Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sonrisas Destinadas por 1827kratSN

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

 

Tsuna caminaba con despiste mientras observaba su sombra y la seguía. No estaba seguro si ésta vez caería en un buen lugar al atravesar el portal, lo único que tenía claro era que deseaba ver a ese hombre y charlar un rato porque necesitaba una respuesta, una muy grande. Daba gracias al cielo que parte de sus habilidades era tener sueños un tanto premonitorios que le daban pistas de lo que necesitara saber. Él sólo debía pensar en la persona a la que quería ver y la distancia a la que quería caer para que aquel portal obedeciera. Así lo hacía siempre, sólo que en esa ocasión no estaba seguro de ninguna de sus decisiones… tal vez por eso falló miserablemente

 

 

—¡Oh no! — elevó su voz en pánico cuando se halló al filo de un acantilado. Su respiración se cortó sin aviso, sus brazos se elevaron un poco para tratar de equilibrarse tanto como pudiese pues, para su desgracia, estaba encima de una roca — vamos, Tsuna — forzó todo su peso hacia atrás esperando que hubiere suelo que lo atrapara. Sintió el aire golpearlo por la espalda, se planteó la posibilidad de lanzarse al vacío y se llenó de pánico — ¡Hiiiii! — gritó durante unos segundos hasta sentir el suelo en su espalda, mas, olvidó el dolor y sólo se aferró a la tierra que lo acunó. Eso le enseñaría a poner más atención cuando creaba portales. Debía ver a dónde lo llevarían primero

 

 

Con el corazón aun latiéndole demasiado fuerte, con la cabeza un poco aturdida y sus temblorosas piernas que apenas le permitieron levantarse, respiró aliviado. Tardó un tiempo corto en recuperarse del susto antes de admirar el lugar en donde había caído, con rapidez dedujo que era uno nuevo. Trató de identificar lo que le fuese posible; el horizonte, un bosque, llano, un pueblo que le diera una pista para direccionar sus pasos, pero no hubo nada, así que resignado se vio en la necesidad de caminar en una dirección al azar

Mientras daba cada paso se puso a pensar en las cosas que hizo desde que conoció a Reborn hasta ese punto. Había sido salvado de un par de cazadores en la primera ocasión que se cruzó con el dios de ojos negros, oh sí, cómo olvidarlo, fue por su grandiosa idea de crear un ave enorme que pudiera cargarlo para que volasen por el cielo. Tsuna se reía por esa ingenuidad, ahora entendía por qué su tía le recomendó que no lo hiciera y se negó a abandonar el suelo junto con él. A veces su habilidad le traía muchos problemas, y aun así no dejaba de jugar con ella, como en ese mismo momento donde moldeaba diversas formas con esa suave masita blanca parecida a la usada por los humanos que fabricaban esculturas. Cambiaba una y otra vez aquello, sin fijarse mucho en la forma, sólo tratando de imaginar qué regalo sería mejor para Reborn

Suspiró cuando se dio cuenta que, a pesar de conocerlo por años, no sabía exactamente en qué pensaba Reborn la mayoría del tiempo. Era deprimente

 

 

—De nuevo vas a un abismo — Tsuna se crispó al escuchar eso y fijó su mirada hacia adelante

—Casi — murmuró al ver que a varios metros estaba un nuevo obstáculo que podría ser peligroso

—Nunca dejarás de ser despistado

—Reborn — sonrió instintivamente al girarse y verlo parado a pocos pasos, pero luego su felicidad desapareció porque acababa de entender algo — ¡Me viste!

—Claro — respondió con seriedad

—Y no me ayudaste — acusó con los brazos cruzados

—Obviamente quería ver si sobrevivías a eso — sonrió de lado con diversión

—¡Pude haberme hecho daño!

—Eres un dios — bufó ante la obviedad de esas palabras — no vas a morir o algo así

—Parece que gozas con mis desgracias — hizo una mueca porque sabía la respuesta a sus propias palabras

—No voy a negar eso — se giró hacia el oeste mientras llamaba al castaño con su mano — fíjate por donde pisas

—A veces no sé si puedo confiar en ti — suspiró resignado antes de empezar a seguir a su guía

—Como sea. Bienvenido, Tsuna

 

 

Era mentira, confiaba plenamente en Reborn, aunque nadie entendiera el porqué.

Ese azabache podría parecer un simple guardián que no se enfocaba más que en su trabajo, pero Tsuna sabía que no era verdad. Reborn tenía más de una cualidad, una de ellas era entender a los demás con una precisión envidiable; el azabache podía observar, comprender y, sin siquiera conocer mucho a los ajenos, saber más de ellos que algún otro. Tsuna pensaba que tal vez esa era una de las habilidades del azabache, pero no la usaba mucho debido a que no compartía el gozo de la convivencia con seres inferiores, o mejor llamados: humanos. Reborn sólo se acercaba a los cazadores quienes pedían su protección y rara vez a otro mortal, las excepciones eran en extremo raras, o en palabras de Reborn: «Si es netamente necesario»

En ese mismo momento se dirigían al siguiente llamado de Reborn, éste mencionó el cumplir con una misión y Tsuna en silencio aceptó acompañarlo como hacía siempre. Vio la espalda de aquel dios que guiaba su sendero y sintió un deja vú porque en otras ocasiones pasó lo mismo.

Bajaron de esas raras tierras hasta divisar un sector lleno de pasto verde donde un par de animales reposaban. El castaño se fijaba que, con cada paso que daban, la evidencia de vida se hacía presente; desde personas que seguramente los veían como otros dos humanos en medio de un viaje, hasta niños que reían mientras corrían tras patear una piedra en el camino. Tsuna no sabía qué tan lejos o aislado estaría todo eso, pero confiaba en que al final todo terminara rápido, después de todo, no disfrutaba mucho de las cacerías.

 

 

—Cierra los ojos

—¿Ya empezará? — sin desearlo sus manos empezaron a sudar

—Sí — permanecían cerca de una zona de pajonales cerca de los solicitantes de Reborn

—Está bien — Tsuna hizo lo pedido mientras también cubría sus oídos para no percibir el último suspiro de vida del animal que serviría de alimento para la comuna

—Debiste quedarte en el pueblo — bufó mientras se acercaba al castaño y lo envolvía con su capa para prohibirle siquiera un rayo de luz o visión. Quería evitar cualquier inconveniente si es que la curiosidad le ganaba al castaño

—No pude…

—Eres terco — Reborn lo rodeó con sus brazos, creando una protección completa

 

 

Tsuna solía aferrarse al cuerpo contrario, estrujando la tela del pecho de Reborn, esperando a que éste le permitiese ver la luz del día nuevamente. Se enfocaba en el latir ajeno, en la pequeña masita sin forma que había guardado en la pequeña bolsa que cargaba para llevar alguna cosa interesante que encontrara. Jugó con sus habilidades un rato hasta que por fin decidió qué forma le daría y qué características tendría. Su nueva creación sería un buen compañero para Reborn porque se adaptaría a cada necesidad del mismo y lo más importante, jamás lo dejaría solo… mientras él no pudiese acompañar al guía de los cazadores, su pequeña creación sí lo haría

 

 

—Tiemblas cual bebé cuando escuchas el sonido precedente a la matanza — regañó mientras revolvía un poco los cabellos rebeldes de Tsuna

—Lo sé, pero no puedo evitarlo — murmuró mientras sujetaba la tela sobre su cabeza y la deslizaba para poder ver a quien le hablaba — me aterra un poco

—¿Por qué sigues acompañándome entonces?

—Para entender un poco más, para entenderlo a usted

 

 

Sonreía al ver que esa mirada oscura, tenebrosa y a veces sin vida, tomaba un toque brillante, incluso hasta se notaba un poco más amable. Tsuna se había dado cuenta de ese cambio desde hace varios años, un cambio que se daba de repente, sólo por segundos, y en el fondo quería pensar que era el único capaz de ver eso, de apreciar aquella calidez diminuta que el otro podía llegar a sentir. No duraba mucho, pero era bello. El castaño quería saber el significado de ese brillo, de ese atisbo de humanidad que le era mostrado. Tan centrado estaba en sus propias interrogantes que ni siquiera se fijó en qué momento Reborn usó un portal y los llevó a una pradera lejana, seguramente porque el trabajo ya terminó

 

 

—Genero muerte… y por lo que veo, tú generas vida — habló cuando se hartó de ver aquel rostro pensativo

—Mentira — sonrió mientras ocultaba a su nueva creación entre sus manos — usted guía vida

—¿De dónde sacas eso? — arqueó una ceja, extrañado por aquellas palabras

—Es verdad que ayuda a los cazadores… pero eso conlleva a que les provee del alimento necesario para la vida de ellos y de sus familias — explicó con seguridad

—Estás viendo sólo lo que quieres ver, Tsuna

—Estoy viendo lo que es correcto ver — sonrió al elevar sus manos y separarlas — estoy viendo que su trabajo esconde sus verdaderas intenciones

—No me pondré a discutir con un dios que ni siquiera ha encontrado su tarea — Reborn miraba aquel bultito de color verdoso posado en manos del castaño, el mismo que contenía un par de ojos amarillentos que se centraban en él — ¿qué es eso?

—Un regalo — Tsuna acarició al animalito con su pulgar, en respuesta éste extendió sus cuatro extremidades en conjunto con una cola y alargó su lengua hasta lamerle el dedo índice — para usted

—No necesito uno

—Entonces véalo como una herramienta — tomó la mano ajena y depositó al individuo en ésta — le será útil y a la vez le será fiel. Siempre le servirá mientras usted decida seguir cumpliendo con sus labores, incluso puede lograr que siga con usted después de eso

—Tonterías — murmuró mientras apreciaba al animalito que lo miraba

—Se llama Leon — le dio el nombre a sabiendas de que, al igual que otra persona a la que conocía muy bien, Reborn no le pondría uno — y será su compañero a partir de ahora

—Claro — arqueó una ceja mientras intentaba imaginar qué clase de pensamientos tenía ese chiquillo

—Piense en lo que necesita — Tsuna elevó su dedo índice en imitación con aquellos filósofos que hacían eso para recalcar algo o para impartir una nueva enseñanza — Imagine algo, ¡rápido!

—Veamos qué truco me enseñas — suspiró mientras entrecerraba los ojos y se centraba en el animalito que ladeaba su cabeza como si lo analizara

 

 

Sorpresa. Reborn sonrió de lado cuando vio aquello, porque ese castaño siempre era interesante con sus creaciones o acciones. El pequeñito animal se movió un par de veces en círculos para después empezar a moverse de forma extraña hasta que, de la nada, se convirtió en un arco pequeño, pero de todos modos algo había hecho. El azabache sonrió divertido por aquel objeto que sostenía entre sus manos, diminuto como para ser utilizados por él, sin embargo, no dijo nada porque el castaño parecía muy feliz por su trabajo

 

 

—Dele tiempo — sonrió Tsuna al entender el pensar ajeno

—¿Por qué?

—Porque debe adaptarse y crecer un poco más — acarició la cabeza del pequeñito verdoso — pronto le proporcionará instrumentos acordes a su persona

—Perfecto

—¿En serio? — sus ojos brillaron con emoción y satisfacción

—Ahora tendré una de tus raras creaciones… tal vez si te vuelves un guía impórtate pueda valer algo

—A tocado un punto sensible de mi alma — dijo Tsuna con desánimo pues el que no haya encontrado su tarea aún le generaba un abrumador sentimiento de tristeza y mediocridad

—Gracias — era la palabra que pocas veces usaba, sin embargo, con Tsunayoshi la pronunciaba con más frecuencia… todo era distinto con el niño que de un momento a otro sonreía emocionado

 

 

Uno generando vida, el otro generando muerte, así eran las cosas a pesar de que el uno desfigurara los significados sólo para complacer a su alma. El mayor no tenía problemas en seguirle el juego al castaño, en fingir que su trabajo era bueno o que, siquiera, su existencia en sí era para bien, aunque claro, jamás creería en que eso fuese verdad.

Reborn decidió olvidar ese detalle mientras caminaban con destino incierto pues ni siquiera tenía un lugar estable en donde permanecer. Siempre confiaba en que los humanos le dejasen un buen pago por ahí cerca para poder reposar calmadamente durante las horas en que ese castaño decidiera permanecer junto a él. Miraba con disimulo la felicidad ajena, quien recolectaba alguna cosa que llamaba su atención o simplemente empezaba a jugar con sus habilidades para crear una planta nueva en el lugar y adornarlo de vida. Nunca se imaginó estar cediendo ante los caprichos de alguien que se interpuso en su vida sin pedir permiso, pero ahí estaba… fingiendo ser el bueno de la historia a pesar de que su existencia misma y sus orígenes le impedían aquello

 

 

—Reborn — la voz se elevó en un tono de reclamo — ¡Deja de pisar mis creaciones!

—Si los pones en el camino no hay opción — ni se inmutaba mientras aplastaba otra de esas plantitas de color morado con su pie derecho

—¡No hagas eso! — suspiraba al ver el desastre y se centraba nuevamente en darle vida a aquella flor

—No me des órdenes — frunció su ceño pues estaban tocando cierta parte de su orgullo que no iba a dejar de lado — jamás

—Te digo que no las pises — reprochó una vez más al ver su linda creación volverse sólo una mancha extraña en medio de la tierra y hierba

—Tsuna — advirtió con su grave voz mientras se giraba hacia el castaño, al que veía dar vida a lo que él trataba de destruir

—Basta, Reborn — agudizó su voz y apretó sus puños —. Éstas son mis creaciones

—Sabes que me desagrada que me den órdenes

—A veces es necesario — refutó con seriedad

—Ups — pero él no era de los que se quedaban quietos. Con dos pasos hacia atrás pisó otra de esas cosas — ¿Qué harás?

—¡Reborn! — con indignación dio los dos pasos al frente necesarios para acercarse — deja de hacerlo — le apuntó con el dedo índice para demostrar la amenaza

—Oblígame… niño — retó con la mirada y una sonrisa cínica

 

 

Tal vez sólo fue un momento de debilidad, pero Reborn siguió tentando su suerte. Él pisaba las creaciones y Tsuna luchaba por recomponerlas con la misma rapidez. Mientras el uno forzaba un fin, el otro otorgaba un inicio. El azabache no supo cuando tiempo permaneció en ese ridículo juego por ver quién era más rápido corriendo, pero empezó a disfrutarlo en cierto punto, porque ver la carita siempre risueña adquirir un toque más serio y hasta enfadada, era divertido. Gustaba de molestar a Tsuna, eso estaba claro, sin embargo, estaba enfrentándose a un dios como él, uno con orgullo y por eso no le sorprendió el ataque repentino del que fue víctima

Tsuna se movió sin previo aviso. Al mismo tiempo en que terminaba de reanimar a la última flor pisada, también impidió que Reborn pisara otra, y con un fuerte impulso tacleó al mayor hasta arrojarlo dos metros lejos. Ni siquiera consideró el que también se hiriera en la ejecución. Fue tal el golpe repentino, que Reborn no lo esquivó –aunque en realidad fue porque no quiso- y rodó con el niño encima de sí por la bajada que los acogió al caer. Fueron unos momentos un poco extraños, revueltos, dolorosos, pero terminaron con rapidez

Quedaron sentados uno frente al otro, con las hojas recolectadas en sus giros cayendo de sus cabellos y ropajes. Se miraron unos instantes y fue el castaño quien, como ataque final, empujó el pecho del mayor y se posicionó encima de éste con una sonrisa triunfal

 

 

—Gané — jadeó

—No has ganado nada — intentó no reír al ver las mejillas rojas por el enfado del menor o esa rama que atravesaba el alborotado cabello, pero fue imposible

—¡No te rías, Reborn! — exigió con enfado — ¡No es gracioso! — arrugó su nariz mientras se quitaba aquel pedazo de madera

—Lo es — seguía soltando leves carcajadas sin poder parar

—Has tratado de asesinar a mis creaciones — hizo un leve puchero sin fijarse

—Es mi trabajo

—Lo haces sólo para molestarme — refutó en seguida

—Lo hago porque quiero — respiró profundo cuando terminó de burlarse y arqueó una ceja porque el pequeño le golpeó el pecho mientras le apuntaba con su otro dedo índice

—Quieres parecer malvado, pero no lo eres, Reborn  

—Ya veo, ¿qué más? — incitó pues estaba adorando el momento

—Haces cada cosa sólo porque recibes beneficios — estaba refulgiendo en ira, no iba a callarse —. Finges que no te importan las personas a las que ayudas, pero te he visto revisar si llegan bien a casa. Me miras persistentemente cuando crees que no me doy cuenta. No entiendo por qué tus ojos brillan a veces y… Reborn — se calló cuando la mano del mayor se posó detrás de su cuello — oye, ¿me estas escuchando?

—No

 

 

Reborn dio un fuerte tirón hasta lograr que esa delgaducha deidad cayera encima de sí y que ese rostro estuviera suficientemente cerca como para mirarlo con tranquilidad. Las mejillas ajenas se tornaron de un intenso rojo, el nerviosismo se palpaba al igual que la vergüenza y por eso el azabache sonrió. No dijo nada más antes de acercar su propio rostro al del castaño y unir sus labios sin opción a reclamo. Sintió claramente la sorpresa de Tsuna, pero la ignoró cuando usó su brazo libre para rodear aquella pequeña cintura y evitar que se escapara.

Había querido hacer eso desde hace tanto tiempo, que la satisfacción de cumplir con su objetivo era indescriptible, tanto que sonrió mientras mordía delicadamente uno de los labios separados debido a la impresión.

Rodó con el chico entre sus brazos hasta dejarlo debajo de sí y continuó con la tarea de saborear aquellas rosadas porciones de piel. Movió sus propios labios para darle guía al, evidentemente, inexperto dios y disfrutar de esos nervios que hacían temblar al que estaba aprisionado en contra de las verdes plantas que eran aplastadas. No pasó mucho para sentir como esos brazos sujetaban su espalda con desesperación, intentando en vano exigir que lo soltara, pero lo ignoraba, al menos hasta que Reborn sintió una mordida en su propio labio inferior y por amabilidad se separó

 

 

—A-aire — jadeaba cuando logró que lo soltaran

—Por favor — Reborn cubrió la mitad de su rostro con su mano derecha para que no vieran las leves carcajadas que trataba de ocultar

—¿Qué?

—¿Acaso no sabes respirar por la nariz?

—No te burles — exigió avergonzado, mas, ni siquiera tuvo tiempo de enfadarse cuando de nuevo sentía la prisión en su boca… una que no podía, ni quería detener

 

 

Reborn no era un dios de muchas palabras, por eso, las acciones valían mucho más. Posesivo, orgulloso, egoísta y lo demostró en la forma en que inició aquello. Tsuna no pudo quejarse, pues el simple hecho de admirar ese brillo nuevamente en los pozos negros que le pertenecían a Reborn mientras le sonreían altaneramente cuando lo cargaban para ingresar a aquella cabaña, le bastó.

Ese brillo era originado por él, dedicado a él… sólo a él.

Tsuna sonrió sin poder evitarlo porque era gracioso de cierta forma, más porque el cosquilleo en su estómago le impedía no ver más que un gesto cariñoso en cada beso desenfrenado que le robaba el aliento. Así era esa persona que solicitó extender el plazo de visita por simple capricho… así sería siempre

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

Notas finales:

Pensé que éste cap iba a salir corto. No mames inspiración-chan, te dije que dejaras de exagerar XD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).