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Hechizo Venusino por EtaAquarida

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Notas del capitulo:

Pues aquí como dije el segundo capítulo, probablemente en dos días a más tardar suba el próximo que está a medio camino, pero con suerte lo tienen para mañana.

Disfruten.

Lo primero que hizo Saga al despertar el mediodía del sábado fue ver los mensajes de su trabajo, pues aunque estuviera de descanso en el fin de semana no podía dejar de mantenerse al tanto de como iban las cosas en la oficina. Todo parecía normal como siempre y no había ninguna noticia fuera de lo común, así que se tomó otro rato de descanso entre las tibias sábanas y al cabo de aproximados treinta minutos se levantó y bajó al comedor donde el cocinero ya estaba sirviendo la comida en la mesa mientras la ama de llaves limpiaba en la sala de estar. Comió en el más parco silencio mientras miraba el día soleado y precioso que se mostraba a través del ventanal y sólo se sintió más molesto si eso era posible.
 
—Creo que vuelvo tarde. Arregla las cosas de mi estudio —ordenó seco a la criada cuando la vio salir de la sala y se marchó de su casa solo de nuevo, no pensaba dejar que su chofer lo llevara al lugar al que iba o de lo contrario sentiría que debería excusarse por recurrir a tal patraña.
 
Efectivamente, estaba yendo a la oficina del tal brujo Afrodita. Entre los mensajes de trabajo también había recibido la respuesta a su correo, y aunque no la había leído porque se había sentido algo ansioso, sí había visto que el asunto decía "Dirección de mi oficina". Abrió el e-mail recién cuando hubo cogido un taxi, donde el conductor le miraba bastante raro, como si en cualquier momento fuera a intentar robarle, pero eso a Saga le dio bastante igual, ¿si un famoso millonario se apareciera en un lugar totalmente inesperado quien no pensaría en codiciar su dinero o asaltarlo? Aunque de eso a la práctica había una gran brecha y el hombre no le robó directamente, pero si le jodió con el cambio cobrándole el doble el viaje hasta la dirección de la oficina. Saga le pagó sin inmutarse a pesar de darse cuenta de la treta al instate, estaba demasiado concentrado en pensar que quizá la visita solucionaría su problema como para importarle unos pocos billetes.
 
El lugar frente a él era una terreno aislado en uno de los barrios más viejos de Atenas y más apartados del centro de la ciudad. Una casa enorme de madera se veía a poca distancia tras las largas rejas de alrededor de dos metros de alto y frente a él se extendía un amplio jardín de rosas rojas, blancas y negras, y fueron estas últimas las que llamaron bastante su atención pues se veían demasiado reales como para estar teñidas. Saga no pudo evitarlo y se quedó algo atontado con las flores, pues eran sin duda majestuosas. Se apoyó en las rejas para aspirar el rico aroma aquellas plantas cuando esta se abrió de golpe haciéndolo caer de rodillas en el interior del patio. Al instante una persona algo rara de cabello muy, muy claro y con el aspecto de una finísima dama salió de la casa.
 
—¡¿Qué hace metiendo la cabeza por las rejas de mi casa?! —gritó en tono dramático comenzando a caminar hasta Saga que estaba anonadado, aquel era un hombre... pero parecía por completo una mujer joven: hasta llevaba los labios pintados y sus pantalones ajustados de campana color blanco le daban una silueta redondeada y sensualmente femenina.
 
—¿Usted es el brujo Morten Naevdal? —preguntó Saga levantándose al fin saliendo de su sorpresa comenzando a limpiarse la tierra de las rodillas.
 
—Afrodita es mi nombre profesional —respondió llegando a su lado.
 
—Bueno, Afrodita —gruñó molesto y extendió la mano—. Yo soy la persona que le envió un e-mail ayer, el hombre que cree que está embrujado.
 
—¡Ah sí! Vaya, se trataba de usted —respondió esbozando una sonrisa pícara—. Juro que no me esperaba al famoso millonario griego Saga Lagios Patsouris acudiendo a mí —agregó con codicia pensando en lo bien que pagaría aquel tipo y la fama que conseguiría en su rubro de trabajo.
 
—Sobre eso...
 
—Soy totalmente confidencial por si eso le genera dudas —agregó con fingida amabilidad, pues no iba a perder a semejante cliente.
 
—Supongo que le creo —resolvió encogiéndose de hombros—. ¿Entonces esta es su oficina? ¿Podemos pasar?
 
El brujo asintió con diligencia y se apresuró a cerrar la reja y luego lo guió al interior de su casa, la cual estaba decorada con una bestial colección de extraños objetos, entre ellos una pequeña daga turca tallada entera en un rubí.
 
—Nada mal... —susurró Saga pensando en porqué diablos siendo un hombre adinerado como era no tenía esa clase de objetos curiosos en su casa—. Entonces, dígame, ¿cree que estoy embrujado?
 
—Digo que no —respondió Afrodita acomodando su cabello en una coleta alta—. Usted no se ve como alguien a quien le han echado una maldición, no, no. Ni siquiera pienso analizarlo porque usted tiene un problema más grave y se le nota a simple vista —agregó despreocupado abriendo al final de un pasillo la puerta a su estudio personal, donde contaba con tres bibliotecas llenas de libros y carpetas.
 
—¿Estoy poseído por el diablo? —bromeó Saga tomando asiento frente al escritorio, distrayéndose con un pequeño saco de seda purpúrea que se encontraba en la mesa.
 
—No diga eso aquí y no toque mi mazo del tarot, va a pasarle su energía —se quejó el otro arrebatándole el paquete de tela y limpiándolo con su camisa—. Usted, señor, tiene un problema más simple en teoría, pero mucho más complicado de solucionar en la práctica. Dígame, ¿sabe lo que es una carta natal?
 
—No.
 
—Pues en simples palabras es como si fuera una fotografía cósmica del momento exacto de su nacimiento, es la imagen del universo vista por usted por primera vez al momento de salir de su madre —explicó agitando las manos con displicencia—. No hace falta que explique a fondo este tema por el momento. Ahora sólo necesito fecha, hora exacta y lugar de su nacimiento para el análisis y en conjunto interpretaré sus tránsitos plantarios y otras cosas.
 
—¿Eso acabará con mi mala situación? —preguntó Saga con más interés.
 
—En lo absoluto. Pero podrá comprender la verdad de lo que le sucede. Luego la solución al problema va por su propia voluntad. Si sabe los datos que le he pedido con certeza podemos comenzar el análisis ahora mismo —afirmó sentándose en su alto sillón tras el escritorio.
 
Saga le dio sus datos en ese momento y el hombre estuvo un rato haciendo varios cálculos en su computadora e imprimiendo cosas mientras su cliente tamborileaba los dedos en su rodilla mirando de vez en cuando su reloj.
 
—Muy bien. Aquí tengo todo —dijo al fin Afrodita juntando sus manos sobre la mesa inclinándose bastante hacia él—. Señor, su situación astrológica amorosa es la peor que vi jamás.
 
—¿Es para tanto? —preguntó Saga acercándose también sobre la mesa con suma curiosidad.
 
—Sí, más de lo que cree. La verdad es que no estoy totalmente seguro, pero se lo diré: creo que me he equivocado. Usted no está maldito o embrujado, no en el sentido que piensa... como decirlo... usted está hechizado por un dios —susurró con una nota de dramatismo en su voz.
 
—¡¿Qué?! No me tome el pelo que no soy tan crédulo —respondió airoso Saga subiendo de pronto la voz.
 
—¡Yo soy un profesional totalmente serio! —exclamó furioso el brujo frunciendo la boca conteniendo el enojo—. Escuche, en astrología lo que define como se interrelacionan las energías tanto suyas como de cualquier persona o hecho son los aspectos, los aspectos son ángulos producto de los números del uno al infinito, pero sólo usamos tradicionalmente los que van del uno hasta el seis, y todos, absolutamente todos los aspectos de su carta natal relacionados al amor de pareja y la seducción son los peores que jamás he visto. Lo que tiene de afortunado en los negocios lo tiene de nefasto en el romance. Tanto es así que la diosa del amor se ha, digamos, resentido con usted.
 
—¿Y eso cómo puede ser posible? —preguntó Saga confundido echándose el ondulado cabello largo hacia atrás.
 
—Pues le explico. Venus, la diosa del amor y la belleza encarnada en el planeta que lleva su nombre, personifica la sensualidad, los placeres, la seducción y el goce y usted mismo ha sido el que ha quitado eso de su vida.
 
—Pero yo gozo de muchos placeres.
 
—Es romance lo que le falta, hombre —gruñó molesto—. ¿Usted no tiene una mísera cita con una mujer, no es así?
 
—Citas... —bufó Saga rodando los ojos—. No tengo una cita de verdad desde la universidad...
 
—¿Lo ve? Usted no sale con nadie y eso sale en su carta natal —dijo enseñando varios símbolos en un dibujo de un círculo con varias rayas de colores y números por todas partes—. Por eso Venus lo ha hechizado. Ha visto que usted es un hombre de Saturno. Ha visto que Saturno ha tomado el poder de su vida por completo y lo ha tornado severo y rígido. Usted se preocupa en exceso por sus responsabilidades y deberes, nunca se relaja, y aunque intenta fingir que goza de placeres, realmente no lo hace porque cree que no se los merece; seguramente usted ha luchado muchísimo para llegar a donde está y no me extraña, es típico de los saturninos, pero aún así en el interior de su corazón vive de una forma totalmente espartana. Esto le está trayendo problemas porque usted no detiene su ardua vida de esfuerzo para nada y es eso lo que disgusta tanto a Venus, quien es lo opuesto a todo lo que le digo, por eso ella le ha dado la espalda.
 
Saga suspiró asintiendo con la cabeza lentamente. Todo era verdad. No había una sola cosa que fuera incorrecta; era severo, era rígido, era serio, nunca se relajaba y ni siquiera los días libres dejaba de pensar en su trabajo. Le había costado sangre, sudor y lágrimas llegar al puesto en que estaba y todo para nada pues en el fondo sentía que no encajaba del todo siendo el jefe, algo le hacía sentir que no lo merecía lo suficiente, y a pesar de quejarse de que ninguna mujer le hiciera caso desde hace aproximadamente dos años la verdad era que antes de eso era él mismo quien las rechazaba para tener más espacio para trabajar.
 
—Afrodita, dígame una cosa —susurró en voz grave—, ¿hay alguna solución a esto? No quiero admitirlo, pero esto me asusta un poco, yo no creía en nada de esto y en un sólo minuto me ha resumido gran parte de mi vida —agregó con aire turbado—. Quiero acabar con este tema, es una situación ya muy vergonzosa y desagradable para mí.
 
Afrodita sonrió entonces de oreja a oreja con una belleza sin igual en sus dientes blancos como la nieve.
 
—Señor, a un cliente como usted no lo pierdo. Voy a hacer mi mejor esfuerzo en esta interpretación y le diré lo que tiene que hacer. Saque sólo una carta de aquí, una sola y no la mire ni la volteé —dijo con la codicia brillando en su mirada desplegando sobre la mesa las cartas de tarot que traía en el saco de seda púrpura, las cuales despidieron un olor fresco, silvestre y penetrante.
 
Saga sacó entonces una carta y sin voltearla para ninguna parte se la dio a Afrodita, quien la miró largo rato y luego sin decirle nada guardó todo de nuevo y sonrió con más amplitud si eso le era posible.
 
—La solución a su problema es más fácil de lo que yo creía, vaya... —dijo y se puso de pie abriendo la puerta de su estudio con rapidez—. Señor, lo que tiene que hacer es muy simple. Esté abierto a las posibilidades, Venus dice que si usted está dispuesto a cambiar será puesto a prueba y si triunfa en este examen ganará lo que desea. Pero recuerde, esté abierto a las posibilidades, todas, sean las que sean, serán como un castigo para usted al principio aunque luego le cogerá el gusto, ya verá. Tres nuevas personas llegarán a su vida, una desconocida, otra a quien vio una vez, pero no recuerda y una que ya conoce, a la que no le presta atención. Déjese llevar por ellas, sumérjase en ellas, encántese con ellas y pruebe su amor: la decisión final será saber elegir con cual quedarse. Si ha aprendido algo en el transcurso de la prueba y elige la opción correcta usted será amado por siempre, y su magnetismo, seducción y encanto regresarán en gran cantidad.
 
—¿Y si fallo? —preguntó titubeante Saga algo aturdido por toda la información que estaba asimilando; parecía algo demasiado simple, pero la gente sensata bien sabe que lo más simple y sencillo es mucho más complicado cuando se rasca la superficie.
 
—Si falla perderá la capacidad de enamorar a alguien para siempre. Pero ahora no piense en eso, no se distraiga. Creo en su sentido de la honradez y sé que vendrá a pagarme si esto le funciona. Confíe en lo que digo, y recuerde, esté abierto a las posibilidades, sean las que sean —agregó en un tono que Saga no pudo identificar si se burlaba de él o sólo quería exagerar como las demás veces—. Si no se abre a ellas, si no les da chance, nunca saldrá de su círculo vicioso de derrotas amorosas. Ahora, váyase. Hemos acabado la sesión.
 
Saga no perdió tiempo y se fue apresurado de allí ya que comenzaba a sentirse sofocado por la oficina tan poco iluminada y el brujo le parecía demasiado extravagante, siendo como era él, un hombre bastante a la antigua.
 
Una vez afuera de la casa se abrochó los botones de su elegante abrigo marrón pues el día estaba algo fresco y se dispuso a caminar por la calle buscando un taxi, pero al tratarse de un barrio tan antiguo le era muy difícil; todos los vecinos tenían su propio coche, algunas casas incluso más de uno y seguro también debían tener choferes, pero Saga no pensaba llamar al suyo para que lo fuera a buscar a ese lugar y luego con los demás sirvientes comentaran donde lo había ido a llevar.
 
<<Tres personas, una desconocida, una que no recuerdo y una a quien conozco, pero no le hago caso...>> se repetía Saga sin cesar, cuando de pronto un auto paró a su lado y una mujer joven de fogoso cabello rojizo y sonrisa encantadora le invitó a subir.
 
—¿Va al centro? ¿Quiere que lo lleve? —preguntó risueña.
 
Saga no esperó y subió sin dudarlo. <<Vaya, que rapidez...>> pensó divertido.
 
—Que oportuno —le dijo con su sonrisa sutil tan seductora—. No encontraba ningún taxi.
 
—¿Entre las casas de estos viejos ricos? Se nota que no viene muy seguido, aquí no hay taxis —contestó graciosa y a partir de ese momento fue como si Saga dejara de existir para ella.
 
La muchacha encendió la radio estatal donde una horrible voz gangosa de anciano hablaba sobre una importante inversión económica en Chipre para atraer turismo y que Grecia pudiera continuar con su ardua labor de superar la crisis de hacía dos años. Y durante los largos e interminables minutos del viaje la chica no le dirigió ni una sola palabra más. Saga ya comenzaba a ponerse paranoico con la situación. ¿Y si en realidad el brujo Afrodita le había tendido una broma al saber de quién se trataba? ¿Y si lo difundía? ¿Si sus empleados y colegas de negocios se enteraban de lo que Saga había ido a plantear como problema al consultorio de un desgraciado chantajista? ¡Qué vergüenza sería eso! Y Kanon se reiría de él, también su secretaria, todo el mundo. <<No debí ir con ese tipo...>> se dijo con amargura.
 
—Bueno, yo aquí termino mi viaje. ¿Está bien? —dijo la chica sacándolo de su mente, estacionando el auto frente a la puerta de una universidad.
 
—Sí, cerca de aquí vive un familiar —respondió quedo al ver que el edificio era nada menos que la famosa universidad cercana al apartamento de Kanon.
 
Asintió con la cabeza en forma de agradecimiento y se despidió. Fue entonces a la esquina esperando a que el semáforo le diera el paso para cruzar la avenida cuando un grupo bastante numeroso de jóvenes universitarios pasó por su lado.
 
—Hola —le dijo entonces un chico alto, de contextura fuerte, rizado cabello castaño y piel dorada: era el prototipo de muchacho griego que se pasaba todos los días de las vacaciones sin salir de la playa.
 
Saga iba a responder, pero decidió no hacerlo pues el muchacho le sonreía de oreja a oreja con demasiada simpatía.
 
—Yo a usted lo conozco de la televisión. Sí, usted... usted fue entrevistado en todos los canales por ser una de las pocas personas que tuvo una economía realmente estable durante la crisis, ¿verdad? ¡Usted es todo un modelo en la carrera de ciencias económicas! —agregó enérgico con la admiración brillando en su tibia mirada y le extendió la mano—. Soy Aioria, estudio aquí.
 
—Bueno, hola. Supongo que no me debo presentar, ya me conoces —respondió con desconfianza devolviéndole el saludo, rogando que no fuera otro de los que le perseguían para preguntarle el secreto de como ganar dinero.
 
El joven entonces al tomar su mano cambió velozmente el gesto y se llevó la mano de Saga hasta los labios, dándole un pequeño beso en uno de los nudillos.
 
—Fue un verdadero gusto saludarlo, pero tengo que retirarme porque estamos preparando una fiesta para la clase —susurró coqueto—. Si le interesa salgo a las tres de la tarde.
 
Le besó de nuevo la mano y se marchó entrando por la enorme puerta ribeteada de la universidad dejando a Saga con el corazón en la boca. Era la primer persona que coqueteaba con él en tanto tiempo que la sensación de un sincero halago romántico le había parecido totalmente rara, nueva y también horrible.
 
—Es cierto... Afrodita no dijo <<mujeres>>, dijo sólo que se me acercarían <<personas>>. Esto es culpa suya. Debo decirle que los hombres no me gustan, que me ayude con esto —masculló nervioso.
 
Sacó entonces su su teléfono dispuesto a mandarle otro e-mail al brujo, pero al abrir su casilla ya tenía un mensaje de él:
 
La prueba quizá le resulte difícil de cumplir, pero inténtelo. Tres personas. Conózcalas y descubrirá quizá algo nuevo en usted. Le enriquecerán y terminará por agradarle lo que le pase de ahora en adelante. Confíe. Entréguese sin reservas y esté abierto a las posibilidades, sean las que sean.
Notas finales:

Jijiji, pues aquí el final, la verdad me divierte bastante escribir este fic porque tengo varias escenas ya bastante graciosas que están por ser puestas en palabras. Hasta aquí por hoy. Los amo, si pueden dejarme una review les agradecería, ya que nada amamos más los autores que los consejos y ánimos que ustedes nos dan.

Un beso enorme :*

-Eta.


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