CAPITULO 15
— Dita... no es lo que parece— En aquel instante Ángelo me alejó de su cuerpo mientras trataba de acercarse al peli celeste.
— ¿Enserio?, no creo en nada de eso…Debí esperarlo de ese resbaloso— Al decir eso último me miró a los ojos de manera desafiante— Pero sabes…no vale ni mi tiempo estas aquí, se separó de Ángelo empujándolo, mientras se iba con rapidez por el pasillo.
— Dita..¡Dita! no te vayas— Ángelo terminó corriendo tras el peli celeste, al parecer enserio lo amaba demasiado, mi corazón latía con rapidez y era por aquel susto que había sufrido minutos atrás.
Apoyé la cabeza en la pared, cerrando los ojos , no quería imaginar que pasaría cuando volviera Ángelo, así fue hasta que algo muy estruendoso ocurrió en la calle, al no estar tan alejado del ventanal me acerqué para mirar, y ahí entre un charco de sangre estaba Afrodita, al parecer un auto lo había empujado, abrí bastante los ojos llevando una de mis manos a posarla sobre mis labios.
— ¡No!...No quiero, ya déjame en paz y vete con ese resbaloso — Grité con ira
— Dita…Por favor escúchame…— él tomó mi muñeca deteniendo mi andar, con rabia me zafé de su agarre y al querer cruzar la calle un auto me empujó haciendo que quedara en el piso de asfalto, el rostro me dolía, sentía como la sangre resbalaba de mi frente, no podía mover mi cuerpo, la vista se me nublaba, los sonidos de bocinas y murmullos se iban perdiendo mientras yo cerraba los ojos.
— Dita…Dita…—
Oscuridad y dolor era lo único que podía sentir en ese momento, ¿Cuánto tiempo había pasado?...Solo recordaba el accidente, ahora me sentía incapaz de abrir los ojos, pero al forzar esto, no imaginé estar conectado a una cama de hospital, quise mover el cuello pero el dolor que me atormentaba era punzante, tenía uno de mis brazos vendados, pero algo faltaba en mi cuerpo.
— El bastardo — Murmuré apenas, sonreí de lado— Perdí al bebé— Quise reír, algo que estaba medianamente planeado, había sucedido como un simple accidente.
La habitación estaba oscura, las cortinas estaban cerradas, pero un pequeño chirrido hizo que dirigiera la mirada hacia la puerta, a pesar de estar casi oscuro, pude distinguir los cabellos del hombre con el cual me había casado, era Ángelo.
— Ángelo, mi amor — Murmuré fingiendo mi voz para que sonara más “dulce”
— Dita, al fin despertaste — Con una sonrisa caminó rápidamente hasta mí, para poder tomar mi mano.
— ¿Cuánto tiempo llevo de esta forma? —Pregunté mirándolo a los ojos con mucha atención
— Llevas así unos 4 días, además…el bebé — Un suspiro se hizo escuchar por parte del ajeno.
— ¿Nuestro bebé?, ¿Qué sucedió con el bebé? — Actué mis expresiones, tenía que hacerle ver que “me preocupaba”
— Nuestro bebé está bien mi amor, solo que ahora está en una incubadora debido a que nació prematuramente — Se tomó la frente con la mano derecha— Además de que casi estuvo a punto de morir, por suerte eso no paso — Tomó mis manos y las besó durante varios segundos.
— Así que está bien, eso me alegra — Suspiré, esto no estaba bien, ese bebé debería haber muerto.
— Debemos ponerle un nombre, es tan lindo, se parece a ti mi vida, es un hermoso niño— El brillo en su mirada era notorio a pesar de la oscuridad en la habitación
— Tal vez, debas pensar en ello mi amor, cualquier nombre que tu elijas estará bien— Forcé una sonrisa en mis labios
— Pensé que un buen nombre sería Albafica, queda demasiado bien con nuestro bebé— El pasó uno de sus dedos para arreglar mi melena
— Es un lindo nombre— Trate de sonar felíz pero cada vez que trataba de sonreir me dolía demasiado la mejilla derecha.
— Lo se, aunque ahora debes tratar de descansar, informaré que ya despertaste, regresaré más tarde — Besó mi frente para después desaparecer tras la puerta de madera.
Tras ver a Dita y que había despertado me puse extremadamente feliz, pero me dolía tanto ver las heridas en su rostro, un corte profundo en su mejilla dejaría una cicatriz en aquel lugar, sabía que eso lo haría entrar en crisis…”Se lo vanidoso que es” dije para mí, al salir de la habitación pensé que el preguntaría porque le dolía tanto el rostro, pero en ningún minuto eso sucedió.
— Doctor, ¿Ira a ver a su bebé? — Preguntó una joven enfermera
— ¿He?..Si iba a ir ahora mismo, informé al doctor Rigan que mi Dita ya despertó— Sonreí y ella correspondió la sonrisa para asi luego asentir
— Con gusto doctor Bianco — Ella se fue caminando tranqulamente mientras yo iba al cuarto donde estaban los bebés prematuros, sin duda Albafica se parecía mucho a Dita a pesar de ser tan pequeño sabía que sería igual de hermoso que él.
A pasos lentos llegue a aquel pasillo, por la enorme ventana de cristal pude ver a mi hijo, tan pequeño, demasiado pequeño, con unos cabellos celestes, de piel rosada casi pálida, puse mi mano contra el cristal que nos separaba.
— Mi Albafica, mi bebé, pronto estarás mejor e iremos los tres a casa — Murmuré sin apartar la mirada.
— Es un hermoso bebé, Ángelo — Aquella voz me había sacado del trance en el que había caído
— Mu… — Murmuré y él me interrumpió
— Quise conocer a mi ahijado, se ve muy adorable — La sonrisa en sus labios y ese brillo en sus ojos hacían que su rostro se iluminara en un brillo especial
— Es cierto, además de que se parece mucho a Dita —
— Si, se parece mucho a él, Ángelo…sabes lo de aquel día, es mi culpa, no debí besarte — Se notaba la incomodidad en sus manos que no dejaban de estar inquietas
— No te preocupes de eso Mu, eso ya paso — Dije pasando mi mano sobre su cabeza
Sus ojos verdes hacían notar la dilatación de sus pupilas, me sentía tranquilo con él, habíamos sido amigos varios años y nunca me decepcionó, lo veía como un hermanito a quien debía proteger con todo mi corazón, pero no podía corresponder a lo que él sentía, mi corazón ya había sido robado por Dita.
Continuará…