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Patético por Mc-19051

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Notas del capitulo:

Perdón por la tardanza, la universidad me está matando ;-;

Costumbre y apego.


Un par de semanas habían pasado desde ese  ‘incidente’ y ambos parecían haber regresado a la dinámica que tenían antes de la cita pero con varias diferencias.


Una de las más notorias era el romanticismo que tenía Jhon para con Lerroy, al punto que el moreno le había empezado a enviar poemas —obviamente en forma de post-its— sacados de cualquier lado de internet pero que se los entregaba con aquella pasión cómo si hubiese sido él el que los hubiese escrito en primer lugar.


Obviamente Lerroy simplemente le seguía el juego, todo con mantener a su fuente de ingresos favorita cerca y tampoco era tan cruel cómo para rechazar esa muestra de cariño; o ganas de follar, no sabía identificar realmente las intenciones de Jhon para con él, pero si así podía venir y darse el lujo de llegar al micro-apartamento  del moreno y pedirle comida sin ningún tipo de vergüenza; por él estaba perfecta esa nueva dinámica que tenían.


Ya ni siquiera tenía que seducirlo; sólo con fingir que era su pareja bastaba. Lo único que le molestaba era ver cómo Jhon se resignaba con tan poco; era un pendejo enamoradizo y Lerroy sabía mejor que nadie lo que a los pendejos enamoradizos les pasaba.


Un corazón tan grande, fácilmente se rompe.’ Era su eslogan para con Jhon. Sabía que el moreno estaba desbordándole todo su amor  —o ganas de follar disfrazadas—  sin recibir casi nada a cambio y eso en algún punto hastiaría al perdedor ese y lo dejaría para seguir acosando a la carne fresca.


Lerroy no se sentía celoso, no era quién para sentir celos porque al fin y al cabo vivía de vender su cuerpo ¿Qué  podría reclamarle a Jhon respecto a ‘fidelidad’ cuando él era el infiel? Exacto, absolutamente nada. Sólo le molestaba que mirase a esa forma tan extraña; cómo si ellas fuesen lo más hermoso del mundo.


Mirada que Jhon le dedicaba en un inicio. Lerroy supuso que el moreno ya no lo veía tan lindo después de tener casi un mes con su —entre muchas comillas— relación.


El castaño suspiró y se abrazó a sí mismo; aún quedaban rastros de la golpiza que le habían dado y no quería regresar tan pronto al trabajo, le daba miedo que viniese otro imbécil y le robase su esfuerzo.


También sabía qué Jhon en cualquier momento se cansaría de él y ya no podría llegarle de lo más campante al moreno a pedirle comida… Quizá… Sólo quizá podría buscar un trabajo diferente, aprovechando el aventón que Jhon le estaba dando.


Pero ¿Quién le daría trabajo a una puta que ni había terminado el bachillerato? Suspiró con cansancio descartando la idea.


Mientras tanto, Jhon —cómo siempre— no sabía qué hacer. Le habían asignado una tarea distinta de la habitual. Cuidar las espaldas de un compañero mientras éste se iba a hacer cosas de importancia.


Observó la computadora, algo confundido ¿Qué tenía que hacer exactamente? ¿Hacer un presupuesto? ¿Conseguir las ganancias de la empresa? Se rascó la barbilla, viendo la hoja de Excel frente a él; estaba en blanco, no habían datos ni nada que le indicasen qué hacer.


Entonces  Jhon se preguntó ¿Por qué de todas las personas a las que le pudo haber preguntado su compañero, tuvo que preguntarle a él? El moreno fácilmente podía irse y dejar eso así pero la ilusión de una posible amistad era lo que lo fijaba en el lugar.


Así que al final, se sentó frente a la computadora y se puso a buscar entre los archivos de la misma cuando Agatha pasó cerca del cubículo en el que se encontraba.


—  ¡Oh! ¿Te ascendieron? — Esa pregunta tomó por sorpresa al moreno, el cual se tensó en su silla ¿En serio ella le estaba hablando? ¿A él? ¿Al ‘Perv’?


—S-sí…— Fue su vil mentira y se sintió algo sucio por decir tal cosa. Su madre le había enseñado a no mentir así que se sentía cómo si la estuviese deshonrando.


—Que bien, a mí también me ascendieron. — La chica sonrió, orgullosa de su logro.


—P-pero si  s-sólo ti-tienes unos meses…


— ¡Lo sé! ¿No es genial? No hay nada que un poco de trabajo duro no pueda hacer ¿No crees?


—S-supongo…


—De todos modos, igual sigo siendo tu superior.


— ¿Eh?


—Soy la superior de todos —Agatha se señaló a sí misma, victoriosa—. Soy la superior de todos. Soy la asistente de Roxane.


—Ya veo… —Por primera vez en tanto tiempo, Jhon sintió que había perdido el tiempo. Iba para casi seis años trabajando en el mismo puesto de mensajero de la empresa, y nunca había conseguido un ascenso; mientras que Agatha en los pocos meses que tenía de trabajar, ya era la asistente de Roxane: La superior en jefe de todo el departamento de publicidad.


—Te noto decaído ¡Anda! ¡Alégrate por tu propio ascenso! —Y sin aviso, sintió las manos de Agatha en sus hombros, cosa que le hizo abrir los  ojos con sorpresa.


—Estás tan emocionada que se te olvidó que te daba asco tocarme. — Susurró algo molesto mientras apartaba las manos de la confundida chica, la que luego le dedicó una sonrisa nerviosa. Sonrisa que Jhon recibió aún con el ceño fruncido.


—B-bueno… Estaba nerviosa y todo lo demás, perdón por eso. — Agatha intentó restarle importancia al asunto, moviendo su mano levemente pero la mirada del moreno simplemente le ofendió ¿Qué esperaba ese soquete que hiciera? ¡Fue una reacción natural el querer alejarse de él! Con esas pintas y la forma en la que la miraban, denotaban a un simple pervertido que acechaba a su presa.


Y ella definitivamente no iba a hacer la presa de turno. Simplemente se le había acercado para cerciorarse de que no estuviese viendo porno o dañando las máquinas. No era tan estúpida cómo para creerse lo del ascenso y una macabra idea surcó su mente.


Por su parte, Jhon simplemente se había vuelto a sentar en la silla, algo molesto con la chica, Agatha era muy linda pero ya le estaba empezando a parecer odiosa, Lerroy no era odioso, algo extraño sí pero no era odioso cómo su nueva ‘superior’.


Estaba revisando los archivos, simulando estar haciendo algo interesante cuando la voz de Agatha lo volvió a interrumpir.


—Bien, para empezar tu nuevo cargo, te daré una tarea sencilla.


— ¿Y cuál es?


—Simple —la chica sonrió mientras sacaba una carpeta bastante llena y se la tiraba a un lado del diminuto escritorio—. Quiero el margen de ganancias del último mes junto a un presupuesto para esta otra compañía. — Jhon observó algo aterrado el montón de hojas frente a él y cuando fue a refutar, la chica simplemente o se encontraba.


Suspiró agobiado, bueno; al menos ya sabía qué tenía que hacer.


[…]


Jhon caminaba tranquilamente por los pasillos de la empresa con varias hojas en mano, y mientras caminaba se dio cuenta de algo ¿Eran ideas suyas o veía más personas caminando de un lado a otro que de costumbre? Le restó importancia y siguió su andar hasta llegar a la oficina de Roxane.


Tocó un par de veces la puerta hasta que escuchó la voz femenina incitándole a pasar y así lo hizo. No fue hasta que sintió una mirada asesina perforando su espalda  al cerrar la puerta que se dio cuenta que estaba en aprietos.


Y Jhon recordó cuál era verdaderamente su trabajo; ser el mensajero de la empresa. Eso explicaba el por qué la gente se estaba moviendo muchísimo más de lo usual y Roxane definitivamente no estaba feliz con ese detalle.


— ¿Dónde demonios estuviste toda la mañana? —ese tono de voz ya le indicaba que nada bueno saldría de allí, el moreno pasó saliva; pensando en su respuesta no-suicida.


—T-trabajando…


— ¡¿Trabajando en dónde?! — La mujer golpeó con firmeza el escritorio al levantarse— ¡Estuviste desaparecido toda la mañana y por tu culpa muchas cosas se han retrasado! ¡¿En qué rayos estuviste trabajando?!


—E-en l-lo que Agatha m-me pi-pidió que hiciera…— Y temblando ligeramente, el moreno le entregó las hojas a la enardecida mujer que, antes de ponerse a leer lo que estaba en las hojas, le dio una fugaz mirada a su nueva asistente.


Después de unos breves momentos en un silencio incomodo mientras la mujer revisaba con atención las hojas entre sus manos y Jhon simplemente jugaba nervioso con sus manos, preocupado de que eso sólo empeorara el humor de Roxane.


La mujer observó atentamente al moreno, suavizando un poco la mirada.


— ¿Tú hiciste esto?


—S-sí… ¿Está mal acaso?


—No, no; está sorprendentemente bien, todo está muy organizado. Es… Extraño viniendo de ti.


— ¿Gracias? — Fue lo que atinó a responder,  más confundido todavía.


—No era un cumplido —refutó casi de manera automática la mujer —. Si sabes hacer este tipo de cosas, fácilmente puedes optar por un ascenso. Sólo esfuérzate y sigue sorprendiéndome así ¿Vale?


—V-vale…— definitivamente iba a tener que contarle eso a Daisy cuando regresase a casa.


[…]


Jhon iba camino al complejo micro-apartamental en el que vivía, sus ojos casi se cerraban solos, estaba demasiado cansado. Era la primera vez que trabajaba hasta tan tarde, sólo tenía ganas de llegar y dormir, eran cerca de las once de la noche para ese momento.


Mientras que con Lerroy, la situación era bastante diferente, se encontraba caminando tranquilamente por las calles con esa típica gabardina suya que le ocultaba su trajecito de emergencia. No pensaba prostituirse esa noche; estaba buscando a un proxeneta pero sabía que no sería fácil.


Lerroy sabía que las otras putas eran demasiado agresivas con su fuente de ingresos, y  las entendía hasta cierto punto más no estaba de acuerdo con las alternativas que ellas tomaban para ‘defender’ a su negocio.


Todo era una mafia, una de la cual siempre estuvo alejado para su propio bien; sabía que trabajar con un proxeneta equivalía a un cuarenta por ciento de las ganancias totales pero conseguía más de un setenta por ciento de protección y los clientes que conseguía eran de mayor calidad.


Y viendo cómo iba la cosa, lo mejor era conseguirse un proxeneta lo más pronto posible.


Estuvo deambulando durante bastante rato, hasta que llegó a la zona de los clubs caros y sintió más de una mala mirada en la nuca, las putas del lugar ya le estaba echando cuchillas.


Ignorando eso, siguió su camino hasta que una larga fila de zorras y un letrero llamaron su atención ¿Qué coño era esa fila? ¿Para entrar al club? Lo dudaba porque en su mayoría, todas las personas que estaban allí se les veía a kilómetros su profesión y dudaba que tantas ‘trabajadores sexuales’ estuviesen haciendo tal fila para entrar a un simple club.


Decidió acercarse al leer el letrero y leyó con cuidado: ‘¿Eres una puta sin proxeneta? ¡Has venido al lugar indicado, pequeña zorra! En el club Placeres Demoniacos se están buscando los mejores agujeros de la ciudad y si crees que cumples con nuestros estándares; haz la fila, pequeña putita que capaz y terminas trabajando para conseguir 100.000 billetes a la semana.


 Y allí terminaba el anuncio, en un principio le pareció una pésima broma de mal gusto al ver la paga tan elevada pero al ver el montón de personas haciendo filas para el ‘casting’, decidió darle el beneficio de la duda y hacer la cola; la cual avanzó abrumadoramente rápido y cuando quiso darse cuenta, ya estaba de pie frente a un albino de religión dudosa.


El tipo estaba usando una simple franelilla negra con un gran pentagrama blanco en el centro, unos pantalones de un rojo oscuro y unas botas del tipo militar color negro que  reposaban tranquilamente sobre el escritorio. También cabía destacar las múltiples cadenas y cruces invertidas que adornaban el atuendo del sujeto.


Entonces recordó el nombre del club y supuso que la vestimenta del tipo ese era acorde al lugar, incluso la loca idea de que en realidad era una trampa para secuestrar personas y ofrecérselas al diablo cruzó por su mente.


— ¿Y tú qué haces aquí? —Cuestionó ese albino en tono arrogante.


—Vine a ver cómo era todo esto. — Se limitó a responder Lerroy mientras se arqueaba de hombros, ignorando el tono de voz del satánico raro ese.


—Ni te molestes, putita; aquí sólo  se acepta calidad y tú no cumples con nuestros parámetros de calidad, así que vete por dónde viniste que retrasas la cola.


—Una de las zorras a las que aceptaste se le veía el pene a kilómetros, además de parecer una extraña clase de golem peludo. — Argumentó el castaño ya fastidiado, era cierto, una de las putas que habían sido ‘aceptadas’ era un hombre, uno muy peludo, grande y con un pene apoteósico.


—Fue un caso especial. — Fue la simple respuesta del albino; respuesta que alteró aún más los nervios de Lerroy, el cual sin pensárselo mucho respondió contra ese argumento.


—Caso especial mis cojones, pedazo de imbécil. Esa cosa no excitaría ni al más morboso de esta maldita ciudad.


— ¿Quién sabe? Capaz y exista alguien a que le excite  más ver a un macho vestido ridículamente cómo prostituta que a una cosita fea a la que incluso le falta cabello  — Y ante tal señalización el castaño inconscientemente se cubrió la parte más calva de su cabeza —. ¿Ves? La experiencia no miente.


— ¿Y por qué a él si le das el beneficio de la duda y a mí no?


—Porque, para ponérselo simple a tu pequeño cerebro de zorrita; estas son las grandes ligas —e irónicamente el sujeto se levantó, demostrando que en efecto también era grande; quizá un metro noventa o más y a paso lento se acercó al castaño —, y tú; cosita fea, apenas y entras al juego.


Tales palabras fueron los detonantes para que el castaño desistiera de la idea y simplemente se fuera, con el orgullo más pisoteado que de costumbre ¿Tanto tiempo haciendo ese tipo de cosas y no entraba ’a las grandes ligas’? Menuda pérdida de tiempo entonces.


Cinco años desde el incidente de su tío y seguía siendo una simple puta barata; gran avance el que había hecho en su vida. Lo único bueno era que Lerroy se quedaba con el dinero y no su tío.


El castaño pensó que lo mejor sería regresar lo más temprano posible, simplemente no estaba de humor cómo para trabajar.


[…]


Eran cerca de las dos de la madrugada cuando Lerroy llegó a su micro-apartamento, sin saber por qué realmente, se sentía más mierda que de costumbre ¿Cómo era eso posible al menos? No lo sabía y tampoco tenía muchas ganas de saberlo, se sentía patético.


Ya se había mojado con un poco de agua limpia que tenía para quitarse los restos de la calle; ya estaba con ropa decente encima y sin pensárselo demasiado, se encaminó hacia el micro-apartamento del único ser humano que no lo haría sentir tan mierda.


El castaño había tocado la puerta un par de veces, y en  última sentía que la terminaría pateando si el estúpido de Jhon no la abría, le daba igual que el moreno estuviese durmiendo. Quería sentir esa mirada que Jhon en un inicio le dedicaba, esa que lo hacía sentirse querido o deseado, que lo hiciese olvidar durante unos momentos que sólo era  una puta barata.


Y antes de que Lerroy llevase a cabo su plan maestro de patear la puerta hasta que se abriera, un cansado y somnoliento Jhon la abrió, con los ojos entrecerrados e hinchados por estar durmiendo y todo desarreglado.


—Perdona, Lerroy, llegué muy tarde y fui directo a dormir…— Le comentó entre múltiples bostezos y palabras a medio decir.


—Está bien, sólo quiero dormir aquí. —Se limitó a responder el castaño mientras entraba sin ningún tipo de permiso y acostándose en ese viejo colchón en el que despertó hace unas semanas.


El más bajo observó cómo el moreno caminaba cómo zombie por el lugar con intenciones de buscar un lugar limpio donde dormir, cosa que alarmó a Lerroy, el cual lo llamó para luego incitarle con unas palmaditas en el  colchón a que durmiera junto a él.


Un Jhon totalmente despierto se habría sonrojado, tartamudeado  y sufrir una erección pero el Jhon que estaba caminando  gracias a la magia del sueño, simplemente accedió a la propuesta.


Lerroy se rodó un poco, dándole espacio a Jhon para que se volviese a acostar allí. Y luego de que ambos estaban acostados y muy cercanos el uno del otro; el castaño se acurrucó sobre el pecho del mayor.


Entre murmullos, el moreno le había deseado las buenas noches al castaño, el cual acurrucándose a un más, se las respondió para luego dormirse muchísimo más tranquilo.


[…]


En la mañana, Jhon  despertó en una situación algo incomoda y… Asquerosa. Tenía  un Lerroy tranquilamente durmiendo muy pegado a él, cosa que le pareció por demás tierna, pero lo que salía de la boca del castaño no le pareció tan tierno.


Baba.


Lerroy estaba tan felizmente dormido que no había reparado en babear todo el pecho de su compañero, el cual se tuvo que calar la sensación húmeda y pegajosa en su pecho.

Notas finales:

Gracias por leer <3


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