Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

RENACER [1872!Stony] por WooHo Shin

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

«El miedo te embarga cuando menos lo esperas. Es como si siempre estuviera ahí, listo para atacar y, a consecuencia, paralizar tu cuerpo y mente en un mismo lugar, sin saber de qué manera seguir actuando»

 

***

 

El aturdimiento dentro de su cabeza era como el pan de cada día. Lo convertía en un revoltijo de temblores y malos ratos. Odiaba la sensación, y aun así, nunca hacía nada para cambiarlo. Porque más que aquello, Tony odiaba saber con exactitud lo que ocurría a su alrededor, en ese pueblo bordeado de desierto llamado Timely.

La bulla alrededor llenó sus oídos, las palabras difícilmente coherentes para su mente alcoholizada burbujearon en el aire como espesas manchas.

—Stark — ¿ese era su apellido, verdad? Porque con sinceridad apostaría que hasta aquello se escuchaba confuso— Stark, en el nombre de Dios, deberías dejar de seguir haciendo este tipo de mierdas.

Quienquiera que fuera hablaba como si no ocurriera absolutamente nada. Como si lo cometido apenas un día atrás fuera una mañana más con una muerte más que el pueblo entero, siempre indiferente, decidió olvidar.

—A veces odio su constante olvido. Ya lo dije antes, este pueblo está condenado solo por la gente que la habi... —su voz se atoró donde su garganta comenzaba; y sus ojos, imposiblemente abiertos, dejaron mostrar el desconcierto en ellos, porque sin duda, lo que sus ojos veían frente a él... no era real— ¿R-Rogers?

El hombre rubio arrodillado frente a él no respondió, limitándose a mirar el rostro del castaño con los ojos claramente decepcionados. Pero Tony, a diferencia de él, solo podía seguir observándolo. Su mente se esforzaba, por ahora, a estar presente en el momento, obligándose a sí mismo a prestar atención a cada detalle y gesto, porque sabía que si estiraba su mano al menos un poco podría ser capaz de comprobar si esa tez oscurecida por los rayos de sol era tan real como parecía.

—Tan solo ayer, te tomaste cinco botellas enteras de whiskey. No entiendo como tu decrepito cuerpo puede aguantar tantos litros de alcohol encima.

Su voz, se dijo mentalmente con calma que era aquello lo que se escuchaba tan real. Desearía no sentirse tan mareado y aturdido. La expresión en su mirada se llenó repentinamente de decepción... acaso ¿aquello era el problema? El cuerpo del rubio frente a él era una alucinación creada por su propia mente.

Otra vez, sintió las ganas de hundirse en su propio infierno.

El cuerpo del rubio se irguió, con la mirada profunda de ojos azules puesta sobre él. El castaño no aguantó el inquisitivo despliegue de emociones dentro de su cuerpo, dejándose caer sobre el piso de madera que crujió por el choque nada suave.

—Hoy tengo un problema que resolver, y no puedo encargarme de eso, y también de ti, Stark. Promete no poner tu trasero en pleitos innecesarios. Es lo último que quiero solucionar este maldito día.

Stark cerró fuertemente los ojos, no pudiendo aguantar más tiempo el ardor en ellos. Si era una broma de su propia mente contra el mismo, tenía que parar justo ahora. Porque él sabía que aquel día que Steve fue anunciado muerto era muy real; y esta escena, frente a él, no lo era.

No podía serlo.

Tony, muy ensimismado en sus pensamientos, no fue capaz de ver la mirada que le dirigió Rogers llena de emociones encontradas que el propio rubio no dejó que se notaran.

—Iré por Red Wolf. Haz lo mejor que sabes hacer —Tony sintió la molestia que expedía Rogers atravesarle cada poro en su piel, era tan nítido que le hacía dudar de varias formas diferentes sobre aquella situación que su mente recreaba con exactitud—: Nada.

Y se fue.

Tony recordaba aquellas palabras. La mañana de ayer las escuchó igual de turbias que ahora. Tapó su rostro con sus dos manos, aborreciendo su suerte y su vida. Esa misma escena le atacaba, ahorcando sus ideas al demostrarle que su único error aquella vez fue no hacer nada para detenerlo. Sabiendo, igual que todos en aquel pueblo, que Steven cometería una locura.

De esas que eran tan casuales en él.

Nadie quebraba sus convicciones e ideales, menos personas que se creían con el poder de poner su presencia por encima de la justicia que tanto él defendía.

Su cuerpo, se sentía tan exacto como Steve lo describió, el mismo se sentía decrepito y viejo, a pesar de su joven edad. La vida de un inventor no es fácil, te hace ver lo que la ambición de poder convierte a las personas. Personas que buscan paz y libertad convertidas en solo un tumulto de codicia y venganza, personas que ya nada más les importa que ellos mismos. Tony vivió rodeado de esa gente por mucho tiempo; y, a pesar de que se dijo que era mejor vivir en aquel pueblo olvidado, la verdadera historia es que nunca ha podido disfrutar de aquel lugar escondido en el desierto como se debe, porque entre whiskey y brandy barato, era casi imposible saber lo que le rodeaba.

Sus débiles párpados se volvieron a cerrar. Hundirse justo ahora en un sueño profundo parecía la mejor opción de todas.

Aún puedes cambiarlo.

La frase resonó en su mente. Pero él no creyó. De todas formas, él inventó aquella máquina, y sabía lo vil que podían resultar algunas respuestas. Varias de ellas jamás serían precisas, y estaba bien, porque siendo la primera vez que leía un papel de su propio invento decidió no creer.

Cambiarlo.

Sonaba tan fácil. Quizá mañana, cuando su cabeza no doliera como ahora. Cuando sus pensamientos no rebotaran de un lado a otro dentro de su mente con insistencia que no le agradaba pero sabía aguantar.

Porque...

Ya no existía un rumbo fijo para él. Lo que decidiera hacer de ahora en adelante se convirtió, desde hace un día, en solo un continuo pasar de las horas, una tras otra, sin importancia. Como ahora, que dejó que su mente se relajara, rodeándose de la tranquilidad que su cuerpo exigía poseer y, que al obtenerla, le sirvió para que su respiración se calmara lentamente, dejando con ello a su conciencia descansar por un tiempo.

Pero no duró lo suficiente, lo supo al escuchar cerca del mediodía una voz llena de furia que rugía con gravedad.

—No necesitas ocho pistolas, si apuntas bien, Otto —Tony podía oírlos a través de la madera y poco le importó. En ese pueblo desértico las muertes eran de lo más cotidiano. Además, a él nunca le afectaba aquello.

Mentira.

Su cuerpo se irguió tan rápido que siento un claro tirón en su nuca, y el pronto mareo atacarle.

—El plomo es barato, Sr. Lester. —el castaño empujó su cuerpo con esfuerzo aproximándose al borde de la ventana más cercana a él, que le dejaba ver el acto exacto justo frente a sus narices.

Él solo era capaz de escrudiñar con sus ojos grises la mirada furiosa de Bullseye, y su propio ceño se frunció al ver la sombra detrás de aquel hombre que le creó, desde la base del estómago, un horrible presentimiento.

— ¿Dónde está...? —observó cómo Rogers le golpeó desde atrás con la cola del revólver, y el hombre con la diana roja en el centro de su frente se encogía de dolor.

— ¡Justo aquí! —Tony se dejó caer a un lado, con sus dos brazos pegados a su cuerpo con fuerza.

Se sentía tan real. Pero sabía que no lo era. No podía serlo.

No podía serlo.

—Podías haberte ido, Rogers. Ahora te colgaremos en la calle.

—Ya cállense —sus dedos presionaron contra sus sienes. Harto de escuchar las voces tan cerca de él.

—Lester tenía razón, gordito —esa voz en especial debía de comenzar a callarse—. Una bala bien dirigida cada vez es mejor.

Otro disparo.

No aguantó más y empujó su cuerpo hacia arriba, obligándose a sí mismo a presenciar lo que sus ojos tan necios insistían aún en ver. Le sorprendía la claridad frente a él, la precisión y el rugido molesto en su pecho que le prometía peores cosas. Que a él solo le bloquearon, su cuerpo negándose a actuar cuando vio como esa escena se repetía. Tan real, tan palpable.

Que dolía.

—Tira el colt que dicen llevas en el chaleco —Bullseye así lo hizo, disimulando la sonrisa de sus labios en una mueca leve, que él era capaz de ver desde donde se encontraba—. Despacio.

—Te arrepentirás, Rogers.

—La pena no fue hacerlo antes.

Rogers giró su cuerpo, alzando los brazos en dirección a esa casona de tres pisos donde, en el último, se podía ver a través de los vidrios de la ventana la imponente figura de Wilson Fisk, quien observaba alegre la escena. Nada parecido a cuando uno cree que perderá porque, obviamente, Fisk no lo creía.

— ¡Fisk, baja aquí!, ¡Estás bajo arresto por obstrucción a la justicia! ¡La ley afecta a todos! ¡Todos en Timely, salgan!

—No. No. Cállate, Steven.

A Tony dejó de importarle que para su mente todo aquello era una ilusión. Era ahora el justo momento para actuar bajo lo que él aun creía correcto.

— ¡Podemos recuperar el gobierno ahora!, ¡Durante mucho tiempo hemos mirado a otro lado!, ¡Roxxon, Fisk y sus malditos asesinos nos atemorizaron! ¡Salgan de las casas!, ¡Salgan! ¡Pidan ser libres! ¡Digan "no" al robo de tierras, digan "no" al robo de agua!

— ¡Steven!

El nombrado volteó con rapidez, con la preocupación palpando cada fibra entre su piel. La voz desgarradora que llegó a escuchar escapando de los labios de Tony le alertó. Imaginando por un segundo que el peligro del momento se había extendido hasta el castaño. Dañándole.

Pero el verlo correr en su dirección, con sus brazos extendidos hacia él y la clara señal de angustia en sus ojos grises, solo le generó la más genuina confusión.

Y luego... Un disparo más que nadie supo evitar.

El movimiento veloz de la bala atravesó el pecho de Steve. Y el plomo al chocar con la insignia logró empujarla lejos de cualquiera. Tony corrió lo poco que lo separaba del rubio cayendo de rodillas junto a él. Sus manos temblorosas lo acogieron, aferrándose a sus prendas con fuerza. En este fragmento de imaginación Tony fue capaz de ver los ojos del rubio, que le miraron como si fuera la primera vez, con un genuino desconcierto en sus ojos que se convirtió un poco más abajo en una sonrisa difícilmente construida.

—Solo tú creías en esa estrella en tu pecho — La agria voz se escuchó lejos de cualquiera de los dos, cegando sus mentes, maltratando dentro de su pecho por la indiferencia obtenida. En este pueblo siempre era lo mismo, y detestaba aquello. Volteó a verle de reojo por unos segundos, y luego sus irises enfocaron nuevamente sobre Steven y su lacio cabello rubio que se ondeaba por el viento.

Había varios factores que le hacían dudar. Si era un sueño más, quería que se acabara ahora.

—Vete al infierno —murmuró, con el palpable desagrado en su voz.

—Bueno,... tu amigo primero.

Steve le sonrió luego de largos segundos cuando su mirada volvió a enfocarse en él, con sus dientes y labios manchados de sangre. Tony tragó duro, sabiendo lo que significaba.

Porque en ese pedazo pequeño de tiempo dejó de parecer tan irreal y tan incierto. Y paso de ello a ser el momento en que sus pensamientos le jugaron una mala pasada, porque por un instante... tuvo la capacidad para salvar a Steven.

Y no lo hizo.

—Está b-bien —la voz del sheriff se torció con el pasar de los segundos; y entre las sílabas, sus labios temblaron.

La cierto es que no estaba ni cerca de estarlo. Nada estaba bien ahí. La fría mano de Steven apretando la suya demostraba aquello una y otra vez más, sin descanso. Y la áspera piel que rozaba sus dedos conectó dentro de su mente aquella verdad que no quería decir en voz alta.

Que, absolutamente, nada estaba bien.

Y aun así, quería seguir creyendo que todo era un mal sueño.

 

***

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).