Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Siberia recognizes his beauty. por Bombagrash

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Qué taaaal, cómo va todo.

Siento la demora. 

Espero lo disfruten. :)

1

 

Aqyan estaba drogado.

Bailaba con tal desenfreno que la gente empezaba a hacer un círculo alrededor suyo, incitándole a moverse más, de esa manera descarada y atrevida, tan propia de él.

Los chicos le miraban con interés, y algunas chicas envidiosas de la atención que recibía, intentando llevarse del lugar a sus amigos.

El castaño se acariciaba el rostro, la cintura y las caderas mientras se movía despacio pero raudo en cada nuevo ritmo que su cuerpo reconocía de las canciones. La música pop era sin duda su preferida para bailar.

Un par de chicos se acercaron a él, uno hacia el frente y otro por detrás, acorralándolo y aprovechando su estado semi inconsciente para acariciarle, tomándole de la estrecha cintura que ya había sido descubierta gracias a la excentricidad de su baile.

Mateo apenas estaba llegando cuando escuchó toda la algarabía que el castaño estaba causando al centro de la pista de baile, llamando la atención como siempre. No le interesó que Luka esté más desubicado y perdido que de costumbre; lo jaló consigo en búsqueda de su ansiada conquista, y lo que vio no le gustó a ninguno de los dos.

Dos sujetos, bastante morbosos a su parecer, intentaban besarle y hacerle beber un poco más, mientras Aqyan se resistía, sólo bailándoles, restregando con descaro su cuerpo sobre la entrepierna de uno de los muchachos, dejando ver lo excitado que este último ya estaba. El de al frente, persistía en robarle un beso, apenas alcanzando el blanco cuello.

Y Aqyan sólo bailaba, como si nada le importase, como si dos hombres no estuviesen intentando ultrajarlo frente a todo el mundo.

-          Esos hijos de puta.

-          Mateo, espera. –le detuvo del hombro, rogando porque no cometiese alguna estupidez. –Espera, ¿qué quieres hacer? Vas a meterte en problemas, cálmate.

Luka ni siquiera sabía qué estaba haciendo ahí. Sin embargo, el sólo hecho de ver a Aqyan moviéndose de esa manera le recordó (casi de forma inconsciente) por qué había ido al final de cuentas.

Mateo le miraba exasperado, zafándose un segundo después de que terminase de hablar para lanzarse contra el castaño, jalándolo fuera del lugar y llevándoselo a un sitio más calmo. Aqyan apenas y era capaz de caminar, lento sin embargo, no era capaz de abrir totalmente los ojos, empezando a asustar a los chicos, y al resto de personas que le veían ser arrastrado fuera de la pista de baile.

El baño era hasta el momento, sorprendentemente, el único lugar vacío, libre de parejas o gente que necesitaba una dosis de algún tipo de droga. Y fue ahí donde creyó Mateo que Aqyan se recuperaría, al menos un poco.

-          Lo hubieses dejado bailando, quizás hasta se ponía a bailar contigo. O a bailarte.

-          Aqyan, ¿cómo te sientes? ¿estás bien?

El más pequeño sólo reía, mordiéndose los labios tras cada larga risa. Parecía un muñeco de trapo, sin la capacidad suficiente de sostenerse por sí mismo.

Como pudo, logró sentarse junto al lavabo, observando risueño a ambos chicos, que no sabían qué hacer más que ponerse nerviosos por el estado de estupor del castaño.

-          Tengo sed. Tengo demasiada sed.

Murmuró, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, respirando como si le costase pasar un poco de aire por la seca garganta. Se podían ver los rasguños en el cuello que los otros dos con los que bailó le habían provocado, causando una mezcla de emociones en Mateo, entre celos y rabia.

-          Traeré un poco de agua. Luka, ¿puedes…? Por favor.

Solicitó, refiriéndose con una sutil mirada al cuidado de tan problemático chiquillo, dejando al hombre de Siberia sin opción a más cuando cerró la puerta del baño, casi corriendo a buscar un poco de agua purificada entre tantísimas botellas de alcohol.

Cuando Mateo dejó la pequeña habitación, Luka volteó hacia el castaño con temor de que esté ya desmayado, sin embargo su sorpresa fue mucha al encontrarse con un par de enormes ojos azules abiertos, observándole directamente.

-          Creo que estoy sangrando.

-          ¿Dónde?

Aqyan aún estaba drogado, y precisamente era esa situación, lo que le permitía ser aún más siniestro y osado de lo que era ya cuando estaba totalmente consciente.

-          Detrás del cuello, está empezando a arder.

-          Buscaré algo en el botiq–

-          No, revísame. Por favor.

Su mirada suplicante y su gesto sumiso le hacían verse indefenso, incluso tímido de las enormes manos de Luka, que indecisas, se acercaban hasta él, sintiendo la piel increíblemente tersa y tibia.

Buscó la cercanía suficiente para encararle, buscándole en sus profundos ojos negros, tan misteriosos como él mismo. Respiraba de su mismo aliento, y contaba los segundos para que sus narices se rocen, mientras que los latidos de ambos, acelerados, se podían oír en toda la habitación.

Tomó su camisa blanca entre sus manos, y le jaló hacia él con la fuerza que aún le quedaba, atrapando el resto de su cuerpo con sus piernas suspendidas.

Luka no se quejaba, al parecer iba bien.

Cuando le besó, no esperó que el pelinegro le tomara con tal decisión.

Sujetó su castaña cabellera hacia atrás, y fue el primero en colar su curiosa lengua al interior de la suya, incitándole a besarle con mayor fiereza, casi pidiéndole que le arranque los labios.

Se besaban con desesperación, como si hubiese sido aquel, el momento más ansiado por ambos. Aqyan soltaba pequeños gemidos durante el beso, mientras que Luka aventuraba sus manos al interior de la camiseta del castaño, acariciando esa estrechísima cintura que ya varias veces se había dejado ver.

Quería conocerlo, quería experimentar más allá de lo que él mismo se estaba negando.

Empujado por una fuerza mayor, Aqyan saltó de su asiento, y se arrodilló frente a Luka, estirando un brazo para colocarle el seguro a la puerta.

Actuaba en cámara lenta, tentando la paciencia del alto, como si esperase una acción evasiva. Sin embargo no sucedía. Luka sólo le miraba perdido, con los labios entreabiertos y la respiración errática, ayudándole incluso a quitar su cinturón lo suficiente para que el castaño continuase con su travesura.

Aqyan se relamía los labios ansioso, mirándole desde abajo con las pupilas dilatadísimas, y las mejillas tan rojas que parecía que hervía.

Cuando finalmente encontró lo que tanto buscaba, besó la humedecida tela del bóxer, sin dejar de mirarle, mientras sus manos deslizaban el jean hacia el suelo, preparándose y sujetándose de las firmes piernas.

Un largo jadeo salió de la boca del pelinegro cuando el castaño liberó un poco de su erección, succionando el mojado glande, continuando con el resto de talle. Le dejaba ver su lengua deslizarse suave por este, como si saborease un helado. Un helado largo y palpitante.

Y Aqyan le sonreía mientras dejaba cortos besos a lo largo del robusto miembro, regalándole una última sonrisa antes de meter toda la extensión en su húmeda cavidad, probándole por completo como tanto había deseado.

Su cabeza empezaba a moverse a un ritmo suave, mientras una mano acariciaba los cargados testículos. Luka no podía siquiera pensar en su propio nombre. Ni siquiera sabía ya, dónde estaba.

Con el mínimo de fuerza que le quedaba aún en el cuerpo, el pelinegro empezó a guiar la castaña cabellera hacia su entrepierna, sin imponerle ritmo alguno, simplemente disfrutando de la tersura de su lengua y lo caliente que se sentía. Sus mejillas le acariciaban, empezando a succionarle con mayor destreza. Podía oír a lo lejos como Aqyan parecía esforzarse por mantener todo dentro de su boca, ahogándose un poco, intentando recuperar el control una y otra vez.

No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado ya, pero la presión y el dolor punzante finalizaron sin previo aviso, llenándole la boca al castaño de su espeso y blanco líquido, provocando una arcada más.

Aqyan aún le saboreaba, observándole nuevamente, mientras terminaba de tragar todo lo suyo sin ningún tipo de asco, simplemente disfrutando la sensación y los gestos de su amante.

Cuando tocaron la puerta, Luka salió de su trance en menos de un segundo, observando todo a su alrededor, y al castaño aún con su miembro dentro de su boca.

Se levantó con esa sensualidad propia, y volvió a sonreír, mientras le mostraba cómo se llevaba a la boca los restos ajenos en las comisuras de sus labios, girándose a lavar su rostro, mientras que el pelinegro arreglaba sus ropas tan rápido como sus manos nerviosas le permitían.

Al abrir la puerta, Mateo les miraba curioso, quedándose con las palabras en la boca. Algo le decía que ahí había pasado algo. La cara roja de su amigo y la aparente recuperación del castaño no podían haber sucedido tan de repente. Luka incluso parecía sudar.

-          ¿Todo bien? ¿Te sientes mejor?

Le cuestionaba, servicial aún, con el vaso de agua fresca en una mano y su chaqueta en la otra, casi diciéndole que era hora de que se marchasen.

-          Mucho mejor, Luka me cuidó.

Era una lengua peligrosa, Luka estaba seguro de eso.

Le observó beber el vaso de agua sin detenerse, hasta terminar para relamerse los labios sin dejar de observarlo, provocándole.

-          Los dejo solos.

Y huyó, inseguro de hacerlo o no, forzando sus piernas a salir del pequeño cuarto.

Aqyan le observó con decepción, mientras se colocaba su chaqueta de cuero, e ignoraba a Mateo, todavía intrigado.

Se despidió con excusas tontas, y salió disparado del lugar, buscando a un pelinegro ‘cobarde’ que se había atrevido a dejarle solo luego de lo que habían hecho. Ambos.

El castaño sonrió para sus adentros. Sabía ahora, que le gustaba. Que al menos, no le era tan indiferente como creyó en un principio.

Cuando apenas llegaba a la entrada, vio la camioneta negra arrancar hacia la avenida, preguntándose qué tan asustado o confundido estaría el supuesto ‘homofóbico’ para salir con tanta prisa del lugar.

Volvió a reír, y encendió un cigarrillo, caminando hacia su casa, ya sin más nada que le importase por esa noche.

 

2

 

-          No puedo creer que hayas llegado así, Luka. Estoy muy decepcionada. No sabes todo lo que tuve que hacer para que tu padre no te vea. Eres un irresponsable.

Y seguía, taladrándole la cabeza.

Luka se retorcía entre sus sábanas, cubriéndose la cabeza, empezando a sentir el hedor propio.

Su madre tenía razón.

Olía mal, apestaba a alcohol. Ni siquiera se había quitado la camisa para dormir. Mucho menos el pantalón.

Lo peor de todo, era que ni siquiera recordaba cómo había llegado a su casa.

Y por qué estaba tan ebrio, si no recordaba haber tomado una sola gota de alcohol.

¿O sí?

-          Ve a ducharte, por favor.  

-          Mamá, espera.

Y sintió que su estómago se saldría por la boca en ese mismo momento.

Tragó en seco, sintiendo aún el sabor del licor, relamiendo sus labios secos.

¿Qué había pasado?

-          ¿Cómo llegué acá?

Su madre quería matarlo, podía verlo nada más en la forma en que se movía hacia él, amenazante.

-          Tú me llamaste, Luka. Estabas metido en un bar de mala muerte. ¿Cómo se te ocurrió? Alguien pudo haberte visto, ¿no sabes que tenemos una reputación que cuidar?

Y continuaba, haciendo que su hijo se arrepintiese de haberle preguntado.

Se levantó con tanta pesadez, que escuchar a su madre quedó en segundo y último plano. Pasó de largo hasta el cuarto del baño, y se desvistió batallando consigo mismo y su desequilibrio.

El agua tibia le permitió abrir un poco más los ojos sin dolor, y los recuerdos empezaron a construirse lentamente en su cabeza, borrosos sin embargo, le dejaron ver el desastre que había sido su noche a causa del castaño.

***

Su mente era caos.

Sabía que estaba huyendo, aunque una parte pequeña de él, sentía aún mucha curiosidad.

Mientras se perdía camino a quien sabe dónde, claramente desviándose de su camino a casa, recordaba los enormes ojos azules observándoles complacientes mientras la dulce boca le engullía, obligándose a cerrar los ojos y sacudir la cabeza, como si aquello le permitiese olvidar aquello que su cerebro parecía querer recordarle con tantas ganas.

Un letrero neón gigantesco apareció de repente en medio del camino, llamando su atención por lo calmo que el lugar se miraba a pesar de la excesiva publicidad con la que contaba.

Creyó que sería un buen lugar para… disipar un poco los recientes sucesos.

Al entrar, una mujer de alrededor de 30 años le recibió carismática, invitándole a sentarse en alguna de las pocas mesas disponibles. Después de todo, esa publicidad parecía funcionar, pues el lugar estaba bastante lleno.

Su asiento, algo apartado del resto, le permitió la tranquilidad necesaria para revisar la colorida carta y pedir un par de tragos que tenían presentaciones bastante curiosas. O era quizás, su poca costumbre de visitar esa clase de bares.

Bebió despacio, sabiendo de su poco manejo sobre el alcohol y su dificultad para distinguir entre los que le mareaban muy rápido y los que podía tomar sin tanta preocupación.

Luego de unas cinco copas de un licor dulce, empezó a sentir la necesidad de ser sincero consigo mismo, siendo interrumpido una y otra vez por unos ojos azules lujuriosos, que le observaban desde el suelo, pidiéndole que se entregase.

Luka cerró los ojos, y se replanteó la situación.

Ahora que sabía que le deseaba, que ya no era una pequeña espina atravesada en su curiosidad, quería más. Quería más de Aqyan. Felizmente, en su estado semi inconsciente era capaz de reconocerlo, y medianamente alegrarse por eso.

No dejó de beber aun cuando la camarera le miraba ya avergonzada, preguntándole si prefería un vaso de agua antes que otro vaso de alcohol.

No tenía la capacidad de pronunciar, ni siquiera mentalmente, que había lo posibilidad de que sea homosexual, pero podía ahora, totalmente ebrio, reconocer que lo disfrutaba.

Cogió el teléfono como pudo, con un tonta sonrisa que hizo reír incluso a la camarera, pendiente de que su cliente no desfallezca ahí mismo.

-          Me gusta alguien. –le decía entre sonrisas, demostrándole que, incluso alguien totalmente alcoholizado y desgarbado como se veía, seguía siendo muy atractivo. –Es un chico.

Confesó, mostrando propios gestos de sorpresa, riéndose y continuando en la batalla de coger el teléfono y pedir que alguien le lleve a casa.

Desilusionada, la camarera terminó de llevarse las copas ya vacías, marchándose casi enojada, no dispuesta a regalar una mínima muestra de coqueteo otra vez.  

Luka sin saberlo, llamaba a su mamá, avisándole que estaba en un bar, dándole incluso el nombre, lo que hizo probablemente, más fácil su búsqueda.

Uno de los agentes de seguridad que solía resguardar la casa, le llevó a rastras al interior de un auto, para dejarle dormir tanto como su cuerpo le pedía en ese momento.

***

Al salir de la ducha, sintió todas sus alarmas internas dispararse.

¿Qué había hecho?

Aqyan no podía ser de su interés. Mateo lo mataría.

Revisó el teléfono, apenas con un diez por ciento de batería, encontrando mensajes de Mateo, preguntándole si estaba bien, y por qué se había ido tan de repente.

Vaya que era un mal amigo.

Entre las notificaciones, encontró una solicitud de Instagram, asustándose al reconocer la sugerente foto de perfil de su nuevo contacto.

Era Aqyan, comiéndose una paleta de helado, y dejando que este de derrame por su barbilla, todo mientras observaba a la cámara, sonriente.

La mayor parte de él, le gritaba que no era una buena idea, para nada.

Pera esa parte suya que había sido liberada una noche anterior, aceptó la solicitud, enviándole rápidamente un mensaje antes de arrepentirse.

“Hola.”

Y aventó el teléfono, volviendo a huir, arrepintiéndose en el camino y a la misma vez, esperando su respuesta.

Notas finales:

Me encantaría leer sus comentarios u opiniones. 

Gracias, nos leemos la próxima semana. :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).