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Kazoku por EvelynkVega

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Notas del capitulo:

Holaa, he vuelto y he cumplido con mi primer plazo 

Me siento autosuperada

ahr

Disculpen si el ritmo de la historia es lento, quiero mostrar la situación de cada personaje antes de iniciar con el desmadre u.u

-Ahh... Shin-chan... -. Gimió el nombre de aquél que lo embestía fuertemente contra la blanca y fría pared. 

-..Ngh... Ah...-. El mayor hacía un gran esfuerzo por callar aquellos sonidos, no era algo fácil pero debía hacerlo si no quería perder su trabajo. El sujeto de pelo verde aferró sus manos a las caderas del peli azabache para aumentar el ritmo de las embestidas ya casi llegando al orgasmo.

El menor tan solo rodeó con sus brazos el cuello del médico, quería tenerlo más cerca, sentir aún más su calor.

-Ah.. Akashi-. Gimió entre dientes al sentir las paredes del otro contraerse en su miembro y ambos llegaron al climax esparciendo así su semilla, uno dentro del condón y el otro en el ambo del médico.

El pelinegro enseguida se movió para librarse del miembro del mayor. Estaba terriblemente acalorado y enojado.

"Otra vez su nombre"- Pensó con el ceño fruncido.

-Takao, recuerda que hoy tenemos doble turno así que no debes decaer-. Dijo sin mirarlo mientras sacaba el condón de su miembro.

-Si, si. Lo sé-. Respondió vistiéndose rápidamente y saliendo del cuarto de la misma forma.

No quería verlo, era un idiota. Un verdadero idiota. Y es que Midorima Shintaro ni toma en cuenta sus sentimientos y siempre termina lastimándolo. Sin embargo, él le permitió hacerle ese daño...

Hace alrededor de dos años que llevaban una relación "sexual" y todo se debe al fuerte amor de Takao y a los frustrados sentimientos de Midorima quien está enamorado de Akashi, un amigo suyo. Era una relación que beneficiaba y perjudicaba a ambos, ya que por un lado satisfacían su necesidades como hombres, pero al verse a los ojos sabían que eso no era para ellos, que uno quería tener a cierto pelirrojo en sus brazos, y otro solo anhelaba el corazón de Midorima. Era claramente un triángulo amoroso donde el pelinegro resultaba ser el más herido. La sensación de ser solo una descarga para el peliverde le rompía el corazón cada día un poco más, pero Takao no sabía hasta cuándo podría seguir con esta situación.

Inmediatamente corrió a una ducha para higienizarse rápidamente y volver a atender a los pacientes. Takao y Midorima trabajan en una clínica privada fundada por el padre de Shintarou desde hace varios años ya. Ellos se conocen desde pequeños, y desde entonces habían proyectado el trabajar juntos.

Takao se puso un uniforme limpio y se dirigió a una de las habitaciones donde una anciana esperaba por él. Le saludó amablemente y con delicadeza procedió a cambiarle un vendaje en la pierna. Midorima y Takao habían estudiado juntos medicina por unos años hasta que el ojo de halcón decidió que prefería ayudar al peliverde por el lado de la enfermería, ya que le atraía más atender y cuidar de los pacientes. Sin embargo, esta decisión no la habría tomado sin el consentimiento de Midorima, porque el pelinegro siempre hizo de su vida en base a lo que el otro quería. Siempre estuvo a su lado como un perrito fiel, porque claro, cuando el pene de Shintarou estaba fuera del pelinegro, ellos eran los mejores amigos.

Mientras Takao limpiaba la herida de la anciana, una lágrima recorrió su mejilla, pensando en que quizás, nunca nada cambie.

Siempre seguirán siendo amigos.

Y él solo es el sustituto de Akashi Seijuro, el hombre que más odia en el mundo.

-.-.-.-.-.-

-Sayuri ¿Estás lista ya?-. Preguntó cierto pelirojo que preparaba un delicioso desayuno, como todo lo que cocinaba. Al no oír respuesta, apagó la hornalla donde se estaba cocinando el arroz y se dirigió a la habitación de su pequeña. Al entrar encontró a la pequeña Sayu a los pies de la cama, estaba hablando sola. Sin que ésta lo viera, se acercó con cautela hasta quedar casi a su lado, pero aún así no entendía bien lo que estaba diciendo. Intrigado, llevó su mano al hombro de Sayu interrumpiéndola y preguntándole qué era lo que estaba haciendo.

-Hablando con Dios-. Respondió inmediatamente. Kagami alzó una ceja sin comprender bien. -Una amiga me contó que rezando puedes pedir lo que quieras. Y pensé en hacerlo, así quizás podía hacer que mami se recupere-. 

-Ahh, bueno, perdón por interrumpir hija. Cuando termines ve a la cocina que ya sirvo el desayuno-. Avisó y se retiró de aquella pieza cerrando la puerta detrás de él. Observó el techo e inmediatamente sonrió pensando en lo que su hija estaba haciendo. El que ella este haciendo esas cosas significa que se estaba integrando bien con sus compañeros, y eso era lo que más le aterraba al pelirojo cada que empiezan las clases. Por otro lado, le oprimía el corazón el saber que los deseos de su pequeña quizás nunca se cumplan, y no existían palabras para explicárselo.

Miró el cuadro que estaba colgado en la pared, allí se veía a él junto con la pequeña Sayuri y una mujer muy bella. Hacía ya dos años que se encargaba él solo de la crianza de la niña, sin duda fue algo difícil y lo sigue siendo. Según Kagami solo las mujeres saben cómo tratar delicadamente a los niños, pero aún así él actualmente daba lo mejor de si para cubrir el papel de madre y padre.
-Si tan solo estuvieras aquí Manami-. Suspiró.

Una vez su hija ya estaba lista y Kagami haya acomodado su mochila, partieron hacia el jardín. No estaba muy lejos, seis cuadras como mucho y aunque Saitama era una ciudad tranquila, jamás dejaría a su pequeña irse o volver sola. Si, Kagami Taiga resultó ser un padre sobre protector. Además, no se perdería de ninguna de las travesuras que hacía su hija, como corretear aves o escalar árboles y luego lanzarse a sus brazos. Sin lugar a dudas, Sayuri fue lo mejor que pasó en la vida del pelirrojo.
Cuando estuvieron frente al jardín, Taiga soltó la mano de su pequeña, dejándola en manos de los maestros. Al principio no había estado de acuerdo con dejar a su hija en ese lugar, es decir, ella ya no tenía ningún modelo femenino cerca, ni abuelas, ni tias ni nada, y mandarla con un montón de hombres no era la mejor opción. Pero había algo en esa institución que hacía que su ideal cambie, o más bien alguien. Y esa persona era el sensei de Sayu, del cuál no deja de hablar. Kuroko no es como el resto de sujetos que había visto ahí, ni tampoco como sus compañeros de trabajo. Tenía una contextura física por debajo del promedio según Kagami, también transmitía la paz y armonía que te daban confianza, y quizás sea por eso que el pelirrojo también percibe en él esa esencia femenina del que espera que su hija reciba y aprenda.
El peliceleste le dedicó una sonrisa a lo lejos y el bombero se despidió con un ademán.
-Cuidemela-. Dijo como siempre, aunque ya sabía que su hija estaba en muy buenas manos.

 

Notas finales:

Bueno, espero que te haya gustado este capítulo :3

Como dije, va teniendo un ritmo lento, pero no por mucho tiempo 3:)

Si gustas, puedes dejarme un review comentandome qué tal te parece la historia o lo que sea :3


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