Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De regreso a casa por Eowyn Fitzgerald

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Clark a penas había llegado al aeropuerto de Washington cuando aquel mensaje sobre Lex llegó a su celular, se alteró tanto que dejó el equipaje tirado y salió corriendo a buscar un mostrador, necesitaba comprar un boleto de regreso a Metrópolis inmediatamente.

En lo que eso pasaba Lois llevaba quince minutos esperando su llegada. Pudo haber llegado antes pero debía revisar sus notas, su trabajo pronto crecería a ligas mucho mayores de las que ya se encontraba; un pulitzer era definitivamente la meta que estaba persiguiendo, y que la perdone Clark por no estar con él en los últimos meses, pero su carrera era lo que más le importaba.

Lo vio correr desesperado, iba tan ensimismado que pasó a un lado de ella y no la vio. Resopló enojada, no estaba para jugar al gato y al ratón, iba a tener una entrevista exclusiva con un dictador africano en una hora y quería perfeccionar todo el plan para acorralarlo y que dijera la verdad sobre sus minas de diamantes y los niños desaparecidos en esa zona.

Lo alcanzó cuando Clark ya tenía su boleto, lo tomó del hombro y lo hizo girar sobre sus talones.

—¿Qué haces? Tenemos trabajo pendiente y nada de tiempo que perder —Dijo ella encarandolo—. Prometiste ayudarme con el papeleo y ya voy atrasada, no entiendes que ésto finalmente puede darme... Darnos un Pulitzer.

Al parecer Clark no tendría la oportunidad de ser amable, ésta era su única opción y debía hacerlo rápido y tajante.

—¡Lois! —la silenció— terminamos. Quería hacerlo mejor con un discurso bien pensado y en un momento más apropiado, pero en realidad supongo que ya no hay nada más que decir. Solo... Que no estamos hechos el uno para el otro, a ti lo que más te importa es tu carrera y lo respeto. Pero lo que a mí más me importa es mi familia —guardó silencio por un momento, estaba intentando no llorar, no por la ruptura sino por aquel mensaje del hospital—, y Lex, por Rao que lo que más me importa es Lex y siempre será Lex. Siempre voy a amar a Lex, y ahora él me necesita...

—Se va a casar con Wayne.

—Eso sobre mi cadáver —antes de dejar a Lois replicar siguió—, y aún si siguiera con sus planes... Yo voy a estar ahí a su lado aún si me quiere como tapete.

No hubo lágrimas por la ocasión ni una despedida formal, Clark volvió a su camino para esperar el avión que lo llevaría de regreso a casa. Lois solo se sintió triste por un instante. Cuando recibió un mensaje de Jimmy Olsen que le avisaba de su llegada pudo seguir con su vida, como si Clark solo hubiera sido un evento separado, ahora solo importaba que contaba con el equipo para sacar la entrevista.

Clark pasó las siguientes horas sufriendo sin ningún consuelo que le dijera que todo estaba bien. Intentó llamar a Lex pero éste no tenía con él su teléfono, a Jack se le acabó la batería distrayendo a Jon en la sala de espera, sus padres se habían regresado a la granja para ese punto y no parecía que nadie pudiera darle respuesta de lo que pasaba con Lex, solo aquel mensaje suelto del doctor McNider;

"Talvez no debería comunicarle sobre ésto por el secreto profesional, pero en una situación tan grave como ésta no tengo otra opción, mi conciencia no me permitiría dormir por las noches si no hiciera todo lo posible para salvar la vida de Lex. Como médico como humano y como amigo. Lex nuevamente está esperando un bebé, el problema es que su situación actual de salud y la debilidad de su cuerpo no le permitirían llevar a ese bebé, no hay manera posible de que el feto pueda sobrevivir. Tomando eso en cuenta lo único que nos queda es proteger la vida de Lex realizando un aborto... Qué más me gustaría que hubiera otra manera, pero lamentablemente no la hay. Pero Lex ha entrado en un estado de negación y no nos permite proceder con el tratamiento médico, ésto le va a costar la vida... Clark, se que lo amas y qué sueles estar de acuerdo con él, pero justo ahora necesita que estés a su lado y que le hagas entender que no hay nada que se pueda hacer. Habitación 505, 5° piso, ya di la indicación a los guardias de que te dejen pasar "

Intentó llamar de regreso al médico, pero cada intento lo llevó a buzón de voz. Esas horas de espera fueron las peores de su vida, no durmió, no comió. Sentía tanta ansiedad que quería gritar.

Cuando finalmente llegó a Metrópolis salió corriendo al encuentro con su Lex, nunca en la vida había usado la tan famosa velocidad Kryptoniana pero gracias a ella le tomó solo quince minutos cruzar once kilómetros. Ese tipo de energía solo la podría usar una vez más en todo su vida. Era algo que solo se podía usar tres veces, la primera la usó para llegar a tiempo al nacimiento de Conner.

Al primero que vio fue a Jack; abrazándose, con la cabeza gacha intentando explicar algo a Jon. La respiración agitada del alfa llamó la atención de Jack quien hizo una mueca y un ademán apuntando a la habitación como única respuesta.

Dió los últimos pasos que le faltaban hasta la puerta y se encontró con una imagen desgarradora: su amado Lex acostado de lado, vestido con una bata hospitalaria, pálido como una hoja de papel, con los ojos rojos, las mejillas empapadas de lágrimas, conectado a una venoclisis y abrazándose al borde de la cama.

—C-clark... —en ese momento Lex todo lo que quería era levantarse y correr a los brazos de su amado, pero no tuvo que mover un dedo, Clark rápidamente acortó la distancia y lo acunó entré sus brazos besando su rostro— no quiero perderlo. No lo soportaría una segunda vez.

Oh el secreto más grande que se habían guardado, habían ya perdido una vez un hijo. Y para ser sincero era algo de lo que nunca te recuperabas. Aquél bebé se había dado, era una niña y era preciosa con el cabello rojo  y los ojos verdes como Lex, la tuvieron justo un año después que a Conner y fue un parto en casa, se llamaba Alexis. Era una niña beta normal, era linda, gordita, con pulmones fuertes... Es por eso que fue una sorpresa angustiosa cuando Lex se levantó a media noche a revisarla y la halló muerta en su cuna.

Esa noche fue la más espantosa de sus vidas. El medico de la clínica en Smallville les intentó explicar la muerte de cuna, pero eso no evitó que Lex se culpara.

Era un tema del que nunca hablaban, dolía demasiado para ser hablado.

Y ahora otra vez iban a perder a un bebé, y Clark debía ser más fuerte que nunca porque tendría que convencer a Lex de dejarlo ir, de que se había acabado antes de empezar, que no podían conservar a su hijo.

Afuera y por su lado Jack pronto vio llegar a la única persona de confianza a la que se le ocurrió llamar; Oswald Cobblepot. Se veía raro, normalmente Oswald era delgado como un palillo pero... Ahora parecía estar engordando y muy rápidamente, estaba ancho y sus caderas eran los más grande de su cuerpo. Por la autoestima de su amigo decidió no decirle nada al respecto.

—¡Tío Oswald! —saludó alegre Jon, amaba a todos los amigos de mamá, eran muy buenos con él y siempre traían dulces o cosas interesantes en  los bolsillos o en las mochilas—

Gracias al peso extra Oswald se acercó cojeando más de lo habitual.

—Vete a casa —dijo el Omega de cabello negro a Jack—, yo me encargaré de Jon, no luces muy bien —eso era un poco mentira, Jack Lucía bien incluso enfermo—. Date una ducha, come algo y regresa mañana. vi pasar corriendo a Clark así que tampoco me quedaré tanto tiempo.

—Eres el mejor, pingüino —se volvió a Jon con una sonrisa y le besó la frente—. Te veré mañana cielo.

—Si tío Jack.

Le dió un abrazo de oso y se fue a casa. Había sido muy dura la estancia en el hospital, se sentía muy agotado, con sueño, y ese olor asqueroso a medicamentos y cloro aumentaron sus náuseas. Estaba preocupado por Lex, pero sabía que el pelirrojo solo necesitaba de Clark y de nadie más, la lucha era de ellos y debía dejarlos resolverlo solos.

Ahora lo único que quería era meterse a una tina con burbujas, velas, una copa de vino y música de jazz. Pero no tenía tina y en casa solo tenía un licor barato que un buen tiempo atrás fue olvidado por Nygma en su casa, esa cosa era tan fuerte que su amigo le prometió que podía dejar ciego a cualquiera.

Lo pensó bien y de camino a casa compró una botella de vodka y tres cajas de bombones cubiertos de chocolate, tenía un antojo terrible por chocolate. Iba tan cansado que no se dió cuenta que en el camino los alfas no lo voltearon a ver como siempre, o que su aroma había comenzado a cambiar, ni se detuvo a pensar en el motivo desconocido del porque cuando entró al metro varios pasajeros quisieron cederle el asiento. Tampoco le pareció la gran cosa que una mujer beta intentará pagar por él su boleto.

Solo siguió su camino, lamentándose por dejar el auto en casa de Lex. Una vez en su departamento tomó una ducha con agua caliente, se puso el pijama para estar cómodo, y cuando iba a abrir la botella de vodka alguien llamó a la puerta, guardó el vodka en el gabinete de abajo tras los productos de limpieza. Si era alguno de sus amigos el alcohol solo les haría quedarse más tiempo y no estaba para atender a borrachos. Pero cuando abrió la puerta no era ninguno de sus amigos, era el niño de la otra vez, y lo recordaba bien porque no era muy usual en su persona prestar atención a otros niños fuera de Jon y su hija.

Damian ya tenía un plan, no era estúpido, si quería ser recibido lo mejor que podía hacer era apelar al instinto maternal natural que tenían todos los omegas con o sin hijos que despertaba después de los veinticinco años. Le pidió ropa prestada a Colin, así que iba como todo un chico de la calle, además olía ligeramente a Colin, osea como alfa. Y tenía también suerte de haber sido registrado dos veces al nacer, la primera por su abuelo Ra's como: Damian Al Ghul, y la segunda que era la válida y legal por sus padres como: Damian Bruce Wayne. Tenía el acta que lo ponía como un Al Ghul en sus manos. El apellido Al Ghul era un apellido de mafiosos, estafadores y delincuentes, así que no sería raro ver a alguien como él huyendo de casa.

Antes de llegar al departamento del mayor hizo varias carreras subiendo escaleras para parecer cansado, se tiró intencionalmente de una ladera en el parque para quedar sucio y herido ligeramente, incluso se expuso a un auto que bien pudo atropellarlo para que se pudiera oler el miedo en su cuerpo. Y eso fue lo que vio Jack. Un niño Omega, con las mejillas raspadas y la cara sucia, con ropa de segunda remendada, con los pantalones rotos en las rodillas dejándolas ver heridas y aún sangrando, sudando, con olor de alfa encima y con un olor de miedo muy evidente.

Fue un golpe bajo. Jack se recordó así mismo a los ocho años en condiciones parecidas y lágrimas en los ojos llegando a la comisaría a denunciar como es que su madre lo vendió al mejor postor entre sus amantes para que lo violaran.

—S-se que no nos conocemos mucho pero...

Damian no tuvo que terminar de hablar para que Jack lo hiciera entrar a la casa y cerrará la puerta con llave tras él. Jack estaba temblando, pero se tomó un respiro para controlarse. Luego fue por el botiquín del baño y regresó para curar las heridas del menor.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Jack para distraerse mientras levantaba los pantalones del niño para limpiar la sangre— debes tener un nombre.

—Damian Al Ghul.

Oh Jack conocía a los Al Ghul, las peores personas del mundo. Una vez intentaron secuestrarlo para convertirlo en prostituto. No pudo más que imaginar las cosas nada bonitas que Damian habría pasado para llegar allí.

—Yo me llamó Jack Napier, tú dime Joker, señor J. Como más te guste —una vez limpias las rodillas tomó una toalla y le limpió la cara— ¿Cómo me encontraste?

Una extensa búsqueda en Internet y sobornos a Colin y sus fuentes.

—Te vi entrar al edificio y te seguí...

—Llevo un rato aquí, ¿Por qué no tocaste la puerta antes?

—No quería molestar...

Jack colocó una mano en el cabello del menor y lo devolvió.

—Aquí no hay nadie a quién molestar.

—¿No tienes una pareja aquí?

Una pregunta razonable, cuando él tenía esa edad le tenía miedo a todos los alfas. Podían ser muy mezquinos con los niños ajenos, muy territoriales o... Querían someterlo.

—No tengo ninguna pareja, aquí vivo sólo yo. ¿Quieres tomar un baño?

—No tengo ropa extra

—Hay ropa de tu talla en el armario del baño. Tengo un sobrino que se ha quedado aquí un par de veces y siempre olvida sus cosas. Ponte un pijama, puedes dormir aquí.

Damian asintió con la cabeza y fue directo al baño con una sonrisa, su plan estaba funcionando. Todo eran etapas, actualmente solo quería conocer a Jack.

El mayor no mentía, había una gran cantidad de ropa de niño en el armario, hasta había un paquete de ropa interior nueva cerrado, gracias a los cielos. La ducha le hizo bien, no se tenía que ser un genio para adivinar que Damian y la mugre no eran compatibles, y el pijama verde que tomó olía realmente bien, no era el perfume natural de Jack en la ropa que lavaba, era otra cosa, el aroma de ese chico probablemente, y para comprobarlo tomó una camisa del canasto de la ropa sucia para comprobar la diferencia de olores.

Para suerte de Jack y Damian, los niños no detectaban el nuevo olor que emanaba de Jack. Ese olor no lo empezaban a oler hasta después de la pubertad. Y Jack seguía sin darse cuenta.

Cuando Damian salió del baño se encontró con la televisión puesta en las caricaturas, dos tazas de chocolate caliente con bombones y pizza. Nunca había hecho algo así, ni con Dick. Se sentó al lado de Jack quién por instinto le puso un cobertor encima y lo abrazó, Damian se dejó recargar contra el mayor disfrutando de la cercanía.

No fue mucho tiempo, y bien todo era por lastima o instinto. Qué más daba, nunca en su corta vida había tenido algo tan real, Damián estaba seguro, que importaba si su padre era un perfecto idiota... No lo necesitaba, Damian quería una mamá, y Jack era esa mamá.

Se quedó dormido a la mitad de buscando a Nemo. Y se despertó solo un poco al sentir como Jack lo recostaba en el cuarto de invitados, lo arropaba y le daba un beso en la frente antes de irse.

—Buenas noches mamá —soltó Damian a solas antes de volver al mundo de los sueños—.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).