustaría borrar el tiempo que te hice daño…
El rubio llevó el pulgar de la mano recién liberada, hacia la mejilla del mayor para retirarle el rastro de una lágrima, consiguiendo así, mirarse por fin. Al sentir el contacto, Yoongi fue consciente de su mirada nublada. Una sonrisa ladeada, irónica, se formó en su rostro antes de agachar nuevamente la cabeza y limpiar todo rastro de la traicionera lágrima y las que tenía acumuladas en sus ojos.
— Esto es patético. — Declaró riendo con amargura.
—No digas eso. —Lo reprendió Jimin con un puchero en los labios y el entrecejo fruncido. — Que expreses tus sentimientos no te hace patético.
—Llorar es patético, te muestra vulnerable, débil. — Se encogió de hombros.
— ¿Estás diciendo que eso piensas de mí cuando me has visto llorar, Min? — Lo cuestionó con aspereza.
El mayor levantó la cabeza con rapidez, viéndolo directamente a los ojos, consternado. — No Jimin, nunca he pensado eso de ti, yo…
—Entonces no vuelvas a decir algo así. — Lo veía con seriedad, la misma que plasmaba en sus palabras. — Llorar no te hace débil, muestra lo sensible que eres, sí. Pero no te hace ver patético, demuestra lo profundo de tus sentimientos.
Yoongi sonrió enternecido.
—Y luego me preguntan por qué me gustas. —Murmuró.
— ¿Qué has dicho?
Rió despacio, negando con la cabeza y desvió la mirada. — Nada.
—No. — Lo apuntó con un mohín — Si te vas a confesar, mínimo que sea en circunstancias. — El puchero nuevamente en sus labios acompañado de sus mejillas abultadas. — Así que ya puedes ir diciendo las razones de por qué te gusto. — Cruzó los brazos.
—No te burles de mí, Jiminnie. — Suspiró con resignación, rascando los cabellos de su nuca — Esto ha sido difícil, no me avergüences.
—No me burlo.
—Entonces ¿por qué…?
El menor se alborotó los cabellos en muestra de su frustración.
—Hyung, ¡sí que es lento! — Sus mejillas adquiriendo un tono rosáceo — Que le correspondo.
— ¿Q-que? — El asombro en los ojos negros de Yoongi delataban lo incrédulo que se encontraba.
Sus manos eran estrujadas entre sí, gesto que delataba su nerviosismo. — Que correspondo sus sentimientos, hyung. T-también me gusta.
Yoongi se levantó de la posición en la que estaba para sentarse en el asiento libre, casi desplomándose en él. — ¿E-estás hablando en s-serio?
— ¡Por supuesto que hablo en serio, hyung! — Le espetó ofendido. — ¿Cómo podría bromear con algo así? — Infló sus mejillas en un gesto por demás adorable.
Yoongi arrastró la silla de escritorio para acercarse al menor. Con una amplia sonrisa y la mirada brillosa, lo tomó de las mejillas para inclinarse en su dirección y quedar a escasos centímetros de distancia. —Te adoro. — Confesó en un susurro que si no hubiese sido por la distancia, el menor no hubiera podido escuchar.
Con el cuerpo en tensión por el repentino acercamiento del pelinegro, su rostro enrojeció a más no poder. El corazón le bombeaba en una carrera desenfrenada cuando sintió los suaves labios de Yoongi sobre los suyos. Como un bálsamo para su alma, el beso logró que se relajara al instante. Cerró los ojos y disfrutó del íntimo contacto, correspondiendo con el mismo cariño que le era transmitido.
La felicidad y plenitud que sentía, le dieron la certeza de que a partir de ése momento, las cosas cambiarían.